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Puede sentir las fuertes manos apretujar sus caderas, un escalofrío pasa por su columna vertebral, no puede evitar jadear, la sensación es fantástica, no entiende cómo prohíben tener este contacto si no es hasta el matrimonio.

En todo caso, ¿Está rompiendo las reglas?, no lo cree, total, solo está practicando un poco, quiere que su cuerpo y mente se acostumbren a tales sensaciones, y que mejor que aprender del tema con alguien tan inexperto como él.

Sonríe.

Es mejor aún si se está entregando a la pasión con la persona dueña de su corazón, saben que juegan con fuego, pero están demasiado ebrios de amor para que les importe salir quemados, además, no es como si el fuego no formara parte de ellos, el fuego corre por las venas de su amante, y al ser su otra mitad su piel parece ser hecha de magma, nadie es capaz de entender, nadie lo será, no les importa, solo les basta tenerse uno a otro.

Siente el dolor de la intromisión por el pene de su amante, los dedos de sus pies se encogen en busca de sostenerse de algo sólido, de algo que le recordara que no viajó a otra galaxia, y que tal mezcla de dolor y calor es verdadera, no es ningún producto de su imaginación ni mucho menos del de un viaje astral.

Quiere llorar, no importa cuánta preparación tuvo por los dedos de su novio, no se asemejan a aquello entre sus pliegues, quiere gemir pero no sabe si por dolor o placer, evita hacerlo y se lleva una mano a la boca.

— No lo hagas

—¿Q-Qué cosa?

— Quiero saber cómo suenan tus gemidos— trata de dar una sonrisa coqueta pero su intención se ve perdida cuando Jisung le ve con aquellos ojos de amor.

Jisung lleva la boca al oído izquierdo del azabache y susurra tan lentamente que le provoca escalofríos.

— Por mi gritaría hasta quedarme sin voz, pero no podemos, o mejor dicho, no debemos — toma la cara de su novio entre sus manos y junta sus frentes acaloradas, cierran los ojos y saben que el tema queda ahí.

Luego de unos minutos el mayor comienza a moverse luego del asentimiento de su bello compañero de vida, ambos se sienten felices.

Felices de ser uno por primera vez, si bien la situación era del todo - menos favorable -, pues se están entregando en la fuente de agua termal ubicada en los aposentos del príncipe, a escondidas de la vista del rey, aprovechando que por año nuevo todo el palacio estuviera tan ocupado como para fijarse en sus narices y darle rienda suelta al chisme.

Todo está saliendo muy bien, corren el riesgo pero estaban listos para sobrevivir a las adversidades.

Deja todo eso atrás y ahora todo sus sentidos están centrados en las millones sensaciones que brinda el tener sexo, cree volverse adicto y eso que es la primera vez en tenerlo, pero el tener el cuerpo de Jisung debajo suyo y gimiendo calladamente por más, le hace sentirse egoísta y posesivo, quiere más de Jisung, quiere todo de él, y sabe que el sentimiento es mutuo, ambos quieren y buscan consumirse en el fuego.

Pronto es encontrada la próstata del menor, da un gran suspiro que pareciera que le restó años de vida, arquea su espalda y lleva su brazos al rededor del cuello de aquel ser tan irreal, al tener contacto con la nuca puede sentir que la piel ya no es más suave, se volvió tersa, eso le excita aún más.

— Ahí amor, más fuerte — lo aprieta aún más contra su cuerpo, tiene sed de más contacto y sabe que su novio es aquella agua que desea beber.

— Sung, Sung, ya no creo poder más, en cualquier momento puedo convertirme. — sigue penetrando fuerte, rápido y certeramente aquel punto que está volviendo loco a su príncipe.

Jisung no puede evitar sentirse orgulloso, su amante aún no ha logrado transformarse, pero se ha informado lo suficiente detrás de muchos pergaminos en su biblioteca como para saber que esta se logra cuando el cuerpo está en la cúspide de sensaciones muy fuertes, imposibles de controlar en situaciones normales.

Miedo, enojo, venganza, regocijo, curiosidad, sentimientos descritos como consumidos al momento de presentar la primera transformación, nadie mencionó la pasión hasta ahora, lo cual es raro, más no lo cuestiona.

Eso significa que su amado es el primero en vivir una transición en medio de la seducción y unión carnal, y él es el detonante.

