✰°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 2 』•°✰
[Narrador/a POV]
Ya en la tarde, el sol comenzaba a ocultarse tras las colinas, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados. Dentro de la casa, Red se colocaba su bufanda amarilla, que combinaba perfectamente con su headband del mismo color. Su actitud despreocupada y su sonrisa habitual daban la impresión de que todo estaba en orden, pero su prisa por salir no pasó desapercibida.
Blue, quien estaba observándolo desde la cocina, decidió hablar.
—Suerte donde sea que siempre vas, Red —comentó, mientras fingía distraerse con un vaso de agua.
Yellow, sentado en el sofá, levantó la mirada con curiosidad. —¿A dónde siempre va? —preguntó directamente, dirigiéndose tanto a Red como a Blue.
Red soltó una risa nerviosa y giró hacia ellos con una sonrisa pícara. —Es un secreto —respondió, dándoles un guiño antes de abrir la puerta de la casa. Justo entonces, su cerdito, Reuben, trotó hacia él, balanceando la cola con entusiasmo. Red se inclinó para darle unas palmaditas en el lomo.
—Vámonos, compañero —dijo Red antes de salir junto con el cerdito. La puerta se cerró con un leve golpe, dejando atrás una estela de curiosidad en el ambiente.
Yellow suspiró y se dejó caer contra el respaldo del sofá, cruzando los brazos. No había querido insistir, pero algo en su expresión reflejaba que la respuesta de Red no lo había convencido del todo.
Blue, al notarlo, se acercó y se sentó a su lado. —¿Estás bien? —le preguntó, inclinándose ligeramente para verlo mejor.
Yellow negó lentamente con la cabeza, pero no levantó la mirada. —Solo estoy cansado, nada más —respondió con un tono apagado.
Blue lo observó en silencio por unos segundos, evaluando si debía insistir, pero finalmente decidió dejarlo pasar. Le dio una palmadita ligera en el hombro y se levantó.
Sin embargo, desde el otro lado de la habitación, Second estaba escuchando. Estaba sentado junto a la ventana, aparentemente distraído mientras veía el sol ponerse, pero las palabras de Yellow captaron su atención.
—¿"Nada más"? —murmuró Second para sí mismo, frunciendo el ceño levemente. No se sentía tan convencido de que Yellow estuviera diciendo la verdad. Algo parecía estar molestándolo, y Second se prometió a sí mismo averiguar qué era más adelante. Por ahora, decidió no intervenir, observando cómo la luz del sol desaparecía lentamente y dejaba paso a la noche.
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La noche cayó sobre la casa del Color Gang, sumiendo todo en un ambiente tranquilo, aunque cargado de cierta tensión silenciosa. Second permaneció junto a la ventana, con los ojos fijos en el exterior. Su mente, sin embargo, seguía enfocada en las palabras de Yellow. "Cansado" había dicho, pero Second no era tonto. Conocía lo suficiente a Yellow como para saber cuándo algo más rondaba por su mente.
Se levantó con un suspiro y caminó hacia el sofá, donde Yellow seguía sentado, aparentemente absorto en sus pensamientos. Blue ya se había retirado a su habitación, dejándolos a ambos solos.
—¿Quieres hablar de lo que te pasa? —preguntó Second, inclinándose ligeramente hacia él.
Yellow levantó la mirada, sorprendido por la pregunta directa. Se tomó un momento antes de responder, jugando con el borde de su bastón de comandos. —No es nada, Second. En serio. Solo estoy agotado por todo el entrenamiento de hoy —respondió, intentando sonar convincente.
Pero Second no se dejó engañar. Se sentó a su lado, cruzando los brazos y mirándolo con una mezcla de paciencia y determinación. —Yellow, nos conocemos desde hace tiempo. Sé que algo te molesta, así que no te voy a presionar, pero quiero que sepas que estoy aquí. Si necesitas hablar, puedes contar conmigo.
