Un auto y una camioneta iban a toda velocidad por la ciudad; debían llegar a su destino antes de que el sangrado pasara a mayores. Entraron a un callejón húmedo y oscuro; allí se estacionaron y bajaron hombres vestidos de negro de inmediato. Unos cargaban al JKBOSS, mientras otro agarraba a Jimin de un brazo para entrar por una puerta que abrió con un código, cerrándola tras de sí.

Pusieron a JKBOSS en una especie de camilla, con una luz gigante que lo hacía brillar como un ser imponente, mientras que su rostro reflejaba dolor e impotencia, porque le dieron en algún lado de su cuerpo y esperaba que no fuera grave. Necesitaba seguir el plan del día.

Por su parte, Jimin lloraba sentado en una esquina de aquella habitación; quería acercarse y comprobar si todo estaba bien, pero todavía estaba asustado por lo que pasó. Tenía carácter fuerte y todo lo que la gente quiera, pero tiene sus debilidades y, una de ellas es el miedo a la sangre y las armas de fuego.

No tardó en llegar un doctor, o eso parecía. Quitó la camisa de JKBOSS, comenzó a limpiar todo y revisar la herida, sacó la bala a sangre fría, apretando la herida para que dejara de sangrar.

Al alfa le dolía como la mierda. El grito que salió desde lo más profundo de su garganta al sacarle la bala, lo necesitaba sacar hace rato, para recomponerse.

Cuando comenzaron a curarlo, se giró y vio a Jimin llorar.

—Déjanos solos, yo termino de curarme —miró a los guardaespaldas y ya ellos sabían que necesitaba privacidad.

Esperó que se fueran y miró a dónde Jimin, mientras se curaba.

— Ven aquí, omega gritón, ¿no que eras muy valiente? —Mirándolo—. No llores, ven...

Jimin definitivamente necesitaba un abrazo, pero también quería saber que ese alfa tonto estaba bien, por lo que con cuidado se acercó e inevitablemente le hizo un puchero.

—Me gusta tanto cuando estás tranquilito —Jungkook lo agarra y lo abraza como puede—. Todo está bien, te lo juro, yo estoy bien, solo fue un daño mínimo, no me hicieron nada. —Le limpió las lágrimas—. ¿Tú estás bien?

—Estoy bien, solo... solo me asusté mucho, creí que te habían matado, fue terrífico, porque no se escuchan las balas, ellos caían muertos y había mucha sangre. —Inconscientemente le acaricia la cara al alfa y lo comienza a curar—. ¿No te dolió lo que te hicieron? Ouch, tienes cuero de sapo —hizo carcajear al alfa.

—Perdóname por dejarte ver eso; yo te cuidé con mi cuerpo, así que me debes un beso por salvar tu vida —mirándolo—, ¿con qué tengo cuero de sapo? ¿Soy duro? —Mirada sensual.

—¡ALFA! —Y se avergonzó cuando se dio cuenta de que le dijo alfa—. Rayos, lo siento —murmuraba—. Bueno, tienes tu piel suave, pero mmmm dura, fuerte y musculosa, debe ser. —No sabía qué decir sin tartamudear.

—Muy bien, así me gusta, tu omega, ya me acepta como tu alfa, mira cómo lo gritas —se ríe mientras mueve la cabeza de lado a lado como diciendo que no—, ahora ya sé que te gusta que lo tenga duro.

—¡BASTA! —Le da por el pecho y se aleja de él—. ¿Nos pensamos quedar en este lugar tétrico?

—Hey, me lastimas —frunce el ceño—. Estoy herido, solo debes darme besos, alivian —le señalaba sus labios—. Ven, así no me duele —sonríe—. ¿No vas a terminar de curar y vendarme?

—Yo no soy doctor, que te cure el médico extraño que te vino a abrir como cerdo en Navidad. —Otra vez hizo reír al alfa—. ¿Quieres besos? Gánatelos —se alejaba moviendo sus caderas sensuales.

—No hagas que me levante de aquí y te folle, ¡eh! —Mirándolo, mordiéndose el labio—. No necesito mis dos extremidades sanas, solo a mi pene bien duro dentro de ti.

—Eres un puerco —pone los ojos en blanco—; si no fuera que tus feromonas me tranquilizan, te dejo botado. —Refunfuñando, se sienta en donde estaba.

—Bien que recibes mis orines, ¿no? —Se ríe—. ¿Por qué estás tan lejos? Ven, aquí me hueles mejor y haces una tarta de limón conmigo. —Lo provoca.

—¡Ridículo! —enojado—. ¿Ya te sientes bien? Pues, vamos, que tengo hambre. —Se cruza de brazos.

