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El sol apenas comenzaba a asomar en el horizonte, iluminando con su luz tenue el departamento pequeño pero acogedor que SeokJin y YoonWoo compartían. La ciudad estaba en silencio, el bullicio de la madrugada aún lejos, cuando el golpeteo firme en la puerta rompió la calma.
SeokJin se despertó sobresaltado, mirando a su alrededor con los ojos entreabiertos. Apenas recordaba cómo había pasado la noche; los nervios lo habían mantenido despierto, pensando en el dinero que aún no tenía y en las deudas que se acumulaban.
Él sabía que no podían esperar más.
Habían estado postergando el pago del alquiler por demasiado tiempo, pero la situación se había complicado. Todo el dinero que habían conseguido con su trabajo en el bar, en trabajos temporales y el poco ahorro que quedaba se había ido en los arreglos del departamento y en los costosos transportes para llegar de nuevo a su trabajo.
—¡Es él! —murmuró SeokJin, temeroso, mientras se levantaba de la cama. Una vez que pasó a lado de la habitación de YoonWoo, le gritó en un susurró sin saber que hacer, sin embargo, YoonWoo dormía profundamente, y roncaba como si la preocupación no le afectara.
SeokJin tardó unos segundos en decidirse en ir a enfrentar al rentero. Luego de unos segundos, caminó lentamente hacia la puerta. Dónde al abrirla, el rentero yacía ahí, parado en el umbral con los brazos cruzados, manteniendo una expresión severa en su rostro.
—Tienen hasta mañana para pagar o los echo a la calle —dijo el hombre con voz firme una vez que SeokJin le abrió la puerta.
El rentero era conocido en el edificio por no tener paciencia con los inquilinos que se retrasaban en el pago. SeokJin sintió un nudo en el estómago. Sabía que no podía dejar que eso sucediera, pero ¿de dónde sacarían el dinero?
—Por favor, solo un poco más de tiempo —imploró SeokJin, su voz algo quebrada por la presión. —Todo lo que tenemos se ha ido en el transporte, comida y en gastos del departamento. Estamos haciendo todo lo posible.
El rentero lo miró sin parpadear, un rastro de desdén en sus ojos.
—No es mi problema, chico —respondió de manera tajante—. Son sus problemas, no los míos. Tienen hasta mañana. Si no veo el dinero, me voy a asegurar de que salgan.
SeokJin respiró hondo, sintiendo como si el peso de la situación lo aplastara. El rentero dio media vuelta y se alejó, pero las palabras de amenaza resonaron en su cabeza. No había nada que pudiera hacer si no conseguían el dinero.
Regresó al interior del departamento con una expresión triste. YoonWoo se había despertado por el ruido y ahora lo miraba, esperándole hablar.
—¿Qué pasa? —preguntó YoonWoo, aún medio dormido.
—El rentero… me dio un ultimátum. Si no pagamos mañana, nos va a echar de aquí —respondió SeokJin, mientras se dejaba caer sobre la silla.
YoonWoo se sentó sobre el sofá, frunciendo el ceño al escuchar la noticia. No era la primera vez que la situación se complicaba, pero esta vez sentía que realmente no tenían más opciones.
—No te preocupes, tengo una solución —dijo YoonWoo de manera confiada.
SeokJin lo miró, algo confundido.
—¿Qué solución? —preguntó con escepticismo.
—SeokJin… Me pagan bastante bien, y con eso podríamos pagar el alquiler…—le dijo YoonWoo, dándole la solución entre líneas, pues no quería mencionar el trabajo que le habían ofrecido y volver a causar una discusión con su mejor amigo.
SeokJin miró su rostro con incredulidad. El trabajo consistía en hacer algo arriesgado dentro de una prisión, algo que claramente no era algo que pudieran hacer sin comprometerse a algo peligroso.
—No, no puedo permitirlo —dijo SeokJin con firmeza, levantándose de la silla. —Eso es demasiado riesgoso. Podrías acabar en problemas graves, YoonWoo.
YoonWoo se acercó a él, poniendo una mano en su hombro con una sonrisa tranquila, como si no fuera nada importante.
—Escucha, SeokJin. Sé que suena peligroso, pero necesitamos este dinero. Y si no lo hacemos, nos van a echar. Ya hemos probado todo lo que podíamos, pero no hay más opciones. Este trabajo podría ser nuestra única salida…
SeokJin lo miró, su corazón acelerado por la tensión. No quería que YoonWoo se metiera en problemas, pero la realidad los golpeaba con fuerza. Si no encontraban una solución, no solo perderían su hogar, sino que podrían acabar en la calle sin un lugar al que ir.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —preguntó SeokJin, con la voz baja y cargada de preocupación.
YoonWoo asintió, con una determinación en sus ojos que hizo que SeokJin dudara.
—Lo haré por nosotros. Sé que no quieres, pero a veces las decisiones difíciles son las que nos mantienen a flote. Este trabajo podría darnos el dinero que necesitamos para salir adelante. ¡Inclusive podríamos dejar de trabajar en el antro e ir a vivir a otro país a perseguir nuestros sueños!—respondió con entusiasmo, tratando de tranquilizar a su amigo.
SeokJin suspiró, sintiendo el peso de la decisión en sus hombros. No podía dejar que su amigo arriesgara su vida, pero también sabía que estaban atrapados. Nadie más los ayudaría, y el tiempo se agotaba.
—Está bien —dijo finalmente, con la voz resignada—. Lo haré, pero… tienes que prometerme que serás cuidadoso. Si esto va mal, no quiero que nos metamos en algo peor.
YoonWoo asintió rápidamente, agradecido.
—Lo prometo. No te preocupes. Saldremos de esta, te lo juro.
SeokJin respiró hondo, mirando el reloj. El tiempo se les escapaba, y no había vuelta atrás. Ahora, su futuro dependía de un trabajo peligroso en una cárcel, algo que nunca imaginaron que tendrían que considerar. Pero la desesperación los había llevado hasta este punto y no había nada más que hacer…
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