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001

Danielle se paseaba de un lado a otro en la habitación de su ahora "esclavo" mordíendose la uña del dedo pulgar.

Estaba nerviosa porque, si bien nunca había convertido a un humano, sabía que hacerlo en contra de su voluntad (o sin consentimiento ninguno como era el caso), no era una gran idea.

Pero ¿qué podían hacer ella y sus amigas?

Nada.

Al raptar esclavos, los capataces gustan de mantenerlos en hambruna y sequía para que, una vez comprados, fueran obligatoriamente mordidos, ya fuera para esclavizarlos o simplemente alimentarse de ellos.

Algo completamente cruel que quedó sumado a la lista de razones por las cuales era necesario hacer un nuevo clan y acabar con las jerarquías y sus mierdas, como bien afirmaba Danielle.

Dando vueltas con la mirada fija en el humano recién convertido en Amethystos hacía no menos de doce horas, la Ruber sólo se detuvo y suspiró aliviada cuando distinguió cómo los orbes lilas del chico se abrían.

Había pasado bastante tiempo desde que lo había mordido, cosa que no es usual, pero el pensamiento de que simplemente su cuerpo humano se estaba adaptando a su lado vampiro le daba un poco de calma.

El muchacho se sentó en la cama a la velocidad de la luz y sus ojos se abrieron con amplitud al verse en un ambiente completamente extraño y con una chica de ojos rojos sonríendole.

-¡Hasta que al fin despiertas, niño!-bufó risueña.

Pero el muchacho no respondió.

Danielle frunció su ceño. El joven se notaba era asiático, así que tal vez no la había entendido.

-¿Hablas inglés?-fue lo primero que pasó por su mente y consideró un progreso el hecho de que su contrario hubiese asentido-. Escucha, necesito que te calmes ¿sí? Ni mis amigas ni yo te haremos daño. Al contrario-chasqueó la lengua con chulería-, les hemos salvado la vida a tí y esos otros dos.

Finalmente, los ojos del Amethystos coincidieron con los de la Ruber.

-¿C-Cómo lle-gué a-aquí?-su voz temblaba, y aunque Danielle no lo culpaba, aquello le sacaba la paciencia.

-Justamente por eso esperaba a que despertaras-rodó los ojos-. Como ya te dije, hay otros dos como tú y para evitar gastar tanta saliva, necesitamos reunirlos a los tres y explicarles las cosas de una sola vez.

El muchacho estaba asustado, más aún cuando, de repente, sintió su garganta seca y comenzó a carraspear y tragar saliva, buscando alivio.

Como ya se esperaba que algo así sucediese, Danielle tomó una botella de sangre de la nevera de la habitación y se la extendió al chico.

-¿Q-Qué es...?

-No armes berrinche y sólo bebe-sonrió ladina-. Te va a gustar.

No tardó mucho el Amethystos en arrebatarle la botella de la mano y beber todo de un sorbo.

Para cuando terminó, reparó en el envase y no tardó mucho en darse cuenta de que, aquel líquido que había bebido y tanto calmó su sequía, era nada más y nada menos que sangre.

Soltó un grito de espanto y lanzó bien lejos la botella, mas sus ojos miraban con miedo a una risueña Danielle, quien ya estaba soltando lágrimas producto de tanta risa.

-¡Ay, niño! Me voy a divertir mucho contigo-afirmó, calmando sus carcajadas-. Pero por el momento, necesito que te ahorres las impresiones para cuando sepas todo.

⋇⋆✦⋆⋇

-Sabemos que están...impresionados, pero necesitamos que cooperen con nosotras-amablemente y con una tierna sonrisa en el rostro, Margaret le hablaba a los tres Amethystos sentados en el sofá de la sala de estar. Ella, Sophie y Danielle estaban de pie, procurando no asustar a los nuevos inquilinos con algún movimiento brusco-. Si quieren nosotras nos presentamos primero-sugirió, ganándose miradas confusas e impacientes por parte de los ocupantes del sofá.

-Él no sabe hablar inglés-intervino Sophie, señalando al pelinegro "esclavo" de Margaret. Había podido leer los pensamientos del chico intentando recordar la manera correcta de expresarse en un idioma, evidentemente, ajeno al suyo.

El aludido se encogió aún más en su lugar y la rizada se arrodilló frente a él, colocando una mano en su rodilla y regalándole una sonrisa comprensiva.

-Y-Yo soy l-licenciado en lenguas extranjeras-el castaño que venía con Danielle habló, llamando la atención de todos-. P-Puedo traducirle porque...creo que somos del mismo país.

Danielle le sonrió ampliamente y asintió. Poco a poco su "esclavo" se iba soltando y tartamudeaba menos.

-Bueno, siendo así-Sophie tomó asiento en el suelo junto a Margaret y Danielle la imitó-, nos presentamos-sonrió a la castaña chica bajo su cuidado, quien la miraba expectante desde la punta del sofá-. Mi nombre es Sophie Carter, tengo 2000 años y soy una vampira Ruber.

