✰°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 5 』•°✰
[Narrador/a POV]
Red volvió a la casa con Reuben trotando a su lado, aún inmerso en sus pensamientos. Mientras cruzaba el patio, vio a Blue y Green discutiendo cerca de la entrada.
—¿Otra vez peleando? —preguntó Red, intentando aliviar la tensión con una sonrisa.
Blue se giró, cruzando los brazos—. Green siempre dice tonterías.
Green soltó una risa burlona y le dio un suave codazo a Blue.
—No son tonterías si funcionan. Además, ¿no fue una “tontería” lo que te hizo a ti cambiar de humor la última vez?
Blue se sonrojó de inmediato, dándole un empujón en el hombro—. ¡Cállate, idiota!
Red los observó con una ceja levantada, divertido por la dinámica de ambos.
—¿De qué están hablando? —preguntó, mientras Reuben empezaba a husmear por el suelo.
—Nada que te interese —dijo Blue rápidamente, aunque Green, con una sonrisa pícara, añadió:
—Solo le estaba diciendo a Blue que, si quieres que Yellow deje de ser tan amargado, podrías probar algo más… efectivo.
Blue le lanzó una mirada de advertencia, pero Green, sin importarle, siguió hablando.
—¿Sabes? Algo que realmente lo saque de su zona de confort.
Red parpadeó, confundido—. ¿Como qué?
Green se encogió de hombros con una sonrisa traviesa—. Ya sabes, algo emocionante, algo… íntimo.
Blue no aguantó más y le dio un golpe en la nuca—. ¡Green! No digas estupideces.
—¿Qué? ¡Es una opción válida! —protestó Green, sobándose la cabeza pero sin borrar la sonrisa.
—No lo es —replicó Blue, frunciendo el ceño antes de mirar a Red—. Si realmente quieres ayudar a Yellow, concéntrate en las cosas bonitas que le puedan alegrar el día. Algo simple pero significativo.
Red inclinó la cabeza, pensativo—. ¿Como qué cosas bonitas?
Blue suspiró, calmándose un poco—. Cosas como ver el amanecer juntos, explorar lugares tranquilos, o simplemente pasar tiempo con él haciendo algo que le guste. Algo que no lo haga sentir incómodo o presionado.
Green soltó una carcajada suave, señalando a Blue—. Mira quién habla de cosas bonitas, como si no supiera exactamente qué cosas “bonitas” hacen falta para animar a alguien.
Blue se sonrojó nuevamente y lo empujó—. ¡Tú cállate!
Red, aunque entretenido con la discusión, levantó una mano—. Oigan, oigan, suficiente. Gracias por los consejos… o lo que sea que esto fue.
Blue suspiró y cruzó los brazos—. Solo no hagas nada raro, ¿de acuerdo?
—¿Yo? ¿Raro? Nunca —respondió Red, levantando las manos en señal de inocencia antes de llamar a Reuben para entrar a la casa.
Mientras subía las escaleras hacia su habitación, Red no pudo evitar sonreír. A pesar de las bromas y comentarios de Green, la idea de pasar tiempo con Yellow en algo más tranquilo parecía un buen plan. Tenía que pensar en algo especial, algo que pudiera mostrarle a Yellow que no todo tenía que ser tan serio.
Ya en su cuarto, Red cerró la puerta, se dejó caer en la cama y miró al techo.
—Bueno, Reuben, supongo que tenemos trabajo que hacer —dijo en voz baja, mirando al cerdito que se acurrucaba a sus pies.
A pesar de la confusión y los retos, Red sentía que estaba más cerca de encontrar una forma de conectar con Yellow. Una sonrisa ligera apareció en su rostro mientras empezaba a planear el próximo paso.
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Mientras tanto, Yellow estaba en su habitación, sentado en el borde de la cama, observando el libro que había intentado leer antes. Sus ojos estaban fijos en las palabras, pero su mente estaba en otro lugar. No podía dejar de pensar en lo extraño que Red había estado actuando últimamente. Aunque sabía que Red siempre era algo excéntrico, últimamente parecía más... persistente.
Cerró el libro con un suspiro y se levantó, cruzando la habitación con pasos medidos. Se asomó por la ventana, observando cómo el sol comenzaba a ponerse lentamente en el horizonte. La luz dorada iluminaba los árboles, y aunque Yellow siempre había visto el atardecer como un recordatorio de lo efímero del tiempo, esta vez le provocó una ligera incomodidad.
—¿Qué estás tramando, Red? —murmuró para sí mismo.
Un golpe suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Antes de que pudiera responder, Purple asomó la cabeza con una sonrisa tímida.
—¿Puedo pasar?
Yellow asintió, dándole la bienvenida con un gesto.
Purple entró y cerró la puerta detrás de él, caminando hasta sentarse en una silla cercana.
—¿Todo bien? Te ves algo... pensativo —dijo, inclinando la cabeza.
Yellow soltó un suspiro, cruzando los brazos—. Estoy bien. Solo estaba... reflexionando.
Purple lo miró con curiosidad, apoyando los codos en sus rodillas.
—¿Sobre qué?
Yellow dudó un momento antes de responder—. Sobre Red.
Purple sonrió ampliamente—. Ah, Red. Siempre sabe cómo meterse en la cabeza de todos, ¿verdad?
