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~27~

—¡¿Cómo que no hay cámaras de seguridad ahí?!

El otro tembló un poco.

—E-Es el aparcamiento subterráneo de un edificio abandonado, líder Min, no hay cámaras por la zona y hasta ahí los habíamos rastreado —explicó—. Solo encontramos el auto completamente vacío, nada más.

Yoongi se tocó el entrecejo con sus dedos y suspiró exasperado.

—Sigan buscando... —murmuró, mas era una orden.

—Sí, señor.

El Alfa volvió a exhalar aire pesadamente. Ese hijo de perra de Jooheon lo había planeado todo muy bien, demasiado; estaba seguro de que se había estado preparando desde que Jimin había puesto pie en la mansión Min. Quería llevárselo a toda costa y lo había logrado. Y además había logrado que Yoongi se sintiera como un completo imbécil.

Todo lo que sentía ahora, después de tanto dolor y angustia, era impotencia. No poder hacer nada, no tener nada en las manos. Un lugar, una pista, una hora, nada. La incertidumbre lo estaba matando. Y solo faltaban cuatro horas para que el supresor que mantenía el celo de Jimin a raya perdiera efecto.

Se reclinó en su asiento y observó la pantalla de su ordenador, llevaba una hora revisando lo que habían recopilado de las cámaras de seguridad en el área y sus alrededores. También había investigado un poco los posibles lugares en los que Lee se había escondido con anterioridad, había rastreado sus tarjetas de crédito, había contactado con aeropuertos, estaciones de trenes, y hasta puertos pero siempre terminaba en un callejón sin salida.

Se preguntó si todo sería diferente si hubiese marcado a Jimin tiempo atrás, sin embargo, no se arrepentía de nada. Su relación con el Omega había ido escalando lento pero seguro y él no iba a echar a perder una bonita experiencia por someterlo a una marca solo para protegerlo, solo para que le perteneciera. Quería que el amor surgiera poco a poco entre ellos, sin ataduras ni obligaciones visibles.

No escuchó los golpes en la puerta de su estudio y solo se percató de la presencia de su hermano Seokjin cuando este le llamó.

—Jin Hyung, disculpa, no te vi entrar.

El Omega hizo un gesto de simpatía y no le dio importancia.

»¿Cómo está Nam? —inquirió el pelinegro antes de que el mayor pudiese decir algo.

—Lo obligué a tomarse un calmante y a que durmiera un par de horas. La herida está cicatrizando bien pero tardará unos días.

—Hyung, yo...

—Yoongi-ah, no te martirices. Los dos están bien ahora y no hubo daños mayores. Jimin es tu prioridad ahora y debes intentar conectar con él.

—Ya no sé qué hacer, Hyung. No puedo sentir nuestro lazo ni rastrearlo por su aroma, ni siquiera creo poder escuchar su gemido de Omega.

—Pero tal vez tu lobo si pueda —anunció con seriedad el castaño.

Ante el rostro confuso de Yoongi, continuó:

»Estuve leyendo un par de cosas sobre las parejas destinadas. Y creo que has comprobado en más de una ocasión que tu lazo con Jimin es más profundo que una marca de enlace —puntualizó—. Quizás, si te conectas con tu lobo...

—Mi lobo está fuera de control —replicó el Alfa—. Si lo dejo salir una vez más, no sé de qué es capaz esta vez.

—Lo sé, pero debes intentarlo. Los dos quieren encontrar a Jimin, ¿no es así? —insistió el mayor.

Yoongi frunció sus finos labios mientras consideraba aquello. Tenía que hacerlo. No era como si tuviese muchas opciones a estas alturas. Intentaría lo que fuera por su Omega.

Una vez decido, el pelinegro se colocó en el sofá con Jin frente a él en un butacón.

»Concéntrate primero en tu lobo, ¿sí? Hazle saber que lo dejarás salir pero no le darás el control, es necesario que estén en armonía.

Yoongi cerró los ojos e inspiró aire para llenar sus pulmones varias veces. Cuando los volvió a abrir, el rojo primaba en ellos.

Seokjin no se amilanó ante la presencia de un poderoso Alfa como el de su hermano, sino que mantuvo la calma para no alterar a su lobo.

»Quiero que pienses en Jimin, en su aroma. Quiero que recuerdes qué sentiste cuando conectabas con él más allá de lo normal, cuando sus lobos se reconocieron.

El Alfa volvió a cerrar los brillantes ojos rojos y, siguiendo las instrucciones de su hermano, se enfocó en recordar todo de su adorado Omega, que no sería muy difícil pues ocupaba todos sus pensamientos. En su mente solo había momentos compartidos con el rubito, desde el instante en que lo vio, hasta hacía unas horas cuando caminaban juntos de la mano disfrutando del festival.

