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🏴 𖠵 ˓ 19

"Sí soy un doncel", casi jadeó Jungkook al ver los resultados de la prueba que el hospital le entregó esa mañana.

Su mente divagó en lo insólito de la situación. Años atrás hubiese jurado que los resultados de ese papel serían negativos, pero ahí estaba junto a la posibilidad de estar embarazado. Su corazón se sacudía ante la expectativa. Ahora debería realizarse una prueba de sangre y así sabría si estaba o no esperando al hijo del comandante.

— JungKook —llamó Taehyung desde la puerta de su despacho. El joven doncel escondió inmediatamente el papel entre otros papeles de su escritorio, necesitaba tiempo para pensar cómo le diría al policía.

— ¿Necesitas algo?

— Si no estás muy ocupado, me gustaría secuestrarte por unas horas.

Jisung se mordió el labio nervioso sin saber cómo responder ante tal invitación. El oficial caminó hasta estar a su lado, tan imponente como era sólo lograba poner aún más nervioso al joven.

— ¿Sucede algo, Kook?

Tragando grueso, JungKook se obligó a abrir la boca y responder:

— No. ¿A dónde quieres ir? Creí que hoy tenías turno.

— Lo tengo, pero pienso ausentarme un tiempo para estar contigo, muñeco.

— No deberías escaparte del trabajo.

— ¿No quieres estar conmigo? —increpó con voz cautelosa, algo molesto por lo renuente que era el muchacho o seguirlo.

—  ¿A dónde iremos?

Taehyung esbozó una sonrisa ladeada, e inmediatamente lo tomó de la mano para sacarlo de su oficina. Lo llevó por los pasillos de la estación hasta el ascensor, ahí fueron al subterráneo del edificio donde tenían la estación de entrenamiento. La zona de tiro estaba a unas cuantas puertas del gimnasio.

— ¿Por qué me trajiste al campo de tiro?

— Me dijeron que así podría calmarte y quizás hablar contigo.

JungKook se mantuvo en silencio, caminó hasta la mesa de la primera estación de tiro, sobre esta estaban orejeras, un revolver, una carga para el arma. Taehyung lo tomó por la cintura con dulzura, atrapándolo entre sus brazos sin opción a soltarlo.

— No he disparado desde hace mucho tiempo —comentó el joven.

— Puedo enseñarte.

— El que no lo practique no significa que no sepa hacerlo —le advirtió con voz dulce, pero aquellos ojos que brillaban por la advertencia—. No dudes de mis habilidades con un arma, ¿o acaso olvidaste que soy hijo de la mafia?

Taehyung sonrió de altanero, entonces le dijo:

— Bueno, si me ganas entonces te concederé un deseo —prometió, depositando un suave beso sobre el cuello descubierto del doncel—. Y si yo gano, te juro que voy a marcar mi nombre en tu piel —juró con la voz ronca, cargada de un deseo pasional que cumpliría a toda costa.

Los labios de JungKook se unieron furiosos a los de Taehyung, jugando con su lengua, acariciándola en un roce morboso, creando sonidos eróticos mientras sus cuerpos movían contra el otro. Cuando se separaron, sus respiraciones mezcladas, agitadas, fueron el único sonido que emitieron antes de dar inicio a la apuesta. JungKook tomó el revolver y apuntó al blanco, cuando quiso disparar, las manos curiosas de Taehyung le recorrieron el torso, acariciando su piel bajo la ropa. Su toque le puso nervioso.

— Continúa —demandó el oficial, sin ánimos de detener su toque.

Recorrió el vientre del joven, descendió por su cintura hasta inmiscuirse bajo su pantalón, acariciando su ingle bajo su ropa interior. JungKook tembló, gimió sin poder contenerse.

— Tae... Hyung. —Quiso reprender, pero su voz salió entrecortada bajo el calor del momento.

— Dispara, si no lo haces igual ganaré.

— Estás haciendo trampa —se quejó.

—Nunca dije que jugaría limpio, y voy a ganar a como dé lugar.

JungKook tomó una respiración profunda, calmando el calor que crecía en su vientre, e ignorando aquel delicioso cosquilleo en su entrepierna. Así de fácil era excitarlo, sólo bastaban unos cuantos toques provenientes de Taehyung. Aunque su pulso tembló por instantes, se las apañó para mantener el brazo firme, y antes de que hiciera el primer disparo, la voz de Taehyung le habló al oído:

— Te doy tres disparos. Comienza.

La boca del comandante apresó con violencia el cuello del abogado, mordió la zona y succionó con vehemencia hasta la saciedad. JungKook decidió jugar al mismo juego que Taehyung. Se dio medio vuelta, lo suficiente para tomarlo desprevenido y besar los labios de su amante. Así logró que las manos de Taehyung se mantuvieran quietas, y se permitió guiar el beso mientras que su brazo, aún estirado y listo para disparar, esperaba una oportunidad. Entonces se escucharon tres disparos, uno seguido del otro. Cuando Taehyung se separó de él, guiado por el sonido de las balas al chocar contra la diana, y encontró que JungKook podía ser demasiado certero al tirar. JungKook le dio al blanco con dos de sus balas, la tercera, para su infortunio, esta por fuera del primer círculo.

