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El lugar era un antiguo terminal a las afueras de Seúl, la pista estaba asfaltada y con una valla metálica que la bordeaba. Había muchas personas y todos eran desconocidos para Jisung y Felix que caminaban como niños desorientados sin saber qué hacer. Las luces de ambiente eran refulgentes, y por un segundo casi cegaron a los jovencitos.
Con la mirada Jeongin buscaba a Changbin con la ansiedad a flor de piel. Jisung nunca lo vio tan desesperado por ver a alguien, lo que le decía que su rubio amigo estaba, indudablemente, flechado por el aspecto rudo del motociclista.
- ¿Y ahora qué? -increpó Jisung, sintiéndose incómodo ante las miradas que otros hombre y mujeres les lanzaban. Tal vez no debió escoger pantalones blancos ajustados con las rodillas raspadas, un buso negro ligero y un abrigo para el frío. Sí, su elegante atuendo denotaba su calidad de niño rico, aunque no estaba vestido diferente de Félix, El peliazul llevaba un pantalón negro demasiado ajustado, un polo crema y una chaqueta caqui.
Jisung se preguntó si los hombre y mujeres que centraron su atención en ellos lo hacían por su obvio estatus o porque, para su mala suerte, se les marcaba ciertos atributos. Los hombres probablemente los miraban con lascivia, y las mujeres con envidia. No sería la primera vez.
Escuchó el rugido de un par de motos al entrar en la zona. Las llantas chirriaron al frenar y los espectadores descargaron su plena emoción al reconocer a los dos motociclistas. Uno de ellos se retiró el casco primero y Jisung notó como Felix sonreía ampliamente. Ese debía ser Changbin.
El hombre les pidió acercarse e inmediatamente se vio tironeado por el rubio hasta donde estaban ellos. La incomodidad abordó a Jisung.
- Hola, Felix -saludó con sonrisa coqueta.
- Hola, Changbin. Te presento a un amigo, Jisung.
El motociclista le sonrió a un apenado Jisung que lo miraba a duras penas, entonces el hombre les presentó al otro motociclista.
- Él es LK98, el mejor motociclista de Seúl -dijo, y el sujeto se retiró el casco dejando su cabello alborotado liberarse con el viento.
"No puede ser", pensó Jisung aterrorizado al reconocer la cara de ese hombre. Ese famoso motociclista era el mismo vulgar delincuente que ingresó a su casa en la noche para tomarlo sobre el sofá.
Sin que se diera cuenta empezó a temblar como una hoja, sin poder quitarle los ojos de encima al alto moreno que lo miraba con expresión divertida. El bastardo disfrutó el momento.
- Oh, vaya, un pequeño conejito asustado -comentó con burla palpable.
- Ellos son Félix y Jisung -presentó Changbin.
- Un gusto, niños -dijo, pero su mirada estaba firmemente sostenida en la de Jisung-. ¿Te he visto en otro lugar? -le preguntó a Jisung sabiendo que lo haría entrar en pánico y él disfrutaría de ello.
- N-no, imposible -dijo en voz baja, apartando su temerosa mirada de aquel fiero animal que lo devoraba.
- Tu rostro me parece familiar, aunque supongo que en Seúl hay muchos niños con cara de porcelana -bufó el motociclista.
Si no se hubiesen conocido cuando Jisung tenía sus dedos dentro de su trasero, consideraría esas palabras un elogio viniendo de una persona que, suponía, no tenía ni la mas mínima educación. Pero no era el momento de que sus mejillas se coloreasen por ser elogiado por aquel bruto que lo tomó sin su consentimiento.
- Eso creo -le respondió quedito-. Yo, yo tengo que irme ya.
- ¿Qué? ¿Por qué, Jisung?
Porque le era imposible compartir el aire con ese hombre, era tentar a su suerte y, como si no se conociera, sabía que no todo el tiempo contaba con buena fortuna.
- Oh, vamos, conejito, no muerdo -se carcajeó Minho pasando su fornido brazo por los hombros del asustadizo joven para llevárselo lejos, a un espacio apartado donde nadie los escucharía-. A menos que quiera que te muerda, claro está -le susurró al oído.
- Suéltame -gruñó.
- Ahora eres tan arisco, pero..., no fue así esa noche, ¿o sí?
- Me violaste -masculló.
- ¿Crees que si te hubiese violado hubieses gemido como una perra? Además, chico, tenías las piernas abiertas, no es mi culpa que me calienten los chicos así de... fáciles.
- Pues deberías aprender a mantener tu polla para ti mismo -farfulló empujándolo lejos de él. Cuando sus manos impactaron contra el firme pecho del motociclista y sintió la dureza de sus músculos, se preguntó cómo sería el resto de su cuerpo.
- ¿Y si eres tú quien se encarga de mantenerla? -ofreció con descaro-. No me molestaría volverte a ver con el culo desnudo.