Yellow lo miró por un instante, evaluando sus palabras. Una parte de él quería abrirse, pero otra le decía que no era necesario. Aun así, se sintió agradecido por la actitud de Second.
—Gracias, Second… —dijo finalmente, desviando la mirada hacia el suelo—. Pero por ahora prefiero no hablar.
Second asintió, respetando su decisión. —Está bien. Solo recuerda que no estás solo, ¿de acuerdo? —dijo, poniéndose de pie. Luego añadió con una sonrisa ligera—. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a ver qué están tramando Blue y Green. Sospecho que algo raro está pasando con esos dos.
Yellow soltó una pequeña risa ante el comentario, aunque su mente seguía nublada por sus propios pensamientos.
Second salió de la sala en busca de los otros dos. Mientras tanto, Yellow se quedó allí, contemplando el bastón en sus manos. La casa estaba en calma, pero en su mente había una tormenta de emociones que aún no lograba ordenar.
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En el patio trasero, Second encontró a Blue y Green charlando mientras recogían los restos de su reciente entrenamiento. Ambos se detuvieron al verlo acercarse, aunque sus expresiones seguían algo… peculiares.
—¿Interrumpo algo? —preguntó Second con una ceja alzada, notando que Green parecía más nervioso de lo habitual.
—¡No! Nada en absoluto —respondió Blue rápidamente, dándole un codazo a Green, quien trató de ocultar su rubor con poco éxito.
Second los miró con escepticismo, pero decidió no insistir por ahora. —Bueno, en ese caso, solo vengo a decirles que dejen de ser tan obvios. Si van a seguir lanzándose miraditas, al menos háganlo menos incómodo para los demás.
Green abrió la boca para protestar, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. Blue, en cambio, simplemente se cruzó de brazos y sonrió con falsa inocencia.
—No sé de qué hablas, Second —respondió Blue con tono despreocupado.
Second soltó una carcajada y les dio unas palmadas en el hombro antes de regresar a la casa. —Lo que digan, pero no me quejo. Me alegra verlos así.
Cuando Second volvió a entrar, notó que Yellow ya no estaba en el sofá. Subió las escaleras en silencio, pensando en cómo lidiar con las pequeñas tensiones que parecían estar surgiendo entre todos. Sabía que como líder, era su responsabilidad mantener al grupo unido. Lo que no sabía aún era cómo resolver los problemas que sus amigos se negaban a compartir.
La noche continuó en calma, pero en el fondo, Second podía sentir que algo más grande estaba por venir. Y esta vez, tendría que estar preparado.
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Second decidió no darle más vueltas al asunto, al menos por esa noche. Se dirigió a su habitación, pensando que tal vez todos necesitaban un descanso después de un día tan movido. Sin embargo, al pasar por la puerta de la sala de entrenamiento, escuchó un leve ruido. Frunció el ceño y se detuvo, acercándose con cautela. La puerta estaba entreabierta, dejando entrever un rastro de luz que provenía del interior.
Empujó la puerta con suavidad y, para su sorpresa, encontró a Yellow dentro, sosteniendo su bastón de comandos. Parecía estar practicando movimientos, pero su expresión estaba cargada de frustración. Cada ataque que lanzaba contra los maniquíes de entrenamiento era más fuerte que el anterior, como si estuviera descargando algo más que energía física.
—¿No que estabas cansado? —dijo Second con un tono tranquilo, apoyándose en el marco de la puerta.
Yellow se detuvo de inmediato y giró hacia él, visiblemente incómodo por haber sido descubierto. —No podía dormir —respondió con un tono seco, bajando el bastón.
Second lo observó en silencio por un momento antes de entrar por completo a la sala. Cerró la puerta detrás de él y se cruzó de brazos. —¿Vas a seguir diciendo que no te pasa nada?
Yellow suspiró, girando la mirada hacia el suelo. No era fácil para él abrirse, pero la mirada firme de Second lo obligaba a confrontar lo que sentía.
—No es nada importante —murmuró, aunque su voz carecía de convicción.
