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✰°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 6 』•°✰

[Narrador/a POV]

Mientras el amanecer iluminaba la casa y sus alrededores, Green y Blue se encontraban en la cocina, ocupados con sus propias tareas. O al menos, Blue lo estaba, porque Green parecía más interesado en molestar que en ayudar. Blue preparaba un té mientras revisaba una lista de ingredientes, probablemente ideando alguna nueva poción o bebida que los ayudara con la recuperación de Red y Yellow. Green, apoyado en la encimera, lo observaba con esa sonrisa pícaramente familiar que siempre llevaba consigo.

—Entonces —dijo Green, con un tono ligero mientras tamborileaba los dedos sobre la superficie—, ¿vas a seguir ignorando lo que pasó ayer?

Blue ni siquiera levantó la vista de su trabajo, pero su ceja se arqueó ligeramente, lo que para Green era suficiente señal de que había tocado un tema interesante.

—No sé de qué hablas —respondió Blue, con ese tono serio que siempre usaba para fingir desinterés.

Green soltó una pequeña risa y se acercó un poco más, inclinándose sobre la mesa como si quisiera conspirar con él.

—Oh, claro que sabes. Te vi, Blue. Esa forma en la que me miraste cuando dije que... bueno, ya sabes —dijo, dejando la frase en el aire, disfrutando de la incomodidad que intentaba provocar.

Blue finalmente levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de irritación y cansancio.

—¿Otra vez con eso, Green? —dijo, entrecerrando los ojos—. Por si no lo recuerdas, casi nos matas a todos con tu "gran idea". ¿Cómo se te ocurre sugerir... eso frente a Purple?

Green alzó las manos en un gesto inocente, aunque la sonrisa en su rostro traicionaba cualquier intento de parecer serio.

—¿Qué? Solo estaba siendo honesto. Además, siempre funciona, ¿o no? —dijo, encogiéndose de hombros—. Digo, funciona contigo.

Esa última frase fue suficiente para que Blue soltara el cuchillo con el que estaba cortando fruta y lo señalara con un dedo, acercándose peligrosamente.

—¡No empieces, Green! —dijo Blue, con las mejillas ligeramente enrojecidas—. ¿Qué parte de "mantén esas cosas en privado" no entiendes? Purple no necesita saber... nada de eso.

Green dio un paso atrás, levantando las manos en señal de rendición, pero su sonrisa no había desaparecido en absoluto. De hecho, parecía aún más satisfecho.

—Oh, vamos, Blue. No tienes por qué avergonzarte. Lo que hacemos es completamente normal. Y si alguien lo va a entender, es Purple.

—¡No es cuestión de si lo entiende o no! —respondió Blue, visiblemente más frustrado ahora—. Es cuestión de que no necesita saberlo. Ni él ni nadie. ¡Así que cállate, Green!

Green no pudo evitar reír ante la reacción de Blue. Era demasiado fácil provocarlo, pero, en el fondo, sabía que lo hacía porque le encantaba ver esa expresión en su rostro, esa mezcla de irritación y timidez que lo hacía tan único. Decidió bajar un poco el tono, por ahora.

—Está bien, está bien —dijo, levantando las manos nuevamente—. Lo dejaré. Por ahora. Pero, admítelo, Blue, sabes que tengo razón. Siempre funciona.

Blue le lanzó una mirada fulminante, pero no dijo nada más. En lugar de eso, volvió a su trabajo, murmurando algo que Green no alcanzó a escuchar del todo. Aunque no necesitaba palabras para saber lo que Blue estaba pensando. Lo conocía demasiado bien.

Finalmente, Green se alejó un poco, dándole espacio, pero no sin antes susurrar:

—Y no te preocupes, Blue. Tu secreto está seguro conmigo.

Blue resopló, intentando ignorarlo, aunque el leve rubor en su rostro no desapareció. Green, por su parte, salió de la cocina con una sonrisa satisfecha, dejando a Blue con sus pensamientos y su lista de ingredientes.

---

Mientras Green salía de la cocina con su típica sonrisa satisfecha, Blue quedó solo, tratando de concentrarse en sus tareas. Sin embargo, su mente estaba en cualquier lugar menos en las pociones. Las palabras de Green resonaban una y otra vez en su cabeza. "Siempre funciona... funciona contigo... no necesitas avergonzarte." Las frases se mezclaban, y cada vez que intentaba sacarlas de su mente, volvían con más fuerza.

"¿Qué quiso decir con eso frente a Purple? ¿Cree que yo… que nosotros…?" Blue dejó caer la lista que tenía en la mano y apretó los puños. El calor subió a su rostro mientras su mente se iba llenando de escenarios absurdos y, por supuesto, vergonzosos. "¿¡Qué tal si Purple de verdad piensa algo raro!? ¡¿Qué tal si ya lo sabe?!"

Blue bufó, enfadado con sí mismo por sobrepensar algo tan estúpido. Pero no podía evitarlo. Entre más trataba de calmarse, más sentía que Green lo había hecho quedar como un completo idiota frente a Purple. Finalmente, dejó todo lo que estaba haciendo y salió disparado de la cocina en busca de Green, decidido a enfrentarlo.

Lo encontró en el patio trasero, sentado relajadamente en una silla, como si nada en el mundo lo molestara. Green lo vio acercarse con una ceja arqueada, notando la tensión en su andar.

—¿Otra vez tú, Blue? —dijo Green con una sonrisa despreocupada—. ¿Qué pasa ahora? ¿No podías estar lejos de mí por más de cinco minutos?

Blue no respondió de inmediato. Se detuvo frente a él, respirando hondo, intentando mantener la compostura. Pero su mirada ardía, y Green lo notó.

—¡¿Qué demonios fue todo eso que dijiste en la cocina?! —gritó finalmente Blue, apuntándolo con el dedo—. ¡Estabas insinuando cosas frente a Purple, y sabes perfectamente que eso no era necesario!

Green lo miró con calma, aunque su sonrisa se ensanchó aún más.

—¿Insinuando cosas? —repitió, con una inocencia fingida—. ¿Qué cosas, exactamente? Porque si alguien aquí está pensando demasiado, eres tú.

—¡No te hagas el idiota, Green! —espetó Blue, su tono cada vez más alto—. ¡Dijiste esas cosas a propósito para avergonzarme! ¡Siempre haces lo mismo! ¡Y esta vez lo hiciste frente a Purple, alguien que no tiene nada que ver con nuestras cosas!

Green se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas mientras lo miraba fijamente.

—¿Nuestras cosas? —repitió, enfatizando las palabras con una sonrisa maliciosa—. Blue, si hablas así, vas a hacer que cualquiera piense que realmente pasa algo entre nosotros.

Eso fue suficiente para que Blue explotara.

