~9~
Unos minutos después de que Jimin había terminado de asearse y ponerse ropa cómoda de las que le había comprado el mayor, llamaron a la puerta.
—Adelante.
—¡Chim Chim! ¡Buenos días! —saludó un sonriente Seokjin con un nuevo apodo para el pequeño Omega.
—¡Buenos días, Hyung! ¿Cómo amaneciste? —dijo devolviéndole la sonrisa.
—Muy bien, pero necesito tu ayuda si es posible —pidió el mayor.
Por supuesto que Jimin accedió y pronto se encontraban los dos en la cocina preparando un desayuno más grande de lo habitual.
—Hyung, ¿por qué estamos preparando tanta comida? —inquirió el menor mientras cortaba los vegetales.
—Aah, ¿Yoongi no te explicó lo que harían hoy?
Ante la negativa de Jimin, el mayor le explicó con más detalle.
—Hoy es el Recorrido de Alfas. Es un día en el que el líder y sus hombres recorren grandes extensiones de las tierras que pertenecen a la manada para liberar sus fuertes feromonas y marcar el territorio. Así, otros Alfas de otras manadas se lo pensarán dos veces antes de entrar a nuestras tierras y nuestra gente se siente a salvo y confía en su líder.
—¡Waahh! ¡Eso es increíble, Jin Hyung! —dijo el rubito emocionado, pues nunca había escuchado algo así—. ¿Cada qué tiempo deben hacer eso?
—Bueno, solían hacerlo una vez al mes; pero como seguro ya sabes tenemos algunos problemas con los resistentes de la manada vecina y Yoongi ha creído mejor hacerlo una vez a la semana, por si acaso. —Seokjin probó el punto de sal del estofado—. Pero no te preocupes, Chim, nunca ha pasado nada malo ni pasará; Yoongi es un líder muy respetado.
Cuando todo estuvo preparado, Jimin se maravilló de la cantidad de comida tan deliciosa que habían preparado, y aunque él solo ayudó un poco su Hyung le agradeció de todas formas. Se habían esmerado para hacer varios platillos en grandes cantidades puesto que los lobos hambrientos estaban a punto de llegar.
Había arroz, sopa, carne y una amplia variedad de platos de acompañamiento, como costillas a la parrilla, ensalada de mariscos picante, tortilla de verduras, pescado guisado y kimchi. Al pequeño Omega se le hizo la boca agua de solo pensar en comer todo aquello, la verdad era que solo llevaba unos cuantos días allí y su apetito había mejorado considerablemente, así como su estado de salud general.
El rubito no tuvo mucho tiempo para embobarse ante la comida, puesto que los bulliciosos chicos irrumpieron en la cocina como si de una estampida se tratase. Y no es que Jimin no estuviese acostumbrado, pero esta vez las cosas eran diferentes; aquello fue demasiado para el pobre Omega que no lo esperaba para nada.
De inmediato el lugar se llenó del fuerte aroma de todos los Alfas que habían llegado y por si fuera poco, todos estaban sin camisa. Jimin quedó aturdido al instante, dominado por aquellas feromonas que le hacían sacar a flote su lado más sumiso; sin embargo, el aroma que más podía sentir, y el que más lo llamaba era el de Yoongi por supuesto.
Los ojos brillantes y pequeños de Jimin no pudieron evitar recorrer la extensión del cuerpo del Alfa, tan pálido y sudoroso pero tan atractivo e irresistible a la vez. Yoongi no era musculoso en particular, pero estaba bien definido, con su pecho, brazos y piernas bien torneados. Sus abdominales estaban ligeramente marcados y el comienzo de su línea en forma de V se podía ver por encima del borde del pantalón deportivo. Jimin nunca antes se había sentido así, ni siquiera cuando entraba en celo, este nivel de atracción se sentía diferente, como si su Omega le pidiera que fuera a restregarse contra su Alfa hasta empaparse de su aroma.
—¡¡Yaaah!! ¡¿Cómo se les ocurre venir así todo sudados y sucios a mi cocina, Alfas idiotas?!
La voz del mayor de todos sacó a Jimin de su especie de trance y logró traerlo de vuelta a la realidad antes de cometer una vergonzosa locura delante de todos.
—Omma, ¡¡estamos muriendo de hambre!! —gimoteó Jungkook.
—¡¡Por favor, Omma!! —rogó el peliazul.