Yellow lo miró con una ceja levantada, sin saber si Purple estaba bromeando o hablando en serio.
—No es eso. Es solo que... últimamente parece más... enfocado en algo. No sé en qué, pero puedo sentirlo.
Purple asintió lentamente, pensativo.
—Sí, Red tiene esa energía. A veces parece que no piensa en nada, pero cuando se le mete algo en la cabeza, no hay quien lo detenga.
Yellow suspiró, acercándose a la ventana nuevamente.
—No sé si eso sea algo bueno o malo.
Purple se levantó y caminó hasta colocarse a su lado, mirando también por la ventana.
—¿Por qué no hablas con él? Quizás te está intentando decir algo, pero no encuentra la forma.
Yellow lo miró de reojo, pensativo.
—¿Hablar con él? Red no es exactamente alguien fácil de leer.
Purple soltó una pequeña risa—. ¿Y tú sí?
Eso hizo que Yellow frunciera el ceño levemente, pero no respondió. Purple le dio un leve golpe en el hombro, intentando animarlo.
—Solo digo, a veces nos complicamos demasiado con las cosas. Tal vez Red solo quiere compartir algo contigo. No lo sabrás hasta que lo enfrentes.
Yellow suspiró nuevamente, pero no podía negar que Purple tenía razón.
—Tal vez... lo intentaré.
Purple sonrió, satisfecho, y comenzó a caminar hacia la puerta.
—Eso espero. Mientras tanto, no te encierres aquí. Ven con los demás cuando estés listo, ¿sí?
Yellow asintió en silencio, y Purple salió de la habitación, dejándolo con sus pensamientos.
Miró de nuevo el atardecer y luego al libro que había dejado en su cama. Algo en su interior le decía que Red estaba planeando algo relacionado con él, pero no podía imaginar qué. Aun así, una parte de él sentía curiosidad, y por primera vez en mucho tiempo, una pequeña chispa de expectativa comenzó a crecer dentro de él.
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Al día siguiente, cuando apenas eran las 5:30 de la madrugada, Red entró silenciosamente en la habitación de Yellow. La puerta crujió un poco, pero Red no se detuvo. Sabía que Yellow seguía profundamente dormido, y esa era precisamente la razón por la que había llegado tan temprano.
Llevaba consigo una pequeña caja llena de papeles, lápices y otros materiales. También traía su característico entusiasmo desbordante, que, a esas horas, contrastaba con el silencio del resto de la casa.
—¡Hora de levantarse, amargado! —susurró Red en voz alta, aunque lo de "susurrar" no se le daba muy bien.
Yellow, que estaba boca abajo con una almohada sobre la cabeza, gruñó algo ininteligible y se giró hacia el otro lado.
Red se acercó, dejando la caja en el suelo, y tiró suavemente de las mantas que cubrían a Yellow.
—¡Vamos, el sol no esperará! Bueno, técnicamente todavía no sale, pero por eso mismo debemos prepararnos.
Yellow abrió un ojo lentamente, claramente molesto.
—¿Qué demonios haces aquí, Red? —murmuró con voz ronca, su tono frío habitual.
—Salvándote de ti mismo, obviamente —respondió Red con una sonrisa traviesa, mientras le daba unos pequeños golpecitos en el hombro—. Tenemos un día lleno de actividades para que te dejes de amargar.
Yellow lo miró como si estuviera loco, pero su cansancio lo superaba y simplemente volvió a cerrar los ojos.
—Sal de mi habitación.
Red se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
—No.
Yellow suspiró con frustración y se sentó en la cama, despeinándose aún más el cabello.
—¿Qué actividades?
Red sonrió triunfante y levantó la caja como si fuera un trofeo.
—¡Actividades creativas! Vamos a hacer dibujos, escribir cosas divertidas, y tal vez, si te portas bien, salgamos a buscar un lugar para ver el amanecer.
Yellow lo miró incrédulo.
—¿Tú planeaste esto?
Red asintió con entusiasmo, sus ojos brillando con emoción.
—¡Claro que sí! No te preocupes, te prometo que no te aburrirás.
Yellow suspiró, pasándose una mano por la cara, pero había algo en el entusiasmo de Red que le impedía simplemente decirle que no.
—Está bien, pero dame al menos diez minutos.
—Cinco —replicó Red, señalándolo con un dedo.
—Diez —insistió Yellow con un tono firme.
Red puso los ojos en blanco dramáticamente, pero asintió.
—Está bien, pero no te duermas otra vez, porque si lo haces, regresaré con agua fría.
Yellow lo miró con cansancio, pero una pequeña y casi imperceptible sonrisa se asomó en la esquina de sus labios.
—Lo que digas, Red.
Red salió de la habitación, dejando la caja en el suelo, y cerró la puerta con cuidado. Mientras esperaba en la sala, ya se imaginaba todas las maneras en las que haría que Yellow participara en sus planes. Para él, esa mañana era el primer paso para hacer que su amigo dejara de ver el mundo de forma tan gris.
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Pasados los diez minutos —que Red cronometró con su reloj como si fuera una misión de vida o muerte—, volvió a la habitación de Yellow. Esta vez, golpeó suavemente la puerta antes de entrar, pero no esperó una respuesta.
