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El verano de Kaylee estaba yendo muchísimo mejor de lo que esperaba. Entre los días recorriendo Auradon, convivir con su mejor amigo y todo lo que había estado viviendo se sentía más feliz que en mucho tiempo.
Tampoco podía negar que haber conocido a Ben y a Mal había sido gran parte de la mejoría en su estado de ánimo. ¿Quién no quisiera conocer a sus crushes y ser su amiga en cuestión de días?
Los dos eran tan geniales a su modo. Mal la contactó dos días después de la fiesta luego de que Evie le pasara su Instagram. Intercambiaron números y comenzaron a chatear.
Progresivamente pasaron de mensajes de texto a llamadas y luego videollamadas. La pareja real era mejor de lo que su mente había imaginado. Ambos se propusieron conocerla más y ella no se negó.
Necesitaba más amigos, conocer a más personas y además saber como tratar con sus futuros aliados. Aunque sabía que se mentía a sí misma. Cada día se sentía más atraída hacia ambos. Lo cual se sentía totalmente inapropiado, porque son un matrimonio.
Poco más de dos semanas después de la fiesta se sorprendió cuando la invitaron a pasar unos días con ellos en su casa de campo. La habían llamado para enseñarle el lugar y ahí se lo dijeron.
Aceptó. No veía nada de malo en hacerlo. Después de todo, sabía que no era la primera huésped en la propiedad. Era obvio que sus amigos habían estado allí antes. Se sentía halagada de que sintieran la suficiente confianza con ella como para invitarla a un sitio tan íntimo y privado.
Cuando le contó a Charles a él le pareció que era una gran oportunidad. Sobretodo porque sus padres y tíos le habían pedido quedarse unos días en casa. Y ya que no podría seguirla llevando a todos lados era bueno que tuviera algo que hacer.
Tomó un caramelo de fresa de la barra de dulces de la limusina morada y siguió admirando el camino. Los reyes le habían insistido en que mandarían a alguien a buscarla. Se sintió honrada de que le enviaran el vehículo oficial de la reina.
Se bajó sus lentes de sol al ver que el auto disminuía su velocidad y pasaba por un tramo angosto de la carretera. Era como un pasillo lleno de árboles, manzanos y limoneros. También pudo percibir algunos arbustos llenos de frutas y un montón de flores.
Sus ojos no podían creer lo que veían cuando divisó la casa. Era bellísima. Con las paredes pintadas de blanco, enredaderas alrededor de algunas de las ventanas y un columpio en el porche.
El chófer le abrió gentilmente la puerta y la ayudó a descender del auto.
-Bienvenida a Rosier Cottage, princesa.
Y ya veía el porqué del nombre del lugar. Hacia un costado del terreno había una gran plantación de rosas rojas, blancas y rosadas.
-Muchas gracias- dijo con gentileza.
El chófer llevó sus pertenencias hasta la entrada y se despidió de ella con una reverencia. Vio como el auto se alejaba para regresar al castillo. Se dio cuenta de que había una camioneta negra estacionada a un costado. Suponía que era el auto personal de ellos.
Tomó aire y lo exhaló, envalentonándose.
-Puedes hacerlo Kay, ya llegaste hasta aquí - se animó.
Estiró su mano y tocó el timbre. Oyó el eco del agradable sonido de este en el interior de la casa. Unos segundos después escuchó unos pasos sobre la madera del piso junto a unas risas.
-Ben, ten cuidado. No vayas a quemar nada - distinguió la voz de Mal. La puerta se abrió- ¡Kaylee! Esperábamos tu llegada.
La abrazó con fuerza. Cuando la pelimorada se separó intentó no parecer obvia cuando recorrió a la mujer con la mirada.
-Sé que vas a decir. ¿Porqué la chica que se la pasa usando ropa de cuero usa un vestido en su casa? - soltó una risita. A esta le acompañó un ruido que le pareció adorabale- Queríamos darte una buena impresión en tu llegada.