—Si vienes, me besas y me llenas de tus feromonas ricas a melocotón, nos vamos a comer y a dónde íbamos —mirándolo.

—¿Piensas ir así? ¿Te patina el coco? Hey, te hirieron con una bala, razona, debes descansar —resopla.

—Te dije que no es nada, ya ni me duele, solo no puedo levantar el brazo, al menos por ahora, pero soy un alfa dominante, así que me puedo curar rápido y lo sabes —se levanta de la camilla y camina hacia Jimin.

—Detente ahí —se levanta y comienza a caminar de espaldas—. ¿Qué quieres? Déjame en paz, loco, no hagas que te dé una patada en las pelotas y te quedes inválido también del pene.

Lo acorraló entre la pared y él; con su hombro sangrando, porque había perdido la gasa en el camino, comenzó a besar al omega con muchas ganas, mientras que con la mano sana lo tocaba por todas partes.

Llegó a su vientre bajándole el pantalón de elástico de una sola vez.

Lo giró estampándolo en la pared, agarrando sus manos en la espalda, lo baja un poco, le echó a un lado el pequeño bóxer; olía a melocotón por todos lados, así que estaba más que lubricado para él. Cuando el glande atravesó la barrera física y mental del esfínter, Jimin inspiró profundo y fue dejándose penetrar.

El canal estrecho, pero complaciente; el anillo anal aprieta en el ingreso y afloja en el retroceso, tomando el mismo ritmo.

Es algo hermoso para el alfa sentir el calor del ano, tan apretado que le cuesta demorarse. No es fácil, pero hace uso de todas las mañas posibles para prolongar este momento de disfrute máximo.

Pero... querer no es poder, la calentura tiene sus límites, la resistencia natural de la estrechez acelera los tiempos; de pronto las ganas de poseer se tornan incontenibles.

El alfa, que se sujeta de las caderas de Jimin, comenzó a impulsarse con firmeza, hasta con la brusquedad propia de no medir la fuerza puesta en la penetración. La energía y el brío solo tienen por finalidad terminar el acto en el fondo de su omega.

Tomándolo de los cabellos, toda la furia puesta en penetrarlo hasta más allá de lo posible, el alfa empujó hasta dejar el aliento, bramando como el toro cuando se prepara para embestir al torero. El chorro de semen salió con la fuerza de la naturaleza expulsando lava por el volcán; sentía el calor de lo liberado en lo profundo de su omega; los siguientes se llevaron una parte de su ser.

Jungkook quedó tumbado sobre su espalda, ambos de pie sobre la pared, reposando de una faena antológica. Se la sacó despacio, no sabe si fue real, pero le pareció escuchar cómo, cuando la solapa destapa el caño, o tal vez sí, la desarmonía entre ambos bien podría.

Le temblaban las piernas por la tensión puesta en sodomizarlo; un espasmo le recorrió todo. La sensación de la eyaculación se prolonga deliciosamente, esa paz que hubiera disfrutado mucho más si no hubiera visto cómo Jimin ocultaba esas lágrimas reprimidas del aguante silencioso durante la penetración salvaje que soportó sin gritar.

Satisfecho el machista sádico interior, Jungkook volvió a las atenciones y consideraciones que merecía Jimin por su entrega y consideración para que el disfrute de su cuerpo fuera lo máximo.

Jimin, después de ese momento de adrenalina y erotismo, notó que Jungkook sangraba mucho; volvió a limpiar, curar y ponerle las vendas.

El doctor volvió, le entregó una bolsa negra con todo lo necesario para curar, desinfectar y para sanar heridas más rápidamente, le inyectó para el dolor y salieron de ese lugar en una camioneta blindada diferente, con otras cuatro siguiendo sus pasos.

Todo fue silencio hasta que llegaron a un restaurante. Uno de los guardaespaldas bajó de alguna de las camionetas, fueron por la comida y ellos degustaron allí, entre hablar y discutir, como ya lo tenían de costumbre. Un amor-odio crecía entre ellos dos; todavía no había definición.

Pasaron un rato agradable.

Luego se fueron al aeropuerto, a la 1:00 pm tomaron un vuelo privado hacia la "Prisión de La Casuarina", situada en la región de Kwinana, al oeste de Australia, la cual está clasificada como "La Cárcel de Máxima Seguridad Más Peligrosa".

Tardaron 8 h en llegar a Perth, donde se encontraba la cárcel. Ya eran las 9:00 p.m.; Jimin se veía cansado. Ya iban de camino a la cárcel en un auto privado que los recogió.

