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Sobre la colchoneta del ring, Jisung le enseñaba su trasero a Minho, completamente desnudo y a su merced. El delicado cuerpo del muchacho lucía demasiado caliente contra el rugoso cuero sintético de la colchoneta; tan caliente cuando su culo estaba alzado mientras sus lindos pezones se restregaban contra el cuero. Minho tenía tres de sus dedos en el interior del muchacho, deleitándose con lo apretado de ese cuerpo pecaminoso y las reacciones morbosas que provocaba en él.

Las mejillas traseras del joven estaban brillando y rojas, resplandeciendo por la saliva que dejó Minho cuando lamió y mordió la zona. Incluso se le antojó azotarlo, quizás lo intentaría luego.

El cabello de Jisung estaba alborotado, aquellas bonitas hebras rubias tan rebeldes como la fiera melena de un león. Y Minho, mirándolo con profunda obsesión desde atrás, lucía su gruesa polla erguida, mojada por las perlas de pre-semen que se salían sin su consentimiento. Su polla apuntaba hacia arriba, temblando por la ansiedad al quererse enterrar profundamente el culo apretado del muchacho.

- Mmgh, más l-lento -pidió Jisung con la voz entrecortada, apretando entre sus manos la colchoneta.

En respuesta, una sonora palmada sonó contra su mejilla derecha trasera. Jisung chilló, pero entre esos chillidos salió un gemido de gusto también que hizo sonreír Minho.

- Así que además de ser un niño rico mimado, también eres un masoquista.

Empujó sus dedos aún más profundo en el culo de Jisung hasta que lo llevó a un delicioso clímax. Jisung arqueó la espalda y empinó más el culo, dándole una vista maravillosa a su amante. De su boca salieron gritos y sollozos cuando de su pene salpicó semen abundante. No logró contenerse mucho más cuando su punto sensible fue acribillado por los dedos de Minho, empujando y punzándolo hasta la locura.

- Date vuelta -ordenó.

A Jisung le costó pararse cuando sus piernas estaban temblando, sus brazos no parecían responderle y la voz se hubo perdido en el medio de su garganta. Sin embargo, Minho le ayudó a darse vuelta, sujetándolo por los brazos para impedir que cayera. Le encantaba esa reacción en el joven. Verlo tan tembloroso, con las piernas cual gelatina y el cuerpo caliente y agotado. Francamente podría volverse adicto a él.

- Mírate, totalmente destrozado y sólo fueron mis dedos.

Aunque avergonzado, Jisung se dejó tocar por las manos toscas del boxeador. Sus pezones sensibles que antes fueron molidos contra el cuero, ahora estaban chillando por ser lamidos por Minho, querían tanta atención que erguidos como estaban se acariciaban contra el pecho del otro.

- Me pregunto si te desmayarás cuando te haga correr con mi polla.

Y Jisung estaba ansioso por ello, aun cuando su conciencia estaba gritándole para tomar su dignidad y salir de ahí. Estaba siendo un desesperado que rogaba por el toque ajeno y se sentía terrible por quererse tan poco como para permitirlo. Pero se juraba que sería la última vez, que nunca más volvería a caer.

Las promesas son las hojas secas de un árbol en otoño, tan débiles y susceptibles a la primera ventisca, y la mayoría del tiempo terminan en el suelo, derribadas por otros impulsos mucho más fuertes.

- Inténtalo -respondió Jisung, besando el mentón de Minho con lujuria palpable.

Bang Chan recostó a Felix en la colchoneta, des espaldas, entonces se subió sobre él dispuesto a complacerlo. Con las piernas fibrosas de Felix apresándolo por la cadera. Ambos necesitaban tanto una liberación mutua.

- ¡Minho! -llamó desde la entrada del lugar, rugiendo como un león al encontrarlo con Jisung en tan indecorosa situación-. Sal de mi ring ahora.

Jisung maldijo y presuroso se cubrió el cuerpo con su camisa, aunque sus piernas estuviesen aún a la vista del dueño del bar.

- Tú querías que descansara, ¿no es así? Por eso enviaste a Jisung a que me distrajera.

- Dije distraer, no ensuciar mi establecimiento.

"Doble cara, aquí te cogiste a Felix, justo sobre la barra",Minho quiso refutarle al recordar que una tarde al entrar encontró a su jefe enterrado hasta los testículos en el trasero del joven peliazul; sin embargo, se mantuvo callado y se dispuso a calzarse el short. Jisung se escondió contra su cuerpo, encontrándose avergonzado como nunca antes. Minho lo consideró dulce, totalmente adorable y contrario a lo que parecía hace pocos minutos.

- Vístanse.

La puerta se cerró devolviéndoles la intimidad que necesitaban.

Minho rugió molesto, aunque lucía una sonrisa en su rostro pues encontraba divertida la situación.

