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~20~

Yoongi abrió la puerta del estudio para encontrarse a un Jimin sobresaltado que, al reconocerlo, salió corriendo a su encuentro.

—¡Hyung! ¡¿Por qué tardaste tanto?! —exclamó el Omega prendiéndose de su cuello.

—Jiminie... hay algo que necesito hacer... no te asustes, ¿sí?

Jimin se apartó un poco para observarlo con grandes ojos, pero no se amilanó ante la tonalidad rojiza en los orbes del Alfa.

El pelinegro cerró la puerta y le pasó llave, acto seguido tomó a Jimin de la mano y lo acercó al pequeño sofá de dos plazas que estaba junto a un gran ventanal en el fondo de la habitación. Se sentó llevando al Omega consigo y a su vez lo acomodó encima de él, como acunándolo.

»No cruzaré los límites, cachorro, lo prometo... solo.... déjame....

El aliento cálido del Alfa acarició con delicadeza la curvatura entre el cuello y el hombro de Jimin, haciéndolo estremecerse sobremanera. Al no estar sentados frente a frente, sino el rubito de lado, esta posición le daba más acceso a su cuello.

Con una mano rodeando su cintura y la otra en su nuca, el Alfa besó despacio el área más erógena del Omega, donde debía ir la marca de enlace, de allí se desprendía su aroma a suave canela, almendras y vainilla que el pelinegro tanto adoraba; y que ahora pretendía mezclar con su propio aroma.

Luego de algunos besos, la lengua de Yoongi se unió a sus finos labios para lamer un poco y dejarlo impregnado con su olor. Jimin jadeó levemente mientras se apoyaba en el firme brazo que rodeaba su cintura. Si hubiese querido escapar del agarre del mayor no hubiese podido, pero en realidad, no quería estar en ningún otro lugar que no fuese el abrazo de su Alfa.

Los afilados colmillos del pelinegro danzaron de manera superficial sobre la zona, sin llegar a tocarla en realidad, mientras que su lengua y sus labios continuaban la dulce tortura del Omega. Y tan rápido como había comenzado, Yoongi suspiró y se apartó del rubio, cuyos cabellos brillaban cenizos ante la luz de la luna que invadía la estancia.

—Hyung... —murmuró el menor al tiempo que giraba la cabeza para que sus miradas se encontraran—. ¿Qué fue eso? ¿Por qué...? 

Yoongi lo interrumpió con un suave beso en sus carnosos labios.

—Esto es lo más cercano que puedo llegar a marcarte…

—¿M-Marcarme? —inquirió Jimin atónito.

—Con mi olor —explicó—. Así cualquier Alfa que esté cerca podrá sentir mi aroma mezclado con el tuyo, y aunque no tengas una marca de enlace, al menos no se te acercarán.

—Dijiste que necesitabas hacerlo... ¿fue por tu... hermano...? —preguntó bajito, no quería que se enojara por sacar el tema.

—Sí, algo así... Me sentí un poco intimidado... igual que aquella vez que jugabas con Tae y Kookie y me puse celoso —confesó el Alfa y se sonrojó.

Jimin sonrió sin mostrar los dientes y llevó sus manitas hasta ambas mejillas del pelinegro, haciendo que este lo mirara.

—Es la primera vez que te veo sonrojado, Yoongi... —musitó—. Me gusta...

El mayor sonrió como un tonto y se sonrojó aún más, sin embargo su confianza natural volvió a aparecer.

—¿Estás diciendo que te gusto, Jiminie?

Ahora fue el Omega quien se puso colorado y soltó una risita nerviosa.

—¿Qué es este lugar, Hyung? —preguntó en un disimulado intento por cambiar el tema.

Yoongi cambió el semblante.

—Siempre que vengo a visitar a mi madre, termino pasando la noche aquí y no en mi habitación —dijo el Alfa al tiempo que suspiraba calmado—. Cachorro, te contaré todo...

