
Capitulo 39
―Hola, Sasha, ¡tengo que hablar contigo! ―dijo Anne temerosa mientras intentaba acercarse a ella.
―¡Hablaría contigo encantada si no fuera porque estoy siendo detenida y no puedo! ―gritó ofuscada Sasha.
―¡Pero es algo importante! ―insistió acercándose al capó del coche, donde permanecía inmovilizada.
―¡Señorita, no se acerque más a esta mujer! ―repuso Albus―. Es peligrosa, me lo han comunicado por radio hace unos minutos.
―Sí ―confirmó Anne―, lo sé. Lo he dicho yo, pero sólo era para que la detuvieran rápidamente. Ella nunca me haría daño.
―¡No estés tan segura! ―gruñó Sasha intentando incorporarse y siendo tumbada nuevamente contra el capó―. ¿Se puede saber por qué narices has hecho que me detengan, Anne? ¿Es que estás loca? ―exclamó irritada haciéndola enfadar.
―¡Sí! ¡Debo de estar loca para dejar plantado a Don Perfecto en el altar por ti, porque a cada paso que daba hacia él solamente podía recordarte a ti y desear que me sacaras de allí antes de que cometiera un error! ―chilló Anne entre sollozos―. ¡Debo de ser estúpida si la única amante que he tenido en mi vida eres tú, y si la única persona con la que deseo pasar el resto de mis días eres tú!
―Pero, Anne, yo no soy perfecta, ¿lo recuerdas? ―comentó Sasha sonriente, encantada por la declaración de Anne.
―Yo tampoco. He dejado plantado al novio ideal por ti y he robado ese coche de policía al pobre señor Grime para poder encontrarte.
―¿De verdad he sido la única persona con quien te has acostado? ―preguntó emocionada la oji escarlata.
―¡Eres increíble! Te confieso que te amo y tú de lo único que te preocupas es de que no me haya acostado con otros ―señaló Anne molesta.
―¡Señorita! ¿Acaba de confesar que robó un coche de policía? ―intervino en ese momento el joven policía.
―Yo ya sabía que me amabas, solamente tenía que hacerte entrar en razón, pero los celos me han matado durante años pensando que podrías acostarte con otros. Y cuando llegó Don Perfecto lo vi todo negro al creer que podrías llegar a hacerlo con él. ¡No sabes cuántas noches he pasado en vela persiguiéndote a ti y a Don Perfecto a escondidas dispuesta a matarlo si te ponía un solo dedo encima!
―Por suerte para ti, Marco es un caballero, un caballero al que no volveré a ver en la vida y que estará eternamente enfadado conmigo.
―¡Señorita! ¡Debo arrestarla por robar un vehículo a la autoridad! ―declaró Albus intentando llamar la atención de las dos enamoradas.
―¿No querrás que yo me escape, verdad? ―sugirió Sasha intentando deshacerse del policía― porque si me sueltas para detenerla, me liberaré y te puedo asegurar que yo soy mucho más peligrosa que ella ―intimidó Sasha al novato.
Así que, mientras Albus pedía refuerzos a la comisaría, las dos amantes continuaron con su conversación ignorando por completo la autoridad del muchacho.
―¿Se enfadó mucho Don Perfecto cuando lo dejaste en el altar? ―indagó Sasha interesada.
―¡Qué va! Apenas se inmutó, pero entonces me contó lo de tu apuesta con él. Waybirthg, ¿cómo se te ocurre prometer que te marcharías del pueblo?
―Pensé que era lo mejor. Después de todo, recuerdo que desde niña intentabas que me largara de aquí.
―Sí, pero sólo yo puedo hacer que te vayas del pueblo y así se lo dije a Marco antes de pegarle un puñetazo.
Sasha lloró de risa mientras asimilaba que su preciosa y delicada Doña Perfecta le había arreado un golpe al novio en medio de una iglesia atestada de familiares de éste.
Mientras Sasha no podía dejar de reír y Anne le reprochaba que se estuviera burlando de ella, llegaron por todos lados coches de Amphibia hacia el lugar donde se hallaba la pareja con el objetivo de presenciar el final del espectáculo de ese día. Finalmente, ¿habría boda o no?
―Bueno, ¿a qué estás esperando, muchacha? ―gritó Percy animando a Sasha―. ¡Tenemos la iglesia, los invitados, el banquete y la novia! ¡Únicamente nos falta "el novio", porque el otro ha puesto pies en polvorosa después del puñetazo de Anne!
―Por lo visto no le gustan las mujeres fogosas ―comentó Wally sonriente.
―¡Venga! ¡Pídeselo ya de una vez, que hemos tenido que amarrar al cura para que no se fuera a otra ceremonia! ―gritó impaciente Leopoldo, el mecánico.
―¡Vale, vale! ―tranquilizó Anne pidiendo finalmente silencio―. Sasha, ¿quieres casarte conmigo a pesar de que no sea perfecta y de que nos pasemos la vida discutiendo?
―Anne, ¡que es ella quien tiene que pedirte la mano en matrimonio y no al revés! ―exclamó Lilith, la directora del colegio, entre las risas de todos.
―Pero es que ella me lo ha pedido muchas veces y yo no se lo he pedido nunca ―se quejó Anne ante la corrección.
―Estaré encantada de casarme contigo, Anne Boonchuy, en cuanto me suelte la policía.
―Lo siento, pero hoy no habrá boda. ¡Ambas están arrestadas! Usted, señorita, por robo de vehículo policial, y usted, señorita, por resistencia a la autoridad ―intervino el joven policía ante una multitud que no tardó mucho en enfadarse al ver los planes de boda frustrados.