Second negó con la cabeza y dio un paso más cerca. —Yellow, ya basta. Si algo te está molestando, necesito que me lo digas. Somos un equipo, ¿recuerdas? No tienes que cargar con esto tú solo.
Yellow apretó los labios, indeciso. Finalmente, dejó escapar un largo suspiro y levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Second.
—Es solo… me siento fuera de lugar a veces. Como si no encajara del todo con ustedes —confesó. Su voz era baja, pero había un tinte de vulnerabilidad en ella que Second no había escuchado antes.
Second parpadeó, sorprendido. No esperaba esa respuesta, pero tampoco la desestimó. Caminó hasta él y colocó una mano en su hombro.
—¿Fuera de lugar? ¿De qué hablas? Eres parte de este grupo tanto como cualquiera de nosotros. Si no fuera por ti, ¿quién nos mantendría a todos en línea?
Yellow soltó una risa breve, aunque sin mucho humor. —A veces siento que solo estoy aquí para solucionar sus problemas. Como si no fuera más que… el responsable, el que tiene que arreglar todo. Mientras ustedes se divierten, yo soy el que está cuidando que las cosas no se salgan de control.
Second lo miró fijamente, comprendiendo por primera vez lo que su amigo sentía. Era cierto que Yellow siempre asumía el papel más serio del grupo, y quizá eso lo hacía sentirse apartado.
—Yellow, no te das cuenta, pero eres una de las razones por las que este grupo funciona. Sí, a veces podemos ser un desastre, pero eso no significa que no te valoremos. Si alguna vez te hemos hecho sentir que no perteneces… lo siento. Eso no está bien.
Yellow se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Second. No estaba seguro de qué responder, pero algo en el tono sincero de su amigo logró aliviar un poco el peso en su pecho.
—Gracias… supongo —dijo al fin, esbozando una ligera sonrisa.
Second sonrió también y le dio una palmada en el hombro. —De nada. Ahora, deja de machacar a esos maniquíes y ven a descansar. Mañana podemos hablar más si lo necesitas.
Yellow asintió y lo siguió fuera de la sala. Mientras caminaban por el pasillo, Second no pudo evitar pensar en cómo cada uno de sus amigos cargaba con sus propios problemas. Tal vez era hora de que como líder hiciera más para ayudarlos, más allá de las bromas y el entrenamiento.
Esa noche, mientras todos descansaban, Second se quedó despierto un rato más, mirando por la ventana de su habitación. La luz de la luna iluminaba el paisaje, y aunque la casa parecía tranquila, él sabía que había mucho por resolver entre ellos. No podía predecir qué les esperaba en el futuro, pero una cosa era segura: no dejaría que ninguno de sus amigos enfrentara sus problemas solo.
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La tranquilidad de la noche se interrumpió cuando Second, recostado en su cama, sintió un ligero malestar. Algo no estaba bien, pero no podía identificar qué. Su mente divagaba en los eventos del día hasta que, de pronto, una idea lo golpeó. Se sentó de inmediato en la cama, mirando hacia la ventana.
—¿Red...? —murmuró para sí mismo.
Se levantó y salió de su habitación, caminando por el pasillo con paso acelerado. Pasó por el cuarto de Yellow, notando que la puerta estaba entreabierta y una luz tenue salía desde el interior. Decidió asomarse y vio que Yellow estaba sentado en su cama, limpiando su bastón de comandos con expresión pensativa.
—Yellow, ¿Red ya volvió? —preguntó Second, su voz seria.
Yellow levantó la mirada, frunciendo el ceño. —No lo he visto desde que salió... ¿No debería estar aquí ya?
Second cruzó los brazos, sintiendo cómo su preocupación crecía. —Salió hace horas. Siempre vuelve antes de que oscurezca.
Yellow dejó a un lado su bastón y se levantó de inmediato. —Eso no es normal. ¿Dijo a dónde iba?