—¡Tiempo cumplido! —exclamó mientras abría la puerta con entusiasmo.
Yellow ya estaba de pie, con el cabello algo desordenado y su típica expresión de “no quiero estar aquí”. Llevaba una sudadera gris y pantalones negros, claramente lo primero que encontró al despertar.
—Ya estoy listo, ¿feliz? —murmuró, ajustándose las mangas de la sudadera.
Red aplaudió emocionado y corrió hacia la caja que había dejado en el suelo.
—¡Perfecto! Bien, empecemos con algo tranquilo antes de salir.
Yellow frunció el ceño.
—¿Salir? ¿No podemos hacer lo que sea aquí?
Red negó rápidamente con la cabeza, mientras sacaba papeles de la caja.
—No seas aburrido. Aquí es solo para calentar motores. ¡Mira esto!
Red colocó los papeles frente a Yellow y le entregó un lápiz.
—Vamos a dibujar. Pero no cualquier cosa aburrida. Dibujaremos lo que queremos hacer hoy, y al final veremos quién lo hace mejor.
Yellow tomó el lápiz con desinterés, pero terminó sentándose en la cama, más por complacer a Red que por entusiasmo real.
—No soy bueno dibujando.
—Eso no importa —respondió Red con una sonrisa radiante—. Solo haz lo que sientas.
Yellow suspiró y empezó a dibujar lentamente. Red, por su parte, estaba completamente inmerso en su hoja, su lengua asomando un poco mientras se concentraba.
Después de unos minutos, Red levantó su dibujo con orgullo.
—¡Mira esto!
Había dibujado un campo soleado con flores gigantes y un cerdito que claramente representaba a Reuben. En una esquina, había un sol con gafas de sol y una sonrisa.
Yellow lo miró y no pudo evitar arquear una ceja.
—Eso es… mucho.
Red se rió.
—¡Exacto! Ahora tú.
Yellow dudó antes de mostrar su hoja. Su dibujo era mucho más simple: un cielo con algunas nubes y un par de figuras de palitos, una de las cuales tenía una bufanda.
—¿Eso somos nosotros? —preguntó Red con una sonrisa.
Yellow asintió, incómodo.
—Supongo.
Red soltó una carcajada y golpeó ligeramente el hombro de Yellow con el suyo.
—Es increíble. Aunque deberías agregar un cerdito.
Yellow lo miró con una leve sonrisa.
—No todo tiene que tener un cerdito, Red.
—¡Claro que sí! —insistió Red con dramatismo—. Reuben mejora todo.
Yellow rodó los ojos, pero su expresión era más relajada que de costumbre.
—¿Ahora qué sigue?
Red recogió las hojas y las guardó en la caja.
—Ahora viene lo emocionante. ¡Vamos a salir antes de que salga el sol!
Yellow suspiró, pero ya sabía que no tenía forma de librarse de los planes de Red.
—Está bien, pero si hace frío y me enfermo, será tu culpa.
—¡Vale la pena! —respondió Red mientras lo jalaba de la mano para salir de la habitación.
Ambos salieron de la casa en silencio, el aire fresco de la madrugada envolviéndolos mientras caminaban hacia el campo cercano. Aunque Yellow no lo decía en voz alta, había algo en el entusiasmo de Red que empezaba a contagiarlo.
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Red no soltó la mano de Yellow hasta que llegaron al campo, un lugar donde la hierba apenas se movía bajo el frío de la madrugada. El cielo comenzaba a iluminarse ligeramente con tonos azulados, pero el sol aún no aparecía.
Yellow observó a su alrededor con calma, sus ojos examinando el terreno vacío y el horizonte.
—¿Y bien? —preguntó, cruzándose de brazos—. ¿Cuál es el punto de estar aquí a esta hora?
Red, sin desanimarse por el tono serio de Yellow, giró hacia él con una sonrisa llena de emoción.
—Este es el mejor momento para ver cómo empieza el día. El aire es fresco, el cielo cambia de color… ¡es como magia!
Yellow lo miró con una mezcla de incredulidad y cansancio.
—Red, es solo un amanecer. Lo mismo de siempre. Sale el sol, brilla un poco, y luego es otro día más.
Red frunció el ceño por primera vez, evidentemente afectado por la respuesta de Yellow.
—No es solo un amanecer —replicó, con un tono más suave pero decidido—. Es el inicio de algo nuevo. Cada día puede ser mejor que el anterior, pero si empiezas viéndolo como "lo mismo de siempre", entonces nunca cambiará.
Yellow suspiró y se sentó en el suelo, apoyando sus brazos sobre las rodillas.
—Eso suena bonito, Red, pero no todos los días son buenos. Y no todos los comienzos son mágicos. A veces… simplemente no valen la pena.
Red lo miró con preocupación. Caminó hacia él y se agachó a su lado, inclinándose ligeramente para mirarlo a los ojos.
—Tal vez no todos los días sean buenos, pero eso no significa que no puedan mejorar. A veces, todo lo que necesitas es cambiar un poquito cómo lo miras.
Yellow mantuvo su expresión seria, pero había algo en las palabras de Red que lo incomodaba, como si intentaran tocar algo que él prefería ignorar.
—¿Y si no quiero mirarlo de otra manera? —preguntó, sin apartar la vista del horizonte.