—¡¿Ves lo que digo?! ¡Siempre estás diciendo esas cosas! —gritó, cerrando los puños—. ¡Eres un idiota, Green! ¡Un completo idiota que nunca piensa en cómo me haces quedar frente a los demás!

Green se puso de pie, su sonrisa desvaneciéndose un poco. A pesar de que usualmente disfrutaba molestar a Blue, no esperaba que se lo tomara tan en serio.

—¿De verdad estás tan alterado por eso? —preguntó, su tono más serio, aunque aún juguetón—. Vamos, Blue, relájate. Nadie está pensando nada raro. Y si lo hicieran… ¿qué importa?

—¡A mí sí me importa! —respondió Blue, dando un paso hacia él—. ¡Y estoy harto de que actúes como si nada de esto te importara! Siempre te ríes, siempre haces bromas, pero nunca te tomas nada en serio. ¡Ni siquiera a mí!

Eso último pareció tocar un nervio en Green, quien frunció el ceño por primera vez. Dio un paso hacia Blue, acortando la distancia entre ellos.

—¿Crees que no te tomo en serio? —dijo, su voz más baja pero cargada de tensión—. ¿De verdad piensas eso?

—¡No es que lo piense, Green! ¡Lo sé! —respondió Blue, alzando la voz nuevamente—. Si te tomaras algo en serio por una vez en tu vida, no estaríamos teniendo esta conversación. Pero no, tú solo te ríes y haces bromas mientras yo... yo… ¡olvídalo!

Green apretó los dientes, y en lugar de responder con palabras, dio un empujón a Blue, uno lo suficientemente fuerte como para que retrocediera unos pasos.

—¿Sabes qué, Blue? ¡Estoy harto de tu actitud! —dijo Green, levantando la voz por primera vez—. Siempre me culpas de todo como si tú fueras perfecto. ¡Pero, sorpresa! ¡No lo eres!

Blue, sin pensarlo dos veces, lo empujó de vuelta.

—¡No te atrevas a culparme, Green! —gritó, su ira encendida—. ¡Tú empezaste todo esto con tus estúpidas bromas! ¡Siempre me haces quedar mal, y encima pretendes que no me enoje! ¡Eres un imbécil!

—¡Y tú eres un amargado que no sabe divertirse! —replicó Green, devolviéndole el empujón—. ¡Tal vez si te relajaras un poco, no estarías siempre tan tenso!

La discusión pronto escaló a algo más físico. Blue intentó empujar a Green nuevamente, pero este lo esquivó y se lanzó sobre él, haciéndolo caer al suelo. Ambos rodaron por el césped, intercambiando empujones y algunos golpes, mientras sus gritos llenaban el aire.

—¡Idiota!
—¡Amargado!
—¡Tú no entiendes nada!
—¡Tú eres un obsesivo!

Fue entonces cuando Purple apareció corriendo desde la casa, alarmado por el ruido. Se quedó boquiabierto al ver a Green y Blue peleando como niños en el suelo.

—¡¿Qué demonios están haciendo ustedes dos?! —gritó, interponiéndose rápidamente para separarlos.

Con esfuerzo, logró empujar a ambos hacia lados opuestos. Blue respiraba agitadamente, con el rostro enrojecido tanto por la ira como por el esfuerzo. Green, aunque más relajado, también parecía alterado, pero mantenía esa chispa de desafío en sus ojos.

—¿Van a explicarme qué pasó aquí? —preguntó Purple, cruzándose de brazos y mirando a ambos con desaprobación.

Ambos se miraron, pero ninguno dijo nada. El silencio entre ellos era más fuerte que cualquier grito anterior.

---

Purple los observaba a ambos con una mezcla de confusión y decepción. Green, todavía respirando agitado, levantó las manos en un gesto de calma, pero su mirada seguía fija en Blue, como si intentara desentrañar algo más.

—¿Vas a decir algo o solo vas a quedarte ahí actuando como la víctima otra vez? —dijo Green con un tono mordaz, limpiándose el polvo de las manos.

Blue lo fulminó con la mirada, pero no respondió. Purple dio un paso adelante, intentando calmar el ambiente.

—Chicos, basta ya. Esto se está saliendo de control. Si tienen algo que decirse, háganlo, pero sin comportarse como niños.

Sin embargo, Green no parecía interesado en calmarse. En lugar de eso, dio un paso hacia Blue, con los ojos entrecerrados, como si buscara algo específico. Entonces, sonrió con esa chispa maliciosa que siempre utilizaba cuando quería ganar una pelea, pero esta vez había algo más frío en su tono.

—¿Sabes cuál es tu problema, Blue? —empezó Green, ignorando completamente a Purple—. Te escondes detrás de esa actitud tan seria y perfeccionista, como si nadie pudiera alcanzarte. Pero, en el fondo, eres solo un cobarde.

El golpe verbal hizo que Blue se tensara, pero no dijo nada, manteniendo su postura rígida.

—Siempre estás sobrepensando todo, siempre asumiendo lo peor. Pero ¿sabes qué? Eso no te hace más listo, solo te hace más inseguro —continuó Green, acercándose un poco más—. Y lo peor es que te esfuerzas tanto en controlarlo todo porque tienes miedo. Miedo de perder. Miedo de equivocarte.

Blue apretó los puños, sintiendo cómo las palabras de Green atravesaban sus defensas. Sabía que debía responder, defenderse, pero algo en el tono de Green le hizo quedarse callado, como si realmente hubiera encontrado un punto débil.

—¡Green, basta! —intervino Purple, poniéndose entre ellos nuevamente—. ¿Qué estás haciendo? ¡No es necesario que digas esas cosas!

Green levantó las manos en un gesto de rendición, pero su mirada seguía fija en Blue.

—Solo estoy diciendo la verdad. Si no puede manejarla, ese no es mi problema.

Blue no respondió. Su rostro permanecía inexpresivo, pero en sus ojos había algo distinto: una mezcla de tristeza y rabia contenida. Finalmente, sin decir una palabra, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la casa.

—¿A dónde vas? —preguntó Purple, alarmado por la reacción de Blue.

—A mi habitación —respondió Blue, con la voz fría y distante—. No quiero saber nada más de él.

Green lo observó marcharse, todavía con esa chispa desafiante en su mirada. Pero a medida que el silencio se alargaba, la sonrisa en su rostro comenzó a desvanecerse. Purple, por su parte, lo miró con incredulidad.

—¿Qué demonios fue eso, Green? —preguntó, cruzándose de brazos—. ¿Por qué le dijiste eso?

Green no respondió de inmediato. En lugar de eso, desvió la mirada, como si empezara a darse cuenta de que tal vez había cruzado una línea. Pero su orgullo seguía firme, y simplemente se encogió de hombros.

—Él empezó —fue todo lo que dijo, antes de girarse y caminar en la dirección opuesta.

Purple suspiró, mirando hacia la casa donde Blue había desaparecido. No sabía cómo iba a arreglar esto, pero una cosa era segura: Green y Blue tenían problemas mucho más profundos de lo que parecía.

