~34~
La mañana del domingo, cuando era oficialmente el cumpleaños del Alfa, Jimin despertó con muchos deseos de darle su regalo. Sin embargo, decidió hacer otra cosa antes. Salió del abrazo contrario y se metió debajo de las sábanas, no estaba muy seguro de si podría poner en práctica todo lo que Seokjin le había explicado antes, pero estaba dispuesto a intentarlo. No había pasado tal vergüenza por gusto.
Con cuidado, deslizó el bóxer del mayor hasta que dejó su miembro al descubierto; se humedeció un poco los labios y depositó suaves besos sobre la piel venosa. Yoongi se movió pero no despertó, mientras, Jimin continuó con sus besitos. Luego, fue más valiente; sacó su lengua y la deslizó por toda la extensión del mayor, quien despertó con un murmullo ronco.
—Jiminie, ¿qué...?
El pelinegro tuvo que reprimir un gemido más intenso cuando sintió la cálida y pequeña boca del menor atreverse a chupar la punta de su pene, que parecía haber despertado mucho antes que su dueño. Sin embargo, reprimir aquel sonido no le sirvió de mucho, puesto que segundos después la lengua del Omega hizo círculos alrededor de la punta y tanteó la abertura por la que el pre-semen comenzaba a salir. Y a Yoongi no le quedó más remedio que maldecir en voz baja y voltear los ojos, rendido ante aquella simple estimulación.
Jimin no se detuvo ahí. Con manos inseguras acarició los pálidos y firmes muslos del Alfa hasta llegar a sus testículos, y comenzó a masajearlos al tiempo que se introducía en la boca el pene del mayor, ya completamente duro, hasta la mitad. Sintió cómo las sábanas se deslizaban y su pequeña travesura mañanera quedaba al descubierto.
El cabello rubio y terso de Jimin rozaba el ombligo y parte del abdomen bajo del mayor, quien lejos de sentir cosquillas, sentía un excitante hormigueo cruzar la zona. Se apoyó en sus codos y miró hacia abajo, aunque no podía ver mucho de lo que hacía el menor, solo sentirlo; tocando, masajeando, chupando... De un momento a otro, Jimin alzó un poco la cabeza para mirarlo. Su rostro sonrojado y sus sensuales labios eran lo más provocativo que había visto el Alfa en su vida. ¿Cómo podía ser tan tierno y tan caliente al mismo tiempo?
Jimin trató de ser cuidadoso con sus dientes, y ahuecó las mejillas para succionar mejor e introducir más en su boca; su pequeña manito se envolvía alrededor de la gruesa base para compensar que no cabía todo. Sentía la punta golpear su garganta una y otra vez, pero se aguantó las arcadas y continuó moviendo su lengua y aumentando el ritmo.
»Por la Diosa, cachorro... —gruñó el pelinegro.
Sin poder evitarlo, sus manos se dirigieron a los cabellos del Omega, que con la luz del sol brillaban casi dorados. No obstante, no ejerció presión ni lo hizo moverse a voluntad, por el contrario, acarició con gentileza las suaves hebras.
Jimin se sintió como un gatito al que mimaban por portarse bien, y casi ronroneó gustoso porque a su Hyung le gustaba lo que le hacía. Su gemido se convirtió en una ligera vibración que sacudió el miembro en su boca, y en pocos segundos sintió algo caliente y viscoso resbalar por su garganta, acompañado de un jadeo tembloroso del mayor. El rubito sabía que no tenía que tragárselo, pero no le molestó en absoluto.
—¿Lo hice bien, Hyung? —preguntó con timidez después de un par de segundos en los que el pelinegro mantuvo los ojos cerrados.
El Alfa sonrió en grande mientras atraía al rubio hacia él para depositar un beso en sus hinchados y rojizos labios.
—¿Te he dicho alguna vez que me vuelves loco?
Jimin rio divertido y asintió varias veces.
—Feliz cumpleaños, Yoongi —murmuró el Omega con emoción contenida en su voz.
—Gracias, cachorro.
—No estás molesto, ¿verdad? —preguntó con ojitos ansiosos—. Por haber planeado todo esto…
—Claro que no, Jimin-ah. Solo puedo imaginar tu carita sonrojada al pedirle a Seokjin y los demás que te ayudaran.
