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Clémence Poésy
As Fleur Delacour

━━━Sus feromonas están alteradas profesor, ¿es por ese alfa azabache que lo mira sin disimular?

—¿Falta alguien?—inquirió Madame Máxime mirando al omega de cabellos blancos que tenía una lista en sus manos.

—No Madame, todos ya están en el carruaje—respondió el omega revisando la lista otra vez.

—¿Entonces qué esperamos? Sube querido Dorien o llegaremos tarde.

El griego hizo lo hecho. Se alegraba de haber revisado a los abraxan, o de lo contrario le hubiera llevado la contraria a la beta.

Subió y vio a todos los estudiantes en una fila ordenados esperando que Madame Máxime subiera, al hacerlo el carruaje empezó a elavarse por los cielos, pero nadie se sentó.

Cuando la directora optó por un sofá y tomó asiento en este fue que los demás se dispersaron para ir a diferentes lugares. Dorien fue a un sofá en el cual las hermanas Delacour estaban, y se sentó junto a estas.

—¿Está nervioso profesor?—inquirió la menor a lo que el omega asintió—. ¿Por qué? Irá a su antigua academia, además nos ha dicho que es una grandiosa escuela.

—Y no lo niego, solo me trae recuerdos algo tristes—la mayor de las hermanas le dió una mirada de empatía al omega.

—Se enamoró de alguien en Howarts, ¿verdad?

—Eres demasiado buena para leer personas, Fleur.

—Usted me enseñó. Además la mirada de amor nunca se va, solo cambia, pero la de usted permanece. ¿Eran destinados?—otro asentimiento del antiguo albino—. ¿Murió?

—No, pero se había transformado en algo que no era correcto, en algo que me lastimó, y prefería no caer más en eso.

—Siendo así era justo alejarse o se volvería algo malo, demasiado—comentó la menor Delacour ganándose una sonrisa del mayor.

—Sí, al ser algo malo ya no se podría escapar—el omega acarició el rubio cabello de la menor que empezó a cerrar sus ojos tratando de no dormir pero las calmantes feromonas del mayor no ayudaban.

Gabrielle se durmió contra el brazo del omega que rio levantándose con cuidado para luego tomar a la cachorra en brazos. Había podido cargar objetos pesados luego de cuidar dragones.

—Gracias profesor—dijo la mayor al ver a su hermana dormida.

—No es nada, ahora recuerda repasar sobre el torneo de los tres magos, si quieres participar recuerda que hay muchas cosas a la que enfrentarte.

—Sí—la rubia sacó un libro mientras el griego llevaba a la cachorra dormida a una de las habitaciones disponibles. Dejó a la niña en una cama y la arropó luego de quitarle los zapatos.

Empezó a revisar las otras habitaciones para ver si todo estaba en calma y al ver que era así, fue a la que le habían asignado.

Al llegar simplemente empezó a escribir varias cartas que enviaría al llegar a Howarts.

—Ya hemos llegado—anunció con regocijo Madame Maxime llamando la atención de todos—. Estén preparados.

Todos asintieron y Dorien se cambió con ayuda de magia, sabía que pronto muchos estudiantes lo buscarían para que los ayudará.

Dicho y hecho. Algunos le pedían que le ayudará con los sombreros u otras partes del uniforme. El omega lo hizo rápidamente.

Al ver que todos estaban listos los guío para que se organizarán de la manera en que entrarían a la academia sede del torneo.

El carruaje se detuvo y cuando estuvieron listos se prepararon para entrar.

—Algo que debo decirles antes de entrar es que en Howarts habrán alfas así que estén preparados para los aromas fuertes que ataquen su nariz.

—Ahora, mostremos el glamour que está en nuestra Academia.

—¡Sí!—y empezaron a bajar.

Todos en el comedor murmuraban cosas luego de ver llegar a un gran carruaje y un gigantesco barco.

—Silencio—ordenó el actual director Dumbledore parándose frente a un pedestal.

Afuera Dorien revisaba a sus estudiantes algunos se habían sentido mareados al llegar fuertes aromas de alfas, en especial de la otra academia que había llegado. Durmstrang.

La llegada de Filch hizo que Beauxbatons se preparan para entrar. Y al abrirse las puertas empezaron con su actuación.

—Démosle la bienvenida a los estudiantes de la academia de magia Beauxbatons y a su directora Madame Maxime—dijo Dumbledore con gran emoción a lo que las puertas se abrieron.

La atención de todos fue a los omegas que entraban con uniforme celeste, luego a Gabrielle que daba acrobacias y de último al profesor de vestimenta azul y ojos grises con destellos azules que era seguido por una alta mujer.

