Su primer día de clases no había sido tan malo después de todo. Recibío muchas rosas, cartas, chocolates, y hasta números de teléfono cada que pasaba por uno de los pasillos de la preparatoria.

Al menos le había ido mejor que a su mejor amigo, JungKook, él cual no paraba de quejarse que su primo TaeHyung lo había reemplazado por unos chicos que no se despegaban de él. JiMin lo llamo celos, pero JungKook se negó...

-¿Cómo voy a tener celos de ese mocoso sonrisa cuadrada?.-Frunció su ceño, al mismo tiempo que cruzaba sus brazos y negaba con su cabeza.-Cuando note que soy irreemplazable, vendrá a mí arrastrándose.

Pero por más que su amigo actuara en modo tóxico todos sabían que él y TaeHyung eran como la uña y la mugre y no se separarían así como así. TaeHyung solamente estaba socializando, estaba cansado de hablar con las mismas personas en el Olimpo y cuando se fastidiara de ser popular, buscaría a JungKook de inmediato.

Por otro lado, JiMin estaba disfrutando mucho su día, sus maestros fueron amables con él, al igual que sus compañeros. Las instalaciones eran bonitas y sencillas, lo suficientemente como para darse un respiro de la gloriosa y divina vida en el Olimpo.

Se divirtió mucho, pero aún así le quedaba esa pequeña inquietud de querer ver al pelinegro. Cada que caminaba por las instalaciones sus ojos se movían de un lado para otro para encontrar al chico que había obtenido su atención con su piel pálida como la nieve, ojos gatunos y pelo negro como la oscuridad. Pero por más que lo buscó nunca dio con él, pensó que tal vez sucedió algún percance y tuvo que retirarse al inframundo, pero fuera lo que fuera, Jimin, tenía que dejar eso de lado y enfocarse en sus estudios, como su padre, Ares, se lo había dicho.

Ahora mismo se encontraba haciendo tarea en su habitación, cuando de repente su madre, Afrodita, entró.

-¡Jiminie!-Se apresuró a avanzar hasta él para estrujarle sus mejillas.-¿Qué tal tu día de clases?.

-¡Estuvo increíble, mamá!-Comenzando a emocionarse con el siempre hecho de recordar su día.-¡Llegue e inmediatamente vi a mi amigo Kook. También recibí muchos regalos, hice nuevas amistades y los maestros son muy buenos, al igual que los humanos, me cayeron muy bien.-Comentó con una gran emoción que cada que lo hacía sus ojos parecían tomar un brillo radiante. Pero su madre mantenía su vista en el celular, ignorando por completo la interesante platica de su hijo.

-¿Mamá?.

-Oh, lo siento cariño, estoy muy ocupada, en unos días será la fiesta que organice, vendrán tus tíos Zeus, Poseidon, Apolo, entre muchos otros más.

-¿También mi tía, Artemisa?.

-Si.-Devolviendo la vista a su celular.

-¿Y mi tío Hades...?

-Mmm, dudo que venga ya que es taaaaaan amargado, pero probablemente acepte cuando se ententere que tu padre también asistirá.

-¿Por qué papá y él tío Hades se llevan tan bien?.

-Mmm, no lo sé.-Alzando sus hombros, desinteresada.-Da lo mismo. Tiene que venir, por que tiene que estar todo mundo presente cuando me ponga mi nuevo vestido, todos tienen que arrodillarse ante mi belleza...-Tomando su cabello para después lanzarlo detrás de su hombro.-¡Nos vemos!-Y sin más salió de la habitación.

Y otra vez Jimin se quedó con las ganas de que su madre supiera algo acerca de su vida. Cada que intentaba contarle algo acerca de él esta tenía cosas que hacer, al parecer más importantes que él. Pero Jimin ya se había acostumbrado, por eso mismo prefería contarselas a su mejor amigo o a su hermano mayor SeokJin, él cual había heredado la belleza de su mamá, en cambio él, solamente había heredado su amor por las cosas, ya fueran cosas materiales, personas o animales.

Su hermano casi nunca se encontraba en casa, ya que se la pasaba de fiesta por el Olimpo, viviendo su juventud y a su madre no le importaba mucho que digamos, ya que ellos no mantenían una buena relación, ambos chocaban con el siempre hecho de decir que uno era más lindo que el otro.

Y respecto a su padre, él tampoco se encontraba en casa muy seguido, ya que tenía que ir hacer su deber como dios de la guerra. Jimin era el consentido de Ares, y Jimin estaba consciente de eso, por eso mismo siempre le obedecía, buscando no perder aquel título.

Él pelirosa tenía una familia numerosa, tenía muchos hermanos, pero con él único que lograba llevarse bien era con SeokJin, ya que los demás solamente se dedicaban hacerle burla por ser él menor.

Tenía muchos amigos, pero su mejor amigo era Jungkook y no lo cambiaría por nadie.

Nunca tuvo pareja, su madre le decía que debía cautivar a todo el Olimpo, pero debía alejarse de las relaciones, ya que la gente salía lastimada, y ella como diosa del amor le recomendaba no enamorarse, pues el amor era pasajero y podía acabarse. Por el otro, su padre decía que si alguna vez llegaba a tener un pretendiente lo haría sufrir como Hera hizo sufrir a Hércules, por eso mismo Jimin no tenía pretendientes, solamente chicos y chicas que eran cautivados por su belleza y solamente eso, nadie quería un martirio de parte de Ares, ni siquiera aunque el premio fuera él mismísimo Jimin.

Escribió la última palabra que iba en su tarea, para después soltar un suspiro de cansancio, por fin, había terminado su tarea, ahora se encontraba desocupado y podría hacer muchas cosas. Se quedó sentado sobre la cama, pensando que podría hacer, nada le vino a la mente en el momento y mejor se tiro de espaldas, para pegarla contra su suave colchón, el cual era como las mismísimas nubes. Se sintió tan cómodo que ya no quiso moverse de allí. Morfeo estaba guiandolo hasta un profundo sueño, y no podía evitarlo, pero antes de cerrar sus ojos la imagen del pelinegro vino a su mente, para después dejarse llevar por el sueño.