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🏴 𖠵 ˓ 18

— Se fue —informó Taehyung  a su subalterno.

— ¿Discutieron?

— Ni siquiera tuvimos tiempo, él solo se fue de la estación. Desde hace días que no me permite estar cerca.

— ¿Qué le hiciste?

Taehyung se preguntó porqué siempre que tenía algún conflicto con JungKook y se lo comentaba a Yoongi, este creía que era su culpa. Se le ocurrió que debería dejar de desahogarse con el rubio porque no parecía ser el mejor consejero.

— Desde que vino a mi departamento lo he sentido muy... distante, actúa muy nervioso y... no me deja tocarlo.

— La abstinencia parece estarte matando —se burló el rubio.

No sólo era la falta de sexo, era la extraña y muy incómoda atmósfera que se formó desde esa noche. Algo cambió, su actitud, su forma de comportarse era la de un corderito temeroso de caminar hacia el matadero. Vivir juntos, cuando se lo propuso, creyó que sería muy excitante, casi como una pareja de comprometidos. No obstante, no parecían más que desconocidos. No le gustaba sentirse así, eran pareja y apenas hablaban un poco en la cena antes de que JungKook corriera al cuarto a ducharse. La situación le ponía de mal humor y eso les crearía más peleas si no se solucionaba.

— Sólo han sido dos días —trató de argumentar.

— Y con un tercero terminaré atándolo a una silla para que me explique lo que sucede.

— Supongo que puedo pedirle ayuda a Jimin y...

Taehyung escuchó movimiento del otro lado de la línea y voces que se decían cosas que no pudo entender, hasta que la voz del chico le contestó.

— Taehyung —sonaba agitado ligeramente, y con un deje de diversión.

— Creo que necesito tu ayuda otra vez —dijo el oficial con cierta pena de molestar tanto al muchacho.

— Sé que JungKook ha estado raro, mmgh.

Las cejas del Comandante se arquearon con sorpresa al escuchar tal sonido escaparse de los labios de JungKook. Taehyung reconocía esos sonidos, era gemidos, los mismos que le gustaba sacarle a JungKook cuando lo tenía sobre la cama con las piernas abiertas, recibiéndolo en su intimidad. El descaro de la situación le causó un estremecimiento que le sacudió el cuerpo y algo de repelús le causó pensar en su amigo y el chico intimando mientras hablaban por teléfono.

— Debes hablar con él...

— Me ha evitado a toda costa, hablar con él es difícil así.

— Llévalo ahh, a ese campo de tiro de la policía. JungKook  tiende a calmarse cuando practica tiro.

La idea no era mala, pero calmar a JungKook mientras este tenía un arma en la mano no parecía muy sensato porque si el joven se molestaba, bueno, realmente Taehyung no deseaba probar la puntería de su novio.

— Es todo lo que puedo decirte -y entonces el chico colgó.

Suspiró, angustiado por lo complicado que podría tornarse la situación. Salió de su oficina y caminó directo hasta donde JungKook, entró y lo encontró perdido entre sus pensamientos con un papel entre sus manos. El abogado lucía meditabundo, sus ojos vagando una y otra vez por las palabras de aquello que leía, y sus labios mordisqueados con nerviosismo.

"¿Qué te está alejando de mi, muñeco?"

— Tiraré tu celular a la piscina si vuelve a sonar —advirtió Jimin con los labios fruncidos en un puchero antojable.

Yoongi sonrió cómplice y, quitándole su celular de las manos al chico, lo tiró cerca de su destartalada maleta, en el pequeño salón frente a la cama. Hace un día y medio quizás que llegaron a un hotel en Ishigaki, una playa de Japón donde Taehyung les obsequió el viaje como lo prometió al chico. Su recámara era casi un departamento lujoso que incluía una piscina privada en ella, a tan solo unos pasos de su cama. Al parecer Taehyung disfrutó de conocer la dirección del departamento de JungKook si es que se molestó en regalarles un viaje tan costoso.

— Aún si sonara, tus gritos opacarían por completo a mi celular —mencionó Yoongi con aire lascivo.

— ¿Dices que soy escandaloso?

— Sólo cuando tienes mi polla dentro —ronroneó con descaro, atrayendo a su pareja por la cintura hasta que quedase sobre su regazo, con las piernas del joven chef alrededor de su cintura—, cuando estoy tan profundo en ti.

Las mejillas de Jimin se colorearon con furia desmedida, su vergüenza ascendiendo como el calor que atacó su intimidad por aquel sórdido comentario. Siempre pasaba, a Yoongi le fascinaba hacer hervir su sangre como a un adolescente, sólo con palabras, narraciones detalladas de sus pasionales momentos.

