~19~
El siguiente mes pasó casi volando y ambos destinados habían estrechado aún más su relación. En realidad Jimin seguía siendo bastante tímido y prácticamente todo el contacto físico era iniciado por el Alfa; el pequeño no lo rechazaba pero tampoco hacía ningún progreso él solo. Pero Yoongi no tenía razones para inquietarse, su lobo estaba tranquilo siempre y cuando Jimin estuviera a su lado y a salvo.
Para buena fortuna, la situación con los resistentes en el territorio de Busan seguía bajo control y no habían escuchado nada más de Lee Jooheon. El papeleo para que Yoongi tomara al fin el mando de Busan estaba marchando a la perfección. Y aunque la mayor parte del día estaba ocupado, trataba siempre de pasar tiempo con el Omega, siendo muy cariñoso con él.
No faltaron los besos en los sonrojados cachetes; la mano detrás de la espalda, a modo de protección según el Alfa pero solo era su lobo siendo posesivo al cien por ciento; o el abrazo por detrás mientras colocaba su mentón sobre el hombro contrario, aspirando su esencia por unos instantes; o tomar su mano y entrelazar sus dedos por debajo de la mesa mientras compartían todos el desayuno.
Y Jimin solo se ponía colorado y evitaba su mirada, pero no era capaz de contener su alegre sonrisa cada vez que era objeto de atención del pelinegro, lo cual era casi todo el tiempo que estaban juntos. No decía mucho al respecto, pero en serio le encantaba que el mayor fuera tan atento con él. Y a pesar de su timidez, muchas veces terminaba buscando irremediablemente más contacto con el mayor; recostando su cabeza en su hombro cuando veían alguna película en la sala, o evitando a toda costa que alguna almohada se interpusiera entre ellos en las noches.
Cuando no estaban juntos, el rubito acompañaba a Seokjin casi siempre, forjando una gran amistad con el Omega mayor y adorando sus excentricidades durante el embarazo. Iban de compras bastante seguido, con sus guardaespaldas claro, cocinaban juntos y decoraban la habitación de la bebita con todo lo rosa que podían encontrar. Y Jimin estaba comenzando a disfrutar de su vida una vez más, sin preocupaciones, sin miedos, sin presiones.
—¿Te irás, Hyung? Pero me lo prometiste... —gimoteó el pequeño Omega haciendo un puchero con sus rosados labios.
—Lo sé, cachorro, pero es necesario que te quedes —le explicó el Alfa—. Mi familia es un tanto complicada y todavía no quiero exponerte a ellos... querrás irte de mi lado para siempre... —agregó en voz baja.
—Claro que no, Hyung; no iré a ninguna parte. Siempre estaré contigo... lo sabes.
Yoongi besó una de las abultadas mejillas del Omega. En el tiempo que llevaba viviendo en la mansión había ganado peso y sus cachetes se habían inflado un poco, se veía más tierno así.
—Solo será un día, Jiminie. —Y continuó empacando su maleta abierta sobre la cama—. Mañana en la tarde estaré de regreso y ni notarás mi ausencia. No será como la vez anterior, te lo prometo.
Jimin refunfuñó mientras se sentaba en la cama de piernas y brazos cruzados.
—¿Y tienes que ir obligado? ¿Podrías... no ir? —inquirió con un renovado puchero.
—Es el cumpleaños de mi madre y el año pasado no fui porque estaba ocupado con trabajo —dijo el pelinegro mientras cerraba el zíper de la maleta finalmente.
Se sentó junto a Jimin y tomó sus manos entre las de él, adoraba que sus manitas fueran mucho más pequeñas que las de él.
»Cachorro, sabes que nunca me alejaría ni te haría sufrir a propósito, ¿verdad?
El rubito asintió y una lagrimita se deslizó por su rostro. Yoongi la secó con calma y plantó un casto beso en los labios del Omega.
»¿Serás fuerte por mí?
El pequeño volvió a asentir. Yoongi sonrió con ternura y abrió sus brazos para que Jimin se instalara entre estos y pudiera darle un apretado abrazo.
—También seré fuerte... pero te voy a extrañar mucho —le susurró al oído.
—Yo también te voy a extrañar mucho mucho, Hyung; aunque sea solo un día…
El pelinegro hizo entrada en la mansión de su madre junto a su primo Hoseok y su cuñado Namjoon, los tres Alfas imponentes vestidos con elegantes trajes. Detrás, y formando parte de la escolta principal, Taehyung y Jungkook también lucían vistosos esmóquines. Y por supuesto que fueron atacados por todas las tías, primas y amistades cercanas a la señora Min, quien cumplía sus cincuenta y ocho años.