Jisung quiso estamparle la palma de la mano en ese atractivo rostro, dejarle una marca roja que le recordaría moderar sus palabras. Ugh, diciéndolo así sonaba a su madre.
- No va a pasar y ni se te ocurra mencionarlo siquiera o juro que...
- ¿Qué, conejito? ¿Acaso vas a mandar a la policía? -se jactó él.
- Me violaste -se defendió.
- Aunque seas un niño rico, ni la policía hará nada porque yo soy intocable en esta maldita ciudad.
Jisung se apartó frunciendo los labios, mas cuando quiso escapar de esa repugnante charla se vio preso entre los brazos de Minho, su espalda topando ese fornido pecho y sintiendo en su oreja la respiración del hombre. Desde ahí podía oler esa colonia, seguramente barata, pero de aroma tan atractivo. Tan masculino.
- Suéltame -pidió.
- Oh, vamos. Sé que quieres repetir lo de la otra noche, ¿o no? -gruñó, empujando su dura ingle contra el esponjoso trasero. El miembro de Minho parecía estar despierto y listo para recordar aquella noche.
- Maldita sea, suéltame -bramó sacudiéndose entre los brazos del vil delincuente en su vano intento por escapar de esa prisión.
- Me gusta cuando te enojas, me pones más duro.
Jisung quiso golpearlo, pero la verdad es que esas vulgares palabras encendieron algo en él, aquella misma chispa que lo empujó a abrir sus piernas ante un delincuente que estaba listo para follarlo. ¿Acaso era la novedad de ese maleante lo que lo calentaba? Siempre consideró que una persona decente nunca usaría palabras tan soeces, pero ahí estaba, no sólo permitiéndole a otro hombre hacerlo sino deseando más. Se había convertido en un completo degenerado.
- Basta, te lo pido.
- Te soltaré con una condición, quédate.
¿Qué?
Ciertamente, Jisung creyó que le pediría algo mas descabellado como follarlo o hacerle una felación. Algo más del estilo de un delincuente y menos cursi. La decepción se sintió fuerte.
- ¿Por qué quieres que me quede?
- Porque si yo gano en la carrera de esta noche, te dedicaré mi triunfo y tendrás que darme algo a cambio.
- No voy a bajarme los pantalones para celebrar tu absurda victoria.
- Si quieres te los rompo.
Oh, no.
¿Por qué esas simples palabras podían excitarlo sin límites?
Quería que Minho le rompiera los pantalones y...
Ahí estaba de nuevo ese lado pervertido de chico fácil que nunca creyó tener.
- Olvídalo. No voy a ser parte de tus juegos infantiles. Me voy ahora.
- Si te quedas prometo no volver a molestarte -ofreció.
Sin embargo, Jisung se decía que la palabra de ese hombre era el equivalente exacto a las propuestas de un político en tiempo de campaña. No podía confiar en que lo cumpliría, y, de hecho, sabía que no lo haría.
- Jódete -bufó cuando se apartó del cuerpo ajeno, comenzando a caminar hasta donde Félix para despedirse. Ansiaba como un loco abandonar ese terrible lugar.
Su amigo estaba muy pegado a Changbin, sonriéndole ampliamente en una muestra de su decadente coqueteo.
¿Acaso Félix perdió el toque o ya no sabía cómo coquetear con alguien? Jisung pensó que podía deberse al nerviosismo que le provocaba el hombre pues, desde que se encontraron, notó cómo se comportaba Felix ante la presencia del motociclista. No era necesariamente la diva que acostumbraba, más bien un gatito temeroso de sacar las garras.
- Sung no te vayas -le suplicó-. Me prometiste quedarte conmigo.
- Yo en verdad no puedo, tengo que... ¿Hyunjin? -preguntó Jisung al ver a su novio venir en su dirección.
- Hola, cariño -saludó amoroso el hombre para luego saludar a los demás presentes. Felix le presentó a los dos motociclistas.
Minho, que estaba parado junto a Jisung, miró al recién llegado con gran diversión. Ese era el hombre con quien estuvo hablando el conejito cuando tenía a alguien más entre las piernas.
- Así que tu eres el novio de Jisung, un placer conocerte.
- ¿Ustedes se conocían? -le preguntó a Jisung, totalmente curioso por la respuesta del motociclista.
- Nos conocimos hace un tiempo -contestó galante, haciendo temblar a Jisung del miedo.
- ¿De verdad? ¿Cómo? No creo que Jisung frecuente los mismos lugares que tú.
- Te sorprendería dónde se la pasa tu novio.
Jisung le golpeó con el codo en las costillas cuando la conversación se volvió un peligroso interrogatorio que pondría en peligro su honra.
- Déjalo, está ebrio -masculló-. Yo me voy a casa.
- ¿Tan pronto? Por favor, Sung, quédate, quiero que me veas correr.
- ¿Qué tu qué?
- Oh, entonces tú eres mi competencia.
Y lo era en todos los sentidos.
Gracias por leer!
🥝; Minnh-aye
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