⊹ ֶָ ¡ 𝙿𝙰𝚁𝙴𝙹𝙰 𝙳𝙴𝚂𝚃𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰 ! ♡
—¡Minho corre! –gritó el hombre mientras luchaba cuerpo a cuerpo contra dos hombres– ¡Llévate a Seungmin de aquí y corre!
Minho, quitándose de encima a unos de los atacantes con un certera patada que lo estrelló contra un árbol, miró a su padre y a Seungmin, quien se asomó al escuchar su nombre.
Cerró sus puños indeciso.
No quería dejar a su padre peleando solo, pero su lobo le ordenaba entre gruñidos que saque a Seungmin de la zona de ataque, su omega corría peligro. No era seguro y con él en medio de todo no iba a poder luchar tranquilo.
—¡Ahora, Minho! ¡Es una orden! – Volvió a gruñir el alfa para que despabile.
—Volveré –le dijo a su padre una vez cargó a Seungmin y salió corriendo mientras distraía a los invasores.
—Quédate aquí hasta que yo o alguien de la manada vuelva por ti, ¿De acuerdo? –le ordenó a su omega, quién temblaba cual papel por la adrenalina y el terror en su cuerpo. Finalmente, tras unos segundos de silencio en los que logró calmarse, Seungmin asintió.
Minho sonrió con melancolía y acarició la mejilla de su omega, sintiendo que esa seria la última vez que lo vería.
Besó sus labios cortamente como despedida y cuando estaba por alejarse Seungmin se aferró a su brazo, haciéndolo girar para que vuelva a mirarlo.
—Prométeme vas volver –Le exigió con desesperación– ¡Prométemelo Minho!.
Minho volvió a besarlo pero con desesperación, uniendo su frentes cuando el beso finalizó. No quería dejarlo.
—Voy a volver –tomó las manos de su omega y las beso–, te lo prometo, Seungmin. Voy a volver.
—Que así sea entonces...
Minho gruñó, el recuerdo puso a su lobo de malas, estaba lejos de casa... Lejos de su omega.
Para colmo le dolía todo el cuerpo. Al principio, cuando tuvo que acorrolar a ese hombre contra la pared, no tuvo problemas. Pero ahora, que la adrenalina dejó de correr por su cuerpo, le dolía hasta respirar.
¿Cómo estará Seungmin? ¿Su padre habrá ganado la guerra?
Soltó otro gruñido pero, ahora, por el dolor que le provocaba la herida de su estómago, herida que un alfa le estaba revisando.
—Debes descansar –La voz de Chan rompió el leve silencio– tu herida es bastante grave y profunda, los puntos que hice solo van a sanar correctamente con reposo.
Gruñó otra vez... Genial. Lo que menos que quería era hacer reposo. Estaba dispuesto a quejarse, abrió la boca para rebatir pero se dio cuenta de un pequeño detalle en la muñeca izquierda de ese hombre.
—Esa marca... –Susurró casi para sí mismo– ¿Perteneces a la manada de Daegu?
—Lo hacía –confesó Chan algo sombrío–. Yo también noté tu marca en el pecho, sólo los de los alto mando tienen una ahí, ¿acaso eres...?
Minho hizo una pequeña mueca, pero antes de poder explicarle un omega, bajito y de mejillas tiernamente rellenitas, se asomó por la puerta con una caja de color blanco entre sus manos.
—Chanie, permiso. Sunggie consiguió todo lo que pediste –le informó mientras se acercaba tímidamente a la cama y dió un leve vaivén cuando sus ojos se posaron en Minho– ¡Hola! Soy Lee Felix.
—Lee Minho –Se presentó sonriendo, una sonrisa que se ensanchó más al ver la pronunciada panza del omega– Muchas felicidades por la espera, omega.
—Gra-gracias –respondió cohibido mientras dejaba la caja sobre la mesita al lado de la cama y miró a su alfa preocupado, inclinándose hacia él para luego susurrar– ¿Sabes qué le pasa a Jisung? Se encerró en su habitación y hace horas que no quiere salir.
Chan negó con el semblante preocupado.
—Luego iré a hablar con él, tú tranquilo, ¿si?. Ten cuidado, y trata de no hacer mucho sobre-esfuerzo.
Felix asintió y Chan besó dulcemente su frente, provocando que suelte unas pequeñas carcajadas.
Minho sonrió al verlos, aquello lo hizo pensar en Seungmin y sobre lo mucho que lo extrañaba, a él y a toda la manada.
Cuando Felix finalmente se fue, Chan volvió a su labor con una gran sonrisa de enamorado, sacó un par de cosas de la caja y se volteó a mirar a Minho.
—Voy a terminar de limpiar la herida y voy a vendarla –le explicó para luego hacer una mueca–, va a doler.
Felix, por naturaleza era terco. No podía evitarlo, era algo más grande que él, le ganaba.
Por lo que insistió, por quien sabe cuántas veces ya, en tocar la puerta de la habitación de Jisung.
—Por favor, Felixie. Déjame solo –Le volvió a rogar Jisung del otro lado.
—Por favor, Sung. Estas muy extraño, me estas preocupando –susurró el omega mientras acariciaba su vientre, buscando tranquilizarse.
Jisung no le respondió y Felix se quedó ahí por unos minutos hasta que, finalmente, escuchó ruidos del otro lado y la puerta se abrió.
El dulce aroma de vainilla y miel de Jisung golpeó como una ola el sensible olfato de Felix, quién tuvo que sostenerse del marco de la puerta por tanta intensidad.
—Por todos los lobos, Sung –Susurró arrugando la nariz– ¿Qué te sucede? ¿Se te adelantó el celo?
Jisung se tiró a la cama soltando leves sollozos.
—Encontre a mi pareja destinada, Felix –Lloriqueó mientras rodaba por la cama de un lado a otro, enredándose con las sabanas.
Felix abrió sus ojos sorprendido e entró a la habitación tratando de soportar el intenso aroma que su amigo desprendía sin control.
—¿Quién es?. Acaso... ¿Es ese alfa herido? –preguntó y cuando Jisung afirmó con su cabeza casi le da un patatus– ¡Oh, por la Santa Luna!
Jisung lloriqueó más fuerte y Felix sólo tenía la boca abierta por la sorpresa.
—¿Y él lo sabe?
—No sé –respondió desesperado–, estaba usando supresores cuando pasó, creo que no. Espero que no.
Felix hizo una mueca.
—Deberías decirle, si tu lobo ya lo reconoció... Podrías morir de tristeza si te alejas de él.
Un puchero se asomó por los labios de Jisung.
—Sí, ya sé...
Felix suspiró e hizo una mueca.
—¿Qué vas a hacer entonces?
Pero Jisung no le respondió, sólo siguió lloriqueando.
Felix resopló mientras se cruzaba de brazos e iba a decirle algo cuando un mareo lo atacó de repente haciéndolo callar porque su estómago se revolvió por ello. Su lobo se sentía incómodo.
—Perdón, Sung, pero tu aroma es muy fuerte y mi lobo no se siente cómodo.
—No te preocupes Felix, ve a descansar, yo estaré bien.
Felix lo miró no muy seguro de eso, pero cuando otro mareo, mucho más fuerte, volvió a atacarlo decidió que lo mejor era irse.
—Te veré más tarde, Sung –le susurró antes de salir de la habitación. Respirando más tranquilo cuando no se halló rodeado por tanto aroma a vainilla.
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🪴;; minnh-aye
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