El agarre se vuelve más fuerte entre sus caderas y muslos, frenando sus pensamientos, es algo desordenado, los besos son inexpertos pero no dejan de ser tímidos, a pesar de la situación tan íntima y subida de tono, los ósculos no pasan de ser simples picos y de terminar con una sonrisa en la comisura de sus labios.

Fijan sus caras una con otra, mantienen contacto visual, sin ninguna intención de romperlo, pueden palpar la conexión que se está formando, la pupila de los ojos del azabache se ensancha, está ocurriendo una midriasis.

El tono de sus ojos pasa de un simple color negro a un bello tono azul, fino, como el zafiro, la gema favorita de Jisung, que ironía.

Aún en movimientos un tanto descuidados, sigue penetrando, disminuye la velocidad e intensidad, no sabe hasta dónde puede controlarse, y no quiere lastimar a su bello príncipe, prefiere la muerte antes que eso.

Conoce en teoría los cambios que ahora tendrá su cuerpo, más la diferencia entre la teoría y la práctica es mucha, es imposible que sepa las nuevas fuerzas y aptitudes que obtendrá, cada dragón es único. Ha escuchado historias donde unos tienen grandes alas y son capaces de volar por los mares, de otros capaces de lanzar fuego por la boca y algunas otras donde las garras son las interpretes de narraciones tenebrosas declamadas por viejos historiadores y voceros en las noches de cada pueblo de los al rededores.

Los rumores coinciden en que su existencia radica en ser seres mitológicos, guardianes de tierras, protectores de pueblos y también depredadores.

Pero  como dicen, son solo rumores y simples mitos que alimentan el morbo de los curiosos, más si tiene razón en que son una clase de deidad, fingiendo vivir como simples humanos, tratando de adaptarse al ritmo que exigía la vida, fuertes pero pacíficos,  portadores de la paz y dispuestos de defender a los que lo necesiten, y, sin embargo, eso los llevó a la destrucción.

Lo que se concluye en que él es el único ahora, nunca tuvo quién lo guiara, en conjunto a Jisung ambos han aprendido, y si supo que era dragón fue gracias a las predicciones dadas por el brujo de las montañas.

Luego de dos largos minutos puede palpar dentro y fuera de él lo nuevo, es como si fuese una nueva persona, puede sentir un aura diferente.

Jisung busca su cara y la toma con ambas manos, notó que eso estaba ocurriendo cuando ya no sintió ningún movimiento dentro de él, verifica que todo marche bien cuando guía una mano frente a sus ojos y la sacude.

— ¿Cuántos dedos tengo?— pregunta tímidamente, lo cual resulta cómico cuando están en tal acto y posición muy comprometida

— Veinte dedos, mi bello príncipe — besa sus manos — diez dedos en las manos más suaves que he podido tocar en mi vida — ahora toma su muslo derecho y lo lleva a la altura de su boca y procede a lamer entre los dedos de su pie, hecho que les suelta algunos suspiros a ambos — Y diez dedos en los pies más bonitos que he podido presenciar.

El rubio siente escalofríos, eso fue demasiado sensual para su corazón, además le excita que use formalidades, sus palpitaciones van demasiado rápidas, cree que su corazón saldrá huyendo del pecho.

— ¿Ya se completó?

— Si, príncipe — contesta en un tono demasiado suave, casi como un susurro, su voz es como la de un ángel.

— Deja de usar formalidades cuando me estás haciendo el amor — lo que al principio le pareció erótico ahora le impacienta, pues nunca le llamó más de dos veces príncipe.

El azabache no responde al reclamo y continúa su acto de entrega y amor, lleva sus manos al cabello del rubio y los acaricia, comienza a depositar besos en toda su cara, en consiguiente une sus manos derechas y mantiene el movimiento de un principio, pero ahora sin mucho esfuerzo es aún más fuerte y las penetraciones son directas a la próstata, lo que provoca que el heredero eyacule y apriete sus pliegues, consecuentemente el dragón acaba dentro.

Sus cuerpos son el sudor andante, el aroma a sexo es embriagador, las piernas de Jisung no dejan de temblar producto del orgasmo, y el amante busca aire en sus pulmones inhalando y exhalando múltiples veces.