Yoongi se levantó del sofá y se dirigió hasta un pequeño mueble con gavetas grandes, de una de estas sacó lo que parecía ser un viejo álbum de fotos. Luego regresó al sofá y ambos se acomodaron frente a frente, Jimin cruzando las piernas y Yoongi con una pierna doblada y la otra descansando en el piso.

El mayor acomodó el álbum en los muslos de Jimin y lo abrió en la primera página; dentro de las amarillentas hojas había fotografías de la infancia de Yoongi. En ellas aparecía la familia muy feliz, los padres y tres hijos.

—¿Este eres tú? —el Omega señaló a un chico gordito de cabellos negros.

Yoongi asintió.

—Y ese es Yoonkwan... y esa... es Hyolyn... mi hermana —dijo el Alfa con voz entrecortada.

Jimin notó que la voz le había fallado, por lo que se mantuvo en silencio para que el mayor continuara.

»Ella murió cuando yo tenía 8 años.

La noticia fue impactante para el Omega, no sabía qué decir, pero sentía el dolor de Yoongi a través del lazo.

—Lo siento tanto, Hyung... —murmuró tomándole la mano—. No tienes que contarme si no quieres...

—No es que no quiera, es... es muy doloroso —musitó.

—Lo sé, puedo sentirlo... Pensé que mi dolor no se compararía nunca con nada…

Yoongi tragó en seco y se preparó mentalmente para los minutos siguientes en los que su angustia y sufrimiento saldrían a flote.

—Hyolyn Noona era la chica más bondadosa y agradable que existía en esta tierra, a pesar de ser Alfa su carácter era amoroso y tierno; era mi persona favorita en todo el mundo —contó el mayor mientras miraba la fotografía en el álbum, como recordando momentos de antaño.

»Ella tenía diecisiete y mi hermano veinte cuando ambos tuvieron un accidente; Yoonkwan iba conduciendo... Al parecer un auto venía por el carril equivocado en una curva y él... tratando de evitar el choque, terminó impactando el muro que había del lado contrario... el del asiento del copiloto donde iba Noona... —El pelinegro no pudo contener algunas lágrimas pero aun así continuó narrando el triste evento en el que Hyolyn perdiera la vida—. Según contó Yoonkwan en su versión, ella ya estaba muerta cuando él despertó a su lado unos minutos luego del impacto. El chofer del otro auto había seguido su rumbo y no les había ayudado... Entonces trató al menos de desabrochar el cinturón de seguridad pero no pudo... estaba atascado y era imposible abrir la puerta del otro lado... Creyó que sería mejor pedir ayuda y salió del auto, sin darse cuenta de que el combustible se estaba saliendo del tanque...

Jimin apretó su mano con fuerza y derramó lágrimas a la par del Alfa, aunque seguía sintiendo un nudo inmenso y doloroso en medio de su garganta. Quería consolarlo, pero no sabía cómo.

»En cuestión de segundos el auto se incendió... pero las sirenas de la policía y la ambulancia se acercaban rápidamente. —La voz ahogada de Yoongi seguía el penoso hilo de la historia—. Yoonkwan debió haber entrado en pánico porque... huyó del lugar y no se supo de él hasta que se apareció en el funeral de Noona... lo vimos de lejos pues no se acercó para hablar o dar explicaciones. —Yoongi se secó el rostro con la mano libre, y descansó su mirada en el Omega frente a él—. La policía determinó que la causa de muerte había sido asfixia por dióxido de carbono... además... su cuerpo tenía quemaduras de tercer grado por lo que hubo que cremarla..."

—¿A-Asfixia...? Pero...

—No murió producto del impacto, sino por el humo causado por el fuego...

—Hyung... cuanto lo siento... —gimoteó el Omega, y colocando el álbum a un lado se lanzó a abrazarle con fuerza.

—No quería que me vieras así, Jiminie... tan débil y... —sollozó Yoongi con voz titubeante.

—No eres débil, Hyung. Compartir tu pasado doloroso significa que eres muy fuerte y valiente... —le consoló.

—Yo siempre lo he culpado... aunque haya sido solo un accidente... La perdí por su culpa... perdí a mi dulce Noona...