Y sí que se la habían dado. Estaba segura de que jamás había visto fotos de la ojiverde con un vestido tan casual y escotado. Sus pechos sobresalían entre la tela blanca y lila.
Casi se desmaya de la vergüenza cuando pudo divisar una sonrisa de autosuficiencia en los labios de la reina. La había pillado escaneándola, específicamente esa zona de su figura.
Ajustó los lentes de sol sobre su cabeza, mientras que la princesa hacía lo mismo.
-Veo que no fuimos los únicos en esforzarnos por dar una buena impresión, Bennyboo- le habló a su marido.
Se sonrojó de nuevo.
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Era imposible negar que se había arreglado para su llegada. No sabía si imaginaba cosas o si en serio estaba captando las señales que ambos le daban. De cualquier modo, se sentía bien con su atuendo.
Ben llegó a ellas. Usaba una camisa blanca con algunos botones sueltos hacia el cuello y parte del pecho. Además de unos shorts de lino claros. Era demasiado para su pobre alma tenerlos así a los dos.
-Hola Kaylee - le dio beso en la mejilla- Perdón por no venir antes. Estábamos preparando galletas.
-Sí, hasta que alguien llenó la barra de harina y casi quema la primera tanda- Mal rodó los ojos.
La chica se rió.
-No se preocupen. De verdad agradezco mucho que quisieran que viniera con ustedes.
Mal la hizo pasar, mientras que Ben tomaba sus maletas y las metía a la casa.
-Y nosotros agradecemos que hayas venido- le sonrió él- Vamos a subir tus cosas para que veas tu habitación.
Al caminar hacia las escaleras se fijó en que la casa era igual de hermosa desde adentro. Se notaba que la decoraron a su gusto y comodidad.
Sus ojos inevitablemente se posaron en la parte baja del rey, quien iba delante de ellas.
-Ahora entiendes por qué le dicen el trasero de Auradon- le murmuró Mal con complicidad.
La mujer a su lado soltó una risita. Al pasar el tramo de escalones llegaron al segundo piso.
-La casa tiene tres cuartos, cada uno con su baño- empezó a explicarle el yerno de Hades- Este está vacío- señaló a su izquierda- El del final del pasillo es el nuestro. Y este será el tuyo.
La ojiverde le abrió la puerta. El cuarto era bastante espacioso para ser para invitados. Tenía una gran cama, un vestidor y su baño.
-Ponte cómoda Kay, nosotros seguiremos haciendo las galletas y el almuerzo- le dijo Ben.
-Si necesitas algo no dudes en buscarnos- agregó Mal.
-Gracias chicos, los veré en un rato.
Ambos se fueron. La sobrina de Elsa casi suelta un chillido de la emoción. Dioses, sería muy difícil pasar esos días con ellos sin sentir que quería abalanzarse y besarlos. Abrió la ventana del cuarto para airearlo, y también a su cuerpo.
Sacó con paciencia sus pertenencias y las comenzó a repartir en los cajones y ganchos. Le recomendaron que llevara ropa fresca. El campo a veces podía ser caluroso. Además de trajes de baño. Atrás había un lago que por fin podía ver desde el cuarto. Era muy lindo.
La curiosidad la carcomía. No quería ser descortés, pero quería chismosear la casa. Desde que le mandaron la ubicación le dijeron que era libre de recorrer el lugar cuando quisiera. Les tomaría la palabra.
Tomó su teléfono, avisándole a sus padres y a Charles que ya se encontraba en el Bosque Encantado. Salió de su recamara temporal y se fue a la que estaba del otro lado del pasillo. Era bastante similar a la suya, solo que con algunas decoraciones diferentes.
Echó un vistazo hacia las escaleras y corrió hacia el cuarto de los reyes se Auradon. Eras unos metros más grande que los otros, pero se notaba que era el que más habían personalizado. Cerró la puerta, no queriendo invadir más su privacidad. Bajó las escaleras en silencio y salió por una de las puertas que conectan al patio.
Respiró el aire fresco y con olor a flores. Tenían un jacuzzi a un lado, una parrilla, una mesa para comer en el exterior y lo demás era la naturaleza y todas las plantas que suponía que ellos habían colocado.