Red sonrió suavemente, su voz volviéndose más calmada.
—Entonces yo lo haré por ti, hasta que estés listo.
Yellow finalmente giró la cabeza para mirarlo. Había algo frustrante en la forma en que Red siempre insistía en ver el lado positivo de todo, pero al mismo tiempo, no podía ignorar la sinceridad en sus palabras.
—Eres demasiado insistente, ¿lo sabías? —dijo al final, su tono algo más relajado.
Red se rió y se dejó caer al suelo junto a él, su expresión volviendo a ser la de siempre: animada y optimista.
—¡Es mi mejor cualidad! —bromeó, mirando hacia el cielo que empezaba a teñirse de tonos naranjas y rosados.
Yellow soltó un leve suspiro, pero no respondió. En lugar de eso, se quedó mirando el horizonte en silencio, dejando que los colores del amanecer llenaran el espacio entre ellos. Por un breve momento, no hubo palabras, solo el sonido del viento suave y el canto lejano de algunos pájaros.
Red rompió el silencio después de un rato, como era de esperarse.
—¿Sabes? Creo que deberíamos hacer esto más seguido.
Yellow arqueó una ceja.
—¿Levantarnos a esta hora solo para ver el amanecer?
—¡Sí! Pero también podríamos hacer otras cosas. Tal vez montar a caballo, pescar, o incluso pintar algo juntos.
Yellow soltó una risa breve, aunque apenas perceptible.
—¿Pintar? Red, no sé si me ves como alguien que hace cosas así.
Red lo miró de reojo y sonrió.
—Tal vez no ahora, pero quién sabe. Podrías sorprenderme.
Yellow negó con la cabeza, pero había un leve atisbo de sonrisa en sus labios. Aunque no lo admitiría en voz alta, estar ahí con Red tenía algo de… paz. Una que no había sentido en mucho tiempo.
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Red se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en la hierba mientras observaba cómo el cielo se llenaba de tonos dorados, naranjas y rosados. Sus ojos brillaban con fascinación, como si estuviera viendo algo único e irrepetible.
—Mira esos colores —dijo con voz baja pero emocionada—. Es increíble, ¿no crees? Como si el mundo estuviera diciendo: "¡Hoy será un buen día!"
Yellow, sentado a su lado, alzó la mirada hacia el amanecer, pero su expresión seguía siendo neutral. Para él, el cielo no era más que un espectáculo rutinario, algo que había visto demasiadas veces como para emocionarse.
—Es solo un juego de luces —comentó con indiferencia—. El sol sube, el cielo cambia de color, y listo. No entiendo qué tiene de especial.
Red lo miró de reojo, sorprendido por la frialdad en su respuesta. Suspiró suavemente, pero no dejó que eso apagase su entusiasmo.
—Es especial porque significa algo —respondió, volviendo la vista al horizonte—. Cada amanecer es una oportunidad, un recordatorio de que siempre puedes empezar de nuevo.
Yellow se quedó en silencio por un momento, sus ojos todavía fijos en el cielo. No compartía esa perspectiva, pero había algo en la pasión de Red que lo hacía pensar.
—¿Y qué pasa si no quiero empezar de nuevo? —preguntó, su tono suave pero cargado de algo más profundo.
Red se giró hacia él, su expresión más seria de lo habitual.
—Entonces, solo disfrútalo por lo que es. No tienes que buscarle significado si no quieres. Pero, al menos, deja que sea un momento de calma, algo que te haga sentir bien… aunque sea un poquito.
Yellow lo miró de reojo, encontrando la mirada de Red, que estaba llena de una sinceridad desarmante. Había algo irritante en su optimismo, pero también era difícil ignorarlo.
—No sé cómo haces para ver todo tan… positivo —murmuró.
Red se encogió de hombros con una sonrisa ligera.
—Es fácil cuando tienes algo que te importa —dijo, volviendo a mirar el cielo—. El amanecer, los amigos, incluso alguien tan gruñón como tú.
Yellow dejó escapar un suspiro, pero sus labios se curvaron apenas en una sonrisa imperceptible.
—Eres un caso perdido, Red —murmuró, con un leve toque de cansancio en su voz.
Red se rió, ignorando por completo el comentario.
—Y tú necesitas ver más amaneceres conmigo —dijo, sin apartar la vista del horizonte.
Yellow no respondió, pero tampoco lo contradijo. Mientras Red continuaba admirando el amanecer, perdido en los colores y en sus pensamientos, Yellow se permitió un momento de reflexión. Tal vez, solo tal vez, había algo en la manera de ver el mundo de Red que merecía la pena intentar entender.
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Entre las sombras cercanas, Rosenthal y Luck observaban a Red y Yellow desde la distancia. Aunque eran espíritus, tenían una fascinación peculiar por sus antiguos portadores. Pero, como siempre, su presencia estaba acompañada de un aire de burla y diversión.
—Míralo, Luck —susurró Rosenthal, con una sonrisa torcida mientras veía a Red gesticular con entusiasmo—. Ese tonto siempre está soñando despierto, ¿no?
Luck, de pie junto a él, se cruzó de brazos y soltó un leve suspiro.
