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ᎠϴՏ

Loco aventurero✨:
Tranquila, babe. Lo bueno se hace esperar.

Releí el mensaje una y otra vez con mi ceño fruncido.

¿Y eso qué tiene que ver con mi molestia?, me pregunté.

Le había dicho que había atrasado mi trabajo porque desde temprano había llamado a los de la empresa eléctrica para que cambiaran las bombillas de la lámpara de mi oficina y estaba molestísima porque se habían tardado horas y no habían siquiera avisado de su retraso.

Lo peor era que me hervía la sangre de la impotencia porque el mecanismo de la lámpara no lo entendía y por ende yo misma no podía arreglar el problema de aquellas dichosas bombillas fundidas.

Suspiré rendida y simplemente me dejé caer descuidadamente sobre mi silla.

Por mucho que hayamos estado chateando después de aquella fiesta, y a pesar de que me encantaba su personalidad, debía admitir que TaeHyung tenía momentos en los que parecía un alien, totalmente raro.

Pero bueno ¿qué le iba a hacer? Me gustaba así.

Dos toques a la puerta me hicieron reincorporarme en mi asiento y con un "pase" de mi parte, JiSoo la abrió y se adentró en la oficina con un chico detrás.

-SoRa, este muchacho es de la empresa eléctrica.

-Hum, sí-asentí y el muchacho pasó hasta el centro de la oficina. Miré a JiSoo y la señalé-. Yo me quedaré atendiendo esto. Puedes seguir con tus tareas, pero no te sobreesfuerces demasiado, cabezadura.

-Como digas, jefecita.

Rodó los ojos antes de salir y negué sonriente con mi cabeza.

Sin embargo, me quedé pasmada al ver al chico sacarse aquella mascarilla que llevaba.

Frente a mí, con una altanera sonrisa, estaba Kim TaeHyung.

No pude eludir el reírme de aquella situación y recosté mi baribilla en mi mano cuyo brazo se apoyaba en mi mesa. Él, quitándose aquella gorra, se acercó y se inclinó sobre mi escritorio, quedando nuestros rostros cerca y sus ahora castaños cabellos rozándome la frente.

-Un leoncito me comentó que a cierta damisela se le habían fundido los bombillos de la lámpara de su oficina, así que me dije: Kim TaeHyung ¿por qué no saltarte todas tus sesiones de fotos este día e ir a ayudar a tu bella amante?

Estoy segura de que mi rostro era un poema cuando escuché su risita.

-¿¡Te escapaste de tu trabajo!?

-Meh. Preferí venir a verte. Es mucho más interesante. Además, cuando mi primo y SeokJin noten mi ausencia, se volverán locos y eso será divertido de ver.

-¿En serio no le tienes miedo a que te reprendan?

-¡Qué va!-rió y depositó un corto beso en mis labios-. Me divierto viéndolos molestarse para luego pelearse entre ellos porque uno me dijo algo con lo que el otro no está de acuerdo. Al final siempre hago las paces con ellos comparándoles bebidas y comida. SeokJin es el millonario y prácticamente vive de mi salario.

Volví a reír viéndolo comentar con ciertos gestos aquello respecto a su amigo y primo. Me gusta mucho verlo hablar con esa emoción de lo que lo hace feliz.

-Siendo así, señor Kim, creo que debería ponerse a hacer su trabajo ¿no cree?

-Por supuesto, babe. Hasta he traído conmigo todo lo necesario. Mira.

Realmente me sorprendió verlo sacar de la mochila en su espalda (la cual no había notado) un quit de herramientas, el cual colocó sobre la mesa que, dicho sea se paso, la había vaciado dejando sólo un par de papeles en una esquina dado que no sabía si irían a traer una escalera o se subirían directamente en mi escritorio...como resultó ser el caso de TaeHyung.

El susodicho se veía muy dispuesto a arreglar mi lámpara.

Subiéndose en la mesa, comenzó a inspeccionar a la susodicha y estiró sus manos para buscar el broche de extraño mecanismo que la abría.

Sin embargo, mis palabras lo detuvieron.

-¿Cómo te las arreglaste para venir hasta aquí...con herramientas, uniforme y todo?

-Bueno, primero que nada, me escapé de mi empresa al mejor estilo ninja, saltando vallas y demás, y luego me pasé por la compañía eléctrica. Sólo hay una en tu zona, así que supuse que esa era. Un chico iba de entrada a la empresa y le regalé un buen fajo de dinero porque me diera tooodo lo que traía encima de su trabajo. También se quedó con mi ropa Gucci, ahora que lo pienso-se quedó pensativo por un par de segundos y luego se encogió de hombros-. Da igual. El caso es que vine aquí, nadie sospechó nada de mi disfraz, y puedo pasar más tiempo contigo.

No pude evitar que aquella sonrisa boba se dibujara en mis labios. Es tan atento...

-Por cierto-bajó su cabeza para mirarme-, te ves muy bien desde aquí arriba.

Con aires lascivos, me coloqué de pie, dejando mi boca justo en su portañuela y mis dedos se dieron a la labor de bajar el zipper y zafar su cinturón.

Con una ceja alzada me observaba desde lo alto y yo sólo le sonreía ladina, gustosa de ver como aquellas simples acciones provocaron al bulto que poco a poco crecía en mis narices.

Evidentemente no mentía cuando me decía que me veía bien desde allí arriba.

Con mis naturalmente grises orbes fijos sobre los café suyos, bajé un poco su pantalón junto a parte de su bóxer y saqué mi lengua para que tomara el protagonismo.

