003
-¡Por Drácula!¡No se puede dormir en paz en esta casa!-gruñó Danielle, levantándose enseguida de su cama.
La razón de su descontento era nada más y nada menos que Margaret.
Sí, de nuevo.
La chica había llamado a la puerta de sus dos mayores gritándoles en su idioma natal que necesitaban reunirse urgentemente.
Y Sophie y Danielle, que sabían que la rizada no haría aquello así porque sí, no se negaron a su llamado.
Aunque sí debían admitir que les molestaba haber sido despertadas en medio de la madrugada.
Se reunieron las tres vampiresas en la biblioteca, como ya se les era costumbre y Margaret decidió que no debían perder tiempo, así que habló apenas sus mayores tomaron asiento frente a ella.
-Tuve un sueño donde se mostraban a dos Ruber, que viven juntos por cierto, y de la forma en la que hablaban, se nota que son aliados nuestros. Incluso tenían un pequeño plan y estaban buscando la manera de hacerlo útil.
-Nombres-pidió Danielle.
-Min YoonGi y Park JiMin. Son coreanos-respondió la rizada.
-Dirección-ahora habló Sophie.
-Ya la he anotado en este papel apenas me desperté-volvió a decir Margaret, extendiéndole a sus amigas la hoja con la dirección.
-¿Cómo podemos contactarlos?-continuó hablando la rubia. Danielle estaba más dormida que despierta y aún no captaba del todo la información.
-A través del sueño pude conseguir su correo postal. Viven en un pueblo con cero tecnología y tampoco es que nosotras contemos con muchos aparatos de esos.
-Apenas sabemos usar un celular-bufó la pelinegra, mostrándose ya más espabilada.
-Bueno ¿y qué esperamos?¡Hay que escribir una carta de invitación ya!-Sophie estaba tan emocionada como Margaret y sus amplias sonrisas las delataban.
-La cuestión sería ver en qué idioma la escribimos-como digna cabeza pensante del grupo, Danielle ponía las cartas sobre la mesa-. Sabemos que en inglés no podremos comunicarnos porque en Kabella tienen un estricto control de la mensajería. Podemos escribir en italiano.
-O en coreano-señaló la rizada-. Estos chicos no tienen pinta de saber mucho de otro idioma que no sea el suyo. Digo, en mi sueño estuvieron intentando pronunciar bien una palabra en inglés por casi media hora.
-JungKook te ha estado enseñando, así que tú sabes coreano, Maggie-aplaudió Sophie.
-Y yo también me defiendo un poco en el idioma-intervino Danielle, ganándose una curiosa mirada por parte de sus amigas-¿Qué? No me miren así. Cuando no le estoy chupando la sangre a ese esclavo idiota, lo estoy mandando a prepararme bebidas refrescantes o que me enseñe su idioma. En algo me tengo que entretener en esta vida inmortal.
Las otras dos se mostraron extrañadas pues la relación entre la pelinegra y el castaño era...bastante complicada, pero igualmente se encogieron de hombros y prefirieron no comentar nada al respecto.
-Entonces ya está. Entre Dan y yo podremos redactar una invitación decente-sentenció Margaret, contagiándose de la sonrisa de Sophie y Danielle.
⋇⋆✦⋆⋇
Entre bufidos y descoordinados pasos, Danielle caminaba hasta su departamento.
Ella y Margaret habían estado escribiendo aquella dichosa carta y ello les tomó casi cuatro horas por lo que estaba a punto de amanecer.
Se asustó un poco al entrar y ver a TaeHyung sobre el sofá de la salita de estar, cruzado de brazos y con una seria mirada, evidentemente esperándola.
No le tomó mucha importancia a aquello, por supuesto.
-Recuérdame cuando despierte pedirte un intensivo en mis clases de coreano. Definitivamente no quiero volver a pasar horas intentando escribir decentemente una puñetera carta.
Y sin más, le pasó de largo al chico, dispuesta a ir a su habitación. Su cama la estaba llamando con cantos de sirena...o al menos así pensaba ella que era pues realmente lo único que quería hacer era hundirse en sus sábanas y no despertar por los siguientes siete siglos.