Jimin acariciaba los cabellos color azabache del Alfa, mientras que le daba suaves palmaditas en la espalda y dejaba que soltara todo lo que llevaba por dentro. Al cabo de un rato, Yoongi dejó de sollozar pero siguió abrazado al cálido cuerpo del menor, envuelto en sus brazos y en su aroma.

»Me siento mucho mejor ahora que te he contado todo, cachorro... —confesó—. Nunca había hablado de esto con nadie…

Jimin sonrió con dulzura y comprensión.

—Gracias por confiarme esta parte de tu pasado —musitó el Omega—. Y aunque no me gusta verte así, es bueno que te hayas desahogado.

—La relación entre Yoonkwan y yo nunca se ha arreglado. Creo que ninguno de los dos lo hemos intentado siquiera —reveló el pelinegro—. Más aún cuando él pensó que sería el Alfa líder.

—Supuse que el conflicto entre ustedes se debía a eso, porque él quiso hoy que lo trataras con más respeto.

—Tienes razón. Luego de que nuestro padre falleció era el momento de escoger un nuevo líder. Yoonkwan se presentó para la ceremonia de selección, en la que todos estaban de acuerdo en que fuera yo porque él había abandonado a la familia —aclaró Yoongi—. Como estábamos en tiempos más civilizados, y además éramos hermanos, los más ancianos consideraron que en vez de luchar a muerte por la posición de líder y que ganara el más fuerte, tendríamos que demostrar nuestra fuerza con nuestra voz de mando.

—Y tu voz de mando fue mucho más fuerte, ¿verdad, Hyung? —preguntó el Omega.

El pelinegro asintió.

—Creo que me odia por haberlo avergonzado ese día. Solo tenía 16 años y hasta logré convertirme en lobo esa noche —añadió orgulloso.

—¿Delante de todos? ¡¡Vaya!! ¡Eres increíble!

—¡Nah! Hago lo que puedo —comentó el Alfa encogiéndose de hombros.

Ambos rieron con soltura.

—Me hubiese gustado conocer a Hyolyn Noona —dijo Jimin con cierta añoranza.

—Ella te habría adorado, cachorro. —Y el Alfa le alborotó un poco los cabellos.

—¿Pasaban mucho tiempo juntos en este estudio?

—Sí. Noona estaba convencida de que podría enseñarme a tocar el piano —contestó Yoongi mientras señalaba el oscuro piano que adornaba el centro de la habitación.

—¡¿Sabes tocar el piano, Hyung?! —inquirió el rubio como un niño emocionado—. ¡Muéstrame!

—Jiminie, eso es algo que nunca antes le he mostrado a nadie... puede que sea terrible y que no te guste... —se excusó Yoongi.

El menor frunció un poco los labios mientras pensaba en algo.

—Tengo una idea —anunció—. ¿Qué tal si yo te muestro algo que nunca antes le he mostrado a nadie?

A Yoongi le picó la curiosidad pues no tenía ni la más mínima idea de lo que podría ser. ¿Valdría la pena mostrarle cómo tocaba el piano? En realidad él lo hacía a modo de hobby, para relajarse y liberar estrés, no prestaba mucha atención a los detalles ni los sonidos puesto que no le interesaba si se escuchaba bien o si la melodía tenía mucho sentido.

—De acuerdo, tú ganas, Jiminie —decidió por fin—. Muéstrame, y yo te muestro también.

Jimin asintió una vez y se colocó detrás del piano en el espacio vacío frente al ventanal, en un ángulo en el que Yoongi podía verlo perfectamente.

—No te burles, ¿sí? —pidió el Omega con un leve puchero.

Yoongi tragó en seco, pues ese contraste de ropas que le hacían lucir tan sexy, y su tierno rostro era una combinación que hacía estrujar el corazón del Alfa.

El rubito adoptó una posición algo extraña, con su cabeza mirando hacia abajo y sus brazos extendidos hacia arriba como cubriendo su rostro.

»Comienza a tocar, Hyung...