El lago se veía lo suficientemente frío como para no helarse pero tampoco pasar calor. Regresó al interior. Un buen aroma invadió sus fosas nasales.
Por fin visualizó mejor el piso de abajo. En una esquina se veía una puerta abierta, con un escritorio y un montón de artículos de arte. El televisor estaba rodeado de un montón de libros. Y las paredes tenían pinturas que suponía que eran de la autoria de Mal. Se sentó en el cómodo y suave sillón de la sala. El espacio era abierto hacia la cocina.
-Me gustan mucho tus pinturas- le dijo al sentir unos pasos cerca de ella.
-Pues gracias, es mi pasatiempo favorito- se sentó a su lado.
-Es muy buena en eso- se voltearon a ver a Ben, quien vigilaba la comida en el fuego.
Mal le sonrió y volvió a verla.
-¿Qué te parece la casa?
-Es maravillosa, ya veo por qué me contaron que es su lugar favorito para despejarse.
Ben apagó la cocina.
-El almuerzo ya está listo- anunció.
-Bien - Mal se puso de pie- Como Kaylee es nuestra invitada ella decidirá donde comeremos.
-Podemos comer en el patio- sugirió, agradecida por su amabilidad.
Ayudó a la hija de Maléfica y Hades a poner la mesa mientras que el monarca servía la comida y las bebidas. Las dos aplaudieron cuando él llegó con la comida.
-Son crêpes de champiñones con salsa de cuatro quesos- colocó los platos en cada puesto. Se fue por las copas- Limonada de hierbabuena y granadina y...- volvió con una bandeja de porcelana blanca- De postre las galletas que preparó mi fabulosa esposa.
La ojiverde besó su mejilla cuando se sentó a su lado. El almuerzo transcurrió acompañado de una conversación amena. Le preguntaban por sus estudios universitarios y su experiencia. Kaylee estudió Relaciones Internacionales. Además, le apasiona leer y ver películas.
Al terminar el plato fuerte devoraron una por una las galletas. Tenían chispas de chocolate y nueces. Los tres estaban llenos. Como comenzaron a comer tarde ya se había hecho de noche. Era más bien una cena. Se les fue el tiempo volando. Las luces colgando le daban un aspecto acogedor a la vivienda.
-Si van a hacer comidas como esta todos los días, me sacarán rodando de aquí- dijo Kay. La pareja se rió - Mi parte favorita fueron las galletas.
Mal alzó las manos, victoriosa.
-Con unas como estas pero hechizadas fue que me enamoró- mencionó Ben, mirándola con nostalgia.
La pelimorada le dio un beso corto y se apoyó en su hombro.
-Kaylee, supongo que debes estar cansada por el viaje. Así que, dejaremos en tus manos lo que quieras hacer esta noche.
¿Fue idea suya o ese sonó muy distinto a lo que pretendía? Sacudió ligeramente su cabeza.
-Creo que voy a descansar y leer, si no les importa- dijo la pelirroja.
-Como tú prefieras - le comentó Ben.
Insistió en ayudarlos a lavar los platos como agradecimiento por todo. Ya eran las nueve cuando terminó. Subió las escaleras, iba a entrar en su cuarto hasta que oyó murmullos. La puerta de la alcoba principal estaba levemente abierta.
Se acercó sigilosamente, escondiéndose para que no la vieran.
-¿Crees que sea adecuado decírselo mañana? - preguntó Mal.
¿Se referían a ella? ¿Qué debían decirle?
Pudo entrever por una ranura junto a la puerta como la reina ya se encontraba en la cama. Su corazón se aceleró al ver a Ben si camisa. Este se metió debajo de las sábanas.
-Solo ti tú estás lista - besó su coronilla- Podemos echarnos atrás si eso prefieres.
Oyó que ella negaba.
-Ya está aquí, y no encontraremos otro momento para esto.
La luz en la mesa de noche se apagó. Corrió de puntillas hacia su habitación, sintiéndose mal por haberlos espiado. Apoyó su espalda en la madera y cerró los ojos.
