Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 37


El día de la celebración de su boda, la novia llegó a las cinco de la mañana a casa de sus padres. Entró silenciosamente por la puerta principal con los zapatos en la mano para evitar el ruido de sus pasos en el sensible y viejo parqué, pero todo cuanto hizo para evitar la escrutadora mirada de sus familiares fue en vano, pues en el gran sillón del salón esperaba sentado su hermano Polly mientras Sprig dormitaba como una marmota en el sofá.

―¿Qué hacéis aquí?―preguntó Anne sorprendida.

―Relevé a papá hace dos horas ―comentó Polly a la vez que propinaba una patada a su hermano para despertarlo―. Como siempre, estaba tremendamente preocupado por su pequeña y nosotros no podíamos decirle dónde estabas, ¿verdad?

―Gracias por no contar nada, Polly, eres un buen hermano―alabó Anne agradecida.

―No, soy un buen amigo. No quería que papá fuera a casa de Sasha y le apuntara con su escopeta. Porque supongo que habrás pasado la noche allí.

―Sí ―confesó Anne avergonzada―. ¡Pero nada de esto hubiera sucedido si vosotros no me hubierais dejado allí sola y atrapada!―reprochó a sus hermanos.

―Y cuando te acostabas con Sasha todos los veranos desde los dieciocho años, ¿también nosotros teníamos la culpa?―preguntó irónicamente Sprig.

―¿Ella os contó eso?―preguntó Anne molesta―. ¡No tenía ningún derecho!

―Me lo dijo a mí cuando me confesó, loca de contenta, que te amaba y que quería formar una familia contigo. Me lo reveló antes de conocer a Don Perfecto y sentirse como una mierda porque ese hombre cumplía todos y cada uno de los puntos de tu lista y eso la dejaba a ella fuera de la ecuación―explicó Polly con enfado.

―¿Cómo puedes decir que eres perfecta, si eres la mujer con más defectos del mundo?―añadió Sprig disgustado.

―Yo no soy así..―objetó Anne, indecisa.

―Eras una niña repelente e insufrible hasta que apareció Sasha y te convirtió en una cría revoltosa y divertida―recordó Sprig.

―Desprecias continuamente los sacrificios de Sasha por intentar ser alguien que no existe; sin embargo, alabas a ese petimetre con el que pretendes casarte y que no ha hecho ningún esfuerzo por merecerte―continuó Polly disgustado ante la ceguera de su hermana.

―¿Cómo puedes elegir pasar el resto de tu vida junto a un hombre que no amas por una estúpida lista? ¡Estás desperdiciando la posibilidad de ser feliz el resto de tu vida!―gritó Sprig furioso sin dejar de pasearse por el salón.

―Yo amo a Marco...―contradijo apocadamente Anne.

―¡Sí, claro, por eso te acuestas con Sasha!―la acusó Sprig.

―¿Sabes qué es lo peor de todo? Que has jugado con Sasha durante todos estos años y le estás rompiendo el corazón a alguien que realmente te ama―recriminó Polly a su hermana.

―Pero yo no amo a Sasha―aclaró entristecida Anne.

―¡Sigue diciéndote eso, algún día acabarás por creértelo!―apuntó Sprig saliendo colérico de casa de sus padres.

―Yo sólo quiero que mañana no te arrepientas de nada.―Polly abrazó cariñosamente a su hermana.

―No te preocupes, Polly, Marco es el mejor hombre del mundo ―declaró Anne decidida mirando a los ojos a su protector hermano.

―Sí... pero ¿es el mejor para ti?―insinuó saliendo tranquilamente en busca de su hermano, para calmar sus ánimos. Sprig no debía cometer ninguna locura en la boda de su hermana; después de todo, la decisión de su futuro le pertenecía únicamente a ella y a nadie más.

A pesar de que sus planes de futuro fueran un tremendo error.

Anne subió a su habitación lentamente; su cuerpo parecía no tener ánimos, estar sin vida, como si le faltara algo, y en medio de todo el caos de su boda sólo podía pensar en dónde estaría Sasha.

Se duchó como si de un autómata se tratase. Sin apenas percatarse de nada pasaron las horas y llegó el momento de ponerse el vestido. Su madre, junto con sus damas de honor Amity y Terri, dos amigas de la universidad con las que compartió piso en Nueva York, la ayudaron a vestirse el pomposo y molesto traje de novia.