Y, sin pasar por alto la impresión de los Amethystos, Danielle continuó:

-Yo soy Danielle Buck y tengo 1800 años. También soy una vampira Ruber-su sonrisa no abandonaba su rostro. Le gustaba la forma en que su "esclavo" manejaba la impresión, no permitiéndose quedar lo suficientemente pasmado como para no traducirle al chico a su lado todo lo que se decía.

-Y yo soy Margaret Monticci-sonrió la aludida-. Soy la menor del grupo. Tengo 621 años y soy una vampira Smaragdus.

La sala quedó en completo silencio luego de aquello. Lógicamente, los tres "esclavos" estaban recepcionando toda la...chocante información.

-¿Y nosotros...qué tenemos que ver con...ustedes?-por primera vez, la chica castaña habló.

-Quizás recuerden, quizás no-habló Sophie-, pero fueron raptados y el objetivo de ello era venderlos a la comunidad vampírica, ya fuera para convertirlos en esclavos o simplemente alimentarse de ustedes.

-Nosotras los salvamos-siguió Margaret-, pero estaban muy débiles y tuvimos que morderlos para que pudieran sobrevivir.

-¿Eso quiere decir que...?

-Son vampiros-respondió Danielle, interrumpiendo a su "esclavo"-. Más específicamente, Amethystos.

-Pero, eso no significa que vayamos a hacerles daño. Todo lo contrario-aclaró Sophie.

-¡Joder! Esto es demasiada información-supiró la única Amethystos femenina del grupo.

-¿Por qué no se presentan?-como siempre, Margaret intentando calmar las aguas-. Quizás así se relajen un poco. Ya luego podemos entrar en detalles y explicarles mejor las cosas.

Los tres Amethystos se veían cohibidos, pero aún así, fue el pelinegro quien dió el primer paso.

El chico a su lado le había estado traduciendo todo, y con el poco conocimiento de inglés que tenía, decidió hablar.

Si esa sería su vida de ahí en adelante, debía comenzar a adpatarse.

-Mi nombre es Jeon JungKook. Soy de Corea y...tengo veintitrés años de edad.

-Yo soy Kim TaeHyung. Tengo veinticuatro y también soy coreano-habló el castaño, con la vista fija en la Ruber que ocupó su campo visual apenas abrió los ojos.

-Mi nombre es Sabrine Gilys y tengo veintiuno-habló la otra castaña, jugando con los dedos de sus manos-. Soy francesa pero tengo familia inglesa.

Las tres vampiras mayores se miraron entre sí.

-Bueno, ahora sí vamos a dejar las cartas sobre la mesa-sentenció Sophie.

⋇⋆✦⋆⋇

-¡Me cago en Drácula y su séquito de concubinas!-gritaba Danielle en medio del recibidor-¡Kim TaeHyung!¡Tienes más rapidez que yo y llevo media hora esperando una puñetera sangría!

-¡¿Y qué culpa tengo yo de no saber preparar una puta sangría?!-el acusado se apareció en un santiamén frente a "su ama".

-¡Pero soy tu jodida ama y tienes que hacer lo que yo te diga!

-¡No me da la regalada gana y punto!

Pero, justo cuando la pelinegra iba a gritar un par de groserías más, una enojada Margaret apareció tomando la mano de un sonrojado y aturdido JungKook.

-¡Hasta aquí llegaron los gritos!-exclamó y cubrió los oídos del pelinegro-¿Acaso no recuerdan que JungKook es altamente sensible? Tiene sus sentidos muy agudos y aún no se acostumbra-gruñó-. Limiten sus peleas a su departamento y evítennos molestias. Miren cómo han dejado al pobre chico.

La mirada del polémico par fue a parar al acompañante de la rizada quien, efectivamente, no sabía ni donde estaba parado y abría y cerraba sus ojos, buscando calmar su repentino vértigo.

Luego de aclarar la situación entre las Ruber, la Smaragdus y sus "esclavos" Amethystos, con otro trago más de sangre, estos últimos comenzaron a dar indicios de sus habilidades.

TaeHyung era sumamente rápido, JungKook tenía sus sentidos altamente agudos y Sabrine...

-¡Coño, chica!-se oyó la exclamación de Sophie desde ma biblioteca, seguido de un sonoro estruendo-¡Controla esa fuerza, mujer!¡Ese estante que tumbaste casi me mata!

Margaret decidió llevarse a JungKook a su departamento para que no tuviese más inconvenientes con su habilidad y así poder comenzar a aprender (en paz) coreano de la misma forma en la que enseñaría a su "esclavo" el inglés; y Danielle y TaeHyung quedaron en el recibidor, mirándose entre sí.

-Esta casa es un puto circo-bufó la pelinegra, y gruñó luego de escuchar las palabras de su acompañante.

-No sé cómo podré sobrevivir tanto tiempo con payasas como tú.

-Kim TaeHyung...corre por tu miserable vida.

-¿Te traigo tu sangría a la vuelta?

-¡Idiota!¡Sal de mi vista!

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