Cuando su respiración regresó a la normalidad se fue a la cama y tomó su libro. Sería mejor no pensar en lo que escuchó.
(...)
Al día siguiente Ben y Mal despertaron casi al mediodía. Era muy raro que pudieran dormir hasta tan tarde, sus apretadas agendas apenas se los permitían.
Les pareció injusto que teniendo una invitada ellos se hubieran quedado hasta tan tarde en la cama. Sobretodo cuando estaban tratando de acercarse para su plan.
Después de estirarse se pusieron sus pantuflas y bajaron a la planta principal. Se sorprendieron al encontrar el desayuno listo, al igual que el café. Kaylee estaba recostada en el sillón, con ropa cómoda y un libro en la mano.
-Buenos días dormilones- los saludó con una sonrisa socarrona.
-Buenos días-Mal bostezó.
-Perdón por despertarnos tan tarde. No tenías que haberte molestado- Ben se refirió a la comida.
La ojimarrón cerró el libro.
-Para nada. En realidad me alegra que hayan podido tener un sueño reparador. Y para mi es un placer devolverles algo de la hospitalidad que me ofrecen.
Mal suspiró de gusto al sorber algo de su taza de café. Ambos se sentaron en la mesa interior.
-Te prometo que te compensaremos esto- masticó un poco de las tostadas- Queríamos hacer un picnic y nadar en el lago durante la tarde.
-Suena bien para mí- les sonrió.
Al terminar de desayunar recogieron todo y le dijeron que podía subir a cambiarse. Ellos se encargarían de organizar todo.
Al cabo de unas horas ya tenían todo listo. Mal ataba los nudos del sostén de su traje de baño lila y violeta. Le agradeció con la mirada a Ben a través del espejo cuando él se posó a sus espaldas y la ayudó.
-Comienzo a sentirme nervioso- admitió él, abrazándola por la cintura.
-Yo igual, pero ya no hay marcha atrás- le recordó.
El castaño besó su cuello y se apartó. Ella se colocó un cómodo vestido de playa sobre el traje de baño. Tocaron la puerta de Kaylee, buscándola. La mujer abrió la puerta.
-¿Sí?
-Ya podemos bajar- respondió el rey.
Los tres bajaron y caminaron varios metros hasta llegar al lago. La princesa de Arendelle se sorprendió al ver el picnic que habían armado.
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Tenían champaña, muchas flores, varios dulces, sándwiches, té helado y frutas. Además de tres toallas enrolladas a un costado para secarse al salir del agua.
-Creo que son los mejores anfitriones que me han recibido- les dijo.
No supo si fue el sol o sus palabras, pero notó que los dos se ponían ligeramente rojos.
-Nos caíste muy bien desde esa noche, Kay. No sería para menos- habló Ben.
Se sentaron sobre la manta y cada uno escogió lo que comería primero. Chocaron las copas llenas de champaña. Al cabo de hora y media ya llevaban poco más de dos cada uno. No querían embriagarse, así que sellaron de nuevo la botella con el corcho.
Se sentían ligeros. Sin preocupaciones. El fresco aire pasaba entre los árboles, lo que evitaba sentir el calor del intenso sol.
Mal había llevado un lienzo y varias acuarelas. Pintaba una flor morada con su tallo verde. Se había sentado un poco más allá para aprovechar la claridad para ver mejor.
-Es muy talentosa- le comentó Kaylee al rey.
Ben sonrió. Los dos leían libros por su cuenta mientras que la reina pintaba.
-Su creatividad es una de las tantas cosas que me enamoró - sorbió del té en la tasa a su lado- No hay nada que no haría por ella. Y sé que ella haría todo por mí.
Kaylee lo miró unos segundos más antes de volver a centrar su vista en el libro. Eso era de lo que le hablaba a Charles. Quería un amor como ese, tan puro y sincero. Esperaba encontrar a alguien así algún día, mientras tanto se conformaba con su soltería.
