☪︎ 𝗻𝗶𝗻𝗲𝘁𝗲𝗲𝗻
CAPITULO LARGO
Un niño de siete años corriendo por la calle, jugando con los únicos amigos que tenía cerca de su casa gritando alguna que otra cosa y riendo a carcajadas. Era un niño de cabellos rubios y sedosos que brillaba más que una luz, de ojos grandes y soñadores, y un corazón de oro.
-Ven aquí Thomas- golpeaba apenas sus rodillas llamando al perrito con el que jugaba. El animalito le llevó la pelota y Jungkook volvió a tirarla.
La lanzó un poco más lejos, el perro había salido disparado a buscar el juguete. Mientras el pequeño esperaba a que trajera la pelota, vio que se acercaba un auto. Miró al auto y al perro quien estaba muy cerca de cruzar la calle.
-¡Thomas, no!- gritó.
El sonido de un perro chillando de dolor y un auto frenando taladró los pequeños oídos de Jungkook. Había tapado sus ojitos con sus manos, no quería ver al perrito en ese estado. Cuando los destapó, lo vio tirado en el suelo, sin reacción alguna.
-¡Thomas!- los sollozos del niño eran totalmente desgarradores. El conductor del auto salió y se paró junto al niño llorando, viendo como estaba el animalito tendido. Comenzó a llorar por haber cometido tal atrocidad- ¡Eres un hombre malo! ¡Me quitaste a mi único amigo!
-Niño espera- quiso tranquilizar el señor, pero Jungkook solo salió corriendo a buscar a sus padres.
Desde ese día, Jeon no volvió a salir a jugar con una pelota jamás. Le había pedido a sus padres poder enterrar al perrito en su casa, por lo que luego de cientos de súplicas, terminaron accediendo.
Todos los días luego del colegio, Jungkook se iba al patio trasero de su casa a contarle las anécdotas que tenía, no eran muchas, pero tampoco estaba vacío de chismes. Sus padres miraban como el niño la pasaba en el patio trasero hablando con ese perrito. Lo amaba más que a nadie y para él, Thomas era más que un perro de la calle, era su único mejor amigo.
-Kookie, ven a almorzar- llamó su madre. El pequeño se levantó y caminó hacia su madre, quien corrió sus cabellos de su frente y lo adentró.
Jeon se fue a lavar las manos y luego se sentó para almorzar con su familia.
-¿Qué es eso?- preguntó curioso. Su madre lo vio un poco sorprendida.
-Amor, es lo de siempre, es carne- dijo con simpleza.
-Yo no quiero comer entonces- se levantó y trató de irse pero fue detenido por su padre.
-Jungkook ven a almorzar- dijo con voz dura.
El rubio no quería sentarse a comer aquello, comenzó a desarrollar un fuerte amor hacia los animales luego de perder a su amado amigo canino. Le daba miedo volver a comer aquello y pensar cuanto sufrió aquel animal.
-Hijo, pero siempre comes. Es tu favorito- insistió sin entender la reacción del menor.
-Mami ya no comeré más carne. Lo juro por la garrita- levantó su meñique.
-¿Quieres dejarte de tonterías y sentarse a comer?- frunció el ceño el señor Jeon.
-¡Papi, no son tonterías!- chilló, armando un berrinche- ¿Y si un día nos comemos a Thomas sin querer?
-Nadie comerá un perro muerto hijo, ya basta- regañó.
Jungkook hizo un puchero y se sentó nuevamente en la mesa, siendo vigilado por sus padres para que comiera algo.
Los años pasaban, Jungkook tenía catorce años y seguía siendo un solitario amante de los animales. Todos los días era lo mismo en el colegio, llegaba, se sentaba en el fondo y esperaba a que terminara la clase para que nadie lo molestara.
-El siguiente en exponer es Jeon Jungkook- llamó la profesora.
El nombrado se levantó de su asiento y caminó bajo la mirada de sus compañeros quienes no reconocían la existencia de aquel chico.
Su exposición tardó no más de quince minutos, ningún alma abrió su boca, ni su profesora para calificarlo. Se sentó en su asiento nuevamente, incómodo por el repentino silencio que se formó en el salón.