— Supongo que puedo empezar a grabar mi nombre en tu piel —se jactó el policía, sintiendo la victoria abrazarlo definitiva.

JungKook chasqueó la lengua, pero inmediatamente torció los labios en una sonrisa arrogante. No le dejaría ganar tan fácilmente. Al ver que Taehyung tomaba el arma en su mano dispuesto a disparar, JungKook se sentó sobre la mesa, con las piernas abiertas de modo que su pareja quedara en medio de ellas, su boca cautivó la del otro en un beso hambriento, mientras que sus manos se metieron bajo el pantalón de Taehyung, acariciando su falo con lentitud, recorriendo la longitud de arriba abajo causando espasmos en el otro.

— No te dejaré ganar —le dijo en medio del beso.

Sacó la polla gruesa de dentro del pantalón, la apretó fuerte, arrancándole un gruñido al mayor. Los movimientos de su mano eran rápidos, desquiciando a Taehyung por cada roce con la piel del joven.

— JungKook —jadeó.

El primer disparo de Taehyung dio en el borde negro del primer círculo. JungKook estaba satisfecho y fue su incentivo para continuar. Apegó el cuerpo de Taehyung hasta su máximo, sus ingles se tocaron, y el joven decidió torturarse también. Su propia mano viajó hasta dentro de sus pantalones y sacó su miembro, duro y goteante, anhelando el dulce roce que lo llevaría al orgasmo. La mano de JungKook unió ambos miembros y comenzó a masturbarlos, juntos, moviéndose uno contra el otro con descaro, sintiendo la humedad del otro mezclarse con la propia entre sonidos obscenos.

— Maldita sea —masculló.

JungKook estaba logrando su objetivo, sabía que de a poco la cordura y control del policía se esfumaban como el humo, y era momento para dar el siguiente paso, uno que lo llevaría a la locura.

— Taehyungie —gimió con descaro—. Quiero tu polla, la quiero ahora.

Al moreno se le escapó un disparo cuando sintió un apretón en sus testículos. La bala dio en el blanco, por fortuna, pero aún le quedaba un tiro para empatar o perder, y bien sabía que JungKook jugaría todas sus cartas con tal de ser el último en reír.

— ¿Te gustaría follarme aquí? —preguntó, rozando sus labios contra los de Taehyung, tentándolo, incitándolo a pecar—. A mí me gustaría que me tomes aquí, sobre esta mesa. ¿Te gustaría verme desnudo, con las piernas abiertas..., esperando por tu polla?

— Voy a tenerte así —aseguró, aunque en su interior la duda de si podría o no ganar le corroía las entrañas.

— ¿Estás seguro? —preguntó altanero.

La mano de Jungkook apretó el glande, lo acarició con cierta rudeza que enloqueció al mayor, un delirio placentero que hacía que sus cuerpos temblaran. Con apetito feroz, comenzó a mover sus caderas contra la ingle ajena, chocando sus penes en un baile exquisito. Estaban por correrse, ambos lo sabían. La respiración de Taehyung era agitada, entrecortada por los espasmos que por su cuerpo andaban.

— Te amo —le dijo con voz dulce antes de lanzarse avorazado contra la boca del otro.

Quizás Taehyung estaba algo sorprendido de escuchar esa frase pues muy pocas veces salían de labios de uno o de otro. Los "te quiero" abundaban, pero nunca un te quiero sería igual a un te amo. Taehyung soltó el arma en un sonido ligeramente potente al chocar contra la mesa, e inmediatamente correspondió el dulce beso que su muñeco le regalaba. Con sus labios unidos, saboreando la pasión del otro como dulce miel impregnada en sus belfos.

— También te amo.

JungKook sonrió de medio lado.

— Creo que perdiste.

— No he perdido. En tu piel siempre estuvo grabado mi nombre porque eres mío, muñeco, y yo soy tuyo. No he perdido, no si te tengo a ti.

JungKook volvió a besarlo despacio, siendo esa la única respuesta que podía darle a las palabras de Taehyung

— ¿Cuál es tu deseo, muñeco?

— Quiero que... nunca me obligues a probar mi puntería contigo en frente —le dijo en tono cauteloso—. Si lo haces, te juro que no voy a fallar... y la verdad es que no quiero hacerte daño.

— ¿Por qué habrías de apuntarme con un arma?, ¿no confías en mí?

— He, le llaman instinto de supervivencia.

— No necesitas saber cuidar de ti mismo cuando me tienes a mí. Puede que no sea tu príncipe azul, y puede que sea sólo un dragón, pero cuidaré de mi muñeco atrapado en la torre así tenga que pelear con todos los caballeros de falsa armadura del mundo. No dejaré que nada te pase, mi amor.


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