La señora Haneul era una Omega todavía hermosa y refinada, muchos Alfas y Betas habían querido cortejarla luego de que su esposo, el antiguo líder Min Yonghwa falleciera a causa de una grave enfermedad. Sin embargo, ella se había rehusado, guardando luto para su amado esposo y padre de sus hijos, y manteniendo el respeto por su lazo ya desaparecido.
Yoongi recibió gustoso el apretado abrazo de su madre y el beso en la mejilla que le dejó una leve marca rojiza. El aroma a orquídeas y caramelo de la vieja Omega lo calmaba sobremanera, aunque sabía que él estaba ahí; más que olerlo, podía sentir su presencia cerca. Sin embargo, decidió no preocuparse por eso y hacer que su querida madre disfrutara de su fiesta de cumpleaños.
Después de saludar a varios invitados y charlar cortésmente con viejos amigos de su padre, el pelinegro bailó con su madre y luego la tomó de la mano para llevarla al estudio de su padre en el segundo piso de la residencia.
—¿Qué te traes, Min Yoongi? Te conozco y sé que tramas algo —dijo su madre sonriendo con picardía, sus encías sobresaliendo un poco al hacerlo.
Una vez dentro del estudio, Yoongi sacó un pequeño estuche rojo del bolsillo interior de su saco.
—Fue un poco difícil conseguirlo —comentó antes de dárselo—. Decían que era evidencia…
La expresión en el rostro de Haneul cambió por un momento, pero al recibir el regalo se dispuso a abrirlo de todas formas. Y allí estaba, una fina cadena de oro con una nota musical como único dije, que antaño perteneciera a su hija Hyolyn. Los ojos de la Omega se llenaron de lágrimas.
—Yoongi…
—Hice que lo arreglaran y quedó como nuevo —explicó al tiempo que lo sacaba del estuche y lo colocaba alrededor del cuello de su madre.
—Feliz cumpleaños, Omoni.
Ella sonrió feliz, a pesar de que las lágrimas le empañaban los ojos cuando se volteó para abrazar al pelinegro.
—Gracias, hijo.
Después de un momento en silencio, la Omega se separó un poco y se escurrió el par de lágrimas que amenazaban con salir.
»Ni creas que esto te salvará de la conversación que tenemos pendiente —dijo con un regaño cariñoso.
—No sé de qué habla, señora Min. —Y tomó de nuevo la mano de su madre para besarla.
—De tu Omega, tu alma gemela, tu pareja destinada, tu…
—Ya entendí, ya entendí. —El Alfa rio.
—¿Por qué no lo has traído? ¿Acaso no quieres que lo conozca? —inquirió recelosa.
Yoongi suspiró pesadamente.
—Es complicado, Omma. Todavía no quiero que nuestra burbuja explote, ¿entiendes?
Ella le sonrió con empatía.
—De acuerdo, pero debes contarme más de él —pidió su madre—. Hasta ahora solo sé que te derrites de amor por el chico, nada más.
—¡¡Yah, Omoni!! —se quejó el pelinegro.
Y entre risas y comentarios atrevidos por parte de la vieja Omega, abandonaron el estudio del padre de Yoongi y regresaron al salón principal que permanecía abarrotado de invitados. ¿Y cómo no? Si la señora Min gozaba de bastante popularidad. Sin embargo, madre e hijo no notaron la presencia de un tercero al final del pasillo, quien desapareció tras la puerta de una de las habitaciones del segundo piso.
Mientras tanto, en la mansión del líder, un berrinchudo Seokjin se quejaba una y mil veces ante Jimin de cuán absurdo había sido no ir a la fiesta de cumpleaños de su madre.
—Sé que no es mi madre biológica, pero tengo derecho a ir a esa fiesta, Jiminie.
—Jin Hyung, no fuiste porque el doctor te dijo que debías hacer reposo —replicó el rubito.
—Pero haría reposo en la fiesta, me la pasaría sentado en una silla todo el tiempo, comiendo y bebiendo todo lo que me traiga mi Joonie —razonó el mayor—. En serio quería ir…
—No estés triste, será para la próxima.
—Pero extraño a Joonie —puchereó el gestante—. Jennie también lo extraña —dijo mientras se acariciaba la creciente panza.
El menor solo sonrió apenado y le palmeó la espalda.