Pero, como era de esperarse, TaeHyung seguiría insistiendo.
-¿Qué ocurrió tan urgente con Margaret como para que salieras en medio de la madrugada y volvieras casi al amanecer?-a él no le importaba ver a Danielle lanzarse sobre su cama cual saco de papa y quedar en una extraña posición sobre el colchón; él quería respuestas.
Y la pelinegra, como estaba medio atontada por el sueño, simplemente le respondió. Sabía que si no lo hacía, el muchacho no la dejaría dormir en paz.
-Maggie tuvo un sueño e involucraba un tema importante para nosotras, así que era preciso hablarlo en el momento.
-¿Pero una de tus habilidades no es la clarividencia?-frunció su ceño y se tomó el atrevimiento de ayudar a "su ama" a acomodarse mejor sobre la cama-. Digo, si tienen dones casi idénticos ¿por qué no usas el tuyo para esas cosas?
La pelinegra bufó y hundió momentáneamente su rostro en la almohada antes de alzar la cabeza y mirar con ojos entrecerrados a "su esclavo".
-En primer lugar, las visiones vienen a mí cuando se les pega la regalada gana; y en segundo lugar, intento bloquear mi habilidad la mayor cantidad de tiempo posible para que Maggie pueda desarrollar la suya porque, a comparación mía y aunque no lo creas, ella aún está aprendiendo a utilizar sus dones.
-¡Vaya!-murmuró el castaño, tomando asiento a un lado del cuerpo de la Ruber sobre el colchón-¿Quién diría que, precisamente tú, tuvieras un corazón tan blando?
-La cosa es que no me gusta perder mi tiempo con imbéciles-gruñó y se sentó. De repente tenía la garganta seca-. Y como tú eres uno de los grandes, prefiero no gastar mi poca generosidad y amabilidad contigo.
Se levantó de la cama y estuvo a punto de caminar hacia su nevera de no ser por la mano que sostenía su muñeca.
-¿A dónde vas?-preguntó TaeHyung y la pelinegra bufó con cansancio.
-Tengo sed.
-Entonces muérdeme.
Danielle frunció su ceño, obsrvando al castaño como si le hubiese salido una segunda cabeza y quince cuernos.
-¿No tuviste suficiente con las mordidas que te di antes de acostarme a dormir?
El castaño sacudió su cabello con su mano libre y suspiró pesadamente.
Ni él mismo se entendía en esos momentos. Él sólo sabía que quería que ella lo mordiera.
-Sólo hazlo.
-¿Por qué pides eso tan de repente?
-No preguntes. Sólo hazlo.
-Es demasiado sospechosos.
-¡Carajo, Danielle!
El chico tiró de la mano ajena con fuerza, y logró que la pelinegra cayera a horcajadas suyo.
-¿Me vas a morder o no?
La Ruber rodó los ojos y gruñó antes de descubrir el cuello del Amethystos y luego clavar sus colmillos allí...tal y como se lo pedía.
Esta vez, ninguno de los dos se movió. Simplemente disfrutaron en silencio.
Y fue tal la paz que aquello les generó a ambos (cosa bastante inusual si se trataba de ese par), que Danielle pronto había caído dormida. Apenas y había retirado sus colmillos del cuello de TaeHyung cuando sus ojos se cerraron y su mente cayó en un relajante estado de inconsciencia.
Al Amethystos le resultó imposible no soltar unas risillas al notar a la durmiente vampiresa entre sus brazos pues, irónicamente, aquella situación se le hacía de lo más tierna.
Sacudió su cabeza pretendiendo eliminar aquel ridículo pensamiento y procedió a volver a acomodar a Danielle en la cama.
Se aseguró de cubrirla bien con las sábanas y se quedó un rato con la vista fija en los labios de la fémina.
Tanto estuvo tentado, que se sorprendió a sí mismo pasando su lengua por sobre los belfos ajenos, saboreando así su propia sangre.
-¡Ah, carajo!-gruñó por lo bajo y corrió, saliendo definitivamente de la habitación.
Se iba a volver loco de tanto reprimir aquellos sentimientos.
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