—Es increíble cómo puede encontrar algo tan insignificante tan... fascinante —respondió, su voz goteando desdén—. Red siempre ha sido un iluso. Pero lo curioso es Yellow…
Rosenthal alzó una ceja, inclinándose un poco hacia adelante para estudiar a Yellow con más atención.
—¿Qué pasa con él?
Luck señaló a Yellow con un leve movimiento de la cabeza.
—Míralo bien. Siempre tan frío, tan distante… pero no te engañes. Hay algo en sus ojos. Algo que Red está intentando encender, aunque él no quiera admitirlo.
Rosenthal soltó una carcajada suave, que resonó como un eco hueco en el ambiente.
—¿Estás diciendo que hay esperanza para ese amargado? —preguntó con burla—. Vamos, Luck, hasta tú sabes que Yellow es un muro de hielo. Red podría incendiarse intentando derretirlo y no lograría nada.
Luck no respondió de inmediato, su mirada aún fija en Yellow. Sus ojos brillaban con una mezcla de interés y desprecio.
—No subestimes a Red —dijo finalmente—. Es un idiota, sí, pero tiene una habilidad especial para hacer que la gente lo tolere… incluso Yellow.
Rosenthal rodó los ojos y se dejó caer en el aire, flotando boca arriba mientras jugaba con un fragmento de sombra entre sus dedos.
—Bah, no sé para qué nos molestamos en mirar estas tonterías —murmuró—. Ellos ni siquiera pueden vernos.
Luck esbozó una sonrisa burlona.
—Quizá porque es entretenido. Además… —volvió a mirar a Yellow con una expresión calculadora—. Sabes que Yellow no sería tan fuerte sin mí.
Rosenthal rió de nuevo, girando en el aire para flotar junto a Luck.
—¿Y eso qué? Yo hice a Red mucho más interesante de lo que jamás habría sido por sí solo. ¿Te has dado cuenta de que, sin nosotros, ellos serían tan... aburridos?
Luck no respondió, pero su sonrisa se ensanchó. Ambos volvieron la mirada hacia los dos stick figures, que seguían en el amanecer.
—¿Crees que alguna vez se darán cuenta de lo que realmente somos para ellos? —preguntó Rosenthal, con un toque de malicia en su voz.
—Tal vez. Pero no importa. Mientras sigamos aquí, seguiremos divirtiéndonos a costa de ellos.
Rosenthal asintió y desapareció en un destello de sombras, dejando a Luck observando un momento más. Miró a Yellow, cuya frialdad seguía siendo tan infranqueable como siempre, y luego a Red, que reía mientras señalaba el cielo.
—Idiotas… —murmuró Luck antes de desaparecer también.
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En la cocina de la casa, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, y la luz tenue iluminaba los rostros de Green y Purple. Ambos estaban sentados en la barra, con tazas de té caliente entre las manos. Purple, aún un poco somnoliento, apoyaba su cabeza en una mano mientras escuchaba a Green hablar con entusiasmo.
—Te lo digo, Purple, esos dos van a terminar haciendo algo grande juntos —comentó Green, con una sonrisa maliciosa mientras revolvía su té con lentitud.
Purple arqueó una ceja, mirando a su amigo con curiosidad.
—¿De quién hablas ahora? ¿De Red y Yellow?
Green asintió con energía, apoyándose en la barra.
—¡Por supuesto! ¿De quién más? Dime que no has notado la tensión entre ellos. Es como un fuego lento que está esperando explotar.
Purple rió por lo bajo y negó con la cabeza.
—Green, siempre ves cosas donde no las hay. Yellow apenas tolera a Red. No sé cómo puedes imaginar algo más entre ellos.
Green se encogió de hombros, con una expresión despreocupada.
—Es simple. Red es como un rayo de sol que atraviesa incluso las nubes más densas. Y Yellow… bueno, él es una nube gigante de mal humor. Pero, tarde o temprano, el sol siempre encuentra un hueco, ¿no?
Purple no pudo evitar sonreír ante la analogía, aunque negó nuevamente.
—Tal vez tengas razón… pero también creo que estás exagerando. Yellow es complicado. Y Red, aunque lo admiro, no tiene la paciencia para lidiar con alguien como él.
Green tomó un sorbo de su té, mirando a Purple con una expresión traviesa.
—¿Complicado? ¿Como tú? —bromeó, recibiendo una mirada fulminante de Purple.
—Yo no soy complicado. Simplemente sé lo que quiero y no pierdo el tiempo con tonterías —respondió Purple, cruzándose de brazos.
Green rió entre dientes.
—Claro, claro. Lo que digas. Pero, oye, hablando de complicados… —se inclinó un poco hacia Purple, bajando la voz como si compartiera un secreto—. ¿Tú y Second ya han hablado sobre... ya sabes, "ustedes"?
Purple sintió cómo el calor subía a sus mejillas y desvió la mirada rápidamente.
—Eso no es asunto tuyo, Green —respondió con firmeza, aunque su tono delataba cierta incomodidad.
Green levantó las manos en un gesto de rendición, pero la sonrisa juguetona no desapareció de su rostro.
—Está bien, está bien. Solo preguntaba. Pero, por si acaso… yo diría que no esperes demasiado. Second puede ser un poco lento para estas cosas.
Purple lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera responder, los pasos de Blue resonaron en la cocina. Ambos se giraron para verlo entrar, con su cinturón lleno de frascos y una expresión seria en el rostro.
