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~8~

Yoongi y Jimin se encontraban en uno de los tantos autos del Alfa, acompañados por un chofer y un guardaespaldas. Jimin no podía ver quiénes eran puesto que un cristal polarizado separaba la parte delantera del auto de la trasera. El chico supuso que eran Betas porque su aroma casi no se sentía, o a lo mejor estaba muy abrumado por el aroma de Yoongi, aunque no le molestaba.

Después de su crisis de pesadillas la noche anterior, ya no tenía excusas para mentirse a sí mismo creyendo que podía rechazar la cercanía del Alfa. ¿Lo ponía nervioso? Sí. ¿La ansiedad se lo comía vivo? Demasiado. ¿Continuaría pretendiendo que nada había pasado? Absolutamente.

—Jimin, escoge todo lo que quieras —le dijo Yoongi al entrar a la tienda—. Yo estaré un rato aquí para que me tomen medidas para ajustar un nuevo traje que necesito, ¿de acuerdo?

Jimin lo miró con ojos grandes llenos de confusión y algo de miedo.

—No te preocupes, cachorro. Todo los que trabajan aquí son Betas u Omegas que te ayudarán en lo que necesites. —Sin poder contenerse ante el rostro tan tierno del pequeño, Yoongi le revolvió un poco los cabellos mientras sonreía—. Ve.

La tienda era inmensa, pero no había casi nadie, solo el personal que atendía el lugar. A Jimin le pasó por la mente que tal vez el Alfa había reservado toda una tienda para ellos y que debió haberle costado mucho dinero, y además estaba sacando tiempo de su probablemente muy agitada agenda para llevarlo de compras. En serio no quería ser una carga para Yoongi.

Vagando por uno de los pasillos, unas sudaderas llamaron su atención, pero al ver los precios se asombró muchísimo; revisó los demás artículos y todos costaban demasiado dinero.

—Di-Disculpe... —farfulló cabizbajo al acercarse a una Omega que olía a rosas.

—¿En qué puedo ayudarlo, señor? —contestó la chica con cortesía, pero Jimin se sintió extraño al ser llamado señor.

—¿H-Hay alguna sección que... t-tenga ropa más b-barata? —el tono voz del chico fue disminuyendo a medida que hablaba.

—Oh, lo siento, señor. Todos nuestros precios son relativamente iguales a menos que solicite algo hecho a la medida, lo cual sería más caro —explicó la Omega—. Pero el señor Min Yoongi nos ha pedido que le atendiéramos sin importar el precio final de la compra, él es cliente regular y siempre se lleva nuestros mejores artículos. ¡Escoja lo que guste y lo añadiremos a la cuenta del señor Min!

Jimin suspiró dándose cuenta que no tenía remedio y se dispuso a buscar, al menos, lo que fuese más barato entre tantas prendas extra caras. Si bien hacía años no salía de compras, no significaba que debía derrochar el dinero de otros para su propio beneficio.

Al cabo de unos veinte minutos, y con un par de bolsas en las manos, Jimin regresó al salón donde Yoongi ajustaba su traje. Se quedó boquiabierto al ver al Alfa con tan elegante atuendo, le quedaba muy bien pues realzaba su firme figura.

—Cachorro, volviste —dijo Yoongi ajustando su corbata en el espejo frente a él.

Luego el pelinegro se le acercó para inspeccionar lo que había en las bolsas que sostenía Jimin, y pronto frunció el ceño. Solo había dos pantalones, tres suéters, un set de ropa interior y un pijama de tela de mediana calidad.

—¿Estás bromeando? —inquirió con seriedad mientras alzaba una ceja—. ¿Solo necesitas esto?

—S-Si, Y-Yoongi Hyung... —dijo Jimin apenado y bajando la cabeza.

Yoongi se cruzó de brazos.

—Jiminie, mírame un segundo.

El chico obedeció con ojos cautelosos, no quería enojar al Alfa.

—Vas a comprar más cosas, ¿de acuerdo? Vas a olvidarte de los precios y vas a buscar mucho más... O yo mismo me llevaré la mitad de los artículos de esta tienda para nuestra habitación, aunque no te sirvan y aunque no te gusten.

—Pero, Hyung... —protestó el Omega con un pequeño puchero.

—No hay peros que valgan. Ve, ahora.

El pelinegro en ningún momento había usado su voz de mando, pero eso había sido como una orden. Observó al Omega girar sobre sus talones y alejarse cabizbajo. Yoongi creía que si no actuaba así, nunca lograría que Jimin hiciera algo por su cuenta, sin tener que «amenazarlo».

De regreso en el auto, iban en silencio hasta que Jimin decidió hablar.

—Y-Yoongi Hyung...

—¿Mhm? —Al Alfa le encantaba que le dijera Hyung cada vez con más naturalidad.

—G-Gracias... —expresó el Omega sin mirarlo a los ojos.

—¿Por las compras?

—Por todo... —dijo el rubito mientras jugaba nervioso con el borde de su suéter, manía que adquiría cuando estaba nervioso o apenado—. Es que... n-no quiero que te veas obligado a gastar tu dinero en mí... Tampoco quiero ser una m-molestia...

—Y no lo eres —afirmó Yoongi—. No tienes nada que agradecerme, Jiminie; es mi deber cuidar de ti. Además, era yo o el obsesivo de mi hermano. Y si Seokjin hubiese venido de compras contigo tu guardarropa completo sería de color rosado.

—¿Es el color favorito de Jin Hyung? —curioseó Jimin.

—¿Su color favorito? —El pelinegro bufó con ironía—. ¡Jin es como una princesa gigante! Decir que el rosa es su color favorito es quedarse corto.

Jimin no pudo evitar soltar una sonora carcajada que contagió a Yoongi, haciéndolo pensar que ese sonido podría convertirse en su favorito en el mundo entero. Y quería ver al pequeño feliz, quería hacerlo feliz, siempre.

»Jiminie —llamó el Alfa y el chico levantó la vista hacia él—. Si hay algo que quieras hacer... lo que sea... solo tienes que decirme y haré todo lo posible porque suceda.

El chico no desvió la vista esta vez.

—Hy-Hyung... haz hecho suficiente... en serio... —musitó.

—Solo piénsalo, ¿sí? —le pidió al Omega—. Mientras tanto, podemos ir por helado, si te parece bien.

Los pequeños ojos de Jimin brillaron llenos de emoción y Yoongi le sonrió amplio; tener a Seokjin Hyung de informante no estaba nada mal.

Fueron a una pequeña heladería en la que no había mucha gente, pues no era horario pico. Jimin se sorprendió y se sintió un poco abrumado, aunque mantuvo una ligera sonrisa en el rostro. No estaba acostumbrado a lugares públicos ni al contacto con tanta gente de afuera, pero teniendo a Yoongi cerca le daba más confianza.

»Pide lo que quieras, cachorro, y algo para mí también —dijo Yoongi una vez sentados y con el menú delante.

—¿Quieres que e-escoja yo? —inquirió el Omega, asombrado.

—Sip. Algo me dice que tienes buen gusto para lo dulce —musitó el Alfa mientras le guiñaba un ojo.

—¿Y-Y si no te gusta lo que pido para ti?

—Cachorro, es helado, ¿cómo puede no gustarme?

Jimin ordenó con sus cachetes bien colorados y la intensa mirada de Yoongi sobre él. No lo culpen, el Omega se veía súper tierno y daban ganas de comérselo a él en vez de al helado.

Luego de haber pedido un Chocolate Heaven y un Cookie Delight, Jimin notó que el guardaespaldas que venía con ellos en el auto se había sentado en una de las mesas cercanas, aunque no tan cerca como para molestarlos ni ser tan obvio.

—¿Crees que tu guardaespaldas quiera ordenar algo, Yoongi Hyung? —preguntó Jimin con la vista puesta en el nombrado.

—No es mi guardaespaldas, es el tuyo —declaró el pelinegro riendo.

—¡¿Mío?!

—En realidad no necesito uno para mí, cachorro, pero es protocolo cuando estamos fuera de la casa; solo por si acaso.

El Omega se tensó un poco ante esas palabras y Yoongi enseguida lo notó.

—No pasará nada, no te preocupes. ¿Por qué no ordenas algo para Jackson, entonces? —agregó para distraerle.

—¿Así se llama?

El pelinegro asintió y pudo percibir que Jimin estaba más relajado.

—Él... ¿es un Beta? —continuó preguntando el pequeño Omega.

—No, es un Alfa, pero está usando inhibidores de olor.

—¿Inhibidores? ¿Qué son esos? —preguntó Jimin asombrado. ¿Cómo podía existir algo así?

—¿Nunca antes has utilizado inhibidores, o supresores tal vez?

Jimin negó con la cabeza y mantuvo una expresión llena de curiosidad.

—Te lo explicaré más adelante, cachorro —dijo el pelinegro al notar que la chica que les atendía regresaba con sus pedidos listos.

En ese momento Jimin aprovechó para pedir algo para Jackson también.

—¿No te gusta, verdad Hyung? —inquirió el menor cuando Yoongi tomó el primer bocado.

—Mmm, no, no es eso, Jiminie. Me encantan estos sabores... —aclaró Yoongi un poco nervioso—. Es solo que acabo de percatarme de que estos sabores evocan tu aroma... almendras y vainilla, con una pizca de canela...

Jimin se sonrojó al instante, algo normal en él cada vez que Yoongi hacía casi cualquier comentario de su persona.

—Gracias por traerme aquí, Hyung... El helado está delicioso... —comentó después de un momento de silencio.

—¿Quieres intercambiar un rato? —preguntó Yoongi sonriendo de medio lado.

Jimin, una vez más, se sorprendió ante la petición pero no pudo evitar relamerse los labios. El mayor rio divertido y con un rápido movimiento intercambió las copas de helado. Jimin también sonrió un poco y sintió en su estómago algo extraño, como alas de mariposa danzando dentro.

En pocos minutos la orden de Jackson llegó hasta su mesa. El chico, confundido al parecer, le explicaba a la mesera que él no había ordenado nada. La chica muy amable le señaló la mesa de Jimin y Yoongi; Jackson cruzó la vista con el líder y este le asintió. El guardaespaldas sonrió amplio y asintió también mientras se disponía a probar su delicioso Nutty Sundae.

Yoongi estaba maravillado con Jimin, cómo alguien que había sufrido tanto era tan bueno y dulce con los demás, y cómo poco a poco el chico se iba abriendo y aceptando su nueva vida. Su corazón dio un vuelco al pensar que en un futuro Jimin le aceptaría como su Alfa, pero tenía que ser paciente y ganarse su corazón poco a poco, sin prisas.

—¿Yoongi Hyung...?

El Alfa salió de su burbuja y regresó a la realidad, enfocando la mirada en Jimin, quien con las mejillas todavía rosadas le preguntó:

—¿Cambiamos de nuevo?

Yoongi volvió a reír mientras cambiaba las copas, esta vez sin darse cuenta dejó las cucharillas dentro de estas y terminaron usándolas así.

—Cachorro... estaba pensando que podemos conocernos mejor si nos hacemos algunas preguntas... —sugirió el pelinegro—. ¿Te parece bien?

Jimin asintió aunque estaba un poco inquieto, pues no sabía el tipo de preguntas que haría el Alfa, ni sabía lo que él mismo quería preguntarle al mayor.

»Bien... comencemos con algo fácil —dijo Yoongi mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca y pensaba un poco—. ¿Cuál es tu color favorito?

—Mmm... rosado...

—¡¿Qué?! —chilló el Alfa incrédulo y casi se atraganta.

Jimin rio a carcajadas cuando vio la reacción del pelinegro.

—¡Es broma, Hyung!

—¡Yaaahhh!! ¡No es gracioso! —reprendió el Alfa, aunque terminó riendo a la par del rubio—. Con Jin Hyung es suficiente.

—Me gusta el azul, el negro y el naranja, aunque creo que ahora me gustan todos. No quiero privarme de ninguno, ni siquiera el rosado —explicó Jimin.

El Alfa asintió comprensivo.

—Tu turno. Pregúntame algo ahora.

El Omega lo pensó por un momento y luego se dijo a sí mismo que cualquier pregunta estaría bien si era fácil de contestar.

—¿Cuál es tu comida favorita?

—Me gustan todos los platos que tengan carne, en especial el bulgogi.

Estuvieron un rato más conversando, preguntándose cosas triviales como sus estaciones del año favoritas y sus gustos en música y ropas. Esto les ayudaba más bien a hablar con más confianza, sobre todo a que Jimin no se sintiera tan nervioso junto al Alfa; incluso de vez en cuando robaban un poco de helado del contrario y reían con complicidad.