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El sol ya había subido por completo cuando Red y Yellow regresaron a la casa. Habían estado hablando de manera tranquila, con Red emocionado por las ideas que tenía en mente para mejorar los días de Yellow. Sin embargo, la escena al entrar a la casa cambió por completo la energía.

En el pasillo, junto a la puerta del baño, estaba Blue, sentado en el suelo con la cabeza baja. Sus manos temblaban ligeramente, y aunque intentaba ocultarlo, algunas lágrimas caían por sus mejillas. Yellow fue el primero en notarlo, deteniéndose de golpe.

—Blue... —dijo con un tono serio, pero en sus ojos había preocupación.

Red también se detuvo, mirando la escena con confusión. Yellow no esperó una respuesta; se acercó rápidamente y se agachó frente a Blue.

—¿Qué pasó? —preguntó, colocando una mano en su hombro—. ¿Estás bien?

Blue no levantó la mirada de inmediato. Tragó saliva y limpió sus lágrimas con la manga, intentando recomponerse.

—No es nada... Estoy bien —murmuró, pero su voz temblorosa lo delataba.

Yellow no se movió. Se quedó ahí, mirándolo fijamente, esperando que Blue hablara. Al ver que no iba a irse, Blue suspiró y negó con la cabeza.

—Es Green... discutimos otra vez —admitió finalmente, dejando escapar una risa amarga—. Siempre es lo mismo.

Yellow asintió lentamente, sin decir nada al principio. Luego, con un tono más suave, dijo:

—Blue, no tienes que cargar con todo esto solo. Si te sientes mal, dilo. No eres menos por admitir que algo te está afectando.

Blue alzó la vista por primera vez, encontrándose con la mirada seria pero comprensiva de Yellow. Había algo en su expresión que le transmitía calma, aunque fuera por un momento.

—Gracias, Yellow... —murmuró, limpiándose el rostro otra vez.

Mientras tanto, Red había salido corriendo por el pasillo en busca de respuestas. Encontró a Purple en la cocina, mirando distraídamente por la ventana.

—¡Purple! —exclamó Red, acercándose rápidamente—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué Blue está así?

Purple giró la cabeza, algo sorprendido por la intensidad de Red. Se tomó un momento antes de responder.

—Green y Blue discutieron esta mañana. Fue más intenso de lo normal... Green dijo cosas que no debió decir.

Red frunció el ceño, su energía usualmente despreocupada siendo reemplazada por una seriedad poco común.

—¿Qué cosas?

Purple suspiró y se pasó una mano por el cabello.

—Cosas personales. Tocó un punto débil, y Blue no lo tomó bien. Ahora Green está actuando como si no hubiera pasado nada, y Blue... bueno, lo viste.

Red apretó los puños. Podía ser impulsivo y a veces un poco infantil, pero siempre había tenido un fuerte sentido de protección hacia sus amigos.

—Voy a hablar con Green —dijo con determinación, girándose hacia la puerta.

Purple lo detuvo, agarrándolo del brazo.

—Red, no lo hagas ahora. Green está en su propio mundo y probablemente no va a escucharte. Déjalo enfriar un poco.

Red dudó por un momento, pero finalmente suspiró y asintió.

—Está bien, pero si esto no se arregla pronto, alguien tendrá que hacer algo.

Purple asintió, agradecido de que Red no empeorara las cosas. Ambos se quedaron en silencio por un momento, hasta que Red preguntó:

—¿Crees que Blue estará bien?

Purple lo miró con una leve sonrisa.

—Está con Yellow. Si alguien puede calmarlo, es él.

De vuelta en el pasillo, Yellow todavía estaba junto a Blue, quien parecía un poco más tranquilo. Aunque seguía dolido, el simple hecho de que alguien se quedara a su lado lo hacía sentir menos solo.

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Yellow miró a Blue con calma, observando cómo su respiración se había vuelto más tranquila mientras hablaban. Estaba a punto de continuar su reflexión, pero al notar que Blue no respondía, se detuvo. Una mirada más cercana confirmó lo evidente: Blue se había quedado dormido.

Yellow suspiró, aunque no parecía molesto. Había algo casi tierno en el rostro relajado de Blue mientras dormía. Sabía que cargarlo era la única opción, ya que dejarlo ahí no era una posibilidad. Se inclinó ligeramente y, con cuidado, pasó uno de los brazos de Blue sobre sus hombros para levantarlo.

—Vaya, Blue... eres más pesado de lo que pensé —murmuró para sí mismo mientras lo acomodaba, tratando de no despertarlo.

Con pasos firmes, comenzó a caminar hacia la habitación de Blue. Sin embargo, antes de llegar, la puerta principal se abrió, dejando entrar a Green. El sonido llamó la atención de Yellow, quien giró la cabeza por un momento para ver a su amigo entrar.

Green también lo vio, pero sus ojos no se quedaron en Yellow por mucho tiempo. Se fijaron en Blue, quien descansaba inconsciente sobre los hombros de Yellow. Una leve sensación de molestia recorrió su pecho, una que trató de ignorar pero que le resultaba imposible pasar por alto.

No era rabia, pero sí algo incómodo, como si ver a Blue en los brazos de alguien más lo hiciera sentir... ¿celos? No quería admitirlo, ni siquiera para sí mismo. Así que se limitó a apretar los labios, su expresión seria y cerrada como siempre, aunque por dentro su mente estaba llena de pensamientos que lo traicionaban.

Yellow, por su parte, notó la mirada de Green pero decidió ignorarla. Lo conocía lo suficiente para saber que si Green quería decir algo, lo haría directamente. En cambio, siguió caminando hacia la habitación de Blue, como si nada.

Green cerró la puerta con más fuerza de la necesaria, un pequeño gesto que traicionó su calma exterior. Caminó en dirección opuesta, hacia la sala, apretando los puños y con la mandíbula tensa.

—Solo lo está ayudando porque se siente mal... nada más —murmuró para sí mismo, intentando convencerse.

Pero el pensamiento de Blue apoyado tan tranquilamente sobre Yellow seguía rondando en su cabeza, haciéndolo sentir inquieto de una manera que no lograba controlar.

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Second bajó las escaleras con el cabello desordenado y los ojos todavía algo somnolientos. Se estiró como si acabara de despertar de un sueño profundo, bostezando con fuerza mientras observaba a los demás en la sala.

—Buenos días... —dijo arrastrando las palabras. Miró a su alrededor y notó la ausencia de una figura clave—. Oigan, ¿Blue ya hizo el desayuno?

Green, quien estaba sentado en el sofá con los brazos cruzados, levantó una ceja con evidente molestia.

—No —respondió cortante—. Blue no está... ocupado o algo así.

Second parpadeó, confundido. Blue siempre estaba en la cocina a estas horas, organizando todo. Si no había desayuno, alguien tendría que encargarse.