—¿Por qué están susurrando tan temprano? —preguntó Blue mientras abría una alacena para buscar ingredientes.
—Nada importante —respondió Purple rápidamente, tomando otro sorbo de su té.
Green, por su parte, no perdió la oportunidad de bromear.
—Solo hablábamos de lo evidente: cómo Red y Yellow están destinados a algo más que peleas tontas.
Blue se detuvo un momento, mirándolo con el ceño fruncido.
—¿No tienes algo mejor que hacer que inventar teorías absurdas? —dijo, volviendo a concentrarse en su tarea.
—No es una teoría absurda —insistió Green—. Es un hecho. Ya verás.
Blue suspiró con cansancio mientras sacaba unos frascos de la alacena.
—Por favor, Green, ahórranos tus "hechos". Tengo pociones que preparar, y no quiero gastar energía discutiendo contigo.
Purple rió suavemente ante la interacción, disfrutando del caos ligero que siempre traía Green a las conversaciones matutinas. Green, lejos de sentirse ofendido, simplemente se encogió de hombros.
—Bueno, cuando tengan razón, vendrán a mí para admitirlo. Hasta entonces, seguiré disfrutando de mi té.
Purple negó con la cabeza, pero una pequeña sonrisa permaneció en su rostro mientras Green continuaba divagando sobre las posibilidades entre Red y Yellow.
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Blue terminó de sacar varios frascos de la alacena y los colocó en la mesa con un golpe seco, girándose hacia Green y Purple, que seguían conversando como si nada. Se cruzó de brazos, mirando a ambos con una mezcla de exasperación y curiosidad.
—¿Y ustedes no tienen nada más que hacer? —preguntó con una ceja levantada—. Porque yo sí tengo cosas importantes que atender.
Green se recargó en la barra, sin inmutarse.
—Oh, vamos, Blue, no me digas que no te interesa el drama de la casa. Es lo único que mantiene las mañanas interesantes —dijo con una sonrisa descarada, mirando de reojo a Purple.
Purple bufó, llevándose la taza de té a los labios.
—No todos vivimos para el drama como tú, Green. Algunos preferimos la paz.
Blue, mientras tanto, comenzó a mezclar líquidos en uno de los frascos, pero no pudo evitar intervenir.
—Deberías tomar ejemplo de Purple, Green. Y hablando de drama… ¿cómo es que siempre encuentras la manera de meter las narices donde no te llaman?
Green fingió estar ofendido, llevándose una mano al pecho.
—¡Qué cruel eres, Blue! Solo intento aportar un poco de emoción a esta casa tan… predecible.
Blue lo miró con el ceño fruncido mientras seguía trabajando en su poción.
—Predecible… claro. Como si las cosas no se salieran de control cada dos días.
Purple dejó su taza sobre la barra y miró a Green con los ojos entrecerrados.
—Y hablando de cosas fuera de control, Green, ¿no crees que deberías moderarte un poco? Especialmente con ciertos comentarios.
Green sonrió, fingiendo inocencia.
—¿Comentarios? ¿Qué comentarios?
Purple no se dejó engañar.
—Sabes exactamente a qué me refiero. Lo que dijiste antes sobre Red y Yellow.
—¿Qué? Solo dije lo que todos piensan pero no se atreven a admitir —replicó Green con un encogimiento de hombros.
Blue dejó de mezclar por un momento y le lanzó una mirada fulminante.
—Alguien tiene que decírtelo, Green. No todo es una broma o una oportunidad para provocar.
Green sonrió con picardía y se inclinó hacia Blue.
—Oh, vamos, Blue. Tú no eres precisamente el más santo de aquí. Digo, considerando… ya sabes —dijo, dejando la frase en el aire con un tono malicioso.
Blue se quedó inmóvil por un segundo, sus ojos entrecerrados. Luego, sin previo aviso, le lanzó un golpe en el brazo, lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder unos pasos.
—¡¿Qué demonios, Blue?! —se quejó Green, sobándose el brazo mientras se reía.
—Cállate antes de que diga algo que no debería —le advirtió Blue con una mirada seria, aunque una ligera sonrisa tiraba de sus labios.
Purple, que había estado observando la escena con una mezcla de diversión y desconcierto, no pudo evitar intervenir.
—¿Y esto de qué va? ¿Qué sabes tú que no debería salir a la luz, Green?
Green, aún sobándose el brazo, sonrió de oreja a oreja y miró a Blue con burla.
—Nada… solo algunas cosas que Blue y yo sabemos. Cosas muy privadas, ¿verdad, Blue?
Blue se giró hacia Purple, ignorando a Green.
—No le prestes atención. Solo está buscando problemas como siempre.
Purple lo miró con sospecha, pero decidió no insistir. Mientras tanto, Green se inclinó hacia Blue, susurrando con voz teatral.
—Sabes que tengo razón. Si lo que yo hice funciona para nosotros, tal vez Red y Yellow solo necesiten un empujoncito…
Blue volvió a girarse hacia él, con el ceño fruncido.
—No metas tus ideas en la cabeza de nadie, Green. Y mucho menos las tuyas.
Green le dedicó una mirada burlona, claramente disfrutando de la reacción.
