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Jisung estaba nervioso, casi muerto de la preocupación pues esa noche su tonto novio se enfrentaría a Minho, el motociclista con experiencia en el boxeo y era obvio que Hyunjin no estaba a la altura de su contrincante. Han quiso ser positivo y pensar que su pareja podría ganar, sin embargo, no poseía la musculatura que Minho, no era tan alto como él y no sabía pelear con los puños. Hyunjin era, como él mismo, un niño rico mimado que con levantar la mano tenía todo a su alcance, pero eso no le daría la victoria. De hecho, Jisung temía que Hyunjin pudiese terminar herido en demasía, por eso fue antes al Reed, esa bodega de mala muerte con leve aspecto a cantina donde se daban las peleas clandestinas. Su intención era hablar con Minho para pedir clemencia por Hyunjin.

El cantinero le indicó que Minho estaba en la parte de atrás, en donde tenía una recámara para cambiarse. Jisung fue hasta ahí siguiendo las luces del estrecho pasillo. Al llegar identificó la puerta pues tenía una placa con el apodo del boxeador. Jisung tomó un respiro profundo antes de llamar a la puerta.

- ¿Quién es? -gruñó el hombre del otro lado de la puerta.

- S-soy Jisung -dijo con inseguridad, no sabiendo si Minho recordaría su nombre o tendría que decirle que era el chico que se folló sobre el sofá de la casa que intentó robar.

La puerta se abrió a los pocos segundos revelando a Minho vistiendo simplemente un pantalón jean deslavado, con botas negras militares y sin una camisa que le cubriese el torso. Minho estaba sonriendo como el gato de Cheshire, amplia y malvadamente.

- ¿Qué hace este pequeño cachorro por aquí? -increpó curioso.

- Tengo que hablar contigo.

- Es sobre la pelea de hoy -asumió-. Tu novio no vendrá, entonces, y vaya que tiene las agallas para enviar a su novio a pagar sus cuentas.

Jisung chirrió los dientes con disgusto.

- No soy el pago de ninguna deuda. Él no sabe que estoy aquí.

Los ojos de Minho brillaron con lujuria antes de tirarlo por la cintura al interior de la recámara, cerrando la puerta tras de sí. Jisung quedó atrapado entre los brazos del delincuente, esa prisión con una fragancia que, aunque barata, le gustó a Jisung. Sus nuevas preferencias le llevaron a preguntarse si no estaba cambiando tanto simplemente por la novedad de conocer una persona como él.

- Quiero que no seas tan malo con Hyunjin.

- ¿Qué? Oh, temes por la vida del debilucho de tu novio.

- No es un debilucho, lo que sucede es que tú eres un mastodonte sin juicio ni corazón -masculló-. Hoy van a pelear y...

- Sabes que tu novio no tiene ni la mínima posibilidad contra mí -se vanaglorió a él mismo con arrogancia-. Pues lo lamento, cachorro, pero tu novio se lo buscó.

Lo sabía, claro que lo sabía. Hyunjin fue insensato al agredir a sus competidores en medio de la carrera y fue aún más tonto por haber confrontado al motociclista, recriminándole no haber ganado. Ahora se enfrentarían en un ridículo cuadrilátero donde Hyunjin probaría su propia sangre bajo la humillante agresión de su oponente.

- Por favor, al menos se suave con él sino quieres enviarlo al hospital.

- ¿Y qué pasa si sí quiero enviarlo al hospital? -tentó malvado-. Así nos daría tiempo a solas.

- ... Si no lo lastimas, entonces puedo pagarte. ¿Cuánto quieres?

- Creo que eres lo suficientemente inteligente como para saber que lo que, en ese caso, quiero de ti no es dinero precisamente.

Jisung  apartó el rostro abochornado.

- ¿No quieres salvar a tu novio? -se burló.

- Eso es chantaje.

- Tú pensabas sobornarme, no quieras parecer un santo.

- Bien, sí quiero sobornarte, pero no pienso acceder a tus bajezas.

- Entonces puedes irle arreglando una corona de flores para tu próximamente difunto novio.

Jisung lo miró furioso ante la negativa del hombre, aunque, con franqueza, debió ser más sensato y menos ingenuo pues era obvio que si pedía ese favor, Minho no se contentaría con migajas. Sí creyó que Minho podría pedirle algo semejante, sin embargo, conservó la esperanza de que no sucediera. La decepción es un platillo que se alimenta de la maldita esperanza de las personas.

- ¿Crees que comprarme sería tan sencillo, cachorro? -ronroneó lujurioso contra el oído del jovencito-. Puedes darme un cheque en blanco si quieres, pero entonces estarás en bancarrota.

- Eres una bestia insaciable.

- Pero tú sí sabes cómo satisfacerme, ¿o no, Jisung?

La tosca mano de Minho se coló por debajo de su camisa blanca, acariciando con sinvergüenza su piel ante la rotunda negativa de Jisung.

- No me toques -gruñó, pero sus palabras sólo hicieron reír al otro.

- Vamos, si realmente quieres salvar a tu novio tendrás que ser un dulce cachorro obediente. ¿O realmente piensas que puede vencerme?

Jisung quería tenerle fe a Hyunjin, pensar que él podía ganar, no obstante, eso era desear demasiado. Sí, Hyunjin estaba en forma y tenía un temperamento terrible a veces, pero eso no le daría la victoria cuando no sabía pelear a puño limpio y Minho era un experto. Quizás no debería estar ahí suplicándole a un torpe maleante por la salud de su novio, tal vez sólo debía dejar las cosas ser.