Sus amigas apenas habían llegado hacía dos días y todavía no conocían bien toda la historia, así que se quedaron impresionadas cuando su madre comenzó a recordar las aventuras de ella con su vecina.

Mei se disculpó ante sus invitadas y salió de la estancia con la intención de traer unos refrigerios antes de partir hacia la iglesia. Ése fue el momento preciso que sus amigas aprovecharon para acribillarla a preguntas sobre su relación con Sasha.

―Vamos a ver si lo entiendo ―comenzó confusa Amity, una voluptuosa y rebelde morena de impresionantes curvas vestida de rojo―: tienes a esa oji escarlata que está loca por ti desde que era niña ¿y te casas con don estirado?

―No está loca por mí, simplemente tontea conmigo... Además,Marco es perfecto.

―Sí, es perfectamente aburrido―concluyó Amity acompañando sus palabras de un sonoro bostezo.

―Que a ti no te cayera bien no significa que sea malo para Anne―intentó poner paz Terri, una inteligente pequeña castaña de bonita figura a la que siempre tomaban los hombres por tonta.

―Ah, entonces te casas con Aburrington III porque esa tal Sasha es fea o jorobada, ¿no? ―insistió Amity decidida a saber la verdad.

―No, Sasha es muy atractiva y, a pesar de sufrir una grave lesión que la alejó del deporte profesional hace algunos años, su cuerpo es perfecto―comentó Anne sonriente mientras peinaba sus rizos frente al espejo de su tocador.

―¡Te has acostado con ella!―señaló Amity acusadoramente―. ¡Y te gustó mucho!―indicó emocionada.

―Entonces, Anne, ¿por qué te casas con Marco?―quiso saber Terri, confusa.

―Porque él es perfecto y Sasha es totalmente lo contrario a la perfección―insistió Anne.

―¡Bah! Lo perfecto es tremendamente tedioso...―sentenció Amity ayudándola con su peinado.

―El hombre perfecto no existe-opinó Terri entristecida.

―Pero Marco...

―Es humano, ¿verdad? Pues entonces tendrá sus defectos como todo el mundo; después de todo, los errores forman parte del hombre―sermoneó Amity.

―Aunque no de la mujer―recalcó Terri sonriente chocando la mano con su amiga mientras las tres rompían el silencio con escandalosas carcajadas.

La señora Boonchuy entró alegremente en la estancia contenta de que su hija estuviera feliz. Momentos antes parecía triste, sin vida, resignada a un destino que no quería. Ahora volvía a ser ella y Mei dudó por unos instantes en darle la carta que le había entregado Sasha.

Pero le había prometido que se la entregaría a su hija, ya que Sasha, extrañamente, se había negado a entrar en su hogar. La muchacha parecía desolada cuando la dejó en el porche hablando con su marido sobre negocios. ¿Qué le habría sucedido para que perdiera su eterna sonrisa y su aire jovial de un día para otro? Posiblemente lo mismo que a su hija: una boda.

Mei depositó los refrescos encima de la cómoda mientras se dirigía a su hija con indecisión.

―Sasha me ha entregado esto para ti, me ha rogado que no lo abriera y cuando la he invitado a entrar se ha negado. ¿Sabes lo que le pasa, Anne? Parecía muy triste, no era la misma Sasha revoltosa que conocemos desde niña.

―Habrá madurado, mamá―comentó fríamente Anne cogiendo con manos temblorosas el sobre.

―Sí, será eso―comentó despreocupadamente la señora Boonchuy, y tras unos instantes desapareció, llevándose consigo la bandeja con los vasos vacíos y el plato de aperitivos intacto.

Las impacientes amigas de Anne la apremiaron a que abriera el sobre. Anne las ignoró y las echó del cuarto, dispuesta a terminar con su impecable aspecto de novia ideal. Ignoró el sobre durante unos minutos, haciendo como si éste no existiera, pero allí estaba, así que finamente lo abrió con lentitud sin saber qué podía esperar de Sasha Waybirthg.

Nada la había preparado para aquello y sus ojos se llenaron de lágrimas en cuanto vio lo que contenía: una hoja doblada, de hacía años, donde ella misma había escrito una ridícula lista. Había sido tratada con cariño y conservada a pesar del paso del tiempo. Algunos puntos habían sido tachados, otros tenían anotaciones como «me falta poco» o «en un año lo consigo».

