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⊹ ֶָ ¡ 𝙳𝙸𝚂𝙲𝚄𝙻𝙿𝙰𝚂 ! ♡

Minho no podía dormir, daba mil vueltas sobre el colchón pero no encontraba una posición comoda para poder descansar. No era que esa cama no fuera cómoda, sino que esa no era su cama, ni  tampoco su habitación.

Su cabeza (y también su lobo) estaba muy activo y no dejaba de recordarle que su omega, ese omega, estaba en su habitación: Solo, desprotegido, necesitando a su alfa.

Omega, Omega, Omega.

No. Se quitó las sabanas de un tirón y le dio fin a esos pensamientos. No podía permitirse pensar así, no cuando está en su manada, su territorio, con Seungmin a unas cuantas casas de distancia.

Se quedó mirando el techo por un largo tiempo, tratando de calmarse, convencer a su lobo que Jisung estaba bien. Después de todo está en su habitación, en su casa, en su territorio y, maldición, es suyo. Nadie en la manada se animaría a siquiera tocarle un cabello.
Y eso a su lobo pareció emocionarlo aún más en vez de calmarlo.

Cuando los: mío, mío, mío, mío. Eran lo único que rebotaba en su cabeza decidió que tal vez ir a afuera iba a despejarlo mejor.

Se asomó por los pasillos, siendo estos iluminados únicamente por la luz de la luna.

Y Por unos breves instantes sintió paz mientras caminaba hacia el otro extremo de la casa.

Empujó la puerta de madera que lo llevaría directamente al jardín e inhaló profundo el aire de la noche. A unos metros, el bosque de Daegu se levantaba impotente. Amaba su hogar, amaba el extenso bosque y todo lo que lo rodeaba. Daegu era distinto a todo lo demás, tenía un aire electrizante que parecía llamarte, invitarte a perderse en él.
Hasta su lobo se emocionó y se olvidó de Jisung cuando caminó hasta la línea que dividia la casa del bosque.

La Luna se alzaba en lo alto y se sentó a contemplarla. 

—¿Por qué? ¿Por qué elegiste a ese Omega como mi predestinado? –preguntó–. ¿Por qué no Seungmin? Lo conozco de toda la vida y yo... Yo estaba seguro que él... –se detuvo, balanceo su cabeza hacia ambos lados y cerró sus puños–. Estaba enamorado de él, pero ahora... Estoy luchando contra esto, porque es injusto. ¿Por qué ahora?

Minho miraba expectante a Luna. Esperando algo, por mínimo que sea, pero algo en lo que aferrarse.
Su abuela, cuando él era más pequeño, siempre le contaba la misma historia todas las noches; que siempre podía ir y contarle sus penas a la Luna, porque ella escucharía y le respondería, de alguna forma lo haría.
Pero eso era solamente un cuento que a su abuela le gustaba contarle, además todo la manada la tacha a su abuela como una "loca".

La Luna jamás iba a responderle.

Suspiró, se dejó caer de espaldas y cerró los ojos. Su lobo por fin se había calmado un poco y él podía pensar con más libertad.

Estaba enamorado de Seungmin, ambos crecieron juntos y se conocían el uno al otro más que a sí mismos, pero ahora, con la llegada de Jisung, todo en él sufrió un revoltijo y sus sentimientos no eran los mismos. Cuando volvió ni siquiera fue capaz de quedarse a solas con él ni dos minutos, ni siquiera se animó a besarlo.

Estaba frustrado y confundido.
¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Tirar al caño años y años de relación por la aparición de un extraño en su vida?

Pero no es un extraño, es tu complemento. Hurgo una pequeña voz en su cabeza y le pareció notar, aún con sus ojos cerrados, que la Luna brilló con más fuerza.

Sigue siendo un extraño, le contestó a esa voz.

Un extraño que salvó tu vida.
Y al que casí matas por tu orgullo. Podrías haberte quedado y las cosas hubiesen tomado un camino diferente. ¿Lo sabes, no? Ese médico te lo advirtió.

Frunció el ceño y se sintió muy culpable de golpe. Pero la imagen de Seungmin llegó a su cabeza y la culpa se mezcló con la tristeza.

¿Ahora qué?

Pero entonces algo se tenso dentro suyo y su lobo le gritaba en su cabeza que esté atento, no estaba solo.
Abrió los ojos y se sentó, a punto de mostrar los colmillos. Pero antes de que pueda verlo, sintió su aroma.

Él caminaba hacia su dirección y la luz pálida de la Luna acariciaba su cuerpo, como si sólo lo siguiera a él.

A la Luna le agrada. Pensó torpemente.

—Lo siento –fue lo primero que dijo al estar cerca–. Estaba en tu habitación y te ví por la ventana –aclaró, sentándose cerca de él–. No quería molestarte, solo... No quiero que pienses que estoy siguiendote o algo.

Minho no contestó, no podía hacerlo.

—Solo quería pedirte disculpas por todo lo que provoque con mi llegada –susurró, haciéndose pequeño mientras abrazaba sus rodillas–. Y también por ser tu complemento. La Luna y el destino a veces toman caminos muy extraños, nunca llego a entederlos. Y tampoco lo ví venir. Pero si estuviera a mi alcance, créeme que elegiría no ser tu pareja destinada.

Le dolió. A ambos les dolió esas palabras.

—Pero no podemos hacer más nada –susurró Minho después de un rato–, miranos, ahora mismo nuestros lobos mueren por estar juntos. ¿Lo sientes?

Jisung se tocó el pecho como respuesta y asintió

—¿Tu pareja ya sabe qué yo...?

—No.

—No me gusta esto. No quiero ser el culpable de que un omega se quedé sin su alfa por otro, sé lo que es ese dolor.

Minho lo miro sorprendido.

—¿Te pasó?

Jisung asintió.

–Sí, hace años. Mi lobo y yo quedamos encantados con él, pero se enamoró de una omega mucho mejor que yo y simplemente se fue...

Minho hizo una mueca, no sabía que decir al respecto. No era bueno consolando a las personas.

—Ese alfa era un tonto –finalmente susurró.

Jisung, por primera vez en días, sonrió.

—Perdón –finalmente soltó Minho–. Ese día yo dije cosas muy feas y... No lo merecías. No tienes la culpa de nada y yo solo... Estoy muy confundido.

Jisung luchó contra el impulso de cortar la distancia entre ambos para abrazarlo.

—Encontraremos una solución, ¿de acuerdo?

Minho sonrió agradecido y volvió a recostarse de espalda contra el suelo, mucho más tranquilo ahora.
Pero Jisung frunció su ceño cuando comenzó a escuchar algo en lo profundo del bosque.

—Minho, ¿escuchas eso? –exclamó de golpe al sentir el muy claro «crack, crack, crack» de fuertes pisadas sobre ramas secas.

—¿Qué? –Minho paró la oreja, pero únicamente escuchaba el suave silbido del viento y los grillos. Todo estaba tranquilo.

Pero Jisung cerro sus ojos para concentrarse mejor y su cuerpo entró en pánico de golpe.

—Alguien viene...

Minho se levantó con su lobo totalmente confundido entre emerger o no. Podía sentir el pánico de Jisung en su pecho pero todo a su alrededor estaba tranquilo. Si alguien hubiera entrado en el territorio alguno de los centinelas lo sabría, habría aullado.

—¡Minho alguien viene!

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🪴;; minnh-aye

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