En el recreo, se sentó en una esquina con su libro, queriendo ser ignorado por todos. Levantó un poco su vista y pudo ver como un compañero suyo discutía con sus amigos. Según él, el pelinegro estaba rodeado de amigos y era algo popular, por lo que le pareció extraño verlo pelear con sus amigos. Regresó su vista al libro y siguió leyendo, hasta que la presencia de alguien lo interrumpió.
-¿Pasa algo?- habló Jungkook, levantando sus cejas.
-No- dijo un poco seco. Lo miró fijo y se levantó del lugar- Lo siento, no vi que estabas leyendo- hizo una reverencia.
-No pasa nada- sonrió.
Mientras el rubio seguía leyendo, la vista del otro chico seguía fija en él. Jungkook volvió a verlo de reojo y se encontró con los alargados ojos del pelinegro. Cerró su libro y suspiró cuando el otro chico no dejaba de verlo.
-¿Qué pasa?- dijo con un tono frío pero tranquilo.
-¿Por qué siempre estás solo?- preguntó curioso. Todos los días veía a Jungkook totalmente solo, haciendo tareas y trabajos de forma solitaria, pasando los recreos con un libro, siendo solo en las actividades físicas. No había ningún compañero que se acuerde de la existencia de un Jeon Jungkook de catorce años, él era como un espíritu sin un camino.
-Solo me gusta- giró su cabeza, viendo hacia otro lado.
-Si quieres quédate conmigo- invitó.
-No hace falta que sientas lástima, me gusta ser un chico solitario- frunció el ceño.
-¿Quién te dijo que es lástima? Si en algo coincidimos, ambos estamos solos.
-¿A qué te refieres?- Alzó una ceja
-Tu no tienes amigos, y yo perdí a los míos. En este caso, somos dos lobos solitarios y podemos unir fuerzas- sonrió.
Un mes y medio, Jungkook comenzaba a sentarse junto a su nuevo amigo. Sus padres no podían creer que luego de catorce años su hijo empezó a formar amistades. Jungkook salía a pasear, hacía pijamadas, tenía con quien hablar, resumido, tenía una vida social. Estaba madurando, conociendo y experimentando.
Ambos comenzaban a conocerse, se hacían preguntas básicas y luego pasaban a las preguntas extrañas. ¿Cuánto calzas? ¿Te gustan las flores? ¿Eres alcohólico? Eran las únicas cosas que se les podía ocurrir cuando ya no sabían de que hablar.
En una ocasión, un nuevo chico ingresó al colegio. Parecía ser un poco más grande que ellos. Era alto tenía el pelo castaño, y bastante tonificado. Jungkook se quedó viéndolo indiscretamente, ya que para sus ojos, estaba apreciando una escultura griega.
-¿Kook?- agitaba su mano en la cara del chico- ¡Jungkook!- chilló.
-¿Amm? ¿Qué?- abrió sus ojos sorprendidos.
-¿Qué miras?- miró en dirección a donde Jungkook miraba- Ah ya entendí- asintió con la cabeza.
-¿De qué hablas?- habló con sus mejillas un poco rojas.
-Kim Taehyung, estudiante transferido. Parece que en su otra escuela el causó problemas por un malentendido con una chica. Para evitarlos, decidió salir de ahí. Me sorprende que venga a este reclusorio, él es un chico de mucho poder- susurró.
Jungkook veía fijo a su amigo, era demasiado chismoso.
-¿Cómo te enteraste de eso?
-Amigo...- palmeó su espalda- Tengo mis contactos.
Tres años luego, cuando contaban con diecisiete años, ambos amigos, ya siendo un poco más maduros, juraron estudiar juntos la carrera de veterinaria, así luego de recibirse trabajar juntos, ahorrar dinero juntos, vivir aventuras, casarse y formar sus propias familias. Deseaban tener esa amistad por toda la vida, puesto que la de Jungkook era la primera y la de Yugyeom era sincera.
Un 17 de junio, Taehyung se le declaró a Jungkook cuando comenzaron a intercambiar palabras. Éste por accidente chocó con el menor y quedó encantado ante la belleza que emanaba, comenzaron a conocerse y meses luego, dieron su primer beso.
Yugyeom no se sentía bien con aquello, no eran celos sino miedo. Miedo a perderlo y no volver a tener un amigo como él. Se acercó, interrumpiendo una pequeña sesión de besos y mimos entre los enamorados, carraspeando para llamar su atención.
-Jungkookie, quería hablarte- dijo incómodo. Miró de reojo a Taehyung, quien mantenía una cara seria ante el más bajo.