Y en aquella fría habitación Jimin yacía todavía sentado y abrazando sus rodillas; sus lágrimas se habían secado en su rostro. Y mientras volvía a observar desconsolado el collar de lobo, sus ojos se volvieron azules de pronto.

Yoongi no sabía dónde estaba, pues todo a su alrededor era pura oscuridad y sus sentidos estaban embotados. Agudizó la vista y poco a poco sus pupilas se adaptaron a la negrura que tenía delante. Entonces, divisó un punto claro a lo lejos y comenzó a caminar hacia él, sus pasos haciendo eco en el suelo, su respiración agitada quebrando el silencio y sus manos levantadas a tientas por si chocaba con algo. Pronto la claridad era más y más y se dio cuenta de que no había ningún objeto en medio del camino, el suelo era completamente liso y de color púrpura y el lugar parecía ser un largo corredor sin fin.

A lo lejos, el pelinegro divisó una figura encogida en el suelo. Y su Alfa le alertó, lo sabía, lo sentía; era él.

—¡Jimin! —su voz le rasgó la garganta, pero no le importó—. ¡Jimin!

—¿Hy-Hyung?

El tono apagado y débil del cachorro le hizo apurar el paso hasta correr, mientras que el rubito se levantaba del suelo y se lanzaba a su encuentro también. Sin embargo, ambos se vieron frenados por una barrera que no les permitió tocarse. Era dura al tacto, pero transparente como el cristal. Yoongi golpeó varias veces con sus puños pero el material no cedió.

El mayor no sabía cómo ni a qué nivel había logrado conectar con el Omega, pero si de algo estaba seguro, era que esa barrera entre ellos representaba la cruda realidad. No podía tocarlo de verdad, ni estrecharlo entre sus brazos, no podía sacarlo de donde estaba.

—Cachorro…

—¡Hyung! —chilló— ¡Yoongi Hyung!

Sus manitas se apretaron contra el frío vidrio, su aliento empañándolo cada vez que exhalaba aire. ¿Qué estaba sucediendo? Le parecía tan irreal pero al mismo tiempo sabía que su imaginación no era tan traicionera.

—¿Estás bien? —preguntó el Alfa.

—Tengo m-mucho miedo, Hyung...

A Yoongi le dolió en el alma ver al rubito así, y es que no tenía forma de consolarlo, de decirle que todo estaría bien; porque ni él mismo sabía si podría encontrarlo a tiempo. Con dificultad, empujó esos pensamientos negativos fuera de su mente, al menos por ahora. No sabía cuánto tiempo duraría esta conexión y tenía que ser realista y mantener la calma.

—¿Dónde estás, Jiminie? —indagó ansioso—.  ¿Dime qué viste o escuchaste? Un olor, lo que sea.

Pero el menor negó con la cabeza y la bajó con lentitud, sus hombros decayendo poquito y sus ojitos perdiendo el brillo que habían adquirido al ver a su Hyung.

—No sé nada… Estuve inconsciente la mayor parte del tiempo… —dijo bajito— Solo recuerdo una carretera estrecha y que luego nos desviamos por un camino entre los árboles hasta llegar a una cabaña.

—¿Alguna señalización a un lado del camino? ¿O un cartel?

Francamente, Yoongi estaba desesperado. ¿De qué servía este encuentro si solo iba a torturarles más? ¿Acaso era la manera que tenía la Diosa Luna de brindarles una última oportunidad para despedirse?

—Lo siento, Hyung —casi sollozó el Omega—. No recuerdo… No presté atención… Yo…

—Hey, tranquilo, cachorro —le consoló al ver que su vocecita fallaba—. Está bien. Encontraremos otra manera, no te preocupes.

Y el rubito alzó la cabeza, su semblante contraído en una mueca de incertidumbre y pánico.

—Él va a marcarme, Hyung… —susurró como si fuese un pecado confesar aquello, y de cierta forma, lo era—. E-Esperará a que mi celo…

El Alfa tragó en seco, su mandíbula apretándose con fuerza. Mas las palabras del menor no le sorprendieron en lo absoluto, solo confirmaron sus sospechas.

—Jimin-ah —y el Omega se perdió en la profundidad de sus orbes—, voy a encontrarte. Te lo prometo.

Las lágrimas del rubito corrían sin cesar por su rostro.

»Y recuerda… Sin importar lo que suceda, siempre seré tuyo…

Y eran palabras que debió haber dicho el Omega, pues estaba en el lado más inclinado de la balanza; pero las dijo el mayor. Y Jimin sintió calidez en su frío cuerpo por primera vez desde que había sido separado del Alfa.

—Hyung…

—¿Confías en mí? —El pelinegro no sabía de dónde venía su repentina convicción, pero sí sabía que este no era el final.

Colocó la palma de su mano contra el duro cristal que los separaba y vio como la temblorosa manito de Jimin se alzaba para encontrarse con la suya. Entonces, justo en ese momento, su lobo tomó el control; ya no había vuelta atrás.