—¡¡Ni siquiera lo piensen!! —chilló Seokjin—. Vayan ahora mismo a asearse y a ponerse ropa apropiada para desayunar como gente decente y no bestias prehistóricas, o no habrá comida para ninguno —agregó, con una mano en la cintura y un cucharón en la otra; toda una madre en su mejor faceta.
—Chicos, Jin Hyung tiene razón —apoyó Yoongi—. Hagamos lo que dice.
—Váyanse ya, que están abrumándome a mí y a Chim Chim con sus horribles feromonas de Alfas apestosos.
—¿Chim Chim? —dijeron todos a coro y miraron a Jimin como buscando explicaciones del rubio, este solo atinó a sonrojarse a más no poder.
—¡Sí! ¡Chim Chim! No se distraigan y váyanse ya. ¡Go Go! —agitó Jin con un acento muy simpático en inglés.
Con el mismo barullo con el que entraron todos se fueron retirando, excepto Namjoon, que se acercó a Seokjin con su sonrisa de marcados hoyuelos.
—Jinnie... —Alargó el sonido del apodo—. ¿No me extrañaste ni un poquito?
—Namjoon, si te acercas te golpearé en serio. —Lo detuvo el mayor.
—Pero, amor... —protestó Namjoon, pero la forma en la que Jin lo miró le dijo que era mejor no insistir.
Con un puchero el Alfa se alejó y salió de la cocina.
—¡Aish! —se quejó Seokjin—. ¿Estás bien, Chim? Sé que la primera vez puede ser agobiante y un tanto extraña, pero cuando llevan algún tiempo liberando feromonas para marcar el territorio les es un poco difícil controlarlas luego —añadió a modo de explicación.
Jimin lo pensó dos veces antes de preguntar, mas si no lo hacía se quedaría con la duda, aunque no quería ser tan obvio tampoco.
—Jin Hyung... ¿tú no... no querías que Namjoon Hyung se te acercara... a pesar de sus feromonas? —inquirió, pues tenía miedo de que su reacción anterior no fuese normal.
—No, ni loco dejo que se me acerque así —rió Jin—. Pero eso es debido a mis hormonas porque estoy en estado, a veces no lo quiero ver ni en pintura y otras veces lo necesito tanto que hasta me duele físicamente no tenerlo cerca; el doctor me dijo que es normal durante el embarazo.
—¿De veras, Hyung?
—Sí. Aunque lo más probable es que si no estuviese embarazado sus feromonas me hubiesen hecho lanzarme a sus brazos sin remedio —comentó el mayor riendo un poco.
Solo pasaron unos segundos en los que Jimin se sonrojó sobremanera y Seokjin cayó en la cuenta de lo que escondía la pregunta del rubio.
—¡Oh, Chim! ¿Te ha sucedido eso con Yoongi justo ahora?
Jimin se cubrió el rostro con ambas manos y suspiró avergonzado.
—Jiminie, está bien, no te sientas apenado. Es normal sentirte atraído hacia tu Alfa cuando sus feromonas son demasiado fuertes, y querer... bueno... hacer cosas...
—No lo digas, Hyung, por favor —pidió el menor—. ¡Qué vergüenza! Pensé que estaba siendo un depravado.
—¡Claro que no! ¡¿Qué cosas dices?! Ya te dije que es normal, no pienses mucho en eso.
—N-No le dirás a nadie, ¿verdad? —pidió el menor mientras descubría su colorado rostro.
—No te preocupes, mis labios están sellados —aseguró Seokjin con un guiño.
Y esta vez el mayor de veras no le diría nada a Yoongi, pues no quería avergonzar a Jimin más de la cuenta; sin embargo, estaba casi convencido de que las barreras construidas por el rubito para protegerse y alejarse estaban cayendo poco a poco, y no podría evitar aceptar a su Alfa tarde o temprano.
El resto del día Jimin continuó sintiéndose algo inquieto y sobresaltándose cada vez que tenía a Yoongi cerca. El Alfa había pasado casi todo el día en su oficina con Namjoon pero sus caminos se cruzaban de vez en cuando. Jimin reprimía sus instintos de Omega lo mejor que podía, pero no estaba seguro de si el mayor se había dado cuenta de sus reacciones.
Seokjin le había explicado que las feromonas del pelinegro eran bastante fuertes por ser un Alfa líder de un linaje tan poderoso, por lo que probablemente el menor se iba a sentir afectado por esto el día entero; la mañana siguiente todo estaría bien.