Y como si fuera magia, el rostro del Omega se tiñó de rojo al instante. Aun así preguntó:
—¿Puedo darte tu regalo ahora?
—¿No crees que me has regalado suficiente este fin de semana?
Jimin soltó otra risita y se levantó envuelto en una sábana, para hurgar en un compartimento de la maleta; de ahí sacó una pequeña caja de color blanco. Regresó junto al mayor y se acostó a su lado, lo miró con algo de timidez antes de hablar.
—Sé que luego de que me marques, debo regresarte esto —dijo mirando el collar de lobo que colgaba de su cuello—. Pero en realidad no quiero devolvértelo, Hyung —confesó con un leve puchero.
—Puedes quedártelo, Jiminie. Es tuyo de todas formas. —El Alfa sonrió mientras le acariciaba su abultada mejilla.
—Sabía que dirías eso. Así que mi regalo será un reemplazo.
Le entregó la cajita al fin; en verdad esperaba que al pelinegro le gustara.
Lo que Yoongi vio le llamó la atención, pero aún no sabía qué era. Pues a simple vista era la pequeña cabeza de un lobo, como si hubiese sido tallada con cuidado y destreza en la brillante plata. Sacó el lobo de la cajita, solo para ver con más detalle que era un anillo: el metal se entrelazaba en bellos patrones que parecían tejer la alianza y culminar en la figura del lobo. Era muy parecido al collar, y al mismo tiempo, era único.
»Quería que tuvieras algo similar —explicó Jimin mientras Yoongi continuaba observando y tocando los detalles del anillo—. Así que le pedí ayuda a Namjoon Hyung. Hizo un pedido en una joyería local de Daegu, y cuando supieron que sería personalizado para el líder, no quisieron cobrar nada. Así que técnicamente no gasté tu dinero, Hyung —terminó con un puchero.
—Cachorro, es nuestro dinero —replicó Yoongi con dulzura—. No te sientas mal por eso.
—¿Te gusta?
El mayor sonrió y se colocó el anillo en su dedo medio.
—Es perfecto, Jiminie. —Otra vez le acarició una de sus mejillas—. Ven aquí.
Cuando Jimin se hubo acomodado en su pecho, el Alfa movió sus manos por su espalda desnuda y continuó:
»Sabes que mi mejor regalo eres tú, ¿verdad? Nunca creí que este momento llegaría, Jimin-ah. Poder estar así contigo... lo veía tan distante —habló Yoongi con un deje de añoranza.
El Omega movió sus deditos por el pecho descubierto del pelinegro.
—Lo sé, Hyung. También lo veía lejano... pero me di cuenta de que solo era miedo —confesó en un susurro—. Y ahora sé que junto a ti no tendré miedo jamás. Yo… quería esto, entregarme a ti era mi deseo. No porque alguien me forzó y no porque alguna condición física me lo exigía… Yo quería ser tuyo en cuerpo y alma.
Yoongi lo abrazó con fuerza; en verdad su cachorro era muy valiente.
»Ahora te pertenezco por completo, Hyung —siguió—. Mi alma, mi cuerpo, mi lobo... No necesito una marca.
—Entonces, ¿ya no quieres mi mordida? —preguntó el Alfa haciéndose el dolido.
Jimin sonrió juguetón y se acomodó a horcajadas encima del mayor.
—Claro que sí, Hyung...
Extendiendo la mano del anillo, Yoongi tomó el lobo del collar que le había obsequiado al Omega. El contraste era perfecto y en el fondo amó que llevaran joyería de pareja tan peculiar.
Sostuvo al menor por la cintura y se sentó para estar a su altura.
—Te amo... —Y lo besó con suavidad.
Jimin solo pudo responder entre el beso.
—Te amo...
Una vez más se entregaron al deseo de unir sus cuerpos; mientras sus corazones latían al mismo ritmo.
El Alfa lo preparó despacio, disfrutando de los dulces gemidos y jadeos del menor, quien se aferraba a sus hombros como si la vida se le fuera en ello. Largos dedos invadían su interior, con ayuda del lubricante extra y el suyo propio la fricción era mucho más fácil. Jimin sentía que el placer que experimentaba solo iba en aumento.