—Entonces, ¿quién lo va a hacer? —preguntó Second mientras pasaba la mirada por todos los presentes.

Hubo un silencio incómodo. Nadie parecía particularmente dispuesto a asumir la responsabilidad. Green bufó y apartó la mirada, claramente molesto por algo, y Purple fingió estar demasiado ocupado revisando algo en sus manos.

De repente, Red levantó la mano con una sonrisa entusiasta.

—¡Yo lo haré!

Todos voltearon a verlo al mismo tiempo, y las expresiones de desconfianza fueron inmediatas. Incluso Second inclinó la cabeza, dudando de la propuesta.

—¿Tú? —preguntó Green, levantando una ceja—. ¿Desde cuándo sabes cocinar?

—¡Por favor! Puedo manejar esto —dijo Red, poniéndose en pose dramática como si estuviera aceptando un gran reto—. Además, ¿quieren quedarse con hambre o qué?

Second suspiró, rascándose la nuca. Era obvio que la situación era desesperada, y aunque no confiaban mucho en las habilidades de Red en la cocina, no parecía haber otra opción.

—Está bien, Red. Pero no quemes la casa, ¿entendido? —advirtió Second.

—¡No prometo nada! —respondió Red con una risita, lo que no ayudó a calmar las preocupaciones de los demás.

Mientras todos lo miraban con expresiones entre escépticas y resignadas, Red salió rápidamente de la sala. Sin embargo, en lugar de dirigirse directamente a la cocina, tomó un desvío hacia la habitación de Yellow.

—Si voy a cocinar, necesito un aliado —murmuró para sí mismo mientras se apresuraba por el pasillo.

Sin molestarse en tocar, abrió la puerta de la habitación de Yellow, encontrándolo sentado junto a la ventana con una expresión neutral. Yellow levantó la mirada lentamente, arqueando una ceja al verlo entrar tan apresuradamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Yellow con voz seria.

Red sonrió ampliamente, ignorando el tono frío de su amigo.

—Necesito tu ayuda.

Yellow suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria.

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Yellow giró los ojos, dejando el libro que estaba leyendo a un lado. Su expresión era tan neutral que incluso el entusiasmo de Red parecía golpear contra un muro de hielo.

—¿Ayuda para qué? —preguntó con voz plana, levantándose lentamente de su silla.

—¡Para el desayuno! —anunció Red, con un tono tan animado como si estuviera pidiendo ayuda para salvar el mundo—. Blue no está y, bueno... no quiero que todos piensen que voy a prender fuego a la cocina.

Yellow lo miró fijamente, sus ojos analizando cada gesto de Red.

—¿Tú cocinando? —dijo, cruzando los brazos—. Esto suena como una receta para el desastre.

Red se llevó una mano al pecho, fingiendo estar herido.

—¡Oye! ¿No confías en mí?

—No.

Red soltó una carcajada, como si no hubiera escuchado la respuesta. Luego, dio un paso hacia Yellow, casi rogándole.

—Vamos, Yellow. Solo ayúdame a que no se me queme nada... o a que no explote algo.

Yellow suspiró profundamente, como si estuviera enfrentándose a un gran sacrificio.

—Bien —dijo al fin—. Pero si esto se convierte en un desastre, es todo tu culpa.

Red sonrió ampliamente y le dio una palmada en el hombro.

—¡Sabía que podía contar contigo!

「En la cocina」

Al llegar, Red abrió los armarios como si estuviera en un programa de cocina, sacando ingredientes al azar y colocándolos en la mesa sin mucho sentido. Yellow lo observaba desde un rincón, con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo? —preguntó con tono crítico.

—¡Claro que sí! —respondió Red, mientras sostenía un par de huevos en una mano y una bolsa de harina en la otra. Miró ambos objetos como si estuviera resolviendo un acertijo imposible—. Solo necesito... um, inspiración.

Yellow suspiró y se acercó.

—Dame eso —dijo, arrebatándole los huevos—. Si vamos a hacer algo, al menos que sea comestible.

Mientras Yellow tomaba el control, Red intentaba ayudar, pero su concepto de “ayuda” consistía en hacer comentarios innecesarios y moverse torpemente por la cocina.

—¿Sabías que el desayuno es la comida más importante del día? —dijo Red mientras intentaba cortar unas frutas, con resultados desastrosos.

Yellow no respondió, concentrado en batir una mezcla para panqueques.

—Oye, ¿me estás escuchando?

—Sí —respondió Yellow sin apartar la vista del tazón—. Y te recomendaría que no cortes las frutas como si fueran enemigos en una pelea.

Red miró las frutas aplastadas en la tabla de cortar y se rió nervioso.

—Ups.

Después de un rato, con Yellow básicamente a cargo y Red limitado a tareas simples, como colocar la mesa, lograron preparar un desayuno decente. Pancakes, fruta fresca y algo de café para los demás.

—¿Ves? Lo logramos —dijo Red con orgullo mientras colocaba los platos en la mesa.

Yellow se cruzó de brazos y lo miró con seriedad.

—Lo logré yo. Tú solo seguiste órdenes.

Red soltó una risa, sin tomarse el comentario a mal.

—Bueno, equipo Red y Yellow para el desayuno: misión cumplida.

Yellow negó con la cabeza, pero una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, aunque rápidamente la escondió.

Cuando los demás bajaron y vieron la comida, hubo un momento de sorpresa general.

—¿Esto lo hicieron ustedes? —preguntó Green, mirando los platos con escepticismo.

—Sí —respondió Red, inflando el pecho con orgullo—. Bueno, más o menos.

Yellow se sentó en silencio, tomando una taza de café y dejando que Red se llevara todo el crédito.

---

Cuando todos ya estaban sentados comiendo, disfrutando del inesperado desayuno, Second levantó la mirada de su plato y, con un trozo de panqueque todavía en la boca, murmuró:

—Oigan, ¿y Blue?

El silencio se extendió por la mesa por un momento. Red dejó caer su tenedor y miró a los demás con una expresión algo culpable, mientras Green desviaba la mirada hacia su plato como si este tuviera todas las respuestas. Purple fue el primero en romper el silencio.

—Se quedó en su habitación. No ha bajado todavía.

Second frunció el ceño, inclinándose ligeramente hacia Purple.

—¿Está bien? Es raro que no baje para el desayuno... él siempre es el primero.

Yellow, que había estado cortando meticulosamente un trozo de panqueque, levantó la mirada hacia Second.

—No está en su mejor momento —dijo, con un tono más frío de lo habitual, antes de tomar un sorbo de café—. Pero necesita tiempo para procesar las cosas.

Second se recargó en el respaldo de su silla, claramente confundido.

—¿Procesar qué cosas?

Green dejó caer su tenedor ruidosamente sobre el plato, sobresaltando a todos.

