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Cinco años más tarde...

Bajó del avión en medio de la misma zozobra que lo abrazó el día que se fue. El escenario no cambió mucho en los años que estuvo fuera, aunque sí se sentía diferente, tal vez porque él mismo cambió en ese tiempo. Ahora aquellos rastros de alegría y júbilo de su juventud estaban ocultos tras la sombría madurez que tendía a mostrarles a todos. Años de soledad y abandono le provocaron eso. Sus padres lo visitaron en ocasiones que podía contar con los dedos de la mano derecha; su madre quizás batió el récord de siete visitas durante cinco años. Su padre, por el contrario, cuando lo visitaba tendía a verlo fuera de la propiedad Han no queriendo encontrarse con Jiho o Hana. Un infantil, así lo creía Jisung, y un insensato por haber rehuido a la verdad por tantos años.

Sungjae y Sooyoung estaban ya esperándolo fuera de la sala de arribo. Ambos ansiosos de ver a su hijo luego de tanto. Lo vieron llegar junto a sus abuelos y la sorpresa no fue del gusto de Sungjae.

Hana lucía muy nerviosa y casi temerosa de ver a su hijo. Al acercarse, el ceño fruncido de Sungjae se hizo más evidente y Hana tembló por ello. Jiho la tomó de la mano y murmuró palabras para tranquilizarlo.

- ¡Jisung! -celebró Nayeon al lanzarse a los brazos de su hijo.

- Hola, mamá. Hola papá.

- Hola, cariño -respondió Sungjae, manteniendo sus escrutadores ojos sobre su padre y su pareja.

Los saludos casi murieron ahí, aunque Jiho y Hana hayan saludado a la otra pareja, de no ser por el golpe que le propició Nayeon a su marido.

Fueron a la mansión Han luego de ello, en medio de un sórdido silencio que no sorprendió mucho a Jisung. No podría ser de otra forma cuando sus padres y sus abuelos eran los bandos opuestos en la batalla.

Al llegar a la casa, Jisung notó que hasta ese lugar hubo cambiado. Su madre sembró enredaderas en la reja de entrada cuyos pintorescos brotes le dieron un aura de tranquilidad. Y a su mente llegó la memoria de una noche agitada en brazos de un extraño.

"Aquí inició todo..., y aquí se terminó".

Volvió a instalarse en la recámara de donde su padre lo sacó, no podía culparlo pues el hombre le hizo un favor, aunque haya sido doloroso. Él le hizo ver que para Minho, Jisung no significaba sino el objeto más prescindible del universo que ante la vaga exigencia del joven por recibir un amor recíproco, se vio lanzado fuera de la vida de quien creía era su amante. Quizás lo era, pero la palabra estaba terriblemente mal usada hoy en día.

El recuerdo de Minho le provocó nostalgia y aún le causó un dolor en el pecho que bajó hasta la boca de su estómago. Durante esos años se mantuvo solo, mayormente, hasta que conoció la persona con quien salía y planeaba casarse; sin embargo, para su desgracia, eso no significaba que haya olvidado el boxeador. Era más sencillo arrancar de su piel una bala a arrancarse del corazón al hombre.

- Deberían fingir al menos un poco que les alegró la llegada de mis abuelos -mencionó Jisung, acomodando la ropa de su maleta en las perchas del guardarropa.

- No esperábamos verlos -alegó Sungjae.

- De eso se tratan las sorpresas. Sin embargo, no llego a entender tu repudio hacia ellos. ¿Qué te hicieron, mamá?

- No los repudio, ¡por Dios, Jisung! Es sólo..., que a tu padre no le es fácil verlos aquí.

- Sí, ya me he enterado de eso, pero él está siendo muy terco, quizás si hablaran todo se solucionara.

- No es tan sencillo -replicó Sungjae, entrando en la recámara-. Pero no quiero hablar de ello. -Como siempre-. Mañana por la noche celebraremos tu regreso con una fiesta en el hotel Regis, hemos invitado a tus amigos.

- Mi regreso.... Sí, claro. Pero sólo he venido a pasar vacaciones aquí -explicó.

- ¿No..., no piensas quedarte? -preguntó Sungjae.

- Hice mi vida en Suiza durante estos cinco años. Soy bailarín profesional y tengo allá mi estudio de baile, además pronto tendré que irme de gira por las presentaciones en varios teatros de Europa. Así que no, no voy a quedarme en Corea.

- De haber sabido que te volverías un rencoroso, no te habría enviado allí -masculló Sungjae.

- Soy igual que tú, papá. Si tú no quieres saber de mis abuelos, yo puedo actuar como tú y fingir que ustedes no existen.

- Somos tus padres -insistió Sungjae.

- Y fueron a verme cuatro malditas veces durante esos cinco años. Supongo que era demasiado costoso para la familia pagar más de un viaje cada catorce meses.