Después de colocarse el condón, Yoongi al fin abrió sus nalgas y lo penetró con lentitud, sintiendo cada pliegue abrirse para él. Esta vez el cachorro también tembló, pero no de miedo o porque el tortuoso recuerdo regresara a él; tembló de gusto, porque su Alfa sabía dónde y cómo tocarlo.
—Hy-Hyung... puedes hacerlo... Puedes anudar en mí —susurró contra los labios contrarios.
En realidad no se estaban besando, más bien jadeaban y gemían de a poquito. Y Yoongi guiaba las caderas del rubio para que se movieran en círculos sobre su erección. Sabía que era en vano negarse, pues cuando el menor le pedía algo era imposible decirle que no. Mucho menos cuando lo tenía encima; duro, caliente, sonrojado, hermoso.
Con un par de embestidas más, Yoongi lo tenía corriéndose y enterrando sus uñas en sus hombros y espalda; al mismo tiempo, su nudo se ensanchaba maravillosamente en el interior del rubio. Para el Omega era un poco doloroso, pero nada comparado al placer del orgasmo que lo había golpeado; aún sentía la dulce sensación revolotear en su cuerpo.
Se quedaron quietos por un instante, fundidos en aquel sudoroso abrazo, saboreando el momento de sumo goce con los ojos cerrados.
—¿Duele mucho? —inquirió el Alfa después de normalizar su respiración.
Jimin negó con la cabeza.
—Estoy bien, Hyung —contestó—. Fui hecho para ti... puedo tomar todo lo que me des.
—Así es, mi adorado Omega, fuiste hecho solo para mí. —Yoongi sonrió con cariño y lo besó—. No sabes cuánto te amo. No me cansaré de repetirlo.
—Sí lo sé —murmuró Jimin enterrando su naricita en el cuello contrario y aspirando su aroma favorito en el mundo—, y también te amo…
Después de unos días, aunque sentían que habían esperado siglos para esto, finalmente se celebró la ceremonia de toma de poder en la que Yoongi se convertiría en el líder de la manada de Busan. Por fortuna, después de la inesperada «desaparición» de Lee Jooheon, la red de ilegalidades y disturbios, al igual que los resistentes, habían sido eliminados casi por completo; solo quedaban casos aislados.
No obstante, esta vez Yoongi no dio lugar a posibles accidentes y se mantuvo junto a Jimin en todo momento, o al menos lo tuvo en su campo de visión mientras conversaba con otros líderes y miembros importantes de otras manadas. Imaginó que otros reprobarían su comportamiento como líder al tener una pareja sin marcar todavía, pero poco le importaba.
Luego de que la cena hubo terminado y algunos invitados fueron retirándose mientras otros continuaban bebiendo y conversando, Yoongi tomó a Jimin de la mano y lo llevó al amplio balcón de aquel edificio en el que se oficiaba la ceremonia; gran parte de la iluminada y nocturna Busan se podía observar desde esa altura.
—Cachorro… he estado pensando en algo —comentó el mayor—. Creo que podrías regresar a estudiar. Claro, si quieres y si te sientes listo.
—¿En serio, Hyung? —preguntó sorprendido.
—Tendrías guardaespaldas asignados, solo por precaución —dijo el Alfa mientras le acomodaba un poco el cabello detrás de la oreja—; pero quiero que tengas la oportunidad de rehacer tu vida.
—¿Crees que me aceptarán en una academia de danza? Hay muchas cosas que nunca estudié y tal vez ya mi tiempo ha pasado.
Jimin bajó un poco la cabeza ante la decepcionante idea de no poder ingresar a ninguna academia.
—Hey, tienes mucho talento y bailas increíble; si no te aceptan estarían cometiendo un grave error. —Yoongi trató de animarlo y una sonrisa tímida cruzó el rostro de Omega.
Entonces, de un momento a otro, el pelinegro lo tomó por la cintura, lo levantó para sentarlo en el ancho barandal y colarse entre sus piernas. Ojos curiosos se posaron sobre ellos pero nadie comentó nada.
—Hyung… nos van a ver —regañó el menor con una risita cómplice.
—Que nos vean. —Y se encogió de hombros—. No estamos haciendo nada malo. Solo trato de convencer a mi hermoso Omega de que es alguien muy especial, y el resto del mundo necesita saberlo.
Jimin ensanchó su sonrisa hasta que sus ojitos se volvieron dos tiernas ranuritas.
—Gracias, mi Alfa.