»¿Sabes qué, Chim? Iremos a esa fiesta.
—Hyung, no digas tonterías —dijo el rubito—. Yoongi Hyung y Namjoon Hyung estarán de vuelta mañana.
—Ya lo he decidido y no cambiaré de opinión —sentenció el mayor mientras se ponía de pie y se metía en su inmenso closet—. Ven, Chim, ya sé qué vamos a ponernos.
—En serio no es buena idea… —El menor alzó la voz para ser escuchado adecuadamente—. Además, no quiero que Yoongi Hyung se moleste conmigo.
—Jiminie, mi hermano nunca se enojaría contigo así hicieras la peor cosa del mundo —exclamó el castaño saliendo al fin del closet con unas cuantas prendas encima—. Ayúdame con esto, ¿sí? Oh, tenemos que maquillarnos.
El rubito suspiró profundo, no ganaría esta discusión con Seokjin Hyung, y además, ya sentía hasta deseos de ir al encuentro de su Alfa.
Una hora y media después, tiempo record para dos Omegas con ganas de presumir, el castaño y el rubito abandonaban la habitación del mayor para dirigirse al primer piso donde de inmediato sus guardaespaldas les detuvieron el paso. Luego de una pequeña discusión en la que Jackson y Yugyeom no cedían, Jin les dio un ultimátum.
—Vamos solos o con ustedes. ¡Escojan!
—Hyung-nim, no podemos permitir que salgan de la casa —replicó Jackson.
—Saldremos de todas formas, y si piensan en ponernos un dedo encima tendrán que vérselas con Namjoon y Yoongi después —dijo Jin con determinación.
Ambos Alfas intercambiaron incómodas miradas y acompañaron a los Omegas en contra de su voluntad; de cualquier manera sus cabezas estaban en peligro por lo que sería mucho mejor complacerlos y tenerlos de su lado.
Por supuesto que al hacer entrada en la fiesta de la señora Min, Jimin se sintió automáticamente abrumado por la cantidad de desconocidos que había allí; sí, había sido una muy mala idea venir.
Notando la incomodidad del rubito, Seokjin los guió hasta el segundo piso donde los invitados no tenían permitida la entrada.
—Jiminie, espérame aquí; iré a buscar a Joonie y Yoongi —y desapareció escaleras abajo.
El menor se sentó en un mullido butacón de terciopelo rojo, su cabello bañado por la luna se veía más plateado que nunca.
Luego de un rato, una puerta cerrándose y unos pasos le alertaron de la presencia de alguien. Jimin levantó la mirada algo asustado para encontrarse con el ceño fruncido de quien, por su inconfundible aroma a cedro y café tostado, era un Alfa.
—¿Quién eres, Omega? ¿Qué haces aquí?
Jimin quedó sin habla por un instante, sin embargo se levantó e hizo una reverencia de casi noventa grados.
—P-Perdón, señor. E-Estaba esperando a Seokjin Hyung —explicó bajito y con la cabeza gacha, por lo que no vio la expresión de disgusto en el rostro del contrario.
—¿Cuál es tu nombre? —inquirió el Alfa con voz grave mientras se aproximaba.
Jimin tembló poquito y la voz le falló, por lo que tuvo que aclararse la garganta.
—Ji-Jimin...
—¿Solo Jimin? —Finalmente se detuvo frente al pequeño Omega, que no paraba de temblar y retrocedió hasta que sus piernas chocaron con el butacón donde había estado sentado.
—Lee Jimin…
—¿Lee? —espetó el otro—. Mi familia no tiene conocidos de apellido Lee. Omega, ¡si estás mintiendo...! —La voz del Alfa se vio interrumpida por otra fuerte y clara.
—¡Yoonkwan!
El Alfa volteó al escuchar su nombre y sobre él cayó la oscura mirada de Min Yoongi, su hermano menor.
Yoonkwan se mordió la lengua ante tal falta de respeto de Yoongi, más aún frente a un Omega y extraño para la familia. Era cierto que era el líder de la manada, pero aun así le debía respeto ya que él era su hermano mayor.
—Yoongi... podrías mostrar más respeto hacia tu Hyung —casi escupió—. Además, solo estaba poniendo a este Omega en su lugar...
—Apártate de mi Omega —ordenó el pelinegro con voz de mando.
El cuerpo de Yoonkwan se movió en contra de su voluntad y se alejó del tembloroso chico.
»Jimin, ven aquí —dijo Yoongi con voz grave aunque esta vez no usó su voz de mando.