Hoseok entró en el estudio en busca de su primo y se sorprendió sobremanera al encontrarlo sentado en el sofá con Jin frente a él en un butacón, pero lo que más le sorprendió fue el intenso azul eléctrico que inundaba sus iris.

—Jin Hyung, ¿qué…?

Un gesto del mayor le hizo callar en el acto, por lo que se acercó lentamente y se colocó junto a él.

—Está conectando con Jimin —explicó el castaño en un susurro—. O eso espero.

—Pero sus ojos… son de Omega…

Seokjin solo frunció un poco los labios, a la espera de lo que podría suceder de un momento a otro.


Jimin, ahora con los ojos ardiendo en rojo, se levantó del sitio en el que había estado sentado, o casi acurrucado en la habitación donde su hermano lo había encerrado. Aunque en realidad no era el rubito quien era dueño de su cuerpo en ese momento, sino Yoongi.

Por muy extraño que le pareciera al mayor, esa conexión tan fuerte y el imperioso deseo de encontrar a su destinado en peligro, habían permitido que tomara el control del cuerpo de su Omega. Y como no estaba seguro de cuánto tiempo duraría ese cambio, se apresuró hasta la ventana. Obviamente la puerta del pequeño cuarto en el que estaba Jimin estaría cerrada con llave, por lo que la única vía de escape era la ventana.

Con mucho tacto, verificó si podía abrirla, y aunque la abertura era estrecha sabía que el menudo cuerpo del cachorro no tendría problemas para salir por ahí. Y así lo hizo, sin hacer ruido alguno se deslizó por la ventana y su caída fue amortiguada por algunos arbustos que crecían bajo esta.

Afuera todavía estaba oscuro, era plena madrugada. La vista frente a él se llenó de altos pinos y varios árboles de follaje tupido, y cuando se acostumbró a la penumbra echó a correr por el bosque. Se alejó de la cabaña abriéndose camino entre los árboles pero sin acercarse al estrecho y sinuoso sendero que supuso era el que Jimin le había mencionado. El cuerpo del Omega no era tan rápido como el de un Alfa, pero era ágil para esquivar ramas y raíces molestas. Y aunque sentía la respiración agitada no podía detenerse, no ahora.

Finalmente alcanzó la carretera, y la poca claridad que la Diosa Luna en su cuarto creciente le brindaba le permitió ver a lo lejos una vieja señalización vial, con letras fosforescentes que llamaban la atención. Hizo amago de acercarse, sin embargo las cegadoras luces de un auto le hicieron perder de vista su objetivo y solo atinó a cubrirse un poco los ojos con sus manos.

Cuando volvió a abrirlos en cuestión de segundos, se encontró con la mirada atónita de su hermano y su primo frente a él. Todo había terminado tan rápido como había comenzado.

Jimin chilló cuando sintió brazos envolver su cintura por detrás y casi levantarlo en peso.

No. No podía ser. Era él. Jooheon.

Por un momento creyó que había escapado, que Yoongi había hecho algo para rescatarlo. Creyó que todo había terminado. Pero no, estaba a punto de comenzar.

—¿Intentando escapar, Mochi? —el aliento del mayor le hizo cosquillas en el cuello, provocándole un desagradable escalofrío—. Creí que ya habíamos pasado esta etapa.

—¡Suéltame! —gritó el rubio mientras continuaba retorciéndose, pero el agarre era como de hierro.

Una risa burlona se escapó de la boca del Alfa.

—¿Acaso no lo entiendes, Jimin? Nunca podrás alejarte de mí porque siempre te encuentro… siempre.

El peliplateado logró meterlo en el auto y avanzar hasta la cabaña para aparcar otra vez, al parecer regresaba de hacer las compras porque el Omega pudo ver varias bolsas en el asiento trasero. Y sus ojos se abrieron de más cuando notó que había varias tiras de condones y dos botellas de lubricante. Tenía el suficiente conocimiento como para identificarlos y saber para qué se usaban, pues durante sus celos no fue ajeno a estos elementos. Y aunque sabía las intenciones de su hermano casi desde el inicio, justo ahora sentía que la seguridad de que lo peor estaba por pasar le aplastaba innegablemente. No tenía escapatoria.

—¿Qué sucedió, Hyung? —exclamó el de cabellos rojizos con expresión ansiosa—. ¡Por la Diosa, di algo!

—Hoseok, ¿quieres callarte? Aturdes a cualquiera —pidió Jin frotándose la sien—. Dale un momento.

El pelinegro todavía jadeaba un poco y se encontraba bastante desorientado, a pesar de haber reconocido a quienes tenía enfrente su mente solo podía pensar en todo lo que había sucedido. Y estaba tratando de recordar, tratando de forzar a su cerebro a darle esa valiosa información que no podía dejar escapar entre la bruma de sus pensamientos.