- Si no piensas ayudarme, entonces suéltame -farfulló, removiéndose fuera de la prisión de Minho

- Quiero ayudarte, pero sabes cuál es mi precio.

Jisung le dio una fea mirada antes de salir de esa recámara, arreglándose la camisa con furia a medida que avanzaba por el pasillo, así hasta llegar a la barra donde pidió un trago para pasar el mal sabor de boca que esa situación le dejó. Ugh, ese licor podía no servirle sino para disgustar a sus papilas.

En poco tiempo vio a Hyunjin llegar acompañado de Félix y Changbin, ninguno lucía particularmente feliz por la pelea de la noche.

- ¿Llegaste tan temprano, Jisung? -increpó Félix al verlo en la barra bebiendo de un vaso cuyo líquido era de dudosa procedencia.

- Acabo de llegar -señaló parco.

- No has respondido mis llamadas -le dijo Hyunjin, acercándosele para una charla más íntima.

- No tenía mucho que decirte.

- Y aun así has venido.

- Porque me preocupo por ti y la estupidez que piensas cometer. Sé sincero contigo Hyunjin, sabes que no peleas a puño cerrado y piensas enfrentarte a un hombre que vive de ello.

- No tienes fe en mí.

- Soy realista -le gruñó-, pero es tu problema si quieres salir herido. Yo vine hoy a hacerte entrar en razón, aunque eso parece imposible.

- Es mi orgullo lo que está en juego.

- No tienes razón para sentirte ofendido por perder bajo la misma treta que tú utilizaste para sacar a un competidor del camino. ¿De qué orgullo me hablas?

Hyunjin bisbiseó algo que Jisung decidió ignorar, entonces se alejó en dirección de un camerino para que se vistiese adecuadamente. Félix miró a Jisung con recelo y aprovechó que Changbin se fue para hablar con él.

- ¿Viniste a hablar con él?

Y Jisung sabía perfectamente a quién se refería el rubio.

- Le pedí que no lastimara a Hyunjin, pero no accedió.

- ¿Intentaste pagarle?

- Se negó diciendo que yo sabía su verdadero precio, es decir, yo.

Félix soltó una carcajada y le contestó:

- Bueno, eso te pasa por ser tan desinhibido con ese sujeto.

Y como si estuviesen invocando al diablo por medio de un muy efectivo ritual, Changbin y Minho aparecieron en la zona de la barra. El boxeador llevaba unos pantalones cortos estilo militar y calzado deportivo, las manos vendadas con tela blanca que le cubría hasta los nudillos. Un pequeño jadeo se le escapó a Jisung al verlo así, con el torso expuesto, enseñando lo bien labrado que estaba, y ese aire rudo tan peligroso.

- Hum, si así luce él, puedo entonces entender porqué sucumbiste ante sus encantos -comentó Félix con una sonrisa traviesa.

- Céntrate en Changbin, después de todo, es él quien te agita las hormonas.

Felix bajó la mirada avergonzado cuando sus ojos se toparon con la firme mirada de Changbin, aquella que doblegaba su rebelde espíritu y le hacía temblar las piernas. Era una locura la facilidad con la que podía manipularlo si así lo quisiera pues Felix estaba a su completa merced. Sin embargo, Changbin no se aprovechó de aquello, sólo tomó ventaja para flirtear con el muchacho y divertirse un rato.

- La pelea empezará dentro de poco -informó Changbin ubicándose al costado izquierdo de Félix.

Su rubio amigo le guiñó un ojo antes de llevarse al motociclista lejos de la barra, preguntándole dónde quedaba la famosa zona de pelea. Entonces se quedaron solo Minho y Jisung otra vez, como si la mala suerte del mundo confabulara en su contra.

- ¿No irás a verme?

- ... No quiero verlos pelear -dijo simplemente, tomando otro trago de su bebida, gruñendo bajo cuando el desagradable líquido acarició su garganta-. No me interesan sus absurdos juegos.

- ¿Y si te prometo no lastimar demasiado al inútil de tu novio?

- Si lo harás a cambio de dinero, entonces puedo pensarlo.

- No seas terco, cachorro, después de todo es la única forma de ayudarlo.

- Eres una persona horrible -bisbiseó con los dientes apretados.

- Entonces te veré en esa habitación cuando termine la pelea, cachorro -indicó con sonrisa triunfante-. Y..., si no vas a ir a verme pelear, puedes quedarte ahí y prepararte, sabes mi tamaño.

El muy descarado...

Jisung se preguntó qué tan sencillo e indoloro era morir por intoxicación alcohólica, o cuántos años le darían por matar a Minho.

"Esto es el maldito infierno", pensó hundido en la miseria. "Pero es un infierno caliente que disfrutarás mucho", le dijo su morbosa conciencia.

No quería disfrutar de otro encuentro con Minho, no quería sentir su toque, no quería tenerlo cerca porque sabía que con sólo verlo sucumbiría ante sus rudos encantos. No quería caer de nuevo y engañar a Hyunjin.

Entonces se preguntó si ayudar a Hyunjin a no salir herido de esa pelea valía la pena esta traición y el cargo de conciencia que lo atormentaría después.

"Pero no quiero verlo herido", se dijo, creyendo que su decisión fue la mejor.

1/5

Gracias por leer!
🌱: Minnh-aye

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