—Nada importante —dijo rápidamente, tratando de sonar despreocupado, pero su tono lo traicionaba. Luego, mirando directamente a Yellow, añadió—: ¿Verdad?

Yellow no respondió de inmediato, pero sostuvo la mirada de Green con una mezcla de desaprobación y calma.

—No lo sé, Green —respondió finalmente, con un tono seco—. Quizás deberías preguntarte si eres parte del problema.

El comentario dejó a Green helado por un momento. Red, sintiendo la tensión en el aire, intervino con su habitual torpeza.

—Eh, bueno, ¡seguro que está bien! Blue es fuerte, ¿no? Probablemente solo necesitaba dormir un poco más o... algo.

Purple miró a Red de reojo y suspiró.

—No creo que sea solo eso —dijo en voz baja, pero lo suficientemente audible como para que todos lo escucharan.

Second cruzó los brazos, visiblemente frustrado.

—Si alguien sabe qué está pasando, debería decirlo. No podemos ignorarlo como si nada.

—¿Por qué no subes a hablar con él, entonces? —dijo Green, más a la defensiva de lo que pretendía.

Second se levantó de la mesa con decisión, pero antes de que pudiera decir algo, Yellow habló nuevamente, esta vez con un tono más sereno.

—Deja que descanse, Second. Blue necesita su espacio ahora mismo. Si lo presionas, será peor.

Second parecía querer discutir, pero al ver la firmeza en los ojos de Yellow, optó por volver a sentarse.

—Bien. Pero si no baja en un par de horas, iré a buscarlo yo mismo —dijo finalmente, tomando otro trozo de panqueque mientras resoplaba por la nariz.

La mesa quedó en silencio unos segundos más antes de que Red, con su inusual energía, intentara cambiar el tema de conversación con una historia absurda sobre cómo casi incendió la cocina esa mañana. Aunque todos intentaron seguir la conversación, la ausencia de Blue seguía pesando en el ambiente.

---

Second continuó mirando a Green, su mirada fija y penetrante, como si estuviera tratando de descifrar algún secreto oculto en su rostro. La pregunta rondaba en su mente: ¿Tiene Green algo que ver con Blue? Algo no encajaba, y la forma en que Green reaccionó antes, tan incómodo, le dio aún más razones para sospechar.

Green, al sentir la mirada de Second en su rostro, tensó los músculos, y un sudor frío comenzó a recorrer su espalda. No quería que Second se diera cuenta de lo que había pasado entre él y Blue. Sabía que, si lo hacía, la situación podría complicarse mucho, especialmente porque él mismo no entendía del todo lo que había sucedido.

Red y Purple, por otro lado, intercambiaron una mirada silenciosa. Ambos sabían la verdad, pero se mantenían callados, conscientes de que no era el momento adecuado para hablar. El ambiente se cargó de tensión mientras los otros seguían sin saberlo, pero el silencio entre ellos hablaba por sí mismo.

Yellow, al ver la situación, frunció el ceño y su mirada se endureció al fijarse en Green. Aunque no quería hacer suposiciones, algo en la actitud de Green no le gustaba, y su intuición le decía que había algo más detrás de la forma en que Green evitaba hablar con Blue. Él lo conocía lo suficiente como para saber que algo no estaba bien.

Second, aún confundido por la reacción de Green, preguntó sin querer que sonara acusatorio, pero el tono salió más fuerte de lo que había planeado.

—Green, ¿hay algo que no me estás diciendo sobre Blue? —dijo, con una firmeza que hizo que todos en la mesa lo miraran, especialmente Yellow, cuya expresión era seria, casi desafiante.

Green se tensó, su mente corrió rápidamente, buscando la mejor manera de evitar que Second lo descubriera. Su garganta se cerró por un momento, pero finalmente, con una falsa sonrisa, intentó restarle importancia.

—No, Second, no es nada... solo cosas que pasan, ¿sabes? —dijo, pero su voz traicionó un leve temblor que no pasó desapercibido para los más atentos.

Second, sin embargo, no estaba convencido. Sabía que Green estaba mintiendo, y la falta de transparencia en su respuesta solo alimentaba sus sospechas. Lo miró fijamente, tratando de leer su rostro y sus gestos, pero Green era experto en ocultar sus emociones.

La tensión en la mesa aumentaba, y Red, aunque intentaba parecer despreocupado, se sentía incómodo con la situación. Purple, en un esfuerzo por aliviar la atmósfera, empezó a jugar con su tenedor y miró hacia el lado, pero no pudo evitar sentir que se estaba acercando el momento en que todo saldría a la luz.

Yellow, por su parte, ya no podía ignorar lo que estaba sucediendo. Sus ojos estaban fijos en Green, y su expresión mostraba claramente su desconfianza. No era solo que no le gustara lo que veía, sino que algo en el comportamiento de Green lo había estado molestando desde hace tiempo.

Finalmente, Second suspiró, mirando a todos los presentes.

—Ya lo tengo claro. Habrá una conversación más tarde, pero no aquí, no ahora —dijo, levantándose de la mesa.

Green, aliviado por el hecho de que Second no insistiera más, se recargó en la silla, pero no pudo evitar sentirse culpable por las miradas de Yellow. Sabía que, en algún momento, tendría que enfrentarse a las consecuencias de lo que había hecho, y tal vez ese momento estaba cada vez más cerca.

La conversación siguió, pero la atmósfera ya no era la misma. Todos sabían que, tarde o temprano, la verdad saldría a la luz, y eso cambiaría las cosas para siempre.

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Red observó a Yellow desde su asiento, notando cómo la tensión en su rostro no desaparecía. Sus ojos no dejaban de mirar hacia la puerta, como si esperara que Blue apareciera en cualquier momento. Aunque Yellow trataba de disimularlo, Red lo conocía bien; sabía que estaba preocupado por su amigo, y que algo en su interior se estaba retorciendo con cada segundo que pasaba sin saber de Blue.

Sin pensarlo mucho más, Red se levantó y se acercó lentamente a Yellow. Le puso una mano en el hombro, lo que hizo que Yellow, al principio, se tensara un poco. Sin embargo, Red no dejó que la distancia permaneciera. Le ofreció una sonrisa sincera, con la intención de darle algo de consuelo.

—Vamos a la sala, ¿sí? —dijo Red, con voz suave pero firme. No era una pregunta, era una invitación. Sabía que Yellow necesitaba un respiro, y aunque no podía hacer mucho para calmar sus inquietudes, al menos podía darle un poco de compañía.

Yellow lo miró en silencio, como si estuviera debatiendo consigo mismo si debía seguir a Red o quedarse esperando algo que no llegaba. Finalmente, con un suspiro, se levantó de su silla. Red lo guió suavemente hacia la sala, sin apresurarlo. No era necesario. Yellow seguía pensativo, pero aceptó la compañía sin rechazarla.

