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Su cerebro quiso recobrar la sensatez olvidada entre las brasas de la lujuria, pero cuando intentó alejar al hombre sintió esa fría arma tocarle el mentón en una clara amenaza. Inmediatamente detuvo sus movimientos y jadeó aterrorizado.
¿Así moriría, follado en la mitad de su sala por un atractivo delincuente?
Sin mencionar que Hyunjin estaba del otro lado de la línea.
El rostro del desconocido se escondió contra el cuello de Jisung, gruñendo excitado por la lujuriosa situación aún manteniendo el arma contra el jovencito. Los dedos gruesos del hombre se insertaban muy adentro de ese estrecho canal, expandiendo sus paredes con las ansias de sentirlo listo para recibir algo más grande.
- Mmgh..., para, por favor -suplicó Jisung en tono bajo, tanto que apenas Minho lo escuchó.
- ¿Eso quieres, gatito? -inquirió ronco-. Lo siento, pero yo necesito probar tu culo antes.
El hombre se irguió y dejó el arma a un costado, retiró sus dedos del agujero de Jisung decidido a tomar el pequeño cuerpo frente a él. Bajó su cremallera y sacó su miembro, tan erguido y ansioso como el mismo Minho.
- N-no...
El delincuente esbozó una sonrisa socarrona, tan cínica que causó escalofríos en el cuerpo de Jisung. Abrió con rudeza las piernas y dejó en medio su miembro, rozándose con la dulce intimidad del joven, acariciándose contra el pene ajeno.
- No hagas esto -jadeó quedito.
Jisung estaba, por decirlo menos, en la encrucijada más grande de su vida, siendo que su mente se debatía contra la calentura lasciva de su cuerpo. Quería que ese hombre lo follara, pero bien sabía que no era correcto, era demasiado peligroso.
Con la mano temblorosa logró alcanzar un condón escondido en un pequeño cajón de la mesa ratona, entonces se lo extendió al hombre que planeaba tomarlo sobre el sofá. Minho se mordió el labio inferior y aceptó el preservativo.
- ¿No te gustaría ponérmelo tú? -preguntó burlón, así desgarró el empaque y se calzó el condón-. ¿Listo?
Jisung torció el gesto ante la burlesca voz del hombre, mas su cuerpo reaccionó con voz propia y empujó sus caderas contra la ingle del delincuente a quien su acción causó gracia.
El jovencito era, en palabras del temible delincuente, un terrón de azúcar con un relleno caliente. Tan inocente a la vista, pero tan sucio y necesitado. Y su cuerpo estaba fascinado de haberse encontrado con esa joya al entrar en esa casa. Sabía que se llamaba Jisung, según escuchó que así lo llamaba el novio de su víctima del otro lado del teléfono.
¿Acaso no le daba cargo de conciencia permitir ser tomado cuando su novio podía escucharlos?
Ese joven debía ser más descarado de lo que aparentaba.
Por supuesto, se podía alegar que estaba bajo amenaza y un arma asustaría a cualquiera, aunque la que tenía él no estaba ni siquiera cargada.
- ¡Ah! -chilló Jisung cuando ese miembro ajeno comenzó a abrirse camino en su cavidad.
Tan grueso y largo que el joven pensó lo dañaría, pero no era así. A pesar de la insana necesidad del hombre por tomar el delgado cuerpo a su merced, aún era cuidadoso, ingresando su miembro con lentitud en medio de suaves empujes.
Jisung cerró los ojos, preso del ardor que invadía a su cuerpo. Era ese mismo calor que lo empujó a abrir las piernas ante ese desconocido, ahora ese fuego lo lastimaba, pero sabía que después de la primera chispa, desearía ser quemado.
- Para ser un chico tan lascivo estás muy apretado -comentó el mayor al sentir que su grueso miembro era asfixiado por las cálidas paredes del joven.
De un embiste profundo consiguió meter toda la longitud, golpeando con sus testículos las mejillas blancas de Jisung. El desconocido sonrió socarronamente antes de sacar su miembro del culo ajeno, arrancándole un gritito al otro por lo brusco del movimiento. Y volvió a gritar cuando el pene del delincuente entró otra vez, brusco y duro, llenando su interior. Volvió a sacar y meter su miembro con rudeza, agrediendo una y otra vez ese cuerpo de pecado.
- ¡Agh, mmmh!
Los sonidos húmedos y morbosos de sus sexos al unirse se podían escuchar a través del celular. Hyunjin imaginaba que su pequeño novio estaba jugando con un grueso consolador como para chillar tan escandaloso mientras él le hablaba. Para él era igual de excitante imaginarse la erótica escena. Jisung con las piernas abiertas, los pezones hinchados por los toqueteos y su ajustado agujero siendo llenado a totalidad por un juguete. Cuanto le gustaría estar ahí, pensaba mientras su propia mano acariciaba su extensión muy cerca del orgasmo.
- ¿Te excita saber que tienes mi polla hasta el fondo de tu culo cuando tu novio nos escucha? -le preguntó al oído en tono sugerente, lamiendo el cuello lechoso hasta llenarlo de hematomas rojizos que en la mañana tendrían un tono morado.