—Solo mencionó que era un "secreto", como siempre —respondió Second, dejando escapar un suspiro frustrado. Luego se giró hacia el pasillo—. Tenemos que buscarlo. Esto no me gusta nada.
Yellow asintió y agarró su bastón, siguiéndolo hacia la sala. Allí encontraron a Blue, quien parecía haber estado trabajando en algunas pociones incluso a esa hora. Green estaba en el sofá, pero apenas escuchó el nombre de Red, se levantó alarmado.
—¿Red no ha vuelto? —preguntó Green, dejando caer el libro que tenía en las manos.
—No, y ya es tarde. Vamos a buscarlo ahora mismo —ordenó Second con firmeza.
Blue rápidamente metió algunas pociones en su bolsa, mientras que Green agarró su espada. Yellow, con su bastón en mano, se dirigió hacia la puerta principal. Second les dio una mirada a todos y asintió.
—Dividámonos para buscarlo. Blue y Green, revisen cerca del bosque. Yellow y yo iremos hacia las montañas. Si lo encuentran, usen las bengalas de emergencia. —Second tomó una de las bengalas de su cinturón y la levantó para mostrarla.
Los demás asintieron y salieron en direcciones opuestas. Second y Yellow caminaron en silencio durante unos minutos, atentos a cualquier señal de Red o incluso de Reuben, su cerdito.
—No entiendo por qué siempre tiene que andar con misterios —dijo Yellow, rompiendo el silencio. Su tono tenía un matiz de molestia, pero también de preocupación.
—Es Red. Siempre ha sido así —respondió Second, mirando a su alrededor—. Pero incluso él sabe que no debería quedarse afuera hasta tan tarde.
El bosque comenzaba a oscurecerse aún más mientras subían la ladera de las montañas. Las sombras se alargaban y el ambiente se volvía más frío. Entonces, un sonido llamó su atención: un débil gruñido, como el de un animal.
—¿Escuchaste eso? —preguntó Yellow, deteniéndose en seco.
Second asintió y señaló hacia la dirección del sonido. Caminaron con cautela hasta que encontraron huellas en el suelo, claramente de Reuben. Second se agachó para inspeccionarlas.
—Son recientes. Están yendo hacia el valle —dijo, levantándose rápidamente.
Aceleraron el paso, siguiendo el rastro hasta llegar a un claro en el bosque. Allí, finalmente lo vieron: Red estaba sentado junto a un árbol, con Reuben acurrucado a su lado. Su bufanda amarilla estaba sucia, y parecía estar en silencio, mirando al cielo.
—¡Red! —gritó Second, corriendo hacia él.
Red levantó la mirada al escuchar su nombre. Una sonrisa algo cansada se dibujó en su rostro cuando vio a sus amigos.
—Tardaron en encontrarme —bromeó, aunque su voz no tenía la energía de siempre.
Yellow llegó detrás de Second, cruzándose de brazos. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Sabes lo preocupados que estábamos?
Red se encogió de hombros, acariciando a Reuben. —Solo... necesitaba un tiempo para pensar. No pensé que se hiciera tan tarde.
Second se agachó frente a él, mirándolo con seriedad. —Podrías haber dicho algo. No tienes que desaparecer así.
Red suspiró, apartando la mirada. —No quería molestar a nadie.
Yellow soltó un bufido, claramente irritado. —Molestaste más al desaparecer sin avisar que si hubieras hablado.
Second le puso una mano en el hombro para calmarlo antes de mirar de nuevo a Red. —¿Qué pasó? ¿Por qué necesitabas pensar?
Red permaneció en silencio por unos segundos antes de hablar. —No es nada importante... solo... últimamente siento que soy el que menos aporta al grupo. Ustedes tienen sus habilidades, sus responsabilidades, y yo... solo soy el que siempre mete la pata.
Second y Yellow se miraron sorprendidos, pero Second fue el primero en responder.