Una vez en la sala, Red se acercó más y, sin decir nada más, lo abrazó con fuerza, queriendo transmitirle algo de paz. Yellow permaneció inmóvil al principio, sorprendido por el gesto. No solía ser alguien que aceptara abrazos fácilmente, especialmente cuando su mente estaba en un torbellino de emociones, pero algo en el abrazo de Red le dio un alivio momentáneo.

En ese instante, Yellow no dijo nada. Sólo cerró los ojos por un momento, permitiendo que el calor de Red lo envolviera. Aunque su mente seguía preocupada por Blue, había algo reconfortante en saber que, aunque no pudieran hacer nada por ahora, no estaba solo.

Red sostuvo el abrazo por unos momentos más antes de apartarse suavemente. Miró a Yellow, tratando de leer sus ojos, pero Yellow no dijo una palabra. Sólo una leve inclinación de su cabeza mostró su agradecimiento, y eso fue suficiente para Red.

—Todo estará bien, Yellow —dijo Red con una sonrisa tranquila, intentando calmar los temores de su amigo.

Yellow asintió lentamente, aún en silencio, pero había algo diferente en su expresión. Quizá no se sentía completamente bien, pero el apoyo de Red le dio algo de esperanza.

Después de un rato, ambos se quedaron en la sala, sin muchas palabras, pero el ambiente era más ligero que antes. Aunque las preocupaciones seguían allí, al menos tenían el uno al otro.

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El silencio en la sala se alargó, pero no era incómodo. Red y Yellow permanecieron sentados, cada uno en sus pensamientos, pero la cercanía entre ellos, el simple hecho de estar juntos, de alguna manera hacía que todo pareciera más soportable.

Yellow, con una leve sonrisa, se recostó un poco en el sofá. La tensión en su rostro se había suavizado, aunque aún estaba preocupado por Blue. Red lo miraba con una expresión tranquila, sus ojos brillando con una sinceridad que rara vez mostraba. Se sentó junto a Yellow, sin decir nada por un momento. Luego, vio a su amigo, todavía algo pensativo, y decidió romper el silencio.

—Sabes... —comenzó Red, en un tono bajo pero cálido—, me alegra verte relajado un poco.

Yellow levantó la mirada, encontrando los ojos de Red. Había algo en esa mirada, algo tan genuino que, por un instante, hizo que Yellow dejara de preocuparse tanto. Su expresión se suavizó aún más, y un pequeño suspiro escapó de sus labios.

—Gracias por esto, Red... —dijo Yellow, su voz suave pero cargada de gratitud. No estaba acostumbrado a mostrar sus emociones, pero en ese momento, necesitaba hacerlo.

Red sonrió ampliamente, aunque de una forma más reservada de lo habitual. Estiró su brazo lentamente y puso su mano en el hombro de Yellow, un gesto simple, pero lleno de apoyo.

—No tienes que darme las gracias. Sabes que siempre estaré aquí, ¿verdad? —dijo Red, con la voz firme pero sin presionar. Sus palabras eran sencillas, pero estaban llenas de un significado profundo.

Yellow asintió, mirando su mano sobre su hombro. Por un momento, las palabras no fueron necesarias. Sabía que Red estaba ahí por él, siempre lo había estado. Y eso le daba una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo. Cerró los ojos por un segundo, dejándose llevar por la calidez de ese momento.

Finalmente, Red rompió el silencio con una ligera risa, tratando de aligerar el ambiente.

—Oye, si te preocupa tanto Blue, podemos ir a buscarlo más tarde. Pero no te estreses tanto. Todo se solucionará.

Yellow lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de agradecimiento y nostalgia. No era fácil para él confiar tan abiertamente, pero con Red, las palabras salían con mayor facilidad.

—Lo sé... sólo es que... Blue es importante para mí. No quiero que pase nada malo.

Red asintió, comprendiendo perfectamente. Luego, hizo un gesto juguetón con la mano.

—Bueno, si te hace sentir mejor, puedo ir a golpear a Green por molestarte tanto con sus miradas celosas —dijo con una sonrisa traviesa, queriendo hacer reír a Yellow.

Yellow se sorprendió, luego una pequeña risa escapó de sus labios. Era un sonido raro, pero genuino. Red había conseguido hacerlo sonreír, aunque fuera un poco.

—No te atrevas —respondió Yellow, levantando una ceja, pero la sonrisa en su rostro ya no podía ser ignorada.

Red rió también, dándole una pequeña palmada en la espalda a Yellow, quien parecía un poco más relajado ahora. Ese pequeño momento, tan simple y tan lleno de apoyo, les recordó a ambos lo importante que era tenerse el uno al otro.

A veces, no se necesitaba mucho para que la oscuridad del mundo pareciera un poco más ligera. Y en ese instante, con el sol comenzando a elevarse lentamente por el horizonte, Red y Yellow sabían que, aunque las preocupaciones seguían presentes, al menos tenían algo mucho más fuerte: su amistad.

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Red observaba a Yellow, aún con una sonrisa en el rostro. Había algo en verlo más relajado que le llenaba el corazón. Pero claro, no sería Red si no intentaba hacer las cosas aún más divertidas.

—Oye, Yellow... —comenzó con un tono pícaro mientras se inclinaba hacia él—. ¿Sabes que tengo un secreto?

Yellow arqueó una ceja, desconfiado, pero aún con su expresión seria.

—¿Qué clase de secreto, Red?

La sonrisa de Red se ensanchó.
—Pues... que sé cómo hacerte reír, aunque no quieras.

Antes de que Yellow pudiera reaccionar, Red lo atacó con cosquillas rápidas en el costado. Yellow dio un respingo, claramente tratando de contener la risa, pero su cuerpo reaccionó antes que su mente.

—¡Red, para! —dijo, con una voz más aguda de lo habitual, mientras intentaba apartarlo.

—¡No hasta que te rías! —replicó Red, riendo él mismo mientras sus manos no dejaban de moverse con rapidez.

Yellow intentó empujar a Red, pero estaba demasiado cerca, y sus intentos de mantenerse serio fallaban. Pronto una leve risa escapó de sus labios, aunque trató de ocultarla.

—¡Eres insoportable! —gritó entre risas, y finalmente decidió contraatacar.

Yellow le devolvió las cosquillas con precisión, encontrando rápidamente los puntos débiles de Red. Este soltó un chillido que lo hizo retorcerse en el sofá, tratando de escapar.

—¡No, no, no, espera, espera! ¡Eso es trampa! —exclamó Red, mientras intentaba cubrirse sin éxito.

Ambos se enzarzaron en un improvisado duelo de cosquillas, riendo como niños. Yellow, aunque normalmente frío y reservado, no podía evitar dejarse llevar por el momento. Su risa era rara, pero genuina, y Red la disfrutaba más que nada.