«Solo tengo que resistir hasta mañana», se repetía el pequeño Omega.
Por su parte Yoongi no entendía mucho lo que estaba sucediendo. Creyó, por un momento, que había hecho algo mal y había provocado que Jimin se sintiera incómodo a su lado, pues el chico lo evitaba cada vez que se encontraban.
El Alfa suspiró por enésima vez mientras trataba de avanzar en la lectura del documento que tenía delante, del cual llevaba al menos cinco minutos en la misma página. Se encontraba en su oficina privada junto a su cuñado y analizaban los documentos que les había enviado el señor Moon con respecto a los terrenos y divisiones territoriales en Busan, cosa que Yoongi debía tener bien claro si pensaba convertirse en líder de ese lugar.
—¿Qué sucede, Yoongi? Has estado desconcentrado todo el día —apuntó Namjoon con seriedad—. Desde que volvimos del Recorrido no has actuado como de costumbre.
—Lo siento, Nam —respondió con otro suspiro—. Es que... creí que las cosas estaban bien entre Jimin y yo y ahora no sé qué hice mal...
Yoongi se sentía en completa confianza con Namjoon como para hablar esos temas, pero aun así le daba un poco de pena pedir consejos.
—¿Crees que está enojado contigo por algo?
—No enojado, solo... distante, incluso cauteloso... No lo sé... El lazo se siente extraño, tenso.
—Tal vez deberías llevarlo a algún lado donde se sienta más... ya sabes... libre, menos presionado —sugirió el de los hoyuelos.
—¿Crees que se siente encerrado?
—No es eso, Hyung, es solo que Jimin ha atravesado por un cambio muy brusco en su vida —explicó mejor Namjoon—. Puede que por momentos se sienta bien contigo, pero en otros se siente abrumado y presionado por todo lo que es nuevo a su alrededor, incluido el hecho de ser tu pareja destinada.
Yoongi lo pensó seriamente, a lo mejor Nam tenía razón.
—Tal vez sea bueno llevarlo a un lugar diferente.
—Llévalo a un sitio donde se sienta a gusto, algo sencillo y que no lo abrume —propuso su cuñado.
Yoongi asintió poniéndose en pie.
—Gracias, Nam. De veras te agradezco esto. Mañana terminaremos con estos documentos, lo prometo.
—Tranquilo, Hyung. Yo terminaré esto hoy y te daré un resumen mañana. —El de cabellos morados lanzó una cálida sonrisa—. Ahora ve, ve con tu Omega.
—Y-Yoongi Hyung, ¿a dónde vamos? —preguntó un inquieto Jimin dentro del auto negro del Alfa.
Esta vez el pelinegro conducía un Audi y Jimin iba en el asiento del copiloto, sin guardaespaldas ni ningún otro auto siguiéndoles. Hacía como diez minutos el mayor había entrado a la habitación con una sonrisa emocionada, le había pedido al rubito que se abrigara y lo había tomado luego de la mano para guiarlo escaleras abajo hasta el garaje interior donde estaban todos los autos de la mansión, incluidas dos limusinas que Jimin vio de pasada.
—Es una sorpresa, cachorro. Ya verás. —Fue la respuesta que recibió el menor.
Jimin tragó en seco. ¿Le gustaban las sorpresas? Sí. Pero no estaba seguro de esta en particular, ya estaba comenzando a marearse por el fuerte olor del pelinegro que inundaba el interior del auto. Normalmente el aroma del Alfa lo calmaba y le hacía sentir seguro, sin embargo, todo en exceso es malo. Las feromonas de Yoongi todavía estaban demasiado activas desde por la mañana y eso volvía un poco loco al Omega. Se preguntó si el mayor lo sabía y por eso quería estar a solas con él.
Pasaron otros diez minutos en los que Jimin se mantuvo en silencio y reprimiendo sus deseos con todas sus fuerzas. No era nada sexual, no, era más primitivo que eso. Era su lobo quien quería contacto con el lobo de Yoongi, quería que ese aroma lo envolviera y que sus cuerpos se pegaran de tal forma que no se supiera dónde empezaba uno y dónde terminaba el otro.
Jimin sabía que era diferente al celo, pues para empezar estaba despierto y muy consciente de lo que quería, no estaba delirando ni sudando frío, ni tampoco sufría dolor. Lo que sentía era una necesidad más allá de lo físico, un anhelo de poder sentir a su Alfa más cerca, un anhelo de poder aceptar que era su Omega.
