03
Dorothea
─¿El funeral de un gato? ─dijo Adella acostada en mi cama aún sin creer el fracaso que tuve la noche anterior.
─Por favor, no lo digas en voz alta, Adella. ¿Qué debí decirle?
─Cualquier combinación de palabras en nuestro idioma ─respondió obvia.
─Como "Hola soy Dorothea, te miro desde mi ventana desde hace ocho años, estoy enamorada de ti y te acecho cada instante del día".
─No empieces ─rodó sus ojos.
─O que tal "Hola, quizás me recuerdas del jardín de niños cuando todos me decían vampiro".
─Nadie más que tú lo recuerda.
─Qué fue lo que hice ─puse mis manos en mi rostro avergonzada─ me siento tonta y patética.
─Sólo hazlo mejor la próxima vez.
─Eso no lo sabes.
─Sí, lo sé.
─Oye, esto es bueno, es lo que hace Taylor Swift, actúa torpemente con los chicos y compone canciones sobre eso.
Al oír esas palabras me levanté de golpe de mi cama y abrí los ojos con pánico.
─Ay no.
─¿Que?
─¿Viste mi libreta al entrar? Creo que la olvidé en la estación de tren ─dije alterada─ ¿podrías ir por ella? Por favor, Adella es muy importante.
─Oye, iría por ella pero surgieron otros funerales de gatos a los que planeaba ir hoy.
Sonreí golpeándola con mis almohadas.
Adella
Fui a la estación de tren en cuanto salí de la casa de Dorothea y me encontré a Robbie con la libreta.
Bendita sea tu suerte, Dorothea.
Me acerqué a él para pedírsela .
─Hola, mi amiga está buscando esto.
─¿La conoces? ─asentí en respuesta─ Espera... ─me miró con los ojos entrecerrados, intentando recordar mi nombre─ ¿Adella, la de la clase de inglés? Soy Robbie Kay ─sonrió.
─Si, lo sé ─le devolví la sonrisa─ y de la clase de historia.
─Y ¿de dónde la conoces? ─me ignoró─ ¿Acaba de mudarse acá?
─La libreta antes.
─O si quieres dime donde vive y puedo llevársela ─sonrió.
Me quedé pensando en su propuesta. Tengo una idea.
─Se me ocurre otra cosa ─sonreí.
Dorothea
Chat
Adella en línea
Encontré tu libreta pero me fui a trabajar, la dejé en la taquilla.
7:50 p.m.
De acuerdo, gracias, suerte.
7:52 p.m.✔✔
Cerré el chat de Adella y guardé mi celular en el bolsillo de mi pantalón para después bajar a la sala a avisarle a papá que solo iré a la estación por mi libreta.
─¿Fredd?
Fredd no estaba, así que continué buscando, con un poco de miedo e inesperadamente me encontré a Robbie con mi libreta en la mano recargándose en una de las paredes de la taquilla.
─Cielos─ susurré y me escondí detrás de un muro.
Llamé a Adella.
─Heladería Bordiu.
─Adella...
─Holaaa ¿Cómo va tu cita?
─¿Como pudiste hacerme esto? ¡Ay por Dios, vengo casi en pijama, tengo sucio el cabello y encima despeinado y ah por Dios parezco una idiota! ─dije alterada.
─Relájate, no te estoy viendo y se que te ves super guapa así como estas, sólo se tu misma y me llamas después.
─Gran consejo, Adella. Gracias, no se que haría sin... ─Sólo quedaba el sonido de la llamada terminada y yo al teléfono.
Suspiré furiosa y eché un vistazo para verlo a él y se asomó al mismo tiempo así que me pegué más a la pared por los nervios y guardé mi celular, suspiré tomando valor de donde no hay y salí de mi escondite.
─Wow, si existes ─habló apenas me vió─ creí que anoche había soñado.
─¿Que estabas en la etapa amor del sueño tal vez?
─¿Qué?
─Si, es cuando pasa la mayoría de los sueños. Tu actividad cerebral es super alta y funcional y tus ojos están como locos detrás de los párpados, se ve super raro es como una máquina de escribir ─sonreí nerviosa al darme cuenta de lo que había dicho─ bien, gracias por...
─Espera, aún no sé tu nombre ─ alejó la libreta de mi alcance.
─Oh, soy Dorothea.
─Dorothea, soy Robbie.
─¿En serio? Wow tu nombre es muy lindo, por suerte me lo dijiste o nunca lo habría conocido, gracias ─contesté torpemente.
El sonrió por lo que dije. Tomé mi libreta y di la vuelta para huir, pero antes debía preguntarle algo más.
─No lo... leíste, ¿verdad?
─Sólo un poco, yo...
─¿Qué? ─lo interrumpí─ ¿Hablas en serio, leíste mis escritos? Esto pudo haber sido un diario, vaya, lo es o algo así.
─Lo lamento, te fuiste muy rápido anoche y no tenía idea de a quién pertenecía así que lo hojeé un poco ─se justificó nervioso─ pero me gustó que escribas a mano, es lindo, muy a la vieja escuela.
─Gracias ─contesté.
─De nada.
Di la vuelta para retirarme.
─Espera ─me detuvo─ ¿murió otro gato y tienes que irte?.
Sonreí nerviosa.
─Yo... Voy a... Voy a caminar a casa.
─¿Puedo acompañarte?
─Claro.
Ambos caminamos e intercambiamos algunos temas en el camino.
─Entonces, estudias en casa, debió ser divertido.
─Mi papá es... Alguien sobreprotector, por eso no fue divertido ─sonreí levemente.
─No estará vigilándonos ahora ¿o sí?.
─Oh, si claro, con su celular interviene cada cámara de la ciudad ─continué bromeando.
Sonrió. Diablos, su sonrisa es perfecta.
─Y... ¿Qué te parecieron las canciones que leíste? Sin mi permiso ─agrego.
─Siendo honesto no lo sé, porque una canción no se lee.
─Cierto.
─Creo que tendré que oírte cantarlas.
─Oh, bueno yo vivo ahí ─señalé mi casa evitando el tema─ así que...
─Espera ¿tú vives ahí? No entiendo por qué no nos conocíamos, debí haber pasado en patineta a diario cuando iba a entrenar.
─Pues que coincidencia ─fingí sorpresa─ bueno... Gracias por todo.
Dí la vuelta y avancé unos pasos.
─Oye ─me detuvo de nuevo─ ¿Te gustaría que hiciéramos algo algún día?.
Lo miré de nuevo.
─Oh ¿juntos?
Él sonrió.
─Sí, tu y yo juntos. Vernos o no sé.
─Oh, bueno, estoy muy ocupada durante el día, pero... En la noche estoy libre. ─mentí.
─También puedo en la noche.
─Pues, pon tu número aquí y... ─tomé la libreta en busca de una hoja en blanco y entre una de ellas venía un número de teléfono con el nombre de Robbie debajo, sonreí.
─También soy de la vieja escuela ─sonrió.
─Que astuto eres.
Me volvió a sonreír y me dirigí a mi casa.
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