—Tranquilo, Blue. No haré nada… por ahora.
Purple suspiró, llevándose una mano a la frente.
—¿Cómo pueden ustedes dos empezar el día así? No es ni mediodía y ya siento que necesito otro té.
Blue y Green lo miraron al mismo tiempo, pero con expresiones opuestas: Blue, con cansancio, y Green, con una sonrisa maliciosa.
—Es parte del encanto de esta casa, Purple —dijo Green, guiñándole un ojo—. Nunca sabes qué locura puede pasar.
Purple negó con la cabeza, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa. Por mucho que lo irritaran a veces, aquellos momentos de caos matutino tenían su propio tipo de encanto.
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Purple, con la curiosidad picándole, no pudo evitar mirar a Blue y Green, preguntándose qué estaba pasando entre ellos. Se había dado cuenta de las constantes pequeñas confrontaciones entre ellos, pero no podía entender por qué Blue, normalmente tan calmado, reaccionaba de esa forma tan explosiva cada vez que Green hacía un comentario provocador. Algo debía estar pasando detrás de esas interacciones, y Purple quería saber más.
Se acercó un poco más, mirando a Blue primero, quien estaba volviendo a sus pociones con una actitud distante. Green, por otro lado, seguía sonriendo como si nada hubiera ocurrido, aunque su expresión había tomado un tono más intrigante.
—Oye, Blue —dijo Purple, intentando sonar casual, aunque su tono estaba impregnado con un toque de curiosidad—. ¿Por qué siempre le das golpes a Green cuando empieza a hablar de… cosas raras?
Blue levantó la vista de su trabajo, con los ojos entrecerrados, y un suspiro escapó de sus labios. Sabía que tarde o temprano Purple iba a preguntar, y no podía negar que la situación lo ponía incómodo. Guardó silencio un momento, buscando las palabras adecuadas.
—No es nada, Purple —respondió Blue con tono firme, tratando de cambiar de tema rápidamente. Pero la forma en que evitó el contacto visual delataba que algo más estaba detrás de su respuesta.
Green, al escuchar la pregunta, no pudo evitar añadir su comentario, alzando las cejas con una sonrisa traviesa.
—Oh, ya sabes, Purple —dijo con un tono juguetón—. Hay cosas que se dicen y otras que… mejor se dejan entre amigos. Blue y yo tenemos una historia larga, ya sabes.
Purple frunció el ceño, no muy convencido con la respuesta. La forma en que Green lo decía parecía más como un juego, pero había algo en su mirada que le hizo sospechar que realmente había algo más detrás de todo esto. Miró a Blue, esperando una respuesta más directa, pero este simplemente se cruzó de brazos, mostrando que no iba a compartir más detalles.
—No sé, Green —dijo Purple, mirando con una ligera sonrisa en el rostro—. Parece que me estás dejando más curioso con cada palabra. ¿Qué tipo de historia tienes con Blue?
Green se recostó en la barra, relajado como siempre, y alzó las manos en señal de rendición.
—Lo que pasa entre Blue y yo queda entre Blue y yo —respondió con un tono travieso—. Pero lo que te puedo decir es que, a veces, Blue no es tan serio como parece. Solo tiene sus… maneras de hacer las cosas.
Blue, viendo que la situación estaba tomando un giro incómodo, soltó un largo suspiro.
—Ya basta, Green —dijo, intentando que la conversación tomara otro rumbo—. No te hagas el interesante. No es el momento para hablar de esas cosas.
Green simplemente se rió entre dientes, disfrutando de ver a Blue incómodo. Purple, sin embargo, seguía con la misma expresión de curiosidad, sin dejar que el tema se desvaneciera tan fácilmente.
—Vaya, parece que me he perdido de algo importante aquí —comentó Purple, sin poder ocultar una sonrisa—. Supongo que tendré que investigar por mi cuenta, ¿verdad?
Blue lo miró fijamente, con una mirada algo desafiante pero divertida.
—No empieces, Purple —advirtió—. No todo es lo que parece. Y hay cosas que es mejor no saber.
Purple lo pensó un momento, luego soltó una pequeña risa, viendo que Blue no estaba dispuesto a compartir más de lo que ya había dicho.
—Está bien, está bien —dijo con tono juguetón—. Lo dejaré en paz… por ahora.
Green no pudo evitar sonreír al ver cómo Purple cedía, pero de todos modos no se deshizo de su actitud burlona.
—No te preocupes, Purple. Si alguna vez decides investigar más, sabes dónde encontrarme. Después de todo, yo soy el más interesante de todos aquí.
Purple lo miró con una ceja levantada, claramente no creyendo sus palabras, pero aceptando que quizás Green sí tenía su propio tipo de encanto, aunque algo problemático.
—Eso lo dudo mucho —respondió Purple, con una sonrisa sutil mientras se alejaba un poco de la barra. Luego, miró a Blue y añadió—: Pero quizás pueda entender más si hablo contigo un poco más, Blue.
Blue, sabiendo que no podía evitar la curiosidad de Purple, simplemente asintió con la cabeza, pero dejó claro que no iba a dar más detalles.
—Habrá tiempo para hablar más tarde —respondió, con un tono que no dejaba lugar a discusión.
Green se echó a reír, viendo cómo la conversación se desvanecía por el momento, pero su expresión burlona seguía presente.