—Eso no es cierto. Puede que a veces te metas en problemas, pero eres una parte importante de nosotros. ¿Quién nos hace reír cuando las cosas se ponen tensas? ¿Quién nos recuerda que la vida no tiene que ser tan seria todo el tiempo? —Second puso una mano en su hombro, apretándola con firmeza—. Todos tenemos nuestras fortalezas, Red, y tú eres más valioso de lo que crees.
Yellow suspiró, relajando un poco su postura. —Second tiene razón. Puede que seas impulsivo, pero eso no significa que no seas importante. Si no lo fueras, no estaríamos aquí buscándote como locos.
Red los miró a ambos, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. —Gracias, chicos.
Second se levantó y le tendió una mano para ayudarlo a ponerse de pie. —Vamos a casa. La próxima vez, si necesitas pensar, avísanos. Así no tendremos que salir corriendo detrás de ti.
Red asintió y tomó la mano de Second, poniéndose de pie. Yellow acarició la cabeza de Reuben antes de mirar a Red con una pequeña sonrisa.
—Tienes suerte de que te preocupemos tanto —bromeó Yellow.
Red soltó una risa. —Lo sé. Supongo que soy afortunado.
Con eso, los tres comenzaron a caminar de regreso hacia la casa, con Reuben trotando alegremente a su lado. El ambiente se sentía más ligero, aunque el sol ya había desaparecido por completo. Second miró a sus dos amigos y sonrió para sí mismo. No importaba lo que enfrentaran, mientras estuvieran juntos, sabía que todo estaría bien.
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Mientras regresaban, el silencio envolvía al grupo, roto solo por el sonido de las hojas bajo sus pasos y los gruñidos ocasionales de Reuben. Red caminaba un poco detrás de Second y Yellow, su mirada perdida entre los árboles mientras acariciaba distraídamente la cabeza de su cerdito. Notaba cómo Yellow mantenía su expresión fría, casi distante, y eso lo inquietaba.
—Oye, Yellow —llamó Red, con un tono más casual de lo que sentía en realidad.
Yellow no giró la cabeza, pero respondió con un seco: —¿Qué?
—Gracias por venir a buscarme —dijo Red, con una sonrisa tímida—. No pensé que tú también te preocuparías.
Yellow lo miró de reojo, sin cambiar su semblante. —¿Por qué no lo haría? Eres parte del grupo.
Red frunció los labios, sintiendo que la respuesta de Yellow era demasiado mecánica, como si no viniera de verdad del corazón. Apresuró el paso hasta quedar a su lado, ignorando la mirada de Second, quien parecía darse cuenta de la tensión en el aire.
—No, en serio. Gracias. —Red hizo una pausa y lo miró con una sonrisa que buscaba romper el hielo—. Aunque no lo parezca, sé que no soy fácil de soportar. Tú siempre eres tan… tranquilo, lógico. Y yo soy, bueno… lo opuesto.
Yellow le lanzó una mirada rápida, sus ojos brillando un poco bajo la luz tenue de la luna. —Tienes razón. No eres fácil de soportar —dijo con un tono directo, casi cortante.
Red sintió cómo esas palabras le golpeaban, pero se obligó a mantener su sonrisa. —Ouch. Eso dolió un poco.
Yellow suspiró y finalmente se detuvo, obligando a Second a detenerse también. —Mira, Red, no es que no me importe. Es solo que a veces... haces cosas que nos complican a todos. Como hoy. ¿Te das cuenta de cuánto tiempo perdimos buscándote? ¿De lo que pudo haber pasado si no te encontrábamos?
—Lo sé —admitió Red, bajando la mirada—. No pensé que fuera tan grave. Solo... necesitaba un momento para mí. Pero eso no significa que no valore todo lo que ustedes hacen por mí.
Second observaba desde un par de pasos más adelante, intentando no intervenir, pero claramente atento. Yellow cruzó los brazos, su mirada fría pero menos hostil que antes.
—No es que quiera ser duro contigo —dijo Yellow, su voz más baja esta vez—. Es solo que no entiendo por qué no puedes ser más responsable. Todos tenemos nuestras cargas, Red. Todos tenemos cosas que enfrentar. No puedes simplemente escaparte cada vez que te sientes mal.