Afortunadamente, Grime, el jefe de policía, salió del coche de uno de sus vecinos antes de que todo el pueblo decidiera apalear conjuntamente al novato de su distrito.
―Albus, suéltalas a las dos antes de que me enfade. Todo ha sido un pequeño malentendido.
―¡Pero, señor! Ella le robó el coche.
―No, yo se lo presté ―mintió descaradamente el buen hombre.
―Y ella ha sido acusada de robo y resistencia a la autoridad.
―Ha habido un error en los archivos: esa furgoneta es suya y estoy seguro de que, en cuanto lo sueltes, se disculpará.
―Pero la ley dice...
―¡Albus! ―gritó Grime―. ¡Suéltala si no quieres que te degrade!
El novato soltó a Sasha no sin protestar y refunfuñar, así como recitar todos y cada uno de los cargos de los que podía acusarlo.
Cuando Sasha se vio al fin libre, corrió hacia Anne y la estrechó con fuerza entre sus brazos. Ella le tendió el anillo que tenía grabado sus nombres y la oji escarlata se lo puso, prometiéndole la eternidad.
―Para mí siempre has sido perfecta ―comentó Sasha antes de besarla apasionadamente delante de todos.
...
La boda de Anne se celebró cuatro horas más tarde de lo previsto.
Se decidió por unanimidad que era el enlace más extraño que jamás se había llevado a cabo en ese pueblo: los adornos florales estaban estropeados, los lazos que adornaban los asientos se hallaban casi todos caídos, y la orquesta y el coro habían desaparecido junto con los elegantes invitados del anterior novio.
Tuvieron que convencer a un amordazado sacerdote de que no era un pueblo de locos y que tenía que unir a esa feliz pareja por el bien de todos.
El padre de Anne la acompañó al altar junto con su inseparable escopeta.
―Papá, no hace falta que lleves el arma ―expresó Anne al verlo cargar con el trasto―. Sasha me quiere mucho y nunca huiría de nuestra boda.
Brian se limitó a sonreír a su hija mientras le advertía en voz lo suficientemente alta para que todos lo oyeran:
―No es para obligar a Sasha, hija mía, es para ti.
Anne refunfuñó algo sobre su ingrata familia mientras miraba a la novia. No iba perfectamente vestida: sus vaqueros estaban sucios y su camiseta, arrugada; además, su rostro lucía alguna que otra mota de polvo del camino. No obstante, era la adecuada para ella, porque en esos momentos sólo podía pensar en lo feliz que sería a su lado el resto de su vida.
Tras la ceremonia, todos celebraron una gran fiesta en la que cada uno de los vecinos recordó alguna de las trastadas de las novias. Después de cortar la tarta, finalmente Wally hizo traer la pizarra de su bar al gran salón de festejos.
―Bien ―comenzó―. Percy ganó la apuesta acerca del momento en la que Anne rompería el enlace con Don Perfecto. ―Percy elevó las manos como vencedor ante los abucheos jocosos de la multitud.
―Sprig Boonchuy fue el único en decir que Anne golpearía a Marco ―Sprig se levantó e hizo una reverencia mientras comentaba:
―Estaba totalmente seguro de que mi hermana no me defraudaría.
Wally siguió con su repaso de las apuestas tras las carcajadas de todos al recordar el instante exacto en el que el novio cayó redondo al suelo.
―Emma Waybirthg vaticinó que su nieta sería arrestada ―añadió Wally jocosamente―. Pero eso es algo que casi todos habíamos previsto para este glorioso día; únicamente Polly Boonchuy presagió que su hermana también sería arrestada.
―Finalmente ―continuó Wally―, Sasha apostó hace meses veinte mil dólares a que Anne no se casaría con Don Perfecto, y unas semanas antes de la boda Don Perfecto apostó treinta mil dólares a que Anne se casaría con él. Así que ahora, Sasha, tienes en tu poder cincuenta mil dólares, en parte gracias a la amable generosidad de Don Perfecto.
Todos rieron felices ante la suerte de las novias en lo que había empezado como un pequeño pasatiempo en la pizarra de Wally.
La boda termino con unos maravillosos brindis por parte de todos.
El mejor de ellos fue, sin duda, el de Sprig Boonchuy, quien alzó la copa sonriente y pronunció felizmente mirando a su hermana:
―¡Por los imperfectos!
Todos los hombres estuvieron de acuerdo con él, pero muchas mujeres dudaron a la hora de alzar su copa.
Ante la insistencia de Albus, el novato, al final de la celebración Sasha y Anne fueron condenadas a arresto domiciliario durante una semana en la maravillosa casa del lago que desde ahora sería su hogar.
Anne se tumbó desnuda en su estupenda cama a la espera de su esposa, quien no se hizo mucho de rogar. Sasha salió de la ducha portando una toalla enrollada en su cuerpo.
Sus ojos devoraron el hermoso cuadro que eran las curvas de Anne, arrojó la toalla a un lado mostrando a su amada su perfecta desnudez y, mientras se colocaba sobre su cuerpo en busca de sus labios, le preguntó una vez más:
―Dime por qué soy perfecta para ti.
Sasha no le permitió contestar a su pregunta, haciéndole olvidar la razón en busca de una desenfrenada pasión que celebraba la unión definitiva de dos cuerpos que se pertenecían.
Le hizo el amor sin descanso, sin dejar de mirarla a los ojos con adoración mientras penetraba en lo más profundo de su cuerpo llevándola poco a poco al placer más sublime. Y cuando no pudo más, la siguió en la cumbre del placer derrumbándose junto a ella.
―Porque eres tú ―contestó Anne más tarde, saciada, entre sus brazos.
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