Yoongi lo abrazó por la cintura y reposó su cabeza en el pecho del rubito.
—Solo quiero que seas feliz, Jimin-ah.
—Tú me haces feliz, Yoongi Hyung —respondió al tiempo que le devolvía el abrazo.
Después de terminada la ceremonia, los más jóvenes decidieron ir a divertirse en algún bar de Busan antes de regresar al hotel en el que se hospedaban todos. En la tarde del día siguiente regresarían a Daegu. Así fue como Jungkook, Tae y sus lindas novias terminaron en un alocado club con varios tragos de más.
Dahyun y Ji Eun habían bebido muchísimo y decidieron ir juntas a la pista de baile mientras Jungkook y Tae pedían más tragos en la barra. De un momento a otro, luego de susurrarse algo al oído y sonreír cómplices, comenzaron a moverse muy pegadas y de manera seductora. Ji Eun puso sus manos alrededor de la cintura de Dahyun, y la otra envolvió sus brazos alrededor de su cuello.
—Joder —murmuró Jungkook, observando la escena con los ojos más oscuros que nunca.
—Estamos en problemas, ¿cierto? —preguntó Tae mientras terminaba su bebida de un solo trago.
—Me encantan estos problemas —El pelinegro rio e hizo lo mismo con su trago.
En cuestión de segundos, ambos Alfas se unieron a sus chicas en la pista; el alcohol y las feromonas haciendo de las suyas. La madrugada los sorprendió a los cuatro en la habitación de hotel del maknae, compartiendo una ardiente sesión de besos.
La mañana siguiente, Taehyung despertó con las piernas de Ji Eun enredadas con las suyas, un brazo de Jungkook que rodeaba a su Omega protectoramente yacía sobre su pecho, y más de la mitad del cuerpo de su novia Dahyun encima de él. En fin, un completo enredo de cuerpos y olores extraños.
«¿Qué mierda pasó anoche?», se preguntó el peliverde.
La boda de Min Yoonkwan se celebró con la llegada de la primavera. Toda la familia Min y sus allegados asistieron, llevando regalos, dinero, y buenos deseos para la pareja de recién casados.
—Creí que no vendrían —musitó Yoonkwan mientras sonreía al ver a su madre conversar con su ahora esposa.
—También lo creí...
—Gracias, Yoongi —suspiró el contrario—. ¿Sabes? Después de todo, el destino quiso que fueras tú el líder de la manada. Yo...
—No es necesario hablar del pasado ahora… hermano —interrumpió el Alfa menor—. Comencemos de nuevo, ¿sí?
Si algo había aprendido Yoongi de su Omega, era que no podía dejar que el pasado controlara su vida. Las heridas tardan tiempo en sanar, pero el primer paso es admitir que quieres sanarlas.
—Oigan, ¡vamos a tomarnos la foto familiar! —chilló alguien.
Aquella fotografía adornaría el salón principal de la residencia de los Min más adelante.
Después de un rato, Dahyun regresaba del baño junto con Ji Eun, habían ido a retocarse el maquillaje. Ambas lucían vestidos sencillos que realzaban su belleza natural. Al regresar a su mesa, solo estaba Jungkook entretenido con su teléfono, quien dijo que Tae había salido a tomar un poco de aire. Dahyun fue en su busca, sabía que el Alfa se estaba sintiendo incómodo por alguna razón, y quizás fuera debido a aquella alocada noche de hace un par de semanas en el hotel de Busan.
—Taehyung —llamó la chica cuando lo encontró observando un bonito y pequeño estanque en el jardín principal.
El peliverde solo giró un poco la cabeza para mirarla de soslayo, pero luego continuó con la vista en los coloridos peces que se movían casi juguetones. La Beta se detuvo a su lado y después de un instante se sentó en el borde del estanque.
—Hay algo que debo decirte, Dahyun.
—Lo sé —contestó ella—. Pero antes de que me lo digas, quiero que sepas que esa noche no pasó nada. Estábamos tan pasados de tragos que solo irrumpimos en la primera habitación que pudimos y nos quedamos dormidos después de un rato.
Taehyung se sorprendió sobremanera, no sabía los detalles pero había asumido que tuvieron sexo entre los cuatro. Estaba tan avergonzado que no quiso preguntar, pues no era algo de gravedad si ya había sucedido antes entre tres.