Red levantó la mirada hacia él, sus ojos reflejando una mezcla de arrepentimiento y algo más profundo, algo vulnerable. —No lo hago porque quiera molestar. Lo hago porque... no sé cómo enfrentar las cosas a veces. Ustedes parecen tan fuertes, tan seguros de lo que hacen, y yo... yo soy el que siempre mete la pata, el que necesita que lo rescaten.
Yellow apretó los labios, como si quisiera responder, pero no encontraba las palabras adecuadas. Second, notando la incomodidad de ambos, decidió intervenir.
—Ya basta, chicos. No tiene sentido discutir ahora. Lo importante es que encontramos a Red y que está bien. —Su tono era firme, pero no autoritario—. Hablemos de esto después, cuando estemos en casa y todos más tranquilos.
Yellow asintió, retomando el paso. Red, sin embargo, se quedó quieto por un momento, mirando la espalda de Yellow con una mezcla de frustración y determinación. Finalmente, apretó los puños y volvió a caminar, alcanzándolo de nuevo.
—No soy fuerte como tú, Yellow —dijo Red de repente, su voz más seria que antes—. Pero estoy intentando mejorar, ¿sabes? Quizás no lo notes, pero intento dar lo mejor de mí para estar a la altura de ustedes. De ti.
Yellow giró ligeramente la cabeza, su expresión mostrando un leve destello de sorpresa. Pero, como siempre, recuperó su compostura rápidamente.
—Hazlo entonces. No lo digas, demuéstralo —respondió Yellow, aunque esta vez su tono no era tan frío.
Red sonrió débilmente, aceptando el desafío implícito en esas palabras. No esperaba más de Yellow, pero esa pequeña concesión era suficiente para él.
Cuando llegaron a la casa, Second abrió la puerta y dejó que los otros dos pasaran primero. Observó cómo Red intentaba sacar conversación con Yellow, solo para recibir respuestas cortas. Pero lo que nadie más notó fue la breve sonrisa que cruzó el rostro de Yellow cuando Red no lo miraba.
Second soltó un suspiro y cerró la puerta detrás de ellos. Esto va a ser interesante, pensó.
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Ya acomodados en la sala, la tranquilidad parecía regresar al grupo. Red se dejó caer en el sofá, con Reuben acurrucándose a su lado, mientras Yellow se sentaba al otro extremo, con una bebida en la mano y la mirada fija en la ventana. Second, por su parte, revisaba algunos dibujos que Alan le había dejado para terminar.
Sin embargo, pasaron los minutos, y Green y Blue aún no volvían. Second frunció el ceño, dejando los dibujos a un lado.
—¿Dónde se metieron esos dos ahora? —preguntó, rompiendo el silencio.
Red se levantó de un salto, ajustándose su bufanda amarilla. —¡No han vuelto! Voy a buscarlos. Reuben y yo podemos rastrearlos en un santiamén.
Second suspiró, alzando una mano para detenerlo. —Tranquilo, Red. Conociéndolos, probablemente están haciendo de las suyas... ya sabes cómo son.
Yellow, sin apartar la mirada de la ventana, murmuró: —Probablemente están juntos, alejados de nosotros, como siempre.
Red ladeó la cabeza, confundido por la falta de preocupación de los demás. —¿Juntos? ¿Por qué estarían alejados? ¡Estamos en grupo! —Se colocó su headband con determinación—. Igual voy a buscarlos. Algo podría haberles pasado.
Justo cuando se disponía a salir por la puerta, esta se abrió de golpe, revelando a Green y Blue entrando, despeinados y con un evidente cansancio reflejado en sus rostros. Blue llevaba su cabello más revuelto que de costumbre, mientras que Green apenas podía ocultar el sonrojo en sus mejillas. Ambos caminaban como si nada, con una tranquilidad que desentonaba con su aspecto desaliñado.