El pelinegro detuvo el auto a un lado de la carretera aunque no hizo ademán de bajarse, solo sacó su móvil y comenzó a teclear algo. Jimin lo miró extrañado, no comprendía nada de lo que estaba sucediendo y el Alfa no se había dado cuenta del conflicto interno en el que se debatía el menor.
El sol iba bajando poco a poco, creando un espectáculo de tonalidades hermosas en el cielo, aunque algunas oscuras nubes se arremolinaban sobre ellos y tapaban el bonito paisaje. Yoongi dejó su teléfono y se volteó para ver al Omega.
—Jiminie... yo... —farfulló antes de aclararse la garganta—. No sé si hice algo mal, o algo que no te agradó... pero no quiero que te sientas presionado o intimidado por mí. De seguro te han dicho que soy un Alfa malgenioso y gruñón, que me enfado con facilidad y... todo eso es cierto... pero yo nunca te trataría así, Jiminie... —El Alfa continuó—: Cuando vimos el amanecer juntos significó mucho para mí. Quiero seguir compartiendo momentos así contigo, si me dejas... Quiero mostrarte las cosas bellas de la vida, cachorro, las que son sencillas y damos por sentado pero son las más especiales...
—Hyung... —murmuró Jimin, embargado por los sentimientos del Alfa.
—A lo mejor piensas que es tonto, o ridículo, no lo sé... —El pelinegro se encogió de hombros—. Pero espero que esto te guste...
Jimin estaba a punto de decir algo cuando un relámpago rasgó las oscuras nubes que adornaban el crepúsculo, luego otro y otro más en la lejanía. En pocos segundos una gota de lluvia cayó sobre el parabrisas del auto y resbaló hasta desaparecer.
Jimin contuvo la respiración brevemente mientras más gotas comenzaban a danzar sobre los cristales del auto.
—¿Llu-lluvia...? —inquirió el rubio—. Es... ¿es lluvia, Hyung?
Yoongi admiró la expresión de emoción contenida del Omega, quien estaba a punto de explotar de alegría.
—¡¡Hyung!! ¡¡Está lloviendo!! —chilló mientras tocaba el parabrisas como queriendo atrapar las gotas con sus manos.
Hacía tanto tiempo que Jimin no veía la lluvia caer. Recordó con nostalgia y felicidad a la vez como su madre solía arroparle en las noches de tormenta y le leía cuentos hasta que se quedaba dormido con el suave murmullo de las gotas cayendo afuera; o cuando tenía permitido salir un rato a jugar y bañarse en la fría llovizna. Y eso era justo lo que sentía en ese momento, o al menos lo que esperaba sentir, la lluvia sobre él.
Sin pensarlo mucho el Omega abrió de repente la puerta del auto y salió.
—Jimin, ¡¡espera!! —gritó el Alfa mientras hacía lo mismo, no sin antes tomar un paraguas del asiento trasero—. ¡Podrías enfermar, cachorro, regresa al auto!
Pero al salir y ver al menor dar vueltas y correr alegremente, se detuvo a observarlo con un suspiro lleno de tristeza mezclado con alivio. Tal como hacía tiempo el Omega no disfrutaba de un amanecer, no era difícil imaginar que lo mismo sucedía con una puesta de sol, o incluso la lluvia.
—¡¡Hyung!! ¡¡Esto es increíble!! —Jimin rio mientras abría sus brazos, movía sus deditos y miraba al cielo con una amplia sonrisa.
El Alfa también sonrió, todo lo que hiciera feliz a Jimin le hacía feliz a él también. En lo que el Omega se acercaba risueño, él decidió recostarse a la parte delantera del auto mientras se cubría con el paraguas.
—¿Cómo... cómo pensaste en esto? —preguntó Jimin cuando llegó frente a él, de sus cabellos mojados caían gotitas sobre su rostro.
—Busqué por internet el pronóstico del tiempo de algún lugar que tuviéramos cerca. No fue difícil —dijo Yoongi encogiéndose de hombros.
Jimin se acercó al pelinegro y se colocó bajo el paraguas, su rostro ahora llevaba el sonrojo que el Alfa tanto adoraba.
—Perdón por salir del auto, Hyung —se disculpó—. No pude aguantar las ganas...
—No te disculpes, cachorro... Entiendo cuando no se pueden aguantar las ganas de algo... —musitó el mayor.