Después del punto número diez había uno más añadido por Sasha, escrito de su puño y letra, que decía: «11. Que te ame tanto como la estúpida de tu vecina.»

Las lágrimas de Anne se derramaron en silencio manchando el papel de su ridícula lista. Decidida a no estropear más su maquillaje, metió bruscamente la nota en el sobre y descubrió en él la sencilla alianza de oro que Sasha le había puesto en una ocasión. Una vez más leyó la inscripción de sus nombres en su interior y, sin saber por qué, rompió a llorar con desesperación en el que sin duda debía ser el día más feliz de su vida.

Cuando bajó las escaleras hacia la limusina su aspecto era impecable: su vestido permanecía perfecto, sin mácula alguna que alterara su blanco radiante; su maquillaje era simple y realzaba sus rasgos de princesa de cuento de hadas, y sus rizos estaban intachablemente recogidos en un elegante peinado.

Nadie quedaba en la casa familiar para acompañarla, sólo su padre, que la esperaba pacientemente en el porche. Sus hermanos y su madre se habían marchado junto a las damas de honor hacia la iglesia para aguardar su gran entrada.

Brian se levantó con lágrimas en los ojos, sin poder creer que su hija finalmente se marcharía de su hogar para formar otro con un hombre que sin duda la adoraría y amaría tanto como se merecía. Y, si no,ya se encargaría él de que lo hiciera: por unos años aún permanecería cerca de su amada escopeta, por si ese Don Perfecto no era lo que parecía.

¡Qué bella estaba su Anne! Su perfecta niña que hasta hacía poco acogía felizmente entre sus brazos y fingía con alegría que se casaba en el jardín trasero con su querido peluche Pinki, el cerdito.

Su hija descendió hacia él con ese encantador vestido y se quedó atascada en la puerta, por lo que el señor Boonchuy, sonriente, corrió en su ayuda sabiendo que, para él, Anne siempre seguiría siendo su pequeña princesita, aunque en esos momentos hablara como un camionero.

―¡Maldito vestido del demonio! ¡Cuando termine este día juro que lo haré pedazos!

―Tranquila, querida, te ayudaré a salir ―auxilió el señor Boonchuy tirando de su hija hacia el exterior de la casa.

Finalmente, tras algún que otro empujón y forcejeo, salió despedida hacia delante. Los rápidos reflejos de su padre impidieron que acabara en el suelo.

Anne se dirigió hacia la limusina con paso sereno, como de reina, y entró en ella no sin un poco de dificultad. Menos mal que la limusina que había contratado Marco para la ocasión era inmensa. Su padre, sonriente, se sentó junto a ella cuanto le permitió el voluminoso vestido.

―¿Sabes? Hoy he visto a Sasha y me ha dado algo para ti―comentó el señor Boonchuy a la espera de la reacción de su hija.

―No quiero nada de ella―contestó la novia a punto de llorar al recordar sus otros regalos.

―Pero éste siempre lo has deseado, desde niña. ¿Te acuerdas de la vieja casa del lago que le regalé a Sasha?

―Sí, ahora es su hogar.

―No―negó el señor Boonchuy―, te la ha regalado. Ahora es tuya.

―Pero ¿dónde vivirá ella? Era todo cuanto tenía―preguntó asombrada preguntándose el motivo del generoso regalo de Sasha.

―No lo sé, me dijo que lo estuvo arreglando para ti durante todos estos años. Me comentó que no era justo que no disfrutaras de ella cuando, en realidad, siempre había sido tuya.

―Papá, ¿por qué se la regalaste a Sasha aquella Navidad?―indagó Anne con curiosidad.

―Porque siempre te estaba rondando y te protegía de todos. Pensé que te casarías con ella y hasta hace poco ella también lo pensaba.

―Yo no sé si podre aceptarla, papá―señaló Anne llorosa―. Será mejor que se la restituyas. Después de todo, se la ha ganado.

―No creo que pueda, Anne: Sasha se ha marchado del pueblo esta mañana.

―Pues cuando vuelva se la devuelves y...

―No me has entendido, hija mía: se ha marchado para siempre―aclaró Brian justo antes de que la limusina se detuviese frente a la iglesia y una novia muy confusa se bajara del vehículo con dificultad. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro