
~6~
Yoongi, Hoseok y Namjoon se dirigieron a la oficina del líder para tratar un tema de suma importancia, pues en el tiempo que el pelinegro había estado conversando con Jimin, Hoseok había recibido una llamada del segundo al mando del señor Moon. Era algo delicado, por lo que no se quedarían en la oficina regular.
Entraron a una oficina espaciosa con un escritorio de madera oscura en el fondo, unos cuantos muebles con mullidos cojines y una mini biblioteca cuyos estantes llegaban casi al techo; también había cuadros decorativos en las paredes y un gran mapa de Corea que marcaba las divisiones territoriales y las manadas más importantes.
Sin embargo, los tres hombres continuaron su camino hasta detenerse frente al gran librero que adornaba la oficina. Yoongi se acercó a uno de los pisapapeles con forma de gato y brillantes esmeraldas en lugar de ojos y una débil luz fosforescente escaneó su iris derecho; mecanismo instalado por el genio Namjoon.
Casi de inmediato, el librero se deslizó por la pared, dando paso a unas iluminadas y estrechas escaleras. Una vez que bajaron de nivel, el librero volvió a moverse y los cubrió de ojos y oídos curiosos.
El local no era tan grande como la oficina principal pero les daría la privacidad que buscaban; además de estar equipado con todo lo necesario. Podían verse pequeños televisores que mostraban cada una de las cámaras de vigilancia que había instaladas en la mansión y alrededor de esta. Había una computadora de última tecnología, montones de papeles y documentos. También, aunque no menos importante, armas, porque desgraciadamente las necesitaban, aunque prefiriesen no usarlas.
—¿Y bien? —preguntó el líder a su primo Hoseok mientras se recostaba al escritorio y cruzaba los brazos sobre su pecho.
Por su parte, Namjoon hizo lo mismo, aunque se recostó a la pared. Hoseok, inmutable, se sentó en un largo sofá negro frente a los otros dos Alfas.
—Tal vez quieran sentarse para esto —dijo el de cabellos rojizos al tiempo que se aflojaba un poco la corbata.
—¡Por la Diosa Luna, Hoseok, solo escúpelo ya! —vociferó Yoongi exasperado.
—Bien, bien —pronunció el mencionado—. Esto es bien serio, Hyungs. Como saben, recibí una llamada por nuestra línea privada del segundo al mando de la manada de Busan, Nakamoto Yuta. Anoche atraparon a uno de los resistentes que pertenece al grupo de Lee Jooheon y lograron hacerlo confesar. El tipo dijo que alguien de nuestro lado les daba información constante sobre todo lo que hacíamos y por eso podían escapar antes. —Hoseok suspiró con pesar—. Siempre han estado un paso por delante de nosotros.
—¿Estás diciendo que tenemos un traidor entre nosotros? —inquirió Yoongi con seriedad.
—Es lo más probable.
—¡Imposible! —exclamó Namjoon—. Todos nuestros hombres fueron cuidadosamente seleccionados y son de confianza.
—Al parecer no todos son de fiar, Joon —expresó Hoseok con desagrado—. Y ahora mismo no podemos darnos el lujo de tener a un espía ayudando a la resistencia.
—Yoongi, ¿qué haremos? —inquirió el pelimorado con preocupación.
—Por lo pronto, seguir actuando como si nada y tratar de averiguar lo más que podamos —consideró el pelinegro—. No podemos levantar sospechas para que quien o quienes estén involucrados no se den cuenta que sabemos.
—¿Crees que hay más de uno? —preguntó de nuevo Namjoon con incredulidad.
—No lo sé, pero te diré qué haremos para averiguarlo —Yoongi ya tenía un pequeño plan—. Instala minicámaras en lugares donde normalmente no hay, no me importa la maldita privacidad, como si tienes que ponerlas en el baño; y micrófonos también.
—De acuerdo, Hyung, es una buena idea —concordó su cuñado.
—Aunque igual quiero que continúes investigando todo lo que puedas sobre Jimin, no descuides esa tarea.
Namjoon asintió.
—Hoseok. Quiero que vayas en persona a Busan e interrogues al resistente —le ordenó a su segundo al mando—. Sé que tienes buen ojo para las cosas que pasan desapercibidas.
—Entonces me iré mañana bien temprano —aceptó Hoseok—. Llamaré a Yuta para informarle.
—Esta información solo la manejaremos nosotros tres, nadie más, ¿entendido? —dijo el líder finalizando con el tema.
—Estoy de acuerdo —expresó el de cabellos rojizos—. Pero ahora tenemos que seguir con nuestra agenda de asuntos pendientes. Y lo primero, es el conflicto entre la familia de Kim Hongjoong y la familia de Kang Haneul.
—Pensé que eso estaba resuelto ya. ¿No se habían distribuido las tierras en partes iguales?
Yoongi estaba frustrado por esa situación que llevaba meses dando vueltas.
—Al parecer, uno de los jóvenes Alfas de la manada, Song Mingi, ha marcado a la única hija Omega de los Kang, y ahora quieren todo el terreno para ellos —explicó Namjoon.
—¡Aishh! ¡Estos jóvenes de hoy día no pueden mantener ni sus colmillos ni sus miembros guardados en donde van! —exclamó el líder.
Su primo y su cuñado no pudieron evitar reír porque definitivamente tenía razón.
Jimin caminaba por los pasillos, aburrido. Había decidido explorar un poco como Yoongi le había dicho, al menos el segundo y tercer pisos. Ya había encontrado una sala de juegos, un amplio gimnasio, una pequeña biblioteca con altos ventanales de cristal, un estudio con documentos organizados en estantes de madera, una sala con cómodas butacas y sofás con un gran televisor pantalla plana delante, entre otros sitios que francamente ya lo habían mareado.
No quería regresar a la habitación del mayor, en verdad no quería estar solo pensando demasiado en su situación actual, pero vagando por la mansión no podía evitar hacer eso mismo, pensar y pensar. No era como si quisiera volver el tiempo atrás, eso nunca; esa vida no se la deseaba ni a su peor enemigo. Pero al menos antes sabía qué sucedería y estaba acostumbrado a aquello; ahora todo era nuevo, no sabía cómo comportarse o qué decir.
Jimin había perdido las pocas habilidades sociales que tenía hacía muchísimo tiempo, por lo que le costaba interactuar con la gente y era demasiado tímido. Además, no sabía qué esperar de Yoongi, y peor aún, no sabía lo que el Alfa esperaba de él.
Le había dicho que le daría tiempo, sin embargo, Jimin tenía que enfrentar la realidad: Yoongi era su alma gemela y pronto caería doblegado a sus pies sin ofrecer mucha resistencia. Su lobo interior no encontraba excusas para rechazarlo, si por él fuera, estaría encantado junto a su poderoso Alfa; pero no Jimin, él estaba asustado y lleno de incertidumbre. Sabía que incluso si él hubiese sido un Omega corriente como otro cualquiera, se hubiese sentido igual de cohibido e intimidado al convertirse, de repente, en la pareja destinada de un Alfa líder. Y Jimin no era un Omega normal, era uno miserable que había sufrido casi toda su vida.
Y justo ahora, su miedo se veía ridículamente multiplicado por dos. Por un lado temía ser rechazado y aborrecido por su Alfa cuando este supiera de su pasado, y por otro, temía ser amado y valorado porque sentía que no lo merecía. Tenía sentimientos encontrados, y tomar una decisión no le sería nada fácil.
—¡Oh, Jiminie! ¿Qué haces? —Lo descubrió Seokjin sentado en uno de los butacones del gran salón hojeando un viejo libraco, o más bien mirando los diseños y dibujos del mismo.
—Jin Hyung —dijo el chico al tiempo que levantaba la cabeza para mirarlo.
—Estás aburrido, ¿verdad, cachorro?
Cuando el pequeño Omega asintió varias veces con rapidez Jin sonrió con afecto, de veras que era tierno.
—¿Quieres ver una película? —preguntó el mayor.
Jimin repitió el movimiento anterior y soltó el libro para ponerse de pie. Jin, aun riendo, notó que el chico llevaba puesto un suéter rojo con letras estampadas y unos pantalones deportivos que pertenecían a Yoongi. Hizo una nota mental de que tenía que decirle a su hermano que llevara al pequeño de compras, o lo haría él mismo. No tenía nada de malo que usara la ropa de Yoongi, a él le encantaba ponerse cosas de Namjoon todo el tiempo porque guardaban su aroma, pero Jimin debía tener sus propias cosas.
Decidieron hacerse palomitas de maíz para luego escoger las opciones de filmes que podrían ver. Terminaron viendo una animada, ya que a ambos les encantaba. El tiempo pasó volando entre películas divertidas, un delicioso almuerzo y el mejor postre del mundo (según Jimin), helado de vainilla con chispas de chocolate y trocitos de almendra.
Luego se dispusieron a preparar la cena para todos los Alfas hambrientos que llegarían pronto. Realmente los chicos se comportaban como una verdadera familia, pues se habían criado todos juntos desde pequeños y casi todos eran de familias respetadas y cercanas a los Min.
Conversando con Jin mientras le alcanzaba los utensilios de cocina y le ayudaba a cortar los vegetales, Jimin aprendió muchas cosas.
Primero, que Seokjin y Yoongi no eran hermanos de verdad, sino que Jin había sido adoptado por la familia Min cuando tenía diez años, en aras de que él y Yoongi iniciaran una relación en el futuro. Sin embargo, entre ellos creció un fuerte sentimiento de hermandad y camaradería que no les permitió enamorarse. En cambio, Jin había caído ante los encantos de uno de los mejores amigos de Yoongi: Kim Namjoon; y ahora, al estar casados, él era Kim Seokjin y había perdido el apellido Min.
Por su parte, Hoseok y Yoongi sí eran primos pero no compartían el mismo apellido ya que la madre de Hoseok era Omega, hermana del padre Alfa de Yoongi. Él había tomado, por supuesto, el apellido de su padre Alfa, Jung Rowon. Los otros que compartían lazos de sangre eran Namjoon y su hermano menor Taehyung, quienes también habían crecido siendo muy cercanos al líder y su primo. Y Jeon Jungkook era el maknae, el menor de todos, quien desde la infancia siempre había seguido al ruidoso grupo de chicos exigiendo jugar con ellos.
Jin era el mayor de todos y muchas veces era como la Omma del grupo. Les decía a todos que dejaran de llamarlo así, pero en el fondo le gustaba. Luego le seguía Yoongi, por lo que todos le decían Hyung, pero los que estaban bajo su mando y no eran cercanos a él le decían Líder Min. Hoseok y Namjoon eran los siguientes Hyungs, y los pequeños eran Taehyung y Jungkook; aunque se dieron cuenta de que Jimin era mayor que Taehyung por tan solo unos meses cuando este le comentó a Jin su fecha de nacimiento.
El pequeño Omega prestaba mucha atención a lo que decía su Hyung, después de tanto tiempo sin conversar con alguien le parecía emocionante enterarse de tantas cosas en tan poco tiempo. Al fin y al cabo, esas personas se convertirían en su familia, aunque no se hubiese hecho a la idea todavía.
A eso de las siete, cuando Seokjin estaba terminando de agregarle los últimos ingredientes a la sopa, los dos Alfas más jóvenes, Taehyung y Jungkook, irrumpieron ruidosamente en la cocina.
—¡Hola, Jiminie! —dijeron a la vez, regalándole unas cálidas y amplias sonrisas al Omega sentado en la encimera.
—Ho-Hola... —murmuró este, apenado. No se acostumbraba a ese trato todavía, aunque no le desagradaba.
—¡Omma!! —chilló Taehyung.
—¡Tenemos hambre! —Le siguió Jungkook.
Ambos chicos se pararon junto a Jin haciendo pucheros y poniendo rostros de cachorritos abandonados. El mayor, habituado a esas dramáticas exageraciones por parte de los menores, tomó los palillos de comer y extrajo un trozo de carne de una de las humeantes ollas; luego se giró hacia el peliazul.
—Aaaah. —Alargó el sonido en señal de que quería que el chico abriera la boca bien grande.
Taehyung no esperó y de un bocado se llevó el delicioso contenido entre los palillos. Jin repitió la acción con Jungkook y después les exigió que fueran a lavarse las manos.
—¡Sí! —gritaron al unísono—. ¡Gracias, Jin Hyung!
Jimin no pudo evitar sonreír ante tan tierna imagen, Jin de veras actuaba como la madre de esos dos y hasta los alimentaba cual polluelos.
Namjoon no tardó mucho en entrar a la cocina también, atraído por el olor delicioso de la comida, pero más aún el de su Omega. Saludó a Jimin con un guiño y le revolvió un poco los cabellos, luego abrazó con ternura a Jin por la espalda y depositó suaves besos en su mejilla.
—Hola a ti también, Joonie... —murmuró Seokjin mientras colocaba sus brazos sobre los de su Alfa, quien rodeaba su vientre con devoción.
Jimin desvió la mirada para darles privacidad, aunque le parecía lo más tierno que había visto en su vida.
—Jiminie, pequeño —llamó el mayor—. ¿Por qué no vas preparando la mesa?
—Sí, Jin Hyung —contestó el rubio al tiempo que se bajaba de la encimera.
Cuando estaba casi terminando de hacer lo que le había pedido Jin, Yoongi y Hoseok entraron a la cocina. Al parecer ya se habían dado una ducha pues llevaban ropas diferentes a las de por la mañana y Jimin pudo olisquear una suave fragancia a jabón y colonia; aunque el característico aroma de Yoongi seguía tan fuerte como siempre.
—¡Oh, Jiminie! —saludó Hoseok—. ¿Acaso Jin Hyung te ha tenido todo el día como esclavo trabajando para él?
—¡Yaah! ¡Jung Hoseok! —se quejó el Omega mayor—. ¡¿Cómo puedes decir algo así?!
—Ah, no seas tan susceptible, Hyung. Solo estoy bromeando con el pequeño —se excusó el Alfa.
Enseguida Hoseok fue a darle cariñitos a Jin para que no se enojara y en cuanto este se resguardó en los brazos de Namjoon, el de tonos rojizos se acercó a las ollas de comida para husmear y robarse algo.
—¡Yaah! ¡Detente! —Volvió a chillar Jin—. Joonie, ¡haz algo!
Namjoon solo se reía de aquellos dos pero no intervenía, Jin y Hoseok siempre peleaban así.
Jimin rio bajito y al voltearse para continuar con lo que hacía, se encontró con la intensa mirada de Yoongi sobre él, quien estaba mucho más cerca de lo que pensaba. Nervioso, los últimos dos tazones que llevaba en la mano resbalaron e iban a dar al piso si Yoongi no los hubiese agarrado a tiempo, uno en cada mano y sin hacer ruido alguno; los demás seguían en lo suyo.
—Ten más cuidado, cachorro —dijo el pelinegro suavemente y sin usar un tono de regaño, sino más bien de preocupación—. Podrías lastimarte.
Jimin se mordió el labio en señal de vergüenza mientras el Alfa terminaba de poner los tazones sobre la mesa.
»¿Cómo estuvo tu día? —le preguntó—. ¿Te aburriste mucho?
—N-No... Jin Hyung me hizo compañía... —contestó el Omega.
Cuando el Alfa estaba a punto de continuar su pequeña conversación con Jimin, unos escandalosos Taehyung y Jungkook invadieron la cocina una vez más, empujándose y riendo a ver quién llegaba primero a los taburetes alrededor de la isla de la cocina.
Pronto estuvieron todos sentados y comiendo muy animados. Jimin estaba al lado de Yoongi, por supuesto, del otro lado estaba Jin. El rubio comía en silencio y agradecía el hecho de sentirse bastante cómodo sentado entre el Alfa y el Omega mayor.
Hoseok hacía chistes divertidos con voz chillona, su cara se había puesto algo colorada al beber soju, y los demás reían con ganas. De los chistes de Jin solo Namjoon y a veces Jimin reían, pero el resto le decía que no eran nada graciosos. A nadie parecía molestarle que Jimin estuviese callado y no lo presionaban para sacarle conversación, le estaban dando su espacio. Yoongi, por su parte, solo estaba contento de que el chico no hubiese decidido huir como en la mañana.
Al terminar, jugaron a piedra, papel o tijeras para ver a quien le tocaría fregar; fue el pobre de Namjoon. Los demás pusieron sus tazones y demás utensilios en el amplio fregadero y se fueron retirando a medida que se daban las buenas noches. Solo quedaban Namjoon, Jin, Yoongi y Jimin en la cocina.
—Cachorro, puedes ir subiendo si quieres —le dijo el pelinegro.
El Omega asintió.
—Hasta mañana, Jiminie —se despidieron Namjoon y Jin al mismo tiempo.
—Ha-Hasta mañana... Hyungs —murmuró Jimin con la cabeza gacha y sin más se retiró de la cocina.
—Es tan lindo, Yoongi, en serio... —dijo Jin cuando el chico se fue.
—¿Crees que no lo he notado? —inquirió el líder con un gesto de obviedad.
Los tres rieron un poco.
Yoongi solo quería preguntarle a Jin cómo habían pasado el día él y Jimin, y si el chico había dicho o hecho algo que expresara incomodidad o disgusto. Su hermano le contó todo lo que habían conversado y que el menor más bien había escuchado sin hablar mucho; le comentó también que debía llevarlo de compras lo antes posible y que el pequeño adoraba el helado de todos sabores, en especial si tenía chocolate y almendras.
Editado: 15.09.21
*Nota*
Espero les guste este capítulo.
❤ heartu for you
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