Capítulo 2: Chantajear

La tarde había caído y la luz del sol se desvanecía, dejando la casa sumida en una penumbra inquietante. Chosen se encontraba en la sala, su mente aún ocupada por las crueles palabras de Dark del día anterior. Sabía que no debía permitir que sus bromas hirientes lo afectaran, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

“¿Te sientes bien?” preguntó Dark desde la puerta, su voz era un tono despectivo, una máscara de preocupación que no engañaba a nadie. “Parece que tienes una cara larga. ¿Te lastimé demasiado?”

“Déjalo ya, Dark. No tengo ganas de tus juegos,” respondió Chosen, evitando la mirada de Dark. Se centró en la pantalla de su teléfono, tratando de ignorar la presencia abrumadora que lo rodeaba.

“¿Juegos? Vaya, qué palabra tan fuerte. Lo que yo hago es solo un poco de diversión,” Dark dijo, acercándose con una sonrisa burlona. “Pero si no quieres jugar, siempre puedo encontrar algo más interesante.”

Chosen sintió que su corazón latía más rápido. Había aprendido que cuando Dark ofrecía algo “interesante”, no era algo bueno. “¿Qué estás planeando?” preguntó, la inquietud dibujándose en su rostro.

“Oh, nada demasiado serio,” respondió Dark, dando un paso más cerca. “Solo estaba pensando en algunas de tus ‘inseguridades’. Tal vez podría hacer un par de llamadas. Después de todo, siempre es divertido ver a la gente sufrir un poco, ¿no?”

Chosen se tensó, su instinto le decía que debía alejarse, pero el miedo a la manipulación lo mantenía parado. “No… no tienes que hacer eso. Solo déjame en paz,” dijo, tratando de mantener la voz firme.

“¿Pero por qué? ¿No te gustaría que la gente supiera quién eres realmente?” Dark continuó, disfrutando del efecto que sus palabras tenían sobre Chosen. “Puedo hacer que se enteren de lo patético que eres. Todo el mundo merece una buena risa, ¿no crees?”

“Eres un monstruo,” murmuró Chosen, sintiéndose abrumado por la impotencia. “No puedes chantajearme así.”

“¿Chantajearte? Eso suena tan extremo. Lo que yo hago es simplemente una oportunidad,” dijo Dark, su sonrisa volviéndose más siniestra. “Imagínate que tus ‘amigos’ supieran lo que realmente piensan de ti. Tal vez dejarían de hablarte. Y eso sería muy divertido.”

“Basta, por favor,” Chosen suplicó, sintiendo que su voz se quebraba. “No tienes que ir tan lejos. No tienes idea de lo que eso significa para mí.”

“¿Oh, pero sí tengo idea?” Dark se acercó aún más, disfrutando del control que ejercía sobre su compañero. “Sé exactamente lo que significa para ti. La verdad siempre duele, Chosen. Pero puedo ser tu salvador… o tu peor pesadilla. La elección es tuya.”

La tensión en la habitación se volvió palpable. Chosen sentía que la desesperación lo invadía, como si estuviera atrapado en un laberinto del que nunca podría escapar. “No lo harás. No puedes arruinarme así,” dijo, aunque sabía que la amenaza de Dark era real.

“¿De verdad crees que no lo haría? Sabes que puedo hacerlo, y eso es lo que te mantiene aquí. Este juego es mío, y tú solo eres un peón en el tablero,” Dark replicó, su voz baja y amenazante. “Así que, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a dejar que tus miedos te controlen? O quizás, puedes hacer algo diferente.”

“¿Diferente?” Chosen preguntó, sintiendo que cada palabra era un paso más profundo en el abismo. “¿Qué es lo que quieres de mí?”

“Quiero que entiendas que esto es solo un juego. Si deseas que mis amenazas se detengan, simplemente haz lo que te digo. Eso es todo,” dijo Dark, sonriendo, mientras sus ojos brillaban con malicia. “Si no, bueno, la opción es tuya.”

“¿Eso es todo lo que tienes? ¿Chantajes y amenazas?” Chosen se sintió impotente, pero la furia empezaba a brotar en su interior. “No soy tu juguete. No voy a dejar que me manipules.”

“¿No? Bueno, entonces prepárate para la diversión. Voy a hacer que esto sea interesante. Tus secretos están a salvo… por ahora,” Dark respondió, inclinándose hacia atrás con una sonrisa arrogante. “Pero recuerda, siempre tengo el poder de cambiar las reglas.”

Chosen sintió una mezcla de ira y desesperación. Sabía que estaba atrapado en un ciclo tóxico del que no podía escapar. Aunque Dark lo manipulaba, una parte de él se negaba a rendirse. “No voy a dejar que me controlen tus palabras. No siempre ganarás,” dijo, aunque la duda lo invadía.

“¿Y quién te dice que quiero ganar? Este juego ya es mío, Chosen,” Dark se rió, disfrutando del poder que tenía. “Tal vez, solo tal vez, deberías pensar dos veces antes de desafiarme.”

Mientras Chosen se alejaba, una lucha interna se desataba en su mente. Sabía que estaba en una relación destructiva, pero no podía ignorar el efecto que Dark tenía sobre él. Era una batalla constante entre el deseo de escapar y la necesidad de ser aceptado.

Al final, Chosen no podía evitar sentirse atrapado, como si las paredes de la casa se estuvieran cerrando a su alrededor. La realidad se volvía cada vez más oscura, y aunque sabía que debía luchar, a veces, el miedo lo mantenía en su lugar.