Carretera 93 Jinju-si, Gyeongsangnam-do

Aquellas letras fosforescentes al fin tomaron forma. Esa era la señalización que había visto justo antes de que las luces de aquel auto le cegaran por un instante. No podía creerlo, el lugar estaba justo en sus narices; probablemente a una hora y media de Daegu, tal vez menos si iba a máxima velocidad. Sin embargo, necesitaba rastrear la ubicación exacta de la cabaña para estar seguro cien por cien de que su mente no le estaba jugando una mala pasada.

»Yoongi-ah…

La suave voz de Seokjin lo trajo de vuelta a la realidad.

—Jin Hyung —murmuró—, tenías razón. Mi conexión con Jimin va más allá de lo explicable… Ya sé dónde está.

Tanto Hoseok como el Omega abrieron sus ojos de par en par.

»Necesito alguien de confianza que sea tan bueno como Nam en las computadoras. —Se puso de pie sin tiempo que perder—. Puedo darle una dirección tentativa y solo espero no estar equivocado.

En serio esperaba no estar para nada equivocado, porque estaba seguro que quien venía en ese auto era el propio Lee Jooheon, y a estas alturas tendría a Jimin a su merced otra vez. Supuso que intentar escapar mientras tenía el control del cuerpo del Omega había empeorado las cosas para él, pero si aquello le daba una posible ubicación se arriesgaría otra vez. Iba a encontrarlo a como dé lugar, solo que, no tenía certeza de llegar a tiempo antes de que aquel maldito le pusiera las manos encima al cachorro.

Su corazón se estrujó de solo pensar el sufrimiento del rubito, sin embargo, tanto su lobo como él no tenían la menor duda de que jamás rechazarían a su destinado, sin importar que sucediera.

Minutos después, un tímido chico se adentró a la oficina privada del líder Min, Choi Soobin. Ya le había advertido el segundo al mando que si se atrevía a divulgar algo y traicionar la confianza que se le había dado, le esperaba un castigo seguro. Después de todo, el chico había sido entrenado por el mismísimo Namjoon.

—Soobin, acércate.

El joven Alfa dio un paso al frente con seguridad, aunque un poco nervioso.

—¿Qué tan bueno eres para hackear el sistema de otra provincia? —Yoongi fue directo al grano.

El menor tragó en seco.

—Depende, señor; pero si la información no es demasiado clasificada debería ser bastante fácil.

Se le permitió sentarse en el avanzado ordenador que siempre había utilizado el pelimorado, y con la dirección ofrecida por el líder, el chico no tardó en entrar al sistema de la provincia de Gyeongsang del Sur, y luego al de la Ciudad de Jinju. Y es que cada provincia tenía el control de todos sus asuntos, y a pesar de que por la vía protocolar se habría obtenido la misma información habría tomado mucho tiempo comunicarse con el líder vecino y seguir los pasos para tal acción.

En cuestión de cinco minutos, el pequeño hacker ya había accedido a las cámaras de la carretera 93 y al mapa de la zona. Y como Yoongi sospechaba solo había un par de cabañas que habían sido abandonadas cuando un proyecto turístico no tuvo éxito. Y cualquiera diría que Lee Jooheon se largaría a una provincia más lejana, o tal vez regresaría a Busan; pero no, había huido a una ciudad relativamente cercana a Daegu pero fuera de su jurisdicción.

—Es ahí —dijo el pelinegro con rabia e impotencia—. Es ahí donde tiene a Jimin, estoy seguro.

—Si estás seguro entonces preparemos un equipo…

—No —interrumpió a su hermano con brusquedad—. Iré yo solo.

—Yoongi… —Quiso regañarlo el castaño.

—Esto es algo que debo hacer por mi cuenta, Jin Hyung —expresó con seriedad mientras tomaba su chaqueta.

—Hyung, espera —le cortó Hoseok—. Hay algo que estás pasando por alto.

Yoongi bufó un poco enojado pero escuchó lo que su primo tenía que decirle y fue algo que le heló la sangre.

Editado: 29.09.21




*Nota*
Espero les guste este capítulo.

Sí, ya sé que estuvo super enredado y bastante fantasioso pero espero se haya entendido bien. Si no, pues pregunten haha.

Está algo corto pero tuve que dejarlo aquí porque si no sería demasiado largo. Tal vez mañana publique el siguiente capítulo. Y dirán, ¿qué no ibas a hacer esto poco a poco? Pues sí, pero me he dado cuenta que ahora tengo mucho tiempo libre y pues si no me pongo a hacer algo empiezo a deprimirme y a recordar cosas tristes y así.

¿Ya fueron a leer My Soulmates? Vayan corriendo y denle el mismo amor que le han dado a este fic.

❤ heartu for you


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