-Oh si, ¿Qué ocurre?- dijo, prestando toda su atención.
-El sábado es la fiesta de cumpleaños de mi hermano ¿Quieres ir?- invitó, rascando su nuca.
-Lo siento, es que quedé salir con Taehyung el sábado. Quizá la próxima- sonrió apenado.
¿Quieres salir al parque? Lo siento no puedo; ¿Quieres ir al cine? Lo siento, saldré con Taehyung; ¿Te gustaría tomar un helado? Perdón, quedé en ir con Taehyung.
Taehyung, Taehyung, Taehyung, Taehyung.
Todos los días era la misma respuesta. Ya casi ni se hablaban, pasaban semanas sin mensajearse, o semanas sin hablarse cuando estaban sentados en el mismo banco del colegio. Yugyeom se sintió excluido gracias a Kim.
Cuando comenzaron la universidad, seguía siendo lo mismo. Taehyung salía de su universidad y buscaba a su novio para irse. Jeon no lo saludaba, salía corriendo a los brazos del mayor con una sonrisa tonta.
Ese día, Yugyeom supo lo que fue una traición.
Todo el año escolar era estudiar como si nunca hubiera conseguido amigos. Pensó en abandonar la universidad y dedicarse a otra cosa, pero su decisión quedó intacta cuando un mensaje apareció en su teléfono. ¿Quieres quedarte a dormir en mi casa? Su sonrisa se hizo más grande, aceptó.
Pasaron una noche de amigos, una que fue única.
La última noche normal.
Yugyeom se sentía extraño, hacia exactamente una semana había quedado en salir con Jungkook, pero por una muy rara razón, nunca apareció.
Fue a la universidad y volvió a ver su banco vacío. ¿Por qué faltará tanto? Una semana entera sin ver a su compañero, tenía miedo de que algo le pasara. En el receso intentó llamarlo, pero estas llamadas eran cortadas.
Desde ese día, Yugyeom no supo sobre la vida de Jungkook.
Jungkook no podía creer lo que sus ojos veían. Tenía su mano en la boca, dejando caer aquellas lágrimas de enojo. Los ruidos que salían del teléfono, fueron una alarma para Kim, quien de casualidad se había levantado del incómodo sillón para irse a su cama a descansar.
-¿Kookie?- dijo curioso. Vio al rubio parado en la cocina revisando algo en un teléfono. Su mente se despertó y recordó que él dejó su teléfono cargando en ese mismo lugar donde se encontraba el menor- ¡Jungkook!
Salió corriendo, arrebatando el teléfono que seguía emitiendo aquellos ruidos molestos. Kim revisó el contenido y mostraba claramente un video de los besos que se estaban dando en su viaje en Australia.
- Jungkook, puedo explicarlo- su voz estaba rompiéndose.
No era un ese no soy yo, era un puedo explicarlo. Taehyung tenía una excusa al respecto, porque podía justificar su infidelidad.
-Aléjate- murmuró- ¡Aléjate!- comenzó a sollozar, empujando al mayor- ¡¿Pasé seis años sintiéndome miserable para que vengas con estas cosas?!
-¡Jungkook, no es lo que crees!- gritó
-¡¿Ah no?!- su rostro estaba rojo del enojo- ¡Lo que yo creo es que tu necesitas satisfacer tus putas necesidades! ¡¡¡Solo quieres a alguien con quien divertirte en el sexo y con quien divertirte jugando con sus sentimientos!!!- tomó sus cabellos, recostándose sobre la pared, sollozando a más no poder.
-¡¿Qué mierda revisabas mi teléfono?! ¡¿Quién te crees para revisar mis cosas?!- acorraló al menor en una esquina.
-¡Como tú lo has hecho en estos años! ¡Y ni siquiera pude tener la oportunidad de quejarme!
Los gritos resonaban por algunas casas vecinas. Eran casi las 4 am y ambos estaban teniendo una fuerte discusión.
Jungkook no quería seguir soportando más daños. Pasó seis años siendo controlado y golpeado para no engañar a Kim, tuvo que dejar a su familia, dejar su ciudad, su universidad y sus amigos, solo para que él sea el que no cumple con lo que habían jurado una vez.
Salió disparado hacia la puerta, pero lo último que recuerda de esa noche fue la oscuridad que invadió sus ojos.
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