
~33~
«Lubricante y condones». El Alfa no supo cuánto tiempo estuvo pensando en esas dos palabras, tratando de buscarles otro significado, otro uso; pero no, su cerebro insistía solo en lo obvio.
—C-Cachorro… —dijo en tono grave—. ¿No crees que es demasiado pronto? ¿Estás… estás seguro de esto?
El menor asintió un par de veces, sus ojitos brillaban llenos de confianza.
—Quiero intentarlo, Hyung.
El pelinegro continuó escrutándolo con la mirada, hasta que al fin suspiró y decidió depositar un suave beso en la frente del Omega.
—Solo prométeme, Jimin, prométeme que si te sientes incómodo, si algo no te gusta, o si crees que…
El rubito lo interrumpió con un beso; sabía lo que Yoongi estaba tratando de decir.
—Lo prometo… —murmuró contra sus labios.
Yoongi lo besó castamente y le acarició la mejilla con delicadeza.
—Por la Diosa, cachorro, te amo tanto y... te deseo tanto...
—Tómame, Yoongi...
Todas las excusas del mayor desaparecieron con esas dos palabras. Y esta vez besó a Jimin con más pasión, pegando más sus cuerpos; ni un centímetro los separaba. Sus lenguas se enredaban ansiosas, a veces en la boca del Alfa, otras en la del rubio; no importaba que se quedaran sin aliento.
Cuando el pelinegro terminó de deleitarse con los suaves labios y la caliente boca de Jimin, desvió su boca hasta su cuello y comenzó a devorar aquella sensible zona. Siguió el camino hasta su clavícula y alzó la mirada un poco para comprobar que el rubio estuviera a gusto. Al darse cuenta de que así era, comenzó a desabotonar su camisa. Mientras lo desvestía, besaba cada centímetro de delicada piel que iba descubriendo; deteniéndose en sus pequeños pezones color café, luego su vientre, su ombligo.
Jimin soltaba jadeos de placer y se mordía los labios para no gemir, le daba un poco de vergüenza. Cada vez que intimaba con el mayor, sentía como si lo tocaran por primera vez, y si lo pensaba bien, así era. Pues él era el único que lo había acariciado no solo con deseo, sino también con amor. No estaba a punto de tener sexo con Yoongi, estaba a punto de hacer el amor con su Alfa.
Yoongi se detuvo justo antes de llegar al pantalón de Jimin, volvió a mirarlo para asegurarse de que estaba bien y de que podía continuar, y así terminó despojando al rubito de toda su ropa. Y aunque quisiera quedarse allí toda la noche observando el hermoso cuerpo de su Omega, sus delicadas curvas, su rosado miembro bastante erecto... Se giró entonces para buscar lo necesario en la maleta.
Jimin aguardaba entre las mantas y almohadas, excitado, nervioso; con el corazón latiendo a mil por hora. Sin embargo, estaba convencido de que quería esto, este momento con su Alfa. Sus temores y traumas tendrían que aguantarse porque no permitiría que le robaran esta ocasión especial. Con grandes ojos, observó como Yoongi terminaba de quitarse sus prendas y regresaba con lentitud a su lado. Una vez más detalló el pálido cuerpo de su Alfa y, aunque le avergonzaba mirarlo con tal descaro, no pudo evitar recorrerlo de pies a cabeza.
Yoongi lo besó un par de veces más para que se relajara, después de todo era como si estuviera a punto de quitarle la virginidad; pues el Omega nunca había estado de esta manera con nadie. No sabría cómo comportarse o qué hacer fuera de su celo. Por tanto, estuvo largo rato besándolo y acariciándolo, y luego de unos minutos sintió las pequeñas manos de Jimin deslizarse por sus brazos y subir hasta su espalda. Le encantó que su cachorro también quisiera tocarlo y sentirlo de la misma forma que él.
Con un suave vaivén, el pelinegro comenzó a rozar sus húmedas erecciones, simulando embestidas que provocaban gemidos y leves temblores en el menudo cuerpo contrario. Entonces, Yoongi se incorporó hasta apoyarse en sus rodillas, casi sentado frente a las piernas abiertas del menor. Acarició los muslos del Omega con calma, sus ojos nunca perdiendo la conexión.
El rubito suspiró nervioso cuando vio al mayor cubrir sus dedos con lubricante. Con una mano, Yoongi tomó el pene del menor y lo bombeó lentamente, mientras que uno de sus dedos tentaba su apretado agujero. Cuando al fin el dígito se abrió paso, sintió solo una pequeña molestia; la distracción del placer recorriendo su miembro era suficiente como para que pronto admitiera otro dedo. Sintió que entraban con facilidad y se torcían dentro de él, abriéndolo cada vez más y arrancándole dulces gimoteos. Su propio lubricante natural ayudaba, aunque durante su celo hubiese sido mucho más.