Y ahí estaba de nuevo, la tensión entre ambos, junto a las crecientes ansias de Jimin por su Alfa, como si este fuera su centro de gravedad que lo atraía sin remedio.
—Hyung... tú... hueles como la lluvia... —murmuró el rubio al tiempo que daba un paso más cerca del pelinegro.
Yoongi lo miró fascinado y sin poder emitir palabra. Era la primera vez que el Omega se le acercaba por voluntad propia, conscientemente, y él no iba a arruinar el momento.
En alguna parte de su mente, Jimin registró la idea de que más tarde se arrepentiría, pero las feromonas de Yoongi todavía estaban en el aire y la lluvia misma no ayudaba mucho con su condición actual; de modo que siguió acercándose al Alfa con el rostro todavía rojito y la respiración entrecortada.
El mayor se quedó estupefacto al recibir un abrazo del Omega, que se sintió cálido a pesar de que la humedad ya comenzaba a calar hasta sus huesos. Jimin colocó su fría nariz en aquel cuello tan conocido y frotó con suavidad, queriendo inhalar todo su aroma si era posible. Yoongi no se movió ni un centímetro creyendo que lo que vivía era un producto de su traicionera imaginación y no la realidad, su única reacción fue apretar con fuerzas el paraguas en su mano.
»Me gusta mucho como hueles, Hyung... —susurró el menor todavía abrazado a él.
Yoongi sonrió con ternura y también inhaló un poco del dulce aroma del Omega, dispuesto a decirle que a él también le encantaba como olía. Sin embargo, Jimin se movió para mirarlo, aún con los brazos alrededor de su cuello y los ojos brillantes por la emoción que le llenaba; y sin previo aviso, el menor posó sus labios sobre los del pelinegro.
Esta vez, el Alfa dejó caer el paraguas.
Yoongi entreabrió los ojos un poco y enseguida estornudó sonoramente, se quejó bajito cuando hizo ademán de levantarse y su cuerpo no se lo permitió. Otro estornudo le impactó y un ligero escalofrío le recorrió el cuerpo entero, además sentía un terrible dolor de cabeza. ¿Se habría resfriado?
Pronto sintió algo frío sobre su frente que le alivió la calentura y un conocido aroma que le envolvía de a poquito, puesto que su nariz estaba algo tupida. Con más voluntad que fuerza logró abrir los ojos para encontrarse con un par de ojitos avellana mirándole con pesar.
—Cachorro... —murmuró Yoongi y su voz sonó demasiado ronca.
—Hyung... ¿cómo te sientes?
El Alfa intentó una vez más incorporarse pero Jimin le detuvo con sus manitas en su pecho y le hizo recostarse.
»No te levantes, debes descansar. Jin Hyung dijo que pronto estarás mejor pero debes beber mucho líquido y hacer reposo. Un resfriado no es una herida que puede sanar rápido.
El mayor se quedó recostado en la cama, de veras no tenía deseos de levantarse y aunque se sintiera terriblemente enfermo, si Jimin estaba ahí para hacerle compañía él no iba a quejarse. El Omega retiró la compresa que ya se había puesto tibia por la temperatura de Yoongi y se dispuso a colocarle otra más fresca.
»Hyung... yo... —farfulló—. De veras lo siento mucho... Por mi culpa estás así...
—¿De qué hablas, Jiminie? —preguntó con algo de esfuerzo el pelinegro.
—Si no hubiese salido del auto como me dijiste... no te habrías mojado en la lluvia y ahora no estarías enfermo... —El puchero del rubito apareció.
De repente, los recuerdos de la noche anterior llegaron a Yoongi como una rápida ráfaga de imágenes y el Alfa sintió sus mejillas arder con un profundo sonrojo, cosa que no le pasaba muy a menudo, por no decir nunca. Por fortuna, el Omega estaba inmerso en sus pensamientos y seguro achacó el sonrojo del mayor a su fiebre.
«Él me besó...», se dijo Yoongi.
—Valió la pena, cachorro... —murmuró luego.
Ahora fue el menor quien se sonrojó, pensando también en el beso que habían compartido.
—E-Es decir... pudiste disfrutar de la lluvia y... estabas feliz... —aclaró Yoongi, no queriendo ser tan obvio pero en el fondo estaba diez veces más feliz.
Editado: 19.09.21
*Nota*
Espero les guste este capítulo.
¡¡Primer beso!! UwU
Comenten si quieren. Trataré de actualizar más seguido
❤ heartu for you
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