En un momento, entre el caos, Red perdió el equilibrio mientras intentaba escapar de las manos de Yellow. Con un movimiento torpe, terminó resbalando del sofá y cayó directamente en las piernas de Yellow.

El tiempo pareció detenerse por un segundo. Red, con los ojos abiertos de par en par, miró hacia arriba para encontrarse con el rostro sorprendido de Yellow. Por un momento, ninguno de los dos dijo nada.

—Esto... no estaba en el plan —murmuró Red, rompiendo el silencio con una risa nerviosa.

Yellow soltó un suspiro, tratando de mantener su seriedad, pero su rostro traicionaba una ligera sonrisa.

—Eres un desastre, Red —dijo, aunque no lo empujó ni se quejó. En lugar de eso, dejó que Red se quedara donde estaba, como si no quisiera arruinar el momento.

—Pero un desastre encantador, ¿no? —bromeó Red, guiñándole un ojo mientras se acomodaba ligeramente en sus piernas, con total confianza.

Yellow rodó los ojos, pero en el fondo no pudo evitar sentirse cómodo. Había algo tranquilizador en la energía de Red, algo que hacía que los muros que siempre mantenía levantados se sintieran menos pesados.

El amanecer seguía iluminando la sala con su suave luz, y en ese instante, ni Red ni Yellow pensaban en nada más que en la tranquilidad de estar juntos.

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Red seguía recostado en las piernas de Yellow, mirando hacia el techo con una sonrisa triunfante.

—¿Sabes qué, Yellow? Creo que este es mi lugar favorito ahora —dijo, dejando que su cabeza se acomodara mejor.

Yellow levantó una ceja, claramente incómodo pero sin atreverse a moverlo.

—Tienes un concepto extraño de comodidad, Red.

Pero Red no podía dejarlo así. Con una sonrisa pícara, de repente alzó una mano y volvió a atacar con cosquillas, esta vez en las costillas de Yellow.

—¡Red, no otra vez! —exclamó Yellow, sorprendido, mientras trataba de sujetar la mano invasora de su amigo.

Pero Red era rápido. Aprovechando que estaba cerca, se incorporó de las piernas de Yellow y lo empujó ligeramente hacia un lado, posicionándose en una postura donde tenía ventaja. Yellow intentaba defenderse, pero la risa empezaba a romper su compostura.

—¡Dije que no! —protestó Yellow, aunque su voz salía entrecortada por las carcajadas.

—¡Imposible! ¡Te tengo justo donde quiero! —bromeó Red, riendo mientras movía las manos rápidamente en los costados de Yellow.

Yellow, cansado de defenderse, contraatacó con más fuerza. Logró derribar a Red de espaldas al sofá y, usando su peso, lo atrapó debajo de él. Ahora era su turno de aplicar las cosquillas.

—¿Quién está atrapado ahora? —dijo Yellow, todavía serio, pero con una chispa de diversión en su tono.

—¡Espera, espera! ¡Estoy indefenso! —gritó Red, riendo a carcajadas mientras intentaba zafarse de Yellow.

Los dos seguían cambiando de posiciones, empujándose y girando por el sofá como si fueran niños jugando. Red logró zafarse momentáneamente y se sentó encima de Yellow, pero este lo empujó hacia el suelo, dejándolo de nuevo a su merced.

En medio del caos, la puerta de la sala se abrió de golpe, y Green entró primero, seguido por Purple y Second. Los tres se quedaron congelados al ver la escena: Yellow atrapando a Red contra el suelo, ambos jadeando y riendo.

—¿Qué demonios...? —preguntó Green, mirando con los ojos entrecerrados, claramente confundido.

—¿Interrumpimos algo? —añadió Purple, llevándose una mano a la boca para ocultar su risa.

Second, por su parte, simplemente levantó una ceja, observando la situación con expresión de total incredulidad.

—¿Qué están haciendo tan temprano? —preguntó Second finalmente.

Red, todavía atrapado bajo Yellow, levantó una mano como si pidiera ayuda.

—¡Es un entrenamiento! ¡Prometo que no tiene nada de raro! —dijo entre risas.

Yellow, que aún lo tenía inmovilizado, se levantó rápidamente, tratando de recuperar su compostura.

—No es lo que parece —dijo con su habitual tono frío, pero su rostro ligeramente enrojecido delataba que, en el fondo, estaba algo avergonzado.

Green cruzó los brazos y miró a los dos, claramente disfrutando del momento.

—Claro, claro... Seguro estaban 'entrenando' —dijo con un tono sarcástico, haciendo comillas con los dedos.

Purple se acercó a Red y lo ayudó a levantarse, dándole unas palmaditas en el hombro.

—Al menos ustedes dos parecen llevarse bien ahora —comentó Purple con una sonrisa.

El grupo soltó una risa general, y aunque Yellow intentó disimular, una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras ayudaba a Red a sacudirse el polvo.

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El sol ya estaba en su punto más alto, bañando la casa con una luz cálida. Yellow estaba en su habitación, sentado al borde de la cama, con la mirada perdida en la ventana. El recuerdo de la mañana, de su improvisado juego de cosquillas con Red, seguía rondando su mente. Por alguna razón, no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en la energía despreocupada de Red, en cómo siempre lograba romper esa barrera que él mismo había construido a su alrededor.

—Ese idiota... —susurró para sí mismo, aunque en su tono había más cariño que molestia.

Mientras tanto, en el patio trasero, Purple estaba con Green, quien no dejaba de moverse de un lado a otro con los brazos cruzados, claramente incómodo. Purple lo observaba con una sonrisa tranquila, sabiendo exactamente qué decir.

—Mira, Green, no sé exactamente qué pasó entre tú y Blue, pero no puedes seguir ignorándolo —dijo Purple, apoyándose contra un árbol.

Green resopló, mirando al suelo como si estuviera buscando una excusa.

—No lo estoy ignorando. Solo... estoy esperando el momento adecuado.

Purple alzó una ceja, cruzando los brazos.

—¿Y cuándo sería ese momento, según tú? ¿Cuando Blue decida que no vale la pena seguir esperando?

Green frunció el ceño, pero no respondió. Purple dio un paso hacia él, su tono más suave esta vez.

—Mira, sé que a veces no sabes cómo manejar estas cosas, pero Blue no es como tú. Él siente las cosas más intensamente, y cuando algo lo afecta, lo hace de verdad. Tienes que hablar con él, Green. Aunque sea para disculparte.

Green levantó la vista, con una mezcla de frustración y vergüenza en el rostro.

—¿Y qué se supone que diga?

Purple sonrió de lado.

—Dile la verdad. Dile lo que piensas. Y, por favor, no intentes bromear o evadir el tema como siempre haces.

Green suspiró pesadamente, pasándose una mano por el cabello.

—Lo pensaré...

—No lo pienses demasiado —añadió Purple, dándole una palmada en el hombro—. Solo hazlo.