Yoongi estaba siendo cuidadoso y paciente, no quería apresurar nada. Sabía que era un paso de avance gigantesco por parte del cachorro, quien se estaba abandonando al goce desmedido que estaba sintiendo sin pensar en nada más, sin temor alguno. Sin embargo, el Alfa sabía que más adelante las cosas podrían no fluir tan bien como ahora, por eso se mantenía alerta a las expresiones y movimientos del menor.
El Omega se sentía en las nubes con tres dedos embistiéndolo con suavidad. Su cuerpo y su entrada estaban tan calientes que sentía que ardía de fiebre. Las ligeras descargas de placer que le recorrían de un extremo a otro lo dejaban deseando mucho más que solo aquellos largos dedos. Necesitaba a Yoongi, todo él dentro suyo; su Omega lo pedía a gritos.
Sin pensarlo mucho, Jimin estiró un brazo para tirar del mayor hacia él y atraparlo en un abrazo apretado y un fogoso beso. La cabeza del duro pene del mayor enseguida rozando su entrada y haciéndole ver estrellas. Ahogó un gemido entre el beso y se removió bajo el mayor para abrir más la piernas.
Yoongi cerró los ojos un instante, saboreando la indescriptible satisfacción de estar tan cerca de penetrar al Omega. Tomó aire profundo y ganó el control otra vez. Cuando abrió los ojos, el rubito lo miraba expectante; y solo entonces, se colocó el condón con suficiente lubricante y al fin comenzó a invadirlo poco a poco.
Un dolor repentino le atravesó como una puñalada y le hizo jadear y temblar. Jimin cerró los ojos y, por un instante, sus manitos se volvieron puños y presionaron con fuerza el pecho del pelinegro, empujándolo, alejándolo. Recordaba aquel miedo, aquel forcejeo, aquel dolor punzante…
El Alfa dejó de moverse y entró en pánico. Y por si fuera poco, cuando el menor abrió los ojos, que ya estaban inundados en lágrimas, el vivo azul eléctrico de sus iris se enfocó en él. Su lado Omega había salido a flote, buscando ponerse a la defensiva y protegerse a sí mismo. La única manera que tenía Yoongi de llegar a él en ese estado, era mostrar su lobo también. Y así lo hizo.
Rojo fuego contra azul brillante se enfrentaron una vez más.
Esta vez, era diferente.
—Omega —llamó el Alfa. Su voz de mando suave y queda—. Soy yo… nadie más… Solo yo…
Las lágrimas se le desbordaron al cachorro, pero ya no empujaba al mayor; solo lo miraba con atención.
«Sí, eres tú, mi Alfa. Porque nadie más puede verme, tocarme o sentirme así». Jimin comprendió que él no estaba sucio, ni manchado; solo tenía cicatrices invisibles que le provocaban dolor pero que solo estaban en su mente. El recuerdo siempre iba a estar ahí, los fantasmas de su pasado nunca desaparecerían; pero podía escoger dejarlos atrás y seguir adelante, y nunca, jamás permitir que volvieran a controlar su vida. Poco a poco, el azul abandonó sus ojos y solo quedaron dos cristalinas avellanas.
Al ver que Jimin se relajaba y su Omega le cedía el control otra vez, el rojo en los ojos del Alfa también desapareció y este enseguida hizo ademán de retirarse del interior del rubio. Sin embargo, Jimin lo detuvo.
—E-Espera, Hyung… —murmuró con voz algo rota—. Estoy bien… ya pasó.
—No, Jimin —negó el mayor—. Lo intentamos; todavía no es tiempo. Si te duele…
—Duele, pero no me estás lastimando… —dijo bajito el Omega—. Ahora comprendo que es diferente. Tú no eres él… Nunca serás como él, ni como los otros… Nunca les pertenecí…
—Cachorro… —El pelinegro no parecía estar muy convencido aún.
—Solo… bésame, Yoongi… por favor, bésame.
Sus labios se encontraron una vez más en un roce dulce y tentador, y el rubio decidió rodear con sus piernas la cintura del mayor para no dejarlo escapar. El beso subió de tono con rapidez, volviendo a encender sus cuerpos y sus sentidos. Las barreras del miedo y la inhibición se desdibujaron para dar paso al deseo contenido por tanto tiempo.
»Hyung… te amo… —susurró Jimin contra la boca contraria—. Está bien…
Y así, Yoongi se retiró con suavidad y volvió a abrirse paso dentro del Omega; sus ojos se mantuvieron fijos en el rostro sonrojado del menor. Otra vez se movió, despacio; la estrechez del rubio abrazaba su grueso miembro y le daba la bienvenida con más facilidad. Pronto, ambos gemían por el placer de cada lenta y profunda estocada.
