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Capitulo 34


―¡Sííííí!―exclamó Anne en medio de un orgasmo que la dejó temblorosa y ligeramente aturdida.

―¡Bien! Entonces éste es el elegido―sentenció Malee con una sonrisa de satisfacción al ser uno de los vestidos que ella había propuesto.

―¿Qué?―preguntó Anne confundida ante la conversación de las dos mujeres.

―Cariño, ¿qué te pasa? Estás muy distraída. ¿Éste es el vestido por el que te has decidido? ¿Sí o no?―planteó Malee molesta ante su indecisión. ―Si no lo es, cámbiate rápido, no tenemos todo el día para que te decidas―apremió bruscamente Boscha.

―¡No!―gritó Anne ante la idea de quitarse el vestido y que descubrieran a Sasha.

―¿No es el vestido que has elegido entonces?―preguntó Malee desilusionada.

―No, no quiero quitármelo, es...―Anne pensó en sus opciones y viéndose finalmente sin salida alguna contestó―: es tan hermoso..., sin duda es el elegido.

―¡Oh, estoy tan feliz por ti, querida! Vamos a ver a la modista para que te tome el bajo y para pagar esta hermosura. ¡Estarás esplendida, los dejarás a todos sin palabras!―manifestó emocionada Malee saliendo del vestidor en compañía de su hija y dejando finalmente a Anne a solas.

Sasha se apresuró a salir de debajo del vestido antes de que Anne la emprendiera a golpes con su persona y, observándola con detenimiento, comentó: ―Sin duda alguna los dejarás a todos sin habla.

―¡Sasha Waybirthg! ¿Cómo se te ha ocurrido hacerme eso debajo del vestido?―chilló alterada mientras se ponía las braguitas blancas de encaje que la oji escarlata había osado quitarle.

―Estaba aburrida y tú un poco estresada, así que decidí hacerte un favor―dijo sonriente acercándose a ella todo lo que el abultado vestido le permitía―. ¿Y ahora me dirás cuándo vendrás a mi casa a recuperar el anillo?

―¡Cuando tú no estés Waybirthg, cuando tú no estés!

―¡Eso no es justo, Savisa! Yo he cumplido muy gustosa con mi parte del trato―contestó pasándose lentamente la lengua por los labios, deleitándose aún con su sabor.

Sólo te dije que iría a tu casa a recuperarlo, no cuándo.

Todavía faltan algunos días para la boda, yo me puedo atrincherar en mi hogar para esperarte, pero ¿puedes tú permitirte subir al altar sin tu anillo?―provocó mostrándole el anillo y alejándolo de su alcance mientras se marchaba de la minúscula habitación jugando con él.

La modista llegó acelerada y se topó con la oji escarlata feliz que jugaba con una alianza. Apenas le prestó atención hasta que ella le comentó:

―Madame Sara, sus vestidos son auténticas obras de arte, y el que ha elegido la novia... apenas puedo expresar con palabras lo feliz que me ha hecho.

Sólo cuando la oji escarlata se hubo ido de su local, Madame Sara cayó en quién era la risueña individua que la había saludado y, mientras arreglaba una de sus creaciones más alocadas, se preguntó qué narices hacía en su tienda Sasha Waybirthg. ¿Sería verdad lo que se comentaba en el bar de Wally sobre su apuesta?

―¡Oh hija, por fin has llegado!―acudió Mei emocionada al ver a su pequeña―. ¿Por qué no me cuentas cómo de hermoso será tu vestido?―preguntó solícita Mei.

―Es el vestido más horrendo, más abultado y más lleno de encajes que he visto en mi vida―contestó Anne terriblemente indignada.

―Pero por lo menos será cómodo... ―intentó indagar Mei para saber por qué razón su hija había escogido algo así para el día de su boda.

―No puedo dar dos pasos sin llevarme por delante todo lo que tengo a mi lado.

―Bueno, será barato entonces, ¿no?―quiso saber Mei preguntándose por qué su hija, que hasta ese día no se había preocupado mucho por el valor de las cosas, comenzaba a medir su economía.

―Vale más que toda la tienda entera de Madame Sara; por suerte lo paga mi suegra.

―¿Se puede saber por qué te has comprado algo tan caro, feo y ridículamente incómodo, si no te gusta?―preguntó Mei algo alterada―. ¡Seguro que te has dejado engatusar por esas dos brujas! Es por eso,¿verdad?

―No, las estaba manejando perfectamente hasta que...

―¿Que ocurrió, hija mía?―inquirió Mei finalmente preocupada.

―¡Sasha Waybirthg!―fue lo único que masculló ella además de una retahíla de insultos dirigidos a la oji escarlata mientras subía con escandalosas zancadas hacia su habitación.

Sasha había salido esa noche en busca de compañía, pero no de una mujer, bastantes problemas tenía ya con una como para intentar complicarse con otra. Además, su cerebro solamente podía pensar en una cosa: ¿cómo demonios hacer que Anne rompiera con Don Perfecto?

Podría conseguirlo en un segundo si le contaba a Marco Regino Wu III como reaccionaba Anne ante sus caricias, como le devolvía sus besos con la misma pasión, o como le era imposible negarse a que ella tomara su cuerpo una y otra vez, donde fuera y como quisiera, porque ella, aunque nunca lo reconociera, era suya, y eso no lo podría cambiar nunca ningún Don Perfecto venido de fuera.

Pero con esto, además de decir definitivamente adiós a ese petimetre, también la alejaría de él por completo. Había esperado demasiado tiempo para estar con ella y no quería estropearlo todo, así que, a pesar de lo que sus instintos le decían, Sasha esperaba pacientemente a que Anne cambiara de opinión.

Bueno, tan pacientemente como podía.

En el bar de Wally se tomaba una cerveza esperando la presencia de su amigo Sprig o tal vez de Zayn, que le contarían la reacción de Anne al llegar a casa, pero la persona que ocupó la silla próxima a la suya fue la despampanante y sexy Boscha Wu, aunque para su gusto también era demasiado caprichosa.

―Hola, guapa, ¿qué haces tan solita?―se insinuó mientras le acariciaba un brazo con sus inmaculadas uñas.

―Tomar una cerveza y esperar a unos amigos.

―¿Y no prefieres compañía ahora mismo?―añadió acercándose cada vez más a ella.

―No, gracias―contestó Sasha deshaciéndose de su abrazo.

―¡Pero a ti qué te pasa!―exclamó Boscha indignada por el rechazo―. No tienes pareja, estás soltera; entonces, ¿qué te impide relacionarte conmigo?

―Estoy enamorada de otra―confesó Sasha sin alterarse en absoluto por sus gritos y su chillona voz.

―¿Y se puede saber quién es esa chica tan especial?―ironizó Boscha.

―Anne Boonchuy―contestó Sasha sin inmutarse mientras seguía bebiendo su fría cerveza.

―Pero... pero esa chica está prometida, ¡va a casarse con mi hermano!―señaló Boscha confundida.

―Eso ya lo veremos―retó Sasha levantándose con brusquedad y dejando un billete en la barra.

Sasha se marchó del bar de Wally sin volver la vista atrás.

La reacción de la rubia fue mirarla enfurecida mientras marcaba el número de su hermano y le contaba una por una las palabras que había dicho Sasha sobre su futura esposa.

«Bien -pensó Sasha mientras se alejaba-, ya era hora de que Don Perfecto se enterara de que tenía competencia.» 

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