— La verdad es que siempre he querido follarte en una piscina —confesó cínico.

— Pero no sé nadar.

— Sólo necesito que tengas tus lindas piernas alrededor de mi cadera, yo haré lo demás.

Jimin se mordió los labios, indeciso.

— ¿Te da miedo el agua, bebé?

— No, pero debes prometer que no me dejarás caer.

—  ¿Y si lo hago? —bromeó con aire arrogante.

— Te arrastraré conmigo hasta el fondo -afirmó con aire misterioso que le encantó al rubio.

"Y aún en el fondo, si estás conmigo, no podré ser más feliz"

Saltaron al agua con la misma ilusión de unos niños, pero la pasión que le siguió pudo ser sólo de dos adolescentes enamorados, ansiosos por descubrir cuánto podía quemar el fuego de su amor. La ropa mojada se les pegó a la piel transparentándolo todo de forma obscena. Las manos de Yoongi sujetaron al muchacho por los muslos, de forma que, al impulsarlo, sus miembros quedases alrededor de su cadera. Sus bocas se encontraron y dejaron que sus labios se rozasen descarados, mojándose por la saliva que de sus comisuras escurrían. El pequeño short, casi minúsculo, que llevaba Jimin fue retirado por las expertas manos de su pareja, recorriendo el terreno como si fuera su dueño.

— Maldita sea —masculló molesto reparando en un insignificante detalle—: no tengo un condón aquí.

— P-puedo tomar una pastilla —sugirió con voz agitada por la tormenta de besos que arrasó por sus labios.

Yoongi accedió, en parte porque no podía negarse, su cuerpo ansiaba tocar la intimidad ajena, llevarlo al éxtasis en un orgasmo que le nublaría los sentidos. La mano curiosa de Jimin se coló por debajo de la ropa de Yoongi, tras su pantalón buscando aquel trozo de carne que ansiaba tener entre sus muslos.

— Voy a follarte duro, tanto que saldrás de aquí añorando estar en el agua de nuevo —juró solemne.

— ¡Mmgh! —gimió Jimin sintiendo los dientes del oficial clavarse sobre la piel de su cuello, mordisqueando la zona como si de un sabueso se tratara, dejando marcas hasta su pecho donde se encontró de cerca con sus erguidos pezones.

— Cada vez que te escucho gemir así, no imaginas cuan duro me pongo.

— ¡Ah, Yoongi! —chillaba él.

Los dedos del oficial acariciaron el agujero de Jimin, una sensación curiosa al estar bajo el agua fría, recorrieron sus pliegues con morbosa añoranza hasta que metió dos dígitos de golpe, llevándolos tan al fondo como podía. Un grito de placer salió despavorido de los labios de Jimin, encandilado por la salvaje forma en la que era tratado por su pareja.

— Tu agujero goloso ya no quiere mis dedos, no son suficientes para llenarte.

— No con tu pene, nada más podría llenarme —explicó el joven con cierta vergüenza de por medio.

— Comprobémoslo.

Su pene se mezcló con el agua una vez pudo tenerlo fuera de sus pantalones, dejó que acariciara aquella entrada que iba a profanar antes de entrar, suave, sin lastimar al pequeño niño chillón que se deshacía entre gritos escandalosos. Centímetro a centímetro, con delicadeza por no desgarrarlo, Yoongi se abría paso a través de su carne, empujando sus paredes con el glande hasta toparse con el límite, cuando sus testículos golpearon el culo del joven.

— Ah, mmgh —jadeó Jimin.

— Está tan caliente ahí dentro —gruñó Yoongi.

Las manos de Jimin se aferraron furiosas a los hombros de Yoongi, rasguñando la tela de su camisa blanca en medio de su desesperación por sentir al rubio tan profundo como su cuerpo le permitía. Los embistes iniciaron lentos, adaptándolos a la situación, pero el deseo podía por sobre cualquier cosa, empujándolos a dejar que la delicadeza se hundiera en el fondo de la piscina.

— ¡Ah, ah!

El agua se movía con furia a su alrededor, creando olas que chocaban contra sus cuerpos y contra los muros de la piscina, el estruendo que creaba no era superior al que de sus labios salía, sin embargo.

— ¿Te gusta? —increpó con lascivia, aquel gusto que sentía por saber que le estaba regalando el máximo placer que podía.

— S-sí, se siente tan bien —respondió Jimin con la voz cargada de erotismo.

— ¿Quieres que destroce tu culo, eh, mi niño?

— Mmmgh, por favor, rómpeme, toma mi culo a tu antojo.

Yoongi le tomaría la palabra, y no sería la única ocasión en hacerlo.

"Mi pequeño niño... ser tan goloso va a costarte caro un día"

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🪴;; minnh-aye

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