Second alzó una ceja. —¿Y ustedes dos? ¿Dónde estaban?
Blue fingió un bostezo exagerado mientras se acomodaba en uno de los sillones. —Oh, solo entrenando un poco lejos de aquí. Ya sabes, práctica de combate y esas cosas.
Green, intentando mantener la compostura, se sentó junto a Blue, cruzando los brazos y evitando el contacto visual con los demás. —Sí, nada importante. Solo… movimientos tácticos. Nada que les interese.
Red los miró fijamente, ladeando la cabeza con una sonrisa pícara. —¿Movimientos tácticos, eh? Entonces, ¿por qué están tan despeinados? —Señaló el cabello de Blue y la camisa arrugada de Green—. Parecen más cansados que después de un combate real.
Blue se encogió de hombros con una sonrisa nerviosa. —Tal vez nos tomamos el entrenamiento demasiado en serio, ¿no, Green?
Green carraspeó, claramente incómodo. —Eso. Entrenamos muy fuerte.
Yellow dejó su bebida en la mesa y los miró con desconfianza. —Si estaban entrenando, ¿por qué no lo hicieron aquí, donde podemos verlos? ¿No sería más seguro?
Blue y Green intercambiaron una rápida mirada, como si buscaran la respuesta perfecta. Blue fue el primero en romper el silencio.
—Es que… necesitábamos espacio. Ya sabes, aire fresco y… concentración. ¿Verdad, Green?
Green asintió rápidamente. —Exacto. Mucha concentración.
Second se cruzó de brazos, suspirando con resignación. —No sé qué clase de ‘concentración’ necesitan ustedes dos, pero al menos avisen antes de desaparecer así. Red casi sale corriendo a buscarlos con su cerdito.
Red, que seguía mirándolos con una sonrisa traviesa, se inclinó hacia ellos. —Ajá, y estoy seguro de que hubiéramos encontrado algo interesante, ¿verdad, Reuben? —El cerdito gruñó en respuesta.
Blue soltó una risita nerviosa y se puso de pie rápidamente. —Bueno, bueno. Lo importante es que estamos aquí, ¿no? Dejemos de hacer un interrogatorio. Estoy muerto de hambre. ¿Quién quiere cenar? —Se dirigió apresuradamente a la cocina, dejando a Green detrás.
Green también se levantó, mirando a los demás como si esperara que las preguntas terminaran ahí. Yellow, sin embargo, no parecía tan convencido.
—No vuelvan a desaparecer así —advirtió Yellow, su tono frío pero firme—. La próxima vez no los buscaremos.
Green asintió, murmurando un “Lo siento” antes de apresurarse tras Blue.
Cuando ambos desaparecieron de la vista, Red estalló en una risa contenida. —¡Ja! Seguro estaban haciendo algo más que entrenar. ¿Vieron cómo no sabían qué decir?
Second negó con la cabeza, sonriendo levemente. —Déjalos en paz, Red. Ellos sabrán lo que hacen. —Miró a Yellow de reojo, quien mantenía su semblante serio—. Aunque admito que fue sospechoso.
Yellow suspiró, recostándose en el sofá una vez más. —No me interesa lo que hagan. Mientras no afecten a los demás, que hagan lo que quieran.
Red se acercó, sentándose junto a él con una sonrisa. —Claro que te interesa. Eres el que siempre se da cuenta de todo. Apuesto a que ya sabes qué estaban haciendo.
Yellow lo miró de reojo, pero no respondió. Su silencio fue suficiente para que Red comenzara a reír nuevamente.
Second, desde su lugar, observaba la interacción con curiosidad. Aunque Yellow intentaba mantenerse frío y distante, había algo en la manera en que escuchaba a Red, como si, a pesar de todo, no pudiera ignorarlo del todo. Y Red, como siempre, seguía dando lo mejor de sí para romper esa barrera. Interesante dinámica, pensó Second, sin decir nada, mientras se levantaba para unirse a Blue en la cocina.
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[Continuará...♡]
★4297 palabras★
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