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(Nathan Sykes – Over and over again)
Felix terminó su sesión de fotos durante la tarde, cerca de las cuatro, y al salir del estudio se encontró con una moto muy conocida, una Harley Davison color negro pulido, y su conductor era aún más conocido.
Soltó un bufido seguido de un improperio, entonces caminó lejos de ahí ignorando al hombre; llegó al estacionamiento junto al jardín frontal de la agencia y se subió en su auto.
Al marcharse, escuchó el rugido del motor de la motocicleta, alarmante y rudo, que parecía estarle siguiendo.
Changbin no se rendiría así de fácil. Después de su pelea hace tres días, su buzón de mensajes se vio atestado con palabras del chico, tantas llamadas sin contestar y correos de voz.
A la mayoría no le dio ni una mirada, aunque al segundo día estaba ya cansado de la insistencia.
Se preguntó si el motociclista le escribía con tal desespero a sus parejas, 'cualquiera', que no le permitían más allá de un par de besos. Quizás tenía el orgullo herido, sí, eso debía ser como para tomarse tantas molestias.
De la forma en que sonrías.
A la forma en que te ves.
Me capturaste.
Como nadie más.
Cuando llegó a su límite, dirigió su auto por un camino poco transitado hacia el norte de Seúl, la zona rica. El sendero con árboles robustos estaba desolado, y ahí se orilló al lado derecho de la carretera y salió del auto.
Su mirada felina se clavó sobre el cuerpo de Changbin que lo alcanzó, aparcando la moto y bajando de ella.
— Eres difícil de seguir.
— ¿Por qué lo hiciste?
El motociclista se quitó el casco y lo colgó sobre el manubrio izquierdo descuidadamente.
Felix quiso maldecir por lo atractivo que se veía el otro, con su cabello rebelde, sus ojos cafés oscuros escrutándolo, casi devorándolo y esa sonrisa maliciosa cual si fuera de pecado. Felix carraspeó incómodo, esperando una respuesta. La espera le destrozaba los nervios.
Desde el primer hola.
Si, eso es todo lo que tomo.
Y ciertamente.
Nos tenemos el uno al otro.
— Teníamos que hablar.
— Creí haberte dejado claro que no quiero hablar contigo, por algo no contesté tus mensajes, pero tu insistencia parece que no tiene límite.
— Quise creer que te hacías el difícil.
— ¡Vaya! —jadeó con sarcasmo—. Al menos ahora no me consideras un cualquiera.
— Si yo mal no recuerdo, tu me llamaste cualquiera a mí primero, ¿no es así? Y cuando te devolví el cumplido te disgustaste. Eres un niño que le gusta atacar, pero no afrontar las represalias.
Félix torció el gesto, molesto.
Y no te voy a dejar.
Una y otra vez.
— ¿Por qué tú tienes derecho a molestarte por ello, pero yo no? —le preguntó fuerte y serio—. ¿Es porque no soy rico como tú, porque no vengo de una familia rica?
— No es así y lo sabes. Eso es absurdo —musitó entre dientes.
— No, no lo es porque tu actitud de niño mimado no me ha dejado otra cosa que pensar. Entonces, responde.
— Sólo creí que, si eras tú el que intentaba meterse entre mis piernas, serías menos vulgar al llamarme así y te esforzarías mínimamente.
La armoniosa risa de Changbin inundó el silencio y Felix se sintió complacido de oírlo a pesar de que parecía estarse burlando.
Así que nunca pienses que necesito más.
Tengo a quien por que vivir.
Nadie más lo hará.
Te lo estoy diciendo.
— ¿Crees que me iba a dejar por un pequeño pequitas mimado? Conozco a las personas como tú, Felix, sé cómo se comportan y lo que buscan. Y si tanto quieres que te folle, pues bájate los pantalones y acabemos con tu necesidad ya.
Enervado, Felix deseó poder cruzarle la cara a Changbin, mas cuando lo intentó su muñeca se vio presa entre los dedos del motociclista.
Un agarre fuerte y rudo que le hizo temblar. Su cuerpo golpeó contra el lateral de su auto cuando Changbin lo empotró ahí, su espalda dolió por el acto.
— Eres asqueroso —escupió Felix.
— Dime algo, pequitas, ¿esperabas que te cortejara como lo hacen todos tus tontos pretendientes, alabándote antes de meterme en tu cama? No soy tu juguete.
— No quería que fueras mi juguete.
Los ojos del motociclista chispeaban, lanzando llamas a todos lados en señal de molestia. Felix no lucía muy diferente, de hecho.
Solo pon tu corazón en mis manos.
Una y otra vez.
— ¿Y entonces qué pretendías?, ¿acaso no era experimentar con los de la clase baja tu objetivo?, ¿será porque los de tu tipo no tu supieron follar como querías?
De un empujón, Felix se apartó del burdo hombre y lo abofeteó el rostro bajo un ruido estridente que resonó entre los árboles. Changbin apretó los labios al ser agredido, reprimiendo un gruñido feroz.
— Quería conocer a alguien mejor, alguien que no pensara en dinero o en cómo ponerme en cuatro sobre la cama —masculló duro.
En sus ojos se formaron profundos charcos salados que disipó pestañeando rápido, no queriendo darle el gusto al chico de verlo vulnerable.