—Te ves cansado, Jimin —mirándolo—. Nos vamos a ir a Sídney después de aquí, ¿crees que tengo que cargarte de vuelta? —Le acariciaba el cabello.

—Quizás sí termines cargándome de lo cansado que estoy.

—Si quieres, nos podemos quedar aquí en Perth hasta mañana, ¿qué dices? —Mirándolo—. ¿Crees que puedas hablar con él hoy, Jimin?

—Sí, sí, puedo hablar con él hoy, pero tenemos que volver a Sídney hoy; el viaje será más largo aún...

—Sí, tan pronto termines de hablar con él, nos vamos a Sídney, pero de aquí de Perth a Sídney son solo 5h/5m. —Jungkook seguía acariciándole la carita y el cabello a Jimin—. ¿Qué dices? ¿Nos vamos, o nos quedamos a descansar? Igual en el avión puedes dormir.

—Yo duermo en el avión, no hay problema.

—¡Bueno! —El alfa trataba de descansar de camino a la cárcel.

Cuando llegaron a la cárcel, a Jimin le estuvo extraño que no los revisaran, ni les hicieran preguntas; solo ellos entraron por otra puerta, no por la principal.

Buscaron al confinado Roberto Quintero, quien era de nacionalidad portuguesa.

Jimin se encerró con él en un cuarto sin acceso al audio.

El omega estuvo con él por más de 3 h; estaba muy agotado. A las 12 de la medianoche salieron de la cárcel, fueron nuevamente al aeropuerto y tomaron el vuelo privado directo a Sídney.

5 h/5m duró el viaje; llegaron a las 6:00 a. m. del martes, 10 de diciembre de 2024.

Jimin estaba rendido, ni se dio cuenta cuando el avión aterrizó.

A todo esto, Jungkook lo cargó en todo momento. Llegaron al Hotel Sheraton on the Park.

Subió a la suite, acostó al omega en la cama y lo cambió. Jimin siguió durmiendo, y Jungkook se acostó a su lado.

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Jungkook, al amanecer, tuvo noticias.

En otro lugar, Jungkook estaba en sus asuntos con la mafia.

Ya a las 7:00 a. m. se había enterado de quién lo quería matar; lograron identificar la flota de autos.

Sus hombres logran capturar al francotirador, ese que estaba designado para matarlo con un tiro en la sien.

Lo secuestraron y lo traen a un punto medio, cerca de Sídney.

Cuando JKBOSS llegó al lugar, ya lo habían interrogado y torturado.

El alfa lo vuelve a interrogar, le pregunta quiénes fueron, quién lo envió a hacerlo, qué mafia o grupo delictivo, un sinnúmero de preguntas que no contestó.

Después de varias horas, JKBOSS obtuvo la información que quería, sin piedad. Le pega un tiro en la frente al rehén, le escribe una nota con su puño y letra, la pega en el cuerpo, avisando al enemigo.

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Más tarde, como a eso de las 12:30 del mediodía, Jimin despierta y se encuentra solo en la habitación.

—Mirando a todos lados—. Qué milagro, estoy solo... —Estirándose como le gusta.

Jimin estaba solo en la suite del hotel, mirando todo a su alrededor, hasta que de momento sintió un hambre atroz.

—Mierda, tengo hambre — buscando la carta de comida—. Lo siento, este chico tiene dinero de más, así que me pague el desayuno, ¡JUM! —Marcaba.

—Servicio a la habitación, ¡buenas tardes! —le contestaron del restaurante.

—Buenas tardes, ¿aún tienen desayuno?

—Sí, lo servimos 24 h, ¿qué desea?

—Bien, pues quiero unos waffles con mantequilla, fresas y arándanos, café, un zumo de naranja... y un cóctel de frutas... Ah, y por favor, unas tostadas... y jarabe para los waffles.

—Por supuesto, está todo ordenado, estará listo de 10 a 15 min, ¿ok? Es un total de $25.75. Por favor, ¿a nombre de quién le cargo la cuenta y qué suite?

—¿Sabes? Realmente no recuerdo en cuál suite estoy, pero ¿lo puedo cargar a la cuenta del Sr. Jeon?

—Claro, no hay problema. Vamos de inmediato, ¿ok? ¡Que tenga buenas tardes! —Cuelga.

En eso escuchó la puerta de la suite; Jungkook había llegado.

¡Hola Roommates!

Espero que todo esté bien y la estén pasando felices ʕ • ́؈ • ̀)

Aquí tenemos un nuevo capítulo, delen mucho amor, espero que lo disfruten y no se olviden regalarme ★'s y comentar que tal les pareció.

¡Hasta el próximo capítulo!ＸＯＸＯ♥ ᒍOᗩᑎ