- Ese hombre está furioso -comentó Jisung calzándose los pantalones, a pesar de sentir su pene mojado por la corrida-. Debo irme antes de que regrese.

- Podrías quedarte -sugirió Minho con tono meloso.

- Prefiero no enfrentarme a la ira de Changbin.

- Pero no me he corrido.

Minho se quejó, pero le permitió irse, aunque su polla palpitara por correrse sobre el blanco pecho de Jisung, verlo retorciéndose de placer, con esa carita llorosa y sonrojada. Ugh. Imaginárselo también lo haría correrse. Y pudo haberlo conseguido de no haber llegado Changbin con su falsa moral, pregonando una actitud que ni él mismo practicaba, y que regresó a los pocos minutos.
- Pero no me he corrido.

-... Lo siento, pero ya no puedo ayudarte.

Minho se quejó, pero le permitió irse, aunque su polla palpitara por correrse sobre el blanco pecho de Jisung, verlo retorciéndose de placer, con esa carita llorosa y sonrojada. Ugh. Imaginárselo también lo haría correrse. Y pudo haberlo conseguido de no haber llegado Changbin con su falsa moral, pregonando una actitud que ni él mismo practicaba, y que regresó a los pocos minutos.

- He pensado en cerrar el bar y abrir un motel, con lo mucho que a ustedes parece gustarles intimar en cualquier lugar.

- Seguramente tú también harás uso de ese motel -contratacó con socarronería.

-... ¿Y siempre llevarías a Jisung? -preguntó, siguiendo el hilo de la hipotética situación.

- ¿Por qué preguntas?

- Ustedes han estado frecuentándose muy a menudo últimamente.

Minho enarcó sus cejas tupidas, sorprendido por la atención que parecía ponerle Changbin, y podía jurar que ese repentino interés era debido a Jisung.

- No es así. No lo había visto desde hace días.

- Seguramente para ti no cuenta cuando vas a verlo a ese bar en donde baila, pero para mí sí.

Así que sabía de sus salidas a ver al pequeño bailarín. Changbin estaba siguiéndole el rastro muy de cerca.

Sí, era cierto que estuvo yendo a ese bar lujoso muchas noches, pregúntenselo a su estado de cuenta sino, ese lugar era caro, pero valía la pena si era por ver a Jisung moverse sobre un escenario, sacudiendo sus caderas y alborotando su cabello. Por supuesto, el joven no sabía que tenía un espía nocturno, pero Minho siempre iba a verlo y, en ocasiones, se aseguró que el muchacho llegara a salvo a casa.

- ¿No crees que a quien deberías estar espiando es a tu novio? Gastas tus energías conmigo.

- Lo hago porque me preocupo por ti.

- ¿Hay razón para tu preocupación acaso?

- Estás jugando con ese chico, ¿no es así?

Minho irguió los hombros y dejó que la tensión soltada por la pregunta le recorriera la mandíbula, escrutándolo con la mirada mientras en su mente formulaba una respuesta para Changbin porque bien sabía que Changbin no se vería contento con cualquier respuesta. No obstante, no logró formular nada coherente.

- Aléjate de él.

Parecía más una demanda a una sugerencia, y Minho podía sentir la granada ser lanzada contra él directamente.

- ¿Por qué quieres que...?

- Tú sabes tan bien como yo la razón. Vas a lastimarlo y con intención.

Minho se encogió de hombros y respondió:

- Él y yo sólo estamos divirtiéndonos. No le he pedido nada más que eso, y él tampoco quiere algo más allá tampoco.

"¿Cómo puedes estar seguro de los sentimientos de alguien más?", pensó Changbin con pesar. Su intervención era un favor a su gatito. Félix le pidió hace un par de días vigilar al boxeador, alegó que quería saber las intenciones del hombre para con Jisung, aunque ambos sabían de antemano la verdad tras esas preguntas. Y era por eso mismo que Felix estaba preocupado, porque a pesar de que Jisung dijese no estar enamorado de Minho, sabía que su amigo estaba completamente hundido en su amor por el otro. Saldría lastimado, podía jurarlo, y prefería evitarlo a ver a Jisung llorando sobre su almohada cuando todo acabase.

- Félix me pidió alejarte de él.

- Félix debería dejar de jugar a la mamá con él.

- Está preocupado -musitó-. Tú ves a Jisung como si fuera otro de los chicos que frecuentas y él no es así.

- No lo conoces como yo -se jactó, insinuando de Jisung una actitud poco distante de la de aquellos que para Minho abrieron sus piernas con anterioridad.

-... Dime, ¿él te gusta?, ¿es por eso que lo ves tanto?

Minho enarcó la ceja izquierda y con el gesto burlón clavado en los labios respondió:

- ¿Alguna vez me has visto enamorado?

- ¿Y si te dijera que ahora me pareces enamorado de ese muchacho?

- Te diría que estás ciego.

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