—No me llamen cuando se pongan aburridos —dijo, y salió de la cocina, dejando a Purple y Blue con una atmósfera mucho más tranquila que la que había dejado Green.
Purple, finalmente, se acomodó en una silla cerca de la mesa, tomando una pausa antes de hablar nuevamente.
—Sabes… a veces creo que realmente hay más de lo que parece aquí, pero no me importa presionar. Ya entenderé con el tiempo —dijo mientras observaba a Blue, esperando que su tranquilidad no fuera una fachada para algo más complicado.
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Red y Yellow seguían en silencio, observando cómo los primeros rayos de sol comenzaban a teñir el cielo de tonos rosados y anaranjados. Red, completamente absorto en la escena, no podía evitar sonreír, disfrutando del momento con una calma que parecía imposible de lograr en su vida cotidiana. Para él, el amanecer siempre representaba una nueva oportunidad, un inicio fresco para dejar atrás lo negativo. Miró a Yellow de reojo, esperando ver aunque sea una chispa de emoción en su rostro, pero Yellow se mantenía estoico, sin expresar ni una pizca de entusiasmo.
—Es hermoso, ¿verdad? —comentó Red sin apartar la vista del horizonte, su voz llena de admiración.
Yellow, sin embargo, no parecía compartir el mismo entusiasmo. Su expresión seguía siendo seria y distante, como si estuviera allí por obligación y no por elección.
—Es... un amanecer —respondió Yellow, su tono frío y sin emoción—. No veo por qué deberíamos emocionarnos tanto por algo tan... común.
Red frunció el ceño, un poco sorprendido por la respuesta. No esperaba que Yellow fuera tan indiferente, especialmente cuando él mismo encontraba tanta belleza en los pequeños momentos. Decidió intentar algo, con la esperanza de romper la barrera que parecía haberse levantado entre ellos.
—A veces lo común es lo que más vale la pena —dijo Red, tratando de sonar animado—. ¿Sabes? Cada amanecer es único, aunque parezca lo mismo. Las estrellas ya no están, pero el sol nos recuerda que siempre hay una nueva oportunidad. ¿No lo ves?
Yellow, al escuchar sus palabras, no respondió de inmediato. Por un momento, pareció perderse en sus propios pensamientos, como si estuviera sopesando lo que Red acababa de decir. Finalmente, suspiró, pero sin una sonrisa en su rostro.
—Las oportunidades son solo eso, Red. Oportunidades que pueden pasar de largo. No hay garantía de que algo bueno venga. —Su mirada se centró en el horizonte—. Y no sé si estoy listo para seguir esperando algo que quizás nunca llegue.
Red no pudo evitar sentir una punzada en el pecho. Sabía que Yellow llevaba consigo mucho más que simples palabras. Algo profundo lo mantenía alejado de la esperanza, algo que no estaba dispuesto a compartir fácilmente. Red dio un paso más hacia él, decidido a hacerle ver que las cosas podían cambiar, que incluso los momentos oscuros podrían tener un lado brillante si uno sabía mirarlos de la manera correcta.
—Pero las oportunidades no desaparecen por completo, Yellow —insistió Red, con la esperanza de que sus palabras llegaran a su amigo—. Si no las aprovechas, eso sí, se irán. Pero si las tomas, aunque sea con miedo o incertidumbre, podrías encontrar algo bueno.
Yellow se giró ligeramente hacia Red, sus ojos todavía fríos pero un poco más suavizados, como si realmente estuviera considerando lo que decía. No respondió de inmediato, pero su postura se relajó un poco, como si la conversación lo estuviera haciendo reflexionar, aunque se mantuviera distante.
Red lo miró, esperando ver algún cambio en su actitud. Pero Yellow no parecía dispuesto a dejar que sus emociones salieran tan fácilmente. Aun así, Red no iba a rendirse. Sabía que la relación entre ambos era complicada, pero estaba dispuesto a seguir intentando.
—De todos modos —continuó Red, con una sonrisa algo forzada—, no tienes que verlo como un gran cambio. Solo, intenta disfrutarlo por un momento, ¿sí? No siempre tiene que ser tan complicado.
Yellow no respondió, pero observó a Red durante un rato. Por primera vez, su mirada pareció menos distante, más... abierta, aunque apenas se notara. El amanecer seguía desplegando sus colores en el cielo, mientras el sol comenzaba a elevarse más y más, pintando la escena con una luz dorada.
Red, satisfecho con el pequeño progreso, dejó que el silencio envolviera a ambos mientras continuaban observando el amanecer, con la esperanza de que un día Yellow pudiera ver el mundo de una forma más cálida.
Finalmente, Yellow rompió el silencio, aunque de manera poco habitual.
—No es tan malo —dijo con una ligera expresión, casi como una concesión—. El amanecer, quiero decir. A veces, solo necesito tiempo para ver más allá de lo que está frente a mí.
Red sonrió de oreja a oreja, satisfecho con el pequeño avance. Era un paso, y eso significaba mucho.
—Está bien, eso es un comienzo —respondió Red, con una sonrisa genuina, mientras el sol iluminaba el paisaje a su alrededor, pintando el futuro con colores nuevos.
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[Continuará...♡]
★6503 palabras★
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