El Alfa obedeció y luego de traquear sus dedos y flexionarlos un poco, los colocó sobre las opacas teclas del piano para iniciar una dulce melodía.

Casi al unísono, Jimin comenzó a mover su cuerpo lentamente al ritmo de la música. Danzaba casi sensual y parecía que flotaba en el aire, se arrodillaba por momentos y luego saltaba con movimientos suaves pero sincronizados.

Los dedos de Yoongi se deslizaban por el piano con maestría, tal vez perfección adquirida después de tantos años, pero no quitaba los ojos de encima de Jimin, no podía creer lo que veía, estaba asombrado.

El cabello del menor resplandecía donde la luna lo tocaba, su camisa se adhería con suavidad a su hermoso y esbelto cuerpo, mientras que sus movimientos respondían sin dudas a la melodía que tocaba Yoongi, como si las teclas del piano activaran su próximo paso en el baile. Aunque ninguno de los dos sabía quién guiaba a quién, si el Alfa hacía música inspirado en la danza del Omega, o si este bailaba inspirado en la melodía del mayor.

La pieza del pelinegro alcanzó su punto culminante y el rubio terminó su danza con la misma posición con la que había iniciado. El Alfa lo observó por un momento, tratando de grabar para siempre esa imagen de Jimin tan diferente y tan maravillosa a la vez.

—Jiminie... —dijo mientras se ponía de pie y caminaba hasta el Omega—. ¡Eso fue increíble! ¡Fue... fue lo más hermoso e inspirador que he visto en toda mi vida!

—No exageres, Hyung —contestó con modestia pero sonrojado ante el cumplido—. Tú estuviste más que increíble. Tú música estuvo magnífica para alguien que dice no saber tocar muy bien.

Ambos sonrieron con dulzura.

—¿Dónde aprendiste a bailar así? —Yoongi sintió curiosidad.

La tierna sonrisa de Jimin disminuyó un poco.

—Mi madre... Yoona… ella creyó en mí desde pequeño y le insistió a mi padre para poder pagarme sesiones privadas de ballet y danza contemporánea...

Yoongi notó cierta tirantez en la voz del rubio al hablar de su padre.

—¿Él no quería que bailaras?

—Ni siquiera quería que fuera a la escuela —confesó Jimin—. Decía que los Omegas no teníamos derechos, solo debíamos aprender a complacer a nuestros futuros Alfas... —se encogió de hombros—. Todo lo que sé, lo aprendí de mi madre... Pero ella... ella...

La voz de Jimin se quebró a mitad de oración y enseguida Yoongi tomó sus manos y las llevó a sus labios para besarlas.

—Jiminie... solo porque te he contado mi pasado no te obliga a contarme el tuyo... —le susurró—. Yo puedo esperar.

—Quiero contarte, Hyung... —musitó el Omega con voz ahogada y los ojitos al borde de las lágrimas—, pero tengo miedo.

—¿Miedo? —dijo Yoongi con incredulidad—. Cachorro, escúchame. No hay nada que puedas hacer o decir que me haga apartarme de ti. Eres mi alma gemela, mi destinado…

—Sé que no podemos estar separados pero aun así... No lo entenderías, Hyung... Si te cuento todo tú... tú vas a odiarme... vas a rechazarme... Y yo estaría de acuerdo porque también me odio... me detesto... —Las lágrimas brotaban ahora sin cesar pero el Alfa seguía sosteniendo sus manos entre las de él.

—Ven, cachorro, ven aquí —dijo mientras lo guiaba hasta el piano.

Con un rápido movimiento, Yoongi cerró la tapa que cubría el teclado y alzó a Jimin para sentarlo encima, luego él se sentó en la pequeña banqueta de madera.

»Si no deseas contarme, está bien —dijo el mayor—. Pero no te odies por el pasado, pequeño, no vale la pena. Lo que importa es que nos encontramos, que estamos juntos ahora.

—Hyung... —sollozó el Omega—. N-No importa que me odies... Yo... yo quiero contarte... Necesito contarte todo...