El rubio no lo pensó dos veces y corrió a esconderse tras su Alfa, apretando la tela de la manga de su camisa en señal de temor e inquietud.
—¿Tu Omega? —bufó Yoonkwan—. ¿Qué clase de broma es esta? ¡Es un chico! ¡Y ni siquiera está marcado!
—Eso no es asunto tuyo, Yoonkwan —vociferó Yoongi.
—Vamos, hermanito. Si es solo alguien con quien te diviertes, lo entendería, pero de ahí a que sea tu Omega... —se burló.
El pelinegro apretó los puños con tanta fuerza que pensó le saldría sangre por enterrarse las uñas.
—Jiminie —llamó—. Ve arriba y espérame en el estudio, es la última puerta a la izquierda.
—Hyung... —lloriqueó el Omega sin soltar la manga de su camisa.
—Ve, cachorro —dijo suavizando su voz al tiempo que lo miraba—. Solo tardaré un minuto.
Jimin echó una última ojeada al hermano de Yoongi y se apresuró a subir las escaleras que llevaban al tercer piso.
—Yoongi, explícate, por favor —exigió Yoonkwan—. ¿Ese Omega...?
—Escucha. —Lo calló el pelinegro—. En realidad no tengo que darte explicación alguna, pero como me siento generoso... Ese Omega, como le dices, es mi pareja destinada, y poco me importaría si hubiese sido una chica, un dinosaurio o un pastel de arroz. ¿Te quedó claro?
—¿Pareja destinada dices? —La incredulidad se apoderó del rostro de Yoonkwan.
—Así es —reafirmó Yoongi—. Y a todas estas, ¿qué estás haciendo aquí?
—¿Es que acaso un hijo no puede venir a ver a su madre el día de su cumpleaños?
—No cuando ese hijo eres tú —puntualizó el pelinegro—. No cuando lo único que puedes hacer es recordarle el dolor y la pena que ha tratado de superar todos estos años.
—Yoongi… sabes que no fue mi culpa —se defendió su hermano—. ¿Que querías que hiciera? ¡¿Lanzarme a un auto en llamas para intentar rescatar su cuerpo sin vida?! ¡Ella ya había muerto, no había nada que pudiera hacer!
—¡¿Entonces por qué mierda huiste?! ¡¿Por qué fuiste un miserable cobarde que huyó del lugar del accidente?! —le replicó el menor.
—¡¡Porque tenía miedo, joder!! ¡¡Todos iban a culparme!!
—¡¡Y con toda razón, Yoonkwan!!
—¡¡Que no fue mi culpa!! —gritó acalorado el contrario.
—¡Eso ya no importa! —sentenció Yoongi—. Te fuiste cuando más te necesitaba... abandonaste a tu familia como el cobarde que eres. ¡Y luego te atreviste a presentarte en la ceremonia del líder de la manada!
—Tenía tanto derecho como tú… ¡Incluso más que tú! ¡Soy el mayor!
—Eres un cobarde y débil de carácter, por eso no pudiste alcanzar la posición de líder —refutó una vez más el pelinegro.
Yoonkwan rio con amargura.
—¿Sabes? Me pregunto… si las cosas hubiesen sido diferentes y yo me hubiese convertido en líder, ¿qué habrías hecho, hermanito? ¿Huh? ¿Con toda tu insolencia y tu odio?
—Me los hubiese llevado bien lejos y nunca habría regresado —contestó Yoongi con pesar.
Yoonkwan bajó un poco la cabeza mientras asentía, reconociendo el hecho de que aunque las cosas hubiesen sido distintas, su hermano seguiría despreciándolo con todas sus fuerzas.
—Yoongi... yo también la perdí... no solo tú o mamá... —murmuró con voz queda—. Lo siento...
—Yo también lo siento... pero eso no cambia nada —expresó el pelinegro mientras daba media vuelta para dirigirse a las escaleras.
Yoonkwan permaneció en silencio, nada de lo que pudiera decir o hacer cambiaría la situación; nada podría cambiar el pasado.
Editado: 27.09.21
*Nota*
Espero les guste este capítulo.
Ya estoy editando el próximo y solo puedo decirles que busquen pañuelos porque se viene la parte triste de esta historia.
Esto… ¿podrían regalarme su estrellita y comentar? Este lindo Jiminie se los ruega.
Gracias miles a todas las personitas que leen y apoyan esta historia. En especial a tulachimolala, seguiría actualizando incluso si fueras mi única lectora, gracias por todo.
❤ heartu for you
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