
16
El pasado es como un fantasma que te persigue a donde quiera que vayas, muchas veces pensamos y creemos que dejar el pasado atrás es lo mejor pero si algo del pasado no esta verdaderamente solucionado los que se ven afectados son nuestro presente y nuestro futuro.
Un castaño decaído se encontraba trabajando en un bar donde había conseguido un trabajo a medio tiempo durante las noches, era lo único que podía hacer, atender a las personas que llegaban al lugar y pedían un trago o algo, no lo hacía realmente por necesidad sino porque quería escapar de todos esos miedos internos que no lo dejaban vivir y ser feliz.
Durante su etapa en Estados Unidos conoció a una persona que lo hizo cambiar su forma de ser, su forma de ver la vida, conoció a su actual esposo Ji Chang Wook o mas conocido como el monstruo de los negocios en el extranjero.
Llegó por casualidad a aquel bar, con un corazón herido y roto, su historia era casi similar por no decir que era igual a la del castaño. Había herido a alguien mas y lo que pensó que sería su único consuelo terminó por conocer en aquel lugar al que se convertiría la persona mas especial en su vida.
—Hey mozo —lo llamó y enseguida el castaño se acercó hasta él para tomarle su orden— Dame el trago mas amargo que tengas y el que te haga perder mas rápido la memoria —pidió decaído.
—Si señor —respondió— Aunque no estoy muy seguro si aquel trago podrá borrar realmente aquellos recuerdos que lo aquejan —confesó tomando por sorpresa al pelinegro— No hay medicina ni adicción en el mundo que cure un corazón roto...¡Lo viví en carne propia así que es mi consejo para usted! —comento antes de irse por lo que pidió el chico.
Había dicho algo que era cierto y que llamo mucho la atención del pelinegro, si bien estaba ahí para pasar un buen rato eso se había esfumado desde el primer encuentro con el castaño. Había marcado algo en él y no entendía que era pero tal vez lo averiguaría.
Al pasar las horas Taehyung atendía a todos los clientes, hacía lo mejor que podía ya que tenía una mirada intensa sobre él y pequeños lamentos en el bar del lugar. Aquel señor que había atendido no se iba, es mas no dejaba de verlo y eso le incomodaba un poco, no era que quisiera coquetear con alguien pero había algo dentro de él que aquella presencia lo hizo recordar al único verdadero amor que había dejado en Seúl meses atrás, tal vez este sufriendo tanto o mas que él por todo lo que le hizo.
Aún se culpaba y siempre lo haría hasta el día de su muerte, quería cambiar por él, por un futuro a su lado, era por eso que había decidido alejarse de todo y establecerse tanto profesional como emocionalmente pero porque esta persona lo hacía recordar tanto a él...¡Lo extrañaba y mucho! Tal vez era por eso.
Su trabajo había terminado y estaba a punto de irse cuando vio sentado a alguien en las escaleras del club nocturno, era ese chico, parecía dormitar en lo que era una baranda sucia. No podía dejarlo ahí, su conciencia no se lo permitía o mas bien las culpas que cargaba consigo, así que no espero mas y decidió acercarse para preguntar si todo estaba bien pero no imagino que esa noche marcaría un inicio en la vida de su futuro esposo.
—¿Estas bien? —le preguntó moviendo una de sus manos frente a él— Debería llamar a algún familiar o tal vez un taxi para que te lleve a casa —cuestionaba al ver que este no respondía— Oye, realmente estas bien —volvió a preguntarle y ante tan insistencia veía que no llegaba a nada así que iba a alejarse de aquel lugar pero el cargo de conciencia lo tomaba por tonto esa noche— Si Jungkook estuviera en una situación como esta, me gustaría que alguien lo ayudara —murmuró— Te ayudaré, vamos —lo sostuvo entre sus manos haciendo que este se recostará en él.
Así ambos caminaron hasta la avenida mas cercana para tomar un taxi que los llevaría a su siguiente destino.
A la mañana siguiente Taehyung se había levantado muy temprano, ese día tenía un propósito de buscar un trabajo mas que lo ayudara con las metas que estaba planeando tener para un futuro, quería terminar sus estudios y eso significaba trabajo así que daría todo de él para que funcionará.
No podía tener gastos extras, así que había alquilado un cuarto no muy grande, de hecho tan solo tenía una habitación, una sala compartida con la cocina y pues no tenía baño propio así que tenía que ingeniárselas como pudiese. No era algo a lo que estaba acostumbrado pero por algo se empezaba...¡Verdad!
—Buenos días señora Vélez —saludó a la dueña de uno de los apartamentos alquilados de aquel barrio.
Era una señora de unos 75 años edad, una persona amable que le facilitaba cada que podía su baño y cosas que pudieran servirle al castaño, así que este estaba demasiado agradecido de tener a alguien que haga eso por él. Con ella sentía aquel calor familiar que había olvidado sentir desde que perdió a sus queridos, realmente agradecía que se haya cruzado en su camino una persona amable como ella.
—Tengo que irme, buscaré trabajo y espero que me vaya bien —le comentó— Necesito el dinero para muchas cosas especiales para mí —sonrío al recordar el nuevo propósito de vida que estaba teniendo.
—De seguro que lo conseguirás —le sonrío la amable señora— Eres un buen muchacho y estoy segura que las personas que te contraten verán eso en ti.
—Gracias, espero ser una buena persona no por mí sino por él —murmuró— Si, ahora debo irme —suspiró— Adiós, la veré mañana por la tarde antes de irme a mi otro trabajo —sonrío.
—Si, suerte —alzó sus pulgares en forma de aprobación y sacó una pequeña carcajada al castaño.
Cosas como esas le alegraban el día, aunque la mayor parte del tiempo se la pasará recordando al amor de su vida, también había momentos en los que sonreía y compartía una que otro cariño familiar.
Luego de la pequeña platica con la señora Vélez volvió a su cuarto para alistarse, estaba realmente apurado pero hubo algo ahí que lo detuvo por completo.
—Al fin decidiste aparecer...
¡Secuestrador de personas!
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