Yoongi no dijo nada. Esa noche, hasta ahora, había sido una de las más amargas y maravillosas de su vida; era mejor dejar salir todo y luego tratar de sanar sus heridas juntos.

El rubito jugó con sus manitas por un rato, mientras que las lágrimas corrían por su rostro.

»Mi madre me amaba muchísimo, pero no tuve casi tiempo de demostrarle mi amor... Mi padre siempre tenía un motivo para maltratarla y golpearla, pero ella me defendía y protegía... —contó Jimin—. Una noche en la que discutían por mis clases privadas... la situación fue demasiado lejos y... él... la mató a golpes por desobedecerlo...

Yoongi apretó la mandíbula con rabia contenida, pero no hizo ningún comentario, todavía no era tiempo, debía dejar que Jimin lo soltara todo.

»Mi padre nunca fue un Alfa muy poderoso, su voz de mando era casi nula, por lo que recurría a la fuerza bruta para imponer obediencia... Los vecinos habían escuchado todo y llamaron a la policía, se lo llevaron a prisión sin derecho a libertad condicional... Yo… ni siquiera pude ir al funeral de mamá... —El menor sorbió un poco por la nariz—. Como tenía once años fui llevado a un orfanato, pero solo estuve unos meses hasta que mi... hasta que Jooheon cumplió la mayoría de edad y me trajo de vuelta a casa. —Se limpió el rostro, aunque en vano, pues las lágrimas no se detenían.

Yoongi no quería escuchar el resto de la historia, ya sabía parte de lo que había sucedido, pero era necesario que el Omega se lo dijera él mismo; aunque recordarlo fuese demasiado horrible.

»Todo estuvo bien por algunos años, hasta que tuve mi primer celo... —Jimin tembló un poco involuntariamente—. Jooheon... él... él me dijo que me ayudaría, me dijo que sabía muy bien lo que necesitaba... Tenía solo dieciséis en aquel entonces cuando fui entregado a... p-pasar mi celo con un Alfa... un conocido de la familia... Yo no estaba preparado... no sabía... n-no quería... y al mismo tiempo... sí quería... lo ansiaba...

El rubio se cubrió el rostro con ambas manos mientras que sus sollozos le hacían temblar y respirar entrecortadamente.

El Alfa comprendió entonces el miedo del que hablaba Jimin y a qué se refería cuando mencionaba el odio y el rechazo que sentía. Había pasado incontables celos con otros Alfas por culpa de su hermano, y se odiaba a sí mismo porque había disfrutado el momento. Durante el celo, un Omega solo busca satisfacer su necesidad de placer sexual y detener el dolor que sufren si no mantienen relaciones con un Alfa. Casi nunca están en todos sus sentidos y su juicio se ve nublado por el deseo.

—Cachorro... —murmuró Yoongi bajito—. No te culpes por eso... El celo está fuera de nuestro control...

Jimin bajó las manos con lentitud y Yoongi quedó destrozado al ver su expresión de dolor y pena. Sus ojos rojos e irritados, su nariz colorada, su rostro evocando profunda tristeza y enorme desprecio a la vez.

—¡Soy un sucio Omega! ...Cada vez que mi celo se acercaba me ponía enfermo... no quería comer, no quería salir de mi habitación, ni hablar con nadie... pero... pero terminaba gritando de dolor y pidiendo a uno no, a diez Alfas si era posible... Y luego, cuando todo terminaba, salía corriendo al baño y vomitaba hasta el cansancio... me daba asco verme al espejo... me daba asco el olor que traía encima... Por eso traté de escapar, pero Jooheon siempre me encontraba y terminaba encerrándome, para protegerme decía...

—¿Te hiciste daño tú mismo, verdad? —preguntó el Alfa con pesar mientras tomaba sus manitas para evitar que volviera a cubrirse.

Jimin asintió.

»Por eso estabas atado, para prevenir que lo hicieras de nuevo... —En la mente del pelinegro, las piezas iban encajando poco a poco.