La susodicha se paseaba con deleite por cada zona desnuda a su alcance mientras lo veía apretar los labios y aferrarse a uno de los tubos que formaban parte de la lámpara. Fue entonces que mis labios envolvieron su glande y él no se cohibió al gemir.

Victoriosa me sentía mientras mi boca y manos hacían un buen trabajo dándole placer y de su graganta brotaban cualquier cantidad de gemidos y maldiciones por lo bajo a la par que meneaba sus caderas en un vaivén de adelante hacia atrás, pidiéndome más.

Lo hice, sí. Lo devoré con devoción, enamorándome de cada jadeo y sintiendo que cada vez quería más de él.

El resultado de mi excelente labor se deshizo en mi garganta y comisuras, permitiéndole a él suspirar y jadear en busca de más aire.

-Babe, cuando te pedí que fuéramos una aventura, no esperé que te lo tomaras de esta manera. Espero sigas pensando así en futuros eventos porque tengo muuuchas ideas en mente.

Le sonreí juguetona y proseguí a volver a acomodar su pantalón bajo sus suaves y roncas risillas.

Mas todo se detuvo cuando llamaron nuevamente con dos toques a la puerta.

Suspiré profundo, pues para nada me esperaba que nos interrumpieran y con una seña, lo ayudé a bajarse de la mesa y colocarse bajo la misma junto a su mochila.

Agradecía a todos los cielos por haber comprado un escritorio cerrado. No me gustaba que los socios con los que hacía tratos me viesen las piernas por debajo de la mesa, así que compré una que todo lo cubriera.

¡Y qué bien me vino en ese momento!

Limpié las marcas de los zapatos de TaeHyung de la mesa y caminé hasta la puerta para abrirla, recibiendo mi vista la presencia de una confundida JiSoo y un tímido muchacho con el uniforme de la empresa eléctrica.

¡Ups! Parece que el plan de TaeHyung  ha tenido fallas de tiempo, reí para mis adentros.

-SoSo, este chico ha llegado de la empresa eléctrica. Le expliqué que ya había venido otro, pero él me mostró la orden de su jefe del encargo bajo su nombre, Kim Beom.

-¡Oh! Entonces supongo que el otro chico sólo estaba aquí de broma-fruncí mi entrecejo, intentando sonar convincente-. Apenas entró, miró la lámpara y dijo que debía ir a buscar su caja de herramientas y una escalera. Desde entonces lo he estado esperando.

-Seguramente fue uno de nuestros aprendices-por primera vez habló el joven electricista-. Muchos de ellos han estado molestos con el presidente de la compañía porque no han sido llamados a pedidos importantes como este, que se trata de una compañía, y por ello muchos de ellos se han fugado a hacer el trabajo por su cuenta en cuanto se enteran de algún llamado de servicio.

-Hum...puede, sí-asentí y con un gesto lo invité a pasar, con escaleras y todo. Estaba a punto de cerrar la puerta, pero mo amiga seguía allí-¿Qué?¿Pasó algo?

-He estado en la recepción, es decir, en la punta del pasillo-aclaró en un susurro y con una media sonrisa burlona-, todo este tiempo, y no he visto a nadie salir de tu oficina. Este pasillo sólo tiene una salida así que ese chico sigue aquí...a menos que esté en el baño.

Yo, con una "inocente" sonrisa, me encogí de hombros y me despedí de ella con un agitar de manos y luego cerré la puerta con mi cadera.

El electricista había acomodado la escalera frente a mi escritorio, detrás de mi silla, la cual había echado hacia adentro en el hueco bajo la mesa, y luché por contener la risa al imaginar lo apretado que debía estar TaeHyung allí.

El chico no era muy conversador y terminó su trabajo en poco tiempo, despidiéndose con una reverencia antes de irse con su escalera, sus herramientas, y mi firma certificando que el trabajo había sido hecho con eficacia.

De inmediato corrí a apartar la silla y me acuclillé bajo el escritorio.

-Tae...

Mis palabras quedaron interrumpidas por carcajadas al verlo en aquella posición tan incómoda.

Con la espalda encorvada contra una de las esquinas, tenía gran parte de su torso en el suelo y sus piernas estaban alzadas, siendo sus pies los que se apoyaban en el techo del pequeño espacio. Como si fuera poco y no tuviera todo el cabello revuelto y la barbilla hundida, me sonrió con galantería y alzó, a como pudo, una de sus manos para mostrarme sus dedos con el símbolo de paz y amor. Su mochila estaba bajo el hueco de sus piernas por lo que pude ver.

-Hola, nena ¿Ya ves qué monumento de hombre tienes bajo tu mesa? Vengo del reino de SoRalandia donde cada TaeHyung tiene la misión de ser tu amante ¿Qué dices? Tremenda oferta ¿no es así?

Alzó y bajó las cejas, "seduciéndome", y yo sólo pude incrementar mis carcajadas.

Lo ayudé a sentarse mejor en el suelo y peiné su cabello antes de acunar sus mejillas en mis manos y besar sus labios con las ganas que me había estado aguantando desde que lo ví quitarse esa mascarilla.

Por supuesto que me correspondió, posando él sus manos en mis caderas, y cuando nos separamos, no dudé en sonreírle.

-¿Cómo es posible que me gustes tanto, chico loco?

-Bueno, quizás se deba a que de la misma manera me encantas tú a mí. De todas formas, yo sé que soy irresistible.

-¿Y la modestia?

-¿Qué es eso?¿Se come?

Ese era Kim TaeHyung. El hombre que había llegado a mi vida para revolverla en una tormenta feliz.

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