Entregarse a Yoongi finalmente era liberador para Jimin. Con pertenecerle solo a él, el menor encontraba su ansiada libertad; pues eran el uno para el otro. Alfa y Omega fundidos en un solo cuerpo, una sola alma.
Yoongi aumentó las embestidas cuando supo que había encontrado el punto dulce del menor. Su boca abierta dejaba escapar jadeos y gemidos de maravilloso deleite, que el pelinegro disfrutaba tanto como la fricción que hacía vibrar su pene dentro de la apretada cavidad que invadía una y otra vez. Besó y chupó el cuello del Omega, mordisqueó sus clavículas y apretujó sus erectos pezones, solo para que el rubio le regalara más de esos ahogados y deliciosos lloriqueos de pura dicha.
Arañando la espalda del mayor sin darse cuenta, Jimin estaba perdido en una nebulosa de gozo. Cada beso, roce y caricia lo empujaban al borde de sus sentidos y todas esas sensaciones no hacían más que acumularse en su miembro que estaba casi adolorido por no haber recibido atención. Mas no le importó, no cuando podía escuchar los roncos gemidos de Yoongi contra su oído, susurrando su nombre entrecortado varias veces. Y aquel cúmulo de emociones al fin explotó y lo hizo gritar, y llorar, y temblar y gemir.
El mayor no se contuvo y siguió bombeando dentro del rubito, alargando su delicioso orgasmo; pero se retiró antes de que su nudo pudiera engrosarse dentro de él, no quería provocarle más dolor esa noche. Se retiró el condón y lo lanzó a la alfombra, luego su mano se cerró alrededor de su erección y se masturbó con lentitud mientras el Omega se recuperaba de su clímax. Finalmente, Yoongi se corrió y derramó su semilla sobre los muslos del menor, quien lo observaba casi fascinado.
Luego, el Alfa se tumbó junto a él y lo besó en los labios con suavidad. El menor se refugió en su pecho enseguida.
—¿Estás bien? —preguntó Yoongi. De pronto preocupado por si había sido muy brusco.
Jimin asintió poquito y depositó un beso en la pálida piel del mayor. Se dijo que para la próxima iba a explorar, tocar y besar más el cuerpo contrario.
—No anudaste en mí —murmuró el rubio.
—Era nuestra primera vez, cachorro... —dijo Yoongi mientras besaba su cabellera—. Te habría causado más dolor.
—La mordida también duele, Hyung —comentó Jimin—. ¿Tampoco me marcarás porque me va a doler? —añadió con un tierno puchero y las cejas fruncidas.
Yoongi sonrió divertido y besó su naricita.
—Es diferente, Jimin-ah. Te marcaré durante tu celo y sentirás mucho más placer que ahora. Ahí, el nudo y la mordida serán menos dolorosos.
—¿Más placer que ahora? —preguntó el Omega mientras se sonrojaba sobremanera.
—Así es. La conexión será más intensa, más primitiva, y nuestros lobos tendrán más probabilidades de tomar el control.
Jimin volvió a refugiarse en el pecho del mayor y después de dejar otro beso ahí, murmuró:
—Ya quiero que llegue mi celo...
Yoongi no pudo evitar soltar una carcajada y abrazarlo.
Luego de descansar y dormitar un poco, tomaron una ducha rápida en lo que las sirvientas del hotel cambiaban la ropa de cama y les traían la cena a la habitación.
La mañana siguiente llegó y Jimin despertó en brazos de su Alfa; odió sentir deseos de ir al baño pues quería quedarse allí envueltito para siempre. Sin embargo, cuando quiso moverse para atender sus necesidades, sintió un agudo dolor en su espalda baja y se quejó, alertando al mayor.
—Jimin-ah…
Con uno de sus adorables pucheros, Jimin lo observó con ojitos llorosos.
—Me duele, Hyung…
Yoongi sonrió un poco y le acarició los suaves cabellos para consolarlo.
—Lo siento, cachorro.
Era normal que después de tener relaciones sintiera algo de dolor. No obstante, eso fue razón suficiente para ser mimado y consentido por Yoongi todo el día, por lo que Jimin no se quejó más. El Alfa lo ayudó a ir al baño y también a vestirse, le dio un masaje con crema medicinal y lo hizo tomar analgésicos para aliviar las molestias. Luego, bajaron a desayunar al aire libre en una de las hermosas instalaciones del hotel. Caminaron juntos por la orilla de la playa, rieron, se besaron y se tomaron fotos.
Al fin, era su momento de ser felices.
Editado: 30.09.21
*Nota*
Siento que no quedó bien 😭
Les dije que era mucha presión 😭
Calculo que tal vez quedan dos capítulos, máximo tres. Me iré a llorar a un rincón. Byes.
Besitos y abracitos 😘🤗
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