—De todas formas eso no cambia lo que estaba a punto de decir. Yo… me acosté con Ji Eun Noona —confesó sin mirarla—. Hicimos un trío… con Jungkook. Fue algo meramente físico para mí. Luego Jungkook desarrolló sentimientos por ella y comenzaron a salir —explicó—. Estaba feliz por ellos, aunque me dio vergüenza al principio porque habíamos compartido intimidad. Debí decírtelo antes, pero tampoco quería que pensaras que soy un depravado, ni quería destruir tu amistad con Ji Eun.
Después de dejar salir todo, Tae respiró hondo y se sintió mejor consigo mismo.
—Ya lo sabía, Tae… —admitió la Beta. El Alfa la miró perplejo—. Ji Eun me lo contó cuando nos volvimos más cercanas, me dijo que no quería que hubiese secretos entre nosotras.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Esperaba a que estuvieras listo para contarme. —La chica se puso de pie y le tomó la mano—. No estoy enojada por lo sucedido hace meses, como dices, fue algo físico; pero hubiese querido que confiaras en mí. ¿Creías que no duraríamos tanto tiempo?
Taehyung bajó la cabeza apenado, su novia tenía razón.
—Perdóname, Dahyun-ah.
Un beso en la mejilla fue la respuesta de la Beta.
—No me ocultes nada más, Tae. Hablemos siempre de todo lo que te molesta o te pone triste —pidió—. Jungkook es tu mejor amigo y tampoco deseo que haya incomodidad entre nosotros cuatro.
El Alfa la abrazó por la cintura y apoyó su frente en el hombro de la chica, sentía que se estaba enamorando de ella cada vez más y no quería que nada dañara su relación.
En la fiesta solo quedaban los miembros de la familia y los más allegados que querían despedir a los novios antes de que se fueran a su luna de miel. Sin embargo, la bebé Jennie llevaba minutos llorando, al parecer tenía sueño. Por eso Namjoon y Jin decidieron retirarse antes de tiempo y regresar a Daegu; les tomaría aproximadamente una hora de viaje.
—Hyung, regresaré con ellos —le dijo Jimin al pelinegro—. Estoy algo cansado.
—También me iré con ustedes; no te dejaré solo —contestó el mayor.
—No estaré solo. Voy con Jin Hyung y Namjoon Hyung, también su guardaespaldas y Jackson —replicó el Omega—. Quédate aquí y despide a tu hermano.
Yoongi no parecía muy convencido, pero no podía andar de posesivo y paranoico toda la vida.
—De acuerdo. Cuando llegues a la mansión me llamas.
Se despidieron con un tierno beso y Jimin se marchó con los mayores, pidiéndole a Seokjin que lo dejara cargar a la bebé para ver si se calmaba un poco.
Casi dos horas después, Yoongi y su madre, y algunos parientes y amigos más cercanos, despedían a los novios con abrazos y buena suerte. Yoonkwan y Yoongi quedaron de volverse a ver cuando regresara para una pequeña cena familiar. En ese momento, el móvil de Yoongi vibró en el bolsillo delantero de su pantalón, pensó que sería su cachorro pero enseguida se alarmó al ver el contacto en su pantalla: Jin Hyung.
—Hyung, ¿qué sucedió? —Sintió que el corazón palpitaba en su garganta mientras se alejaba de los demás para escuchar con atención.
—Yoongi, ¿por qué siempre soy yo quien debe decirte que traigas tu maldito trasero de Alfa acá en este instante?
—¿De qué…? —Se dio cuenta antes de terminar de hablar—. ¿Jimin está en celo?
Un suspiro del otro lado de la línea se lo confirmó.
—Le sugerí inyectarle un supresor pero… —continuó el mayor—, me dijo que iba a esperar por ti.
—Voy en camino.
Sin dar explicaciones a nadie, el pelinegro cortó la llamada y se marchó con premura.
Editado: 30.09.21
*Nota*
Espero les guste el capítulo. Con tristeza les informo que el próximo capítulo será el último, es lo más probable. Tal vez haga un extra algún día, o un epílogo, pero por lo pronto, terminemos con esta historia.
¿Recuerdan el collar de Jiminie?
Este sería el anillo de Yoongi.
Los quiero mucho.
Besitos en el cachete.
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