—Si lo hacía… si me autolesionaba… Jooheon me dejaba encerrado y amarrado varios días…

—Jiminie, ¿alguna vez... Jooheon intentó hacerte algo?

—N-No, pero a veces me parecía percibir su aroma cerca cuando... cuando... —Con un quejido Jimin volvió a cubrirse el rostro.

Y el mayor recordó lo que había visto en las grabaciones. Pensar que su propio hermano había decidido filmarlo, era demasiado cruel para ser verdad, pero así era. Era muy conveniente para Jooheon tener a Jimin atado y con los ojos vendados durante su celo ya que nunca lo vería, mientras que Jooheon lo vería todo, y además podía usar inhibidores para que el Omega no se diera cuenta de su presencia.

»Hyung, ¡lo siento tanto! —sollozó el menor—. Daría todo por cambiar mi pasado... ¡Quisiera nunca haber nacido!

—Jiminie, no digas eso —pidió el pelinegro—. Hey, escucha. Nada de lo que pasó fue tu culpa, Jooheon es quien merece toda la culpa. Pudo haberte dado supresores para ayudarte o...

—Pero, Hyung... no lo entiendes... —le cortó Jimin con un hilo de voz—. Nadie me forzaba, aunque preferiría eso antes que la realidad... Yo... lo disfrutaba... ¡Quería más y más como un sucio pervertido!

—¡Deja de decir eso, Jiminie! —el mayor le zarandeó un poco—. No podías controlar tus instintos y es normal, es lo que pasa durante el celo. No eres el único que se ha sentido así y luego se ha arrepentido.

—Pero... —Iba a protestar el Omega pero fue interrumpido.

—Cachorro, ¿recuerdas cuando tuve mi celo hace poco? Yo casi... casi te hago daño, pequeño, casi pierdo el control... Creo que nunca me habrías perdonado si… —Yoongi suspiró profundo—. Aun así, no puedo negar mis instintos... ni tú los tuyos...

Jimin sorbió sonoramente por la nariz.

—Entonces... ¿no me odias ni me encuentras repulsivo?

El mayor colocó ambas manos en los cachetes del Omega, apretando un poquito, y luego depositó un casto beso en sus labios.

—¿Te parece?

Jimin negó con la cabeza como un niño chiquito y sintió su corazón explotar lleno de calidez.

—¡Hyung! —gimoteó mientras se abrazaba al cuello del Alfa, con certeza su lugar favorito.

—Jimin... eres hermoso... cariñoso... amable... risueño... talentoso... No me importa tu pasado y no tengo ningún derecho a juzgarte... Solo quiero construir un futuro contigo, cachorro... Si me aceptas...

—Yoongi Hyung... yo ya te acepté hace mucho tiempo... —murmuró Jimin contra su pálida piel.

Con destreza el pelinegro tomó el frágil cuerpo del Omega y lo sentó en su regazo a horcajadas, el rubito nunca se desprendió de su cuello. El Alfa podía sentir sus lágrimas todavía pero el sentimiento que le transmitía por el lazo era uno de calma y alivio.

Inconscientemente, el mayor comenzó a tocar el piano una vez más, con una suave canción de cuna que había sido lo primero que logró aprender de su Noona. Entonces volvió a llorar. Sentía que el dolor le apretaba el pecho como nunca antes, y al mismo tiempo, se sentía más fuerte que nunca porque su otra mitad estaba allí con él, porque no estaba solo ni lo estaría nunca más…

—Jimin-ah... te amo... —murmuró cuando el cachorro se había dormido.

Editado: 27.09.21



*Nota*
Espero les guste este capítulo.

Les confieso que me fue bastante difícil escribirlo, en serio está demasiado triste pero bonito a la vez.

A continuación, más fanarts relacionados con el capítulo 😊


Gracias por leer, dejen su estrellita y comenten por favor.

¿Les gustaría saber algunas curiosidades de este fic? Por ejemplo… ¿Cómo se me ocurrió la idea? ¿Qué escenas escribí primero?

❤ heartu for you

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