Mientras tanto, dentro de la casa, Blue finalmente despertó de su siesta. Se sentía algo desorientado, pero el hambre no tardó en recordarle que no había comido nada en horas. Se dirigió a la cocina, todavía con el cabello algo revuelto, y abrió la despensa buscando algo sencillo.

—Hmm... algo rápido... —murmuró, sacando un pan y un poco de queso.

Mientras preparaba un sándwich, sus pensamientos se desviaron hacia Green. La pelea seguía fresca en su mente, y aunque no podía evitar sentirse herido, también sabía que Green no era precisamente el mejor manejando emociones.

Blue suspiró mientras tomaba un mordisco de su improvisada comida.

—Siempre es complicado contigo, Green... —susurró para sí mismo, aunque había un leve dejo de esperanza en su voz.

Fuera de la casa, Purple observaba a Green desde lejos mientras este parecía debatirse consigo mismo.

—Vamos, Green... —murmuró Purple en voz baja, esperando que su consejo realmente surtiera efecto.

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Blue estaba terminando su sándwich cuando escuchó pasos detrás de él. Al girarse, se encontró con Green parado en la puerta de la cocina, su expresión era difícil de leer, como si estuviera reuniendo valor para hablar. Blue frunció levemente el ceño, pero no dijo nada; en cambio, continuó comiendo en silencio, esperando a que Green hiciera el primer movimiento.

Green dio un paso al interior de la cocina, frotándose la nuca nerviosamente.

—Hey... —empezó, con un tono vacilante.

Blue levantó una ceja, masticando lentamente antes de responder.

—¿Hey qué?

Green suspiró, bajando la mirada al suelo por un momento antes de levantarla nuevamente hacia Blue.

—Quiero hablar... sobre lo de ayer.

Blue apoyó su plato en la mesa y cruzó los brazos, esperando.

—¿Ah, sí? ¿Y qué tienes para decir?

El tono de Blue era más frío de lo que Green estaba acostumbrado, y eso lo incomodó. Aún así, decidió no retroceder.

—Mira, lo siento, ¿vale? Fui un idiota. Me dejé llevar y dije cosas que no debía.

Blue lo miró fijamente, intentando descifrar si las palabras de Green eran genuinas.

—¿Solo eso? —preguntó finalmente, con una ceja arqueada.

Green apretó los labios, claramente frustrado consigo mismo.

—No, no es solo eso. Es... —hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras correctas—. Es que no soy bueno con estas cosas, ¿vale? Y cuando siento que estoy perdiendo algo importante, me pongo... raro.

Blue frunció el ceño, sin dejar de observarlo.

—¿Perdiendo algo importante?

Green asintió, desviando la mirada hacia el suelo.

—Tú, Blue. Estoy hablando de ti.

Eso tomó a Blue por sorpresa. Su expresión se suavizó ligeramente, aunque aún había cierta desconfianza en su mirada.

—¿Y por qué harías todo lo contrario si te importa? —preguntó, su voz más tranquila pero todavía seria.

Green suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—Porque soy un idiota, y a veces no sé cómo manejar las cosas. Tú siempre eres tan... tan bueno con todo, y yo no quiero arruinarlo. Pero al final, siempre termino arruinándolo de todas formas.

Hubo un momento de silencio en la cocina, donde solo se escuchaba el leve crujido de las hojas de los árboles afuera. Blue se quedó mirándolo, procesando sus palabras. Finalmente, suspiró y se levantó de la silla.

—Eres un idiota, Green. Pero al menos lo reconoces.

Green lo miró, sorprendido por la falta de enojo en su tono.

—¿Entonces...?

Blue se encogió de hombros, cruzando los brazos.

—Entonces tienes que demostrar que no lo vas a seguir arruinando. Las palabras no significan mucho si no haces nada para cambiar.

Green asintió lentamente, sabiendo que Blue tenía toda la razón.

—Lo haré. Lo prometo.

Blue lo miró fijamente durante un momento antes de esbozar una ligera sonrisa.

—Más te vale.

Green dejó escapar una risa nerviosa, sintiéndose un poco más relajado.

—¿Entonces estamos bien?

Blue no respondió de inmediato; en lugar de eso, dio un paso hacia Green y lo golpeó suavemente en el brazo.

—Estamos bien... por ahora.

Green sonrió ampliamente, aliviado, y levantó las manos en señal de rendición.

—No te decepcionaré, Blue.

Blue rodó los ojos, pero su sonrisa permaneció.

—Eso espero, Green. Porque no pienso darte otra oportunidad tan fácilmente.

Con eso, Blue volvió a sentarse, retomando su sándwich, mientras Green se relajaba finalmente. Habían arreglado las cosas, al menos por ahora.

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Green se quedó en la cocina mientras Blue retomaba su sándwich. Lo miró por un momento, y una sonrisa traviesa apareció en su rostro. Parecía estar debatiéndose internamente, pero al final tomó una decisión. Caminó hacia Blue con pasos firmes, quien levantó la mirada, desconcertado.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó Blue, aún masticando, sin esperar lo que estaba por venir.

Antes de que Blue pudiera procesar algo más, Green se inclinó y le plantó un beso rápido en los labios. Fue tan inesperado que Blue se quedó congelado en su lugar, los ojos completamente abiertos y el sándwich a medio camino de su boca.

Green se enderezó, todavía con esa sonrisa traviesa.

—Solo para que sepas que hablo en serio —dijo con un guiño antes de girarse y salir de la cocina como si nada.

Blue seguía en shock, su rostro comenzando a enrojecer poco a poco mientras intentaba procesar lo que acababa de pasar.

Desde el pasillo, Red y Purple lo habían visto todo. Ambos estaban escondidos detrás de una pared, con la cabeza ligeramente asomada. Sus expresiones eran una mezcla de sorpresa, incredulidad y asombro absoluto.

—¿Acaba de...? —susurró Red, incapaz de terminar la frase.

—Oh, sí. Lo hizo —confirmó Purple, sus ojos todavía fijos en la escena.

Hubo un momento de silencio entre los dos antes de que Red dejara escapar una risa ahogada, tratando de no delatarse.

—¡Este par es un caso perdido!

Purple asintió, pero no podía evitar sonreír un poco.

—Definitivamente lo son. Pero, oye... admito que Green tiene agallas.

Red le dio un codazo juguetón a Purple, todavía riendo por lo bajo.

—¿Crees que Blue lo mandará a volar después de esto?

Purple se encogió de hombros.

—Sinceramente, creo que Blue está demasiado en shock como para reaccionar ahora. Pero... ya veremos.

Ambos se retiraron, aún riéndose entre ellos, mientras en la cocina Blue seguía ahí, inmóvil, procesando lo ocurrido. Una cosa era segura: Green acababa de cambiar la dinámica entre ellos de una forma que nadie vio venir.

---

[Continuará...♡]


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