- Estás abusando de mí -masculló entre dientes.
- Entonces, gatito, empieza a disfrutar de lo mucho que abusaré tu culo esta noche.
Jisung escuchaba a la lejanía la voz de su amigo, supuestamente le prestaba atención, aunque su mente estaba, como casi todo el tiempo últimamente, remembrando aquella noche oscura.
Dentro de su retorcida mente todavía mantenía el vívido recuerdo del delincuente, aquel rostro perfilado y atractivo, su cabello negro y esos ojos peligrosos. Esa mirada se quedó con él desde entonces y no logró sacársela de la cabeza aun cuando pasaron cinco días desde entonces.
Hyunjin hablaba mucho de esa noche y Jisung prefería cerrar sus oídos para evitar esos comentarios. No quería recordar lo que pasó. Por alguna razón no se sentía sucio o mancillado siendo que fue violado por el ladrón que entró a su casa. Sin embargo, su corazón albergaba todavía la sensatez que le avergonzaba, le hacía recordar que él abrió las piernas también y que lo disfrutó. Por ello estaba avergonzado. Se comportó como un joven fácil con deseos desmedidos por acostarse con alguien. No era así dado que tenía a Hyunjin, aunque ahora le era incluso difícil acercársele.
Era la culpa, ese vil sentimiento que pesaba en su conciencia y que llevaría a cuestas hasta el fin de sus días.
- Sung -llamó Felix, un jovencito de rubio con pecas, su mejor amigo de la universidad-. ¡Hey!
- ¿Qué ocurre?
- ¿Me has estado prestando atención o le he hablado al viento todo este tiempo?
- Lo lamento, me distraje un segundo.
- ¿Sucedió algo? Luces algo preocupado.
- Nada en absoluto, únicamente estoy algo..., meditabundo.
- Como digas. Entonces, ¿qué dices?
- ¿Sobre qué? -cuestionó con gran duda.
- Sobre ir esta noche a las carreras.
Jisung creyó haber enloquecido pues no entendía palabra de lo que hablaba Félix
¿De qué carreras hablaba?
Se dijo que su incomprensión se debía a la poca o nula intención que le prestó a su amigo, sin embargo, aún así nunca creyó que su amigo, un niño rico que no comía sino en cuchara de plata, quisiese ir a un evento sobre tierra y lodo.
¿Acaso cambiaron a su amigo por otro?
- No me mires así. De haberme escuchado no estarías desubicado.
- Sólo explícame, por favor, porque me encuentro realmente perdido.
El peliazul bufó molesto.
- Conocí a alguien hace un par de días en el club donde tú bailas, y pues él participará en una carrera de motocicletas esta noche y quiere que vaya a verlo.
- ¿Te metiste con un motociclista? ¿Dónde quedó ese maravilloso plan de conquistar a un CEO?
Desde que se conocían, Felix siempre tuvo una meta fija, salir con alguien que aumentara su fortuna, no quien se la gastase en apuestas. Un CEO era una excelente opción, aunque no se quejaba si era algún político. Siendo modelo, no era difícil conocer gran cantidad de hombres con una cuenta bancaria llena de ceros y muy estable, aunque la mayoría eran..., por decirlo con sutileza, miserables infieles en busca de una ventura.
La idea de Félix se fundamentaba en una bien proporcionada mezcla entre la riqueza y el romance. Él mismo no se consideraba un interesado, no cuando sus parejas anteriores que no se apegaban a una chequera resultaron unos vividores, ansiosos por poner sus manos en el dinero de la familia de Felix.
Ahora estaba, aparentemente, incursionando en un terreno desconocido.
- Siempre me dijiste que debía incursionar más allá de la élite de esta perfectamente retorcida sociedad.
- Sí, yo dije eso, aunque no esperaba que me tomaras la palabra. Pero, como sea, dime cómo se llama tu motociclista.
- Changbin, Seo Changbin.
- Pues él debe ser todo un adonis como para que aceptes ir a una carrera, lo que me supongo, ilegal de motocicletas.
- No es sólo por lo guapo que es, sino por la curiosidad que me da. Además, me dijo que esta noche es muy especial.
- ¿Porque él planea meterse en tus pantalones? -preguntó con burla.
- Porque uno de los competidores es un ex corredor llamado LK98 y, según Changbin, es una leyenda de las carreras.
- Me cuesta creer que vayas por un desconocido corredor cuando en realidad nunca te han gustado ni siquiera las motocicletas.
- Pero sí me gustaría probar esa motocicleta -confesó moviendo sugerentemente las cejas.
- No tienes remedio.
- ¿Y tú sí?
No, y ese era el problema pues su mente repetía tantas veces esa maravillosa noche pasional que ahora quería volverla a repetir. Ansiaba insanamente volver a ver a ese hombre que siguiendo sus bajos instintos tomó cuantas veces quiso el cuerpo de Jisung.
El muchacho estaba asustado de sus propios deseos porque creaban una necesidad tormentosa que lo calentaba en cuanto pasaba por su memoria aquellas imágenes tan eróticas.
¡Gracias por leer!
🍄: Minnh-aye
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