Tom que solo veía la entrada de los estudiantes llevó sus ojos a los últimos en entrar y no pudo disimular la sorpresa al ver a ese omega.

Dorien Karvagiannis.

Su alfa que había estado distante en ese momento sintió como se movía feliz por sentir a su omega justo ahí.

—Dorien—la exclamación del beta que estaba a su lado hizo que lo mirará. Hagrid quien era el actual profesor de animales veía al omega que se acomodaba junto a sus estudiantes y hacía una reverencia a la mujer beta de alta estatura—. Riddle, es Dorien—dijo mirando a Tom, sin querer enterrando su tenedor en la mano del profesor Filius Flitwick.

—Hagrid, tu tenedor—dijo señalando al profesor cosa por la que el medio gigante se disculpó rápido y retiró el tenedor.

—Lo lamento.

Miró como Dorien evitaba ver la mesa de profesores, y simplemente se encontraba junto a los estudiantes mientras Madame Máxime saludaba a Dumbledore.

Tom apartó su vista para posarla en el omega que fingía no verlo, luego notó como miraba a Severus —nuevo profesor de Pociones luego del retiro de Slughorn— que le sonrió que el griego imitó.

Dorien había cambiado, empezando por su cabello que ahora era un tono casi castaño. Sus caderas eran más anchas, su cintura remarcada por un corset era estrecha. Era el mismo Dorien que conocía pero a la vez tan distinto.

Deseó ir y tomar al omega por las caderas apoyarlo contra una pared y devorar esos rojizos labios, hasta que quedarán hinchados.

Se deleitó con el aroma a frutos rojos y vino que le llegó a su nariz. Apretó las manos en puño y trató de controlar sus impulsos.

—Sus feromonas están alteradas profesor, ¿es por ese alfa azabache que lo mira sin disimular?—dijo Fleur sin mirar al omega griego que la miró de reojo.

—Sí, él es mi alfa destinado, de quien te he hablado con anterioridad.

—No muestre ese cruel ceño, no importa si él lo lastimó, no cambie su tranquilidad por él.

Y la mirada del omega se alivió y posó una leve sonrisa en su labios llamando la atención de varios alfas o betas a los cuales Tom miró con enojo.

Dorien soltó un jadeó al sentir las feromonas de Tom entrar a sus fosas nasales, se sintió feliz de estar ahí, pero nervioso. Anhelaba a su alfa y su omega empezó a querer controlar aquel cuerpo, pdof logró suprimirlo.

Sin proponérselo llevó sus ojos a Tom, el cual lo veía con oscuros ojos los cuales tenían detalles rojizos.

Al ver como sus estudiantes se sentaban junto a Ravenclaw, fue junto a Madame Máxime, mientras Durmstrang hacía su entrada.

Debías ser demasiado observador para ver el temblor en el cuerpo de Dorien, pero Tom si lo notaba. Más cuando se acercó a la mesa de profesores siendo saludados por todos los que lo conocían.

—Querido Dorien, nos alegras con tu visita a Howarts—dijo McGonagall—. Puedes sentarte junto a...

—Aquí hay una silla—dijo Hagrid levantándose para ir a otro lugar, en específico junto a Severus que lo miró como si estuviera loco.

—Siéntate entre el profesor Flitwick y el profesor Riddle—y Dorien quisó morirse.

—Gracias profesora McGonagall—dijo caminando hacía el lugar y sentarse en la silla indicada. Miró a Tom el cual había apoyado su cabeza en su brazo izquierdo mientras tenía su vista en el rostro del griego.

—Sí me sigues mirando de esa forma juro que te clavare este cuchillo en la pierna—exclsmó mirando a la mesa, cosa que hizo reír al alfa.

—Me gustaría verte intentarlo—exclamó en un grave que erizó al menor.

—¿Desde cuándo te volviste tan...extraño?—inquirió aún sin verlo, sin saber que muchos estudiantes de diferentes academias los veían.

—Justo ahora, cuando te vi entrar y vestirte tan lindo—Dorien bajó la mano y golpeó el costado del alfa que rio por lo bajo.

—Sinvergüenza—dijo tomando su copa para beber del delicioso vino.

—Habla quién se llevó mi serpiente—el Karvagiannis se ahogó pero lo supo disimular—. ¿Cómo está Nagini?

—Bien, el clima de Grecia le va de maravilla. Ahora no me hables—dijo para volver a tomar su vino.

—Debo hablar contigo después de la cena.

—Yo no debo hablar contigo, tengo que encargarme de mis estudiantes.

—Ya lo veremos, pequeño omega.

Ambos se miraron con determinación sin notar que cierto alfa de ojos cansados los veía divertido.

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