Yoongi estaba impresionado porque todo estaba fluyendo bien entre ellos, en verdad le encantaba pasar tiempo con Jimin y nunca pensó que cambiaría su actitud de tipo duro y su humor de perros tan fácil. Y es que Jimin solo invitaba a tratarlo bien, mimarlo y consentirlo en todo lo que pudiera; no se imaginaba estando enojado con él ni aunque quisiera.

—Cuando era pequeño mi madre me llamaba Mang-gae-tteok (pastel de arroz), porque tenía las mejillas infladas y me veía muy tierno —explicó Jimin—. Pero moría de vergüenza cuando se lo decía a sus amigas y todas venían a apretarme los cachetes y hablarme como si fuera un bebé.

El Alfa no paraba de reír porque Jimin tenía razón, se lo imaginaba de pequeño con sus cachetitos abultados siendo rodeado por señoras mayores que no dejaban de molestarlo; y ahora mismo no se notaba pues el Omega estaba muy por debajo de su peso, pero probablemente recuperaría sus mejillas regordetas en muy poco tiempo. Yoongi se preguntó cómo se sentiría tocarlas.

»¡Hyung, no te burles! ¡Mis mejillas son un tema delicado! —se quejó el Omega mientras hacía pucheros.

Jimin solo le había contado eso porque luego de varias preguntas, el mayor le había pedido que le contara una anécdota vergonzosa de su niñez. El Alfa consideró que, al menos esa etapa, había sido feliz para el menor.

—Lo siento, Jiminie, pero no puedo evitar imaginar esa escena —Yoongi se apretaba el estómago por el dolor de reír por tanto tiempo.

—Ahora debes decirme algo vergonzoso que te haya sucedido a ti, Hyung —pidió el menor.

Mientras Yoongi se recuperaba de sus estruendosas carcajadas y pensaba en una anécdota graciosa, Jimin lo observaba con interés. Habían pasado toda la mañana juntos y cualquiera que los viese pensaría que eran muy buenos amigos, o incluso una pareja. Jimin se preguntó cómo sería su futuro junto a Yoongi y la idea no sonaba tan mal en su cabeza.

—Cuando éramos niños, Namjoon, Hoseok y yo intentamos crear una banda de rap. De hecho escribimos cientos de canciones —confesó el pelinegro, su voz cargada de nostalgia.

—¡¿En serio?! Eso es bastante genial, Hyung, no vergonzoso... —murmuró Jimin.

—Bueno, si te dijera nuestros nombres de raperos sí sería muy gracioso y vergonzoso —comentó Yoongi como quien no quiere la cosa.

—¡Dime! ¡!Dime, Hyung!! —rogó el Omega.

—Yaah, Jiminie. Si te digo debes prometer que nunca le dirás a nadie. Juramos que eso quedaría entre nosotros tres.

—No le diré a nadie. Lo prometo —expresó el menor—. Será nuestro secreto, Hyung —agregó en un susurro cómplice.

Yoongi se rindió, se lo diría, no importaba la vergüenza o si más tarde su primo y su cuñado lo asesinaran, no podía decirle que no al rubito.

—De acuerdo —dijo luego de unos segundos—. Nuestro grupo se llamaba Bangtan Sonyeondan, que significa Chicos a Prueba de Balas, y sí, sé que suena tonto pero éramos niños así que no nos critiques.

Jimin sonrió con ternura y se acomodó con los codos sobre la mesa y el mentón apoyado en sus manitas para prestarle toda la atención al mayor.

»Namjoon decidió llamarse Rap Monster... Hoseok era J-Hope y yo... —Yoongi suspiró ante la curiosa mirada del rubio—. Yo era Suga...

—¿Suga? —El Omega inclinó la cabeza un poco, viéndose como un cachorrito perdido.

—Bueno, era muy blanco y de personalidad dulce, por lo que semejaba al azúcar.

—¿De verdad tu personalidad era dulce? —preguntó Jimin.

—¡Ugh! Demasiado —se quejó el mayor.

Jimin rio con soltura.

—Yoongi Hyung, me cuesta trabajo imaginarte siendo dulce y tierno, y además intentando rapear.

—Oye, cachorro, no éramos tan malos —replicó el pelinegro.

—¿Me dejarías escucharte?

—¡Ni muerto! —Ambos rieron ante aquella respuesta.