Por eso sentía tan incorrecto estarse sintiendo tan atraída hacia los dos. No de manera romántica, pero sí sexual. Eran todo lo que ella buscaba en un hombre y en una mujer. Pero estaba mal. Son un matrimonio que ya lleva diez años juntos, alrededor de siete de ellos casados.
Así que siguió convenciéndose de que las cosas que ella había tomado como señales sólo eran producto de su imaginación.
Estuvo tan ensimismada durante unos segundos que no se había dado cuenta de que Ben se había ido hacia dónde estaba Mal. Él le dijo algo, haciéndola reír.
La ojiverde cerró el estuche de sus acuarelas y colocó todo sobre la mesa. Al no oír lo que decían no se esperó verlos quitándose la ropa, ambos quedando solamente en sus trajes de baño. Corrieron hacia el lago, parecía que tenían una carrera. Se rió al verlos salpicándose agua.
Trató con todas sus fuerzas de no recorrer sus cuerpos con su mirada, pero le fue imposible. Más cuando la pelimorada se colgó de su cuello y comenzaron a besarse. Estaban metidos en un momento extremadamente apasionado.
Dentro del agua, Ben abrió los ojos cuando Mal se quedó abrazada de él al separarse.
-¿Está viendo hacia acá, verdad? - le preguntó ella en voz baja.
El castaño soltó una leve risa al ver que la princesa de Arendelle se puso más roja que las fresas cuando cayó en cuenta de que la habían vuelto a captar viéndolos.
-Sí- la apartó un poco y besó su frente- Creo que podremos decirle hoy.
La hija de Hades suspiró.
-En el caso de que no acepte, en serio espero que no nos odie después. Quisiera que sigamos siendo amigos- comentó.
Ben la abrazó contra su pecho. Se dispusieron a seguir nadando. El agua estaba a la temperatura ideal a pesar de estar a mitad del verano.
-Kay, ven para acá- la animó Mal.
La ojimiel le hizo señas, dándole a entender ya iba hacia allá. Desenredó el nudo de su top y lo dejó junto a sus sandalias. Se quitó el short y caminó hacia el agua.
-Amor, espero que tu sueño no nos falle - murmuró el rey en el oído de su esposa.
Rodeaba su cintura debajo del agua. La aludida le dio un manotazo juguetón por su comentario. Kaylee de por sí le había parecido muy hermosa desde que la conocieron, pero ni ella ni Ben eran ciegos como para no apreciar aún más su vista teniéndola en traje de baño frente a ambos.
No dijeron más nada al ver que la princesa se acercaba.
-Creí que sería más profundo- les dijo.
-Nosotros también lo creíamos cuando escogimos el terreno y la casa, pero es más cómodo de este modo- dijo la pelimorada.
El lago apenas tenía unos siete metros de profundidad en la parte más honda. Desde donde estaban tenían unos dos metros más abajo de sus pies.
La rubia soltó un grito cuando de la nada un montón de agua impactó en su cara y su cabello. Mal se reía a carcajadas. Utilizó sus poderes para hacerle caer agua encima. Fue el turno de la reina de asustarse al recibir el impacto del agua helada proveniente de la magia de Kaylee.
De tanto salpicarse, Ben terminó metido también en su batalla. Nadaban, huyendo del otro. Kaylee se quejó cuando el rey la levantó en el aire mientras que la reina le aventaba una ola provocada con su magia.
Los tres quedaron más empapados de lo que de por sí estaban. Se quedaron en silencio unos segundos hasta que estallaron en risas.
De pronto, Kay notó que estaba entre los dos, y que no había casi distancia que los separara. Su sistema de alerta falló, porque su mente maquinaba de nuevo escenarios nada apropiados. Escenarios que los incluían a ambos.
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Les estoy subiendo dos capítulos de una para compensarles lo que no pude subir ayer. Wattpad anda todo loco para publicar.
Sus teorías cada vez me hacen tener más confusión entre las dos opciones que tenía para el final.
Advierto que de aquí en adelante es que se viene lo fuerte🤭😌😏
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕
Publicado el 17/09/2024.
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