Los orbes miel de Nayeon se volvieron acuosos, empozando como una débil presa las lágrimas que pujaban por salir. Su propio hijo no lo quería cerca. Sungjae se decía que quizás debió ser más cariñoso con el chico; quizás no debió permitir que lo enviaran lejos, pero ya era tarde. Sólo le quedaba afrontar las consecuencias de sus decisiones.

Jisung suspiró, sintiéndose culpable por las lágrimas que su madre derramaba.

- No voy a abandonarlos. Pero no puedo volver cuando todo lo tengo ya allá. Mi trabajo, mi vida.

- Po-podrías hacerlo aquí -sugirió Nayeon.

- No creo que papá esté de acuerdo, ¿o sí?

Sungjae se quedó callado, sólo viéndolo de reojo sin saber si rogarle por que se quede o si dejarlo irse tanto como el joven quería. Al final no era su decisión, pero seguramente influiría en ella. Se arrepentía profundamente por haber sido tan duro con Jisung y se reprochaba el haberlo enviado lejos. Su hijo no era el mismo, eso era obvio, y seguramente se debía a la falta de cariño y tacto que le brindaron ellos cuando se marchó. Quería a su niño travieso de vuelta, pero ya era tarde.

- Iré a ver a Felix; regresaré en la tarde -informó parcamente antes de salir de la casa.

Conducir por las populosas calles de Seúl se convirtió en un reto. Su deportivo negro era llamativo y rápido, pero eso no le ganaría al tránsito enloquecedor del centro de la ciudad. Allá en Zúrich las cosas eran diferentes. El tránsito era mucho más manejable porque la gente de hecho usaba más bicicletas antes que un auto.

Cruzó la calle del parque y siguió recto por la avenida, luego giró a la izquierda y entró al sector departamental de la zona. Frente a la quinta casa se estacionó. Era una bonita construcción esquinera con un amplio jardín y una valla alta. La casa era acogedora y perfecta para una pareja como Felix y Changbin que ahora estaban juntos, se trataba del paso previo al matrimonio.

Entró y la sirvienta lo llevó al pequeño salón mientras esperaba a la llegada de la pareja. La decoración era minimalista pero atractiva, con cuadros del postmodernismo en varios lugares dándole un toque de vida al gris de las paredes.

Mientras esperaba, Jisung escuchó los pasos de alguien al bajar por las escaleras del segundo piso. Se preguntó quién sería ya que, como le dijo la empleada, ni Felix ni Changbin estaban en la casa.

- Seojun, dile a Felix que gracias por la ducha; me iré ahora.

El cuerpo le tembló como si un viento helado acariciara sus huesos. Esa voz ronca y rasposa. ¿Sería?

Jeongin se dio vuelta con el temor recorriendo la sangre que drenó sus mejillas. Sus ojos se toparon entonces con la robusta figura del hombre por quien huyó lejos. Minho.

- ¿Qué haces aquí? -no pudo evitar preguntar a viva voz.

El hombre se dio vuelta cuando la dulce voz de su pasado volvió a atormentarlo.

- ¿Jisung, has vuelto?

Saliendo de su estupor, Jisung caminó unos pasos hasta quedar cerca del boxeador. El hombre llevaba el cabello húmedo y la camiseta negra ajustada a su fibroso torso. Jisung volvió a creer que era precioso, pero lejos de enamorarse otra vez del hombre o de avivar su dormido amor por él, se sintió desconsolado al volverlo a ver tan pronto.

- De vacaciones. No pienso quedarme aquí por mucho tiempo.

-... Te gustó Suiza -quiso bromear.

- Sí, no es un mal lugar para iniciar tu vida cuando todos te botaron fuera de Corea.

Minho recibió la afrenta y se sintió culpable por segundos, aunque en su rostro serio no hubiese más que una mueca de curiosidad.

- Ellos no me dijeron que regresarías.

- No tenían porqué hacerlo, ¿o sí? Tu y yo no somos amigos si quiera.

No, no lo eran ni nunca lo fueron, admitió Minho.

- Vine a verlos. He llegado hace pocas horas.

- Regresarán pronto, sólo fueron por algo al supermercado.

- ¿Y puedo saber qué haces tú aquí?

- En mi departamento se ha roto una tubería y me he quedado sin agua. Así que vino por un baño -informó algo apenado.

- Siempre creí que debías cambiarte de departamento, no era ni muy amplio ni muy cómodo -señaló indiferente-. Pero es cosa tuya.

-... Jisung..., fue bueno volverte a ver.

Jisung asintió vagamente, tragándose la ansiedad que le generaba la situación. Poco después Minho se marchó y el muchacho logró respirar con tranquilidad. Sus pulmones dolieron, tal vez porque retuvo el aliento demasiado tiempo.

"Verte fue bueno, así me demuestro a mí mismo que no volverás a afectarme, Lee; tú ya eres mi pasado".

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🐿️ Y actualizo mñn

🪴;; minnh-aye

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