Antes de irse, Yoongi estaba de tan buen humor que sugirió comprar postres para todos en casa, Jimin lo ayudó a elegir los mejores sabores.

Cuando estaban por subir de nuevo al auto, el guardaespaldas Jackson les agradeció por el helado que habían pedido para él y esto hizo que Jimin recordara el tema de los inhibidores de olor.

El mayor, con cautela, le explicó brevemente que eran pastillas o inyecciones que tenían diferentes efectos sobre los Alfas o los Omegas. Los inhibidores se encargaban de ocultar o suprimir el aroma del Omega en celo, los supresores ayudaban a disminuir los síntomas del celo, y los neutralizadores ocultaban por completo el aroma haciendo que pareciera normal, o sea, como un Beta.

Jimin estuvo pensativo por largo tiempo pero no dijo una palabra al respecto. No podía creer que existieran medicamentos de ese tipo y él nunca se hubiese enterado. Todo habría sido tan fácil si solo... si su hermano hubiera... pero no lo hizo. Jooheon no lo ayudó de la manera correcta.

Yoongi permaneció en silencio también, se imaginaba lo que estaba pensando el pequeño pero no quiso inmiscuirse ni presionarlo para que hablara.

Todos quedaron encantados con los postres y decidieron que esa tarde la pasarían viendo películas, y así lo hicieron; ya bien entrada la noche, se despidieron y se fueron retirando a sus respectivas habitaciones.

Esa noche, Jimin le permitió a Yoongi dormir en la cama y este, para que el Omega se sintiera más cómodo, colocó unas almohadas entre los dos. Sin embargo aquello no duró mucho, pues un rato después el menor se deshizo de estas lanzándolas al suelo y se acurrucó contra el pecho del Alfa, quien sin darse cuenta colocó una mano en la estrecha cintura del rubio.

En la mañana, Jimin despertó envuelto en los fuertes brazos del Alfa, rodeado de su exquisito aroma y con su cálido aliento sobre su rostro, demasiado cerca; pero esta vez escogió no apartarse, sino que se le quedó mirando. El pelinegro era bastante apuesto en realidad, su piel blanca hacía contraste con sus cabellos alborotados color azabache, sus cejas bastante tupidas, su nariz pequeña y redonda, y sus labios también pequeños y algo abultados, de un pálido rosa. Jimin se preguntó si su piel sería tan suave como imaginaba.

Su ensimismamiento no duró mucho ya que sintió al mayor moverse un poco, y entrando en pánico decidió que la mejor opción era pretender que seguía dormido. Por eso cerró sus ojos y trató de mantener la respiración calmada, aunque por dentro se estaba muriendo.

Yoongi abrió los ojos con parsimonia y sonrió ante el bello rostro del Omega en las mañanas; le acarició el cabello levemente para no despertarlo. Luego de varios minutos, se levantó para ir al baño a asearse y cambiarse de ropa. Al salir, ya Jimin estaba despierto hurgando entre las bolsas de la compra, las cuales no había acomodado todavía pues no había tenido tiempo.

—¡Cachorro! Creí que dormirías un poco más, aún es temprano.

—Tengo que organizar todo esto, Hyung, ni siquiera sé por dónde empezar...

—¿Por qué no empiezas por pedirle ayuda a Jin Hyung? Pueden hacerlo después del desayuno si quieres.

Jimin asintió y luego añadió:

—¿T-Tienes que trabajar desde tan temprano? —preguntó, aún se sentía extraño haciendo preguntas que se haría una pareja.

—A-Algo así —dijo Yoongi rascándose la nuca—. Pero nos veremos en el desayuno.

El mayor se fue dejando a un nervioso Jimin detrás.

El rubio sentía que aunque no había sucedido nada entre ellos, al mismo tiempo habían dado pasos gigantes en su "relación"; era como si hubiesen estado viviendo juntos desde hacía años. Sentía una familiaridad y comodidad muy grandes que lo asustaban y abrumaban demasiado, pero no en el mal sentido. Tal vez estaba dejando que su lobo interior le ganara la pelea para que aceptara a Yoongi.

Editado: 16.09.21



*Nota*

Espero les guste este capítulo.

Como ya les dije, quiero que su relación avance poco a poco, aunque a veces los instintos de los lobos no se pueden controlar. Me pregunto quién será el primero en sucumbir a esto 🤔.

❤ heartu for you

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