— ¡Y me encontré con alguien aún peor! Sí, quería que me follaras, pero esperaba conocer primero al hombre que tenía prisa por conocer mi cuerpo. Ahora me siento estúpido por haberme mezclado contigo a sabiendas que nada bueno podías traerme.
Una y otra vez.
— Ese tonto prejuicio tuyo es lo que más me fastidia. Crees que por ser de clase baja no tengo el mismo valor que tú, pecas malcriado.
— ¡No es un prejuicio, es la mala experiencia de conocerte! Un motociclista que tiene porte de proxeneta no se atrevería a jugar sus sentimientos por mí, aunque se lo pidiese de rodillas.
— ¿Sentimientos...?
Felix calló de golpe, mordiéndose los labios, sumamente nervioso por su tonta soltura de boca. Si antes Changbin lo consideraba un tonto, ahora se burlaría de él por haberle confesado sin querer sus sentimientos y semejante humillación no sería capaz de tolerarla.
Su corazón tuvo suficiente con lo que sucedió la noche pasada, el sentimiento de decepción que lo embargó fue tal que durante muchas horas lloró su torpeza, su ingenuidad y su amor. Y cuando creyó que podría empezar a olvidarse del hosco motociclista que se burló de él, lo encontró afuera de su trabajo, se preguntaba cómo lo supo, aunque bien pudo irlo siguiendo sin que se diera cuenta.
Desde el calor de la noche.
Al comienzo del día.
Te mantendré a salvo.
Y sostendré por siempre.
Se dio vuelta e intentó subirse al auto, mas la mano de Changbin sobre la suya lo detuvo.
— ¿Estás enamorado de mí?
— Suéltame, quiero marcharme.
— Responde —exigió.
Y esa voz demandante causó un fuerte estremecimiento en Felix que le hizo jadear.
— ¿Y qué si así fuera? De todas formas, tú no estás interesado en mí más allá de una follada y...
— ¿Crees realmente que te hubiese escrito tanto y que te hubiese perseguido por la autopista si quisiera sólo follarte? —preguntó ronco, apegándose al cuerpo del peliazul hasta que sus labios tocaron el oído izquierdo del otro—. Maldición, creí que estaba en una jodida carrera —gruñó bajo—. Quiero abrir tus lindas piernas y tomarte tan duro..., pero quiero descubrir también porque soy incapaz de sacarte de mi cabeza. Me estás volviendo loco.
Y las chispas volarán.
Ellas nunca se desvanecerán.
Porque cada día se pone mejor y mejor.
— Tienes el orgullo herido, es natural que-
— Mi orgullo está en perfecto estado, no así mi polla.
— Entonces sólo buscas follarme.
— Quiero hacerte el amor, pequitas, no follarte.
Un beso sobre su lechoso cuello tomó desprevino a Felix que dio un respingo ante la sorpresa y un rubor intenso inundó sus mejillas.
— ¿Qué es-estás diciendo?
— Que en toda mi vida nunca creí enamorarme de un pollito, ni tan rápido, ni tan profundamente. Sí me gustas, pero no quiero que me consideres un juguete por ser...
— Calla. Sólo... dime, ¿todo lo que dices es verdad?
Y no te voy a dejar.
Siempre será verdad.
Uno más uno, dos por vida.
Una y otra vez.
Una sonrisa ladeada surcó los labios de Changbin, que acercándose al rostro de Felix, dejó un beso sobre esos labios esponjados, ansiando más que un simple roce.
El corazón del modelo tembló ante la incredulidad de lo que estaba pasando. Su propio cuerpo estaba rígido, incapaz de moverse mientras recibía las caricias que el motociclista le proporcionaba en sus caderas. Eran suaves roces que le producían cosquillas y una corriente eléctrica que llegó hasta su entrepierna.
No debería estar tan caliente considerando que hace pocos minutos estuvieron discutiendo. Su cuerpo parecía reaccionar demasiado bien a las caricias de Changbin, balanceándose contra el fornido cuerpo tras suyo, casi gimiendo por los besos que le daba.
— Creí que yo sería sólo un reto para ti, pero quise correr el riesgo y ahora... Maldita sea, ni siquiera sé cómo me siento.
— Te enamoras muy fácil, ¿no es así?
— ¿Y tú no? —bromeó Changbin—. Al final, creo que eso es bueno, porque el tiempo que me hubiese tomado conquistarte lo utilizaré para enamorarte cada día y para amarte de formas que no imaginas.
Así que nunca pienses que necesito más.
Tengo alguien por quien vivir.
Nadie más lo hará.
Te lo estoy diciendo.
— ¿Cómo un hombre que en apariencia luce tan rudo y que su motocicleta puede ser un símbolo de su hombría, puede ser tan dulce y romántico?
— Porque es sólo lo que ves tú, pollito, pero quiero que descubras lo mucho que puedo ser sensible con la persona indicada.
— ¿Yo soy la persona indicada?
Él sonrió y al oído le respondió:
— Me arriesgaré a decir que sí.
Solo pon tu corazón en mis manos.
Te prometo que no se romperá.
Bueno nunca te olvides de este momento.
Me permaneceré totalmente nuevo.
Porque te amo.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
4/5
Son las 2am y yo aquí sin poder dormir y actualizando <3
🌱 Minnh-aye
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