Se acomodan en el lecho, hay silencio, tratan de recomponerse, está amaneciendo, pueden notarlo cuando  dirigen su vista a la única venta de la habitación y por esta atraviesan rayos de un sol naciente, con tonos de naranja y una mezcla de rosados y morados, es una paisaje reconfortante.

El amanecer es la señal de que muy pronto serán llamados a sus tareas.

— Vamos príncipe, debemos darnos un baño, he escuchado de algunos sirvientes que a esta hora el agua de la fuente es curativa, sin duda le vendrá bien, podrá recuperarse más rápido — se acerca a su cuerpo y lo atrae a su pecho, aspira el aroma tan delicioso que desprende el menor, quiere mimarlo, demostrarle su fiel amor, le da caricias por su espalda baja, esperando calmar el probable dolor que causó minutos antes.

Separa sus cuerpos y dispone a levantarse pero es frenado.

— ¿Por qué me sigues llamando príncipe?, acabamos de entregarnos, Minho, lastimas mi corazón, es como si lo hubieras hecho por obligación o por el interés de querer convertirte.

— Jamás lo haría por obligación cuando bien conoces que te amo, Jisung, lo sabes mejor que nadie, llevo muchos años demostrándote lo fiel que puedo ser y lo sigo siendo, y por eso mismo te llamo príncipe.

— Explícate que no te entiendo — no quería llorar pero ya lágrimas se asomaban por sus ojos.

— Jisung, yo soy el amante del príncipe. — pronunciar esas palabras fue como recibir mil puñaladas.

— Somos novios, Minho, no nos rebajes a simples amantes que buscan saciar sus deseos.

— El príncipe Jisung contraerá nupcias con el  emperador de un reino lejano, será el primer día del nuevo año, unirán lazos para el nuevo tratado de paz y parar las sangrientas guerras — cita con voz nula lo estipulado por el rey dos meses antes— Yo no soy el rey, yo solo soy el guardia mayor del príncipe, quien lleva cuidándolo desde sus trece años, quien aceptó ser el amante, quien a escondidas destilará todo el amor que sus entrañas profesen y quien tendrá que ver que el amor de su vida se casará con alguien más, quien observará las muestras de afecto que el esposo del otro le dé.

— Minho, esto ya lo habíamos hablado, tenemos un plan y-... — es interrumpido con las palabras del mayor.

— Tenemos un plan, si, pero eso no significa que duela menos, entiende, tengo que acostumbrarme a llamarte príncipe y luego deberé decirte su majestad, no podemos darnos la libertad de que en algún momento tenga la guardia baja y te llame por tu nombre o diga un cariño, y seamos escuchados por alguien más, todo nuestros sacrificio sería en vano, debemos sobrevivir para lograr nuestro objetivo.

Jisung se queda sin palabras, Minho ya no quiere seguir peleando, lo abraza y el rubio recibe un delicado beso en su frente, le tranquiliza pero el dolor en su pecho se mantiene, no quiere casarse, sin embargo, esto es necesario, tiene un deber que cumplir, huir no está en su vocabulario.

Luego del pequeño momento de debilidad viene a relucir su objetivo.

Han Jisung, hijo y segundo príncipe del reino de Incheon, fue bendecido por la luna, nació como un bello doncel, dotado de exuberante belleza y perspicacia, conocido por ser amable.

Desde niño sabía que le harían contraer matrimonio en algún momento, con alguien mucho mayor que él probablemente, algo que asegurara mayor poder a su reino, eso no le importaba, se hizo la idea desde los cinco años, no podía ir contra la corriente, fue educado por la misma emperatriz, adquirió muchos ideales en su crianza. Sin embargo, todo cambió cuando descubrió los tantos secretos detrás de su nacimiento y con esto conoció el amor.

Lee Minho descendiente de la raza dragón y  el príncipe Han Jisung, enlazados por un lazo rojo, y unidos por la sed de venganza, parecieran ser contrarios, el positivo y negativo, pero se debe aceptar que ambos son tan parecidos, pueden ir contra la corriente y eso será lo de menos, se aferran a lo que quieren y lo consiguen, no les importa cuantos sacrificios hacer si eso significa conseguir lo que tan fervientemente es su objetivo de vida. 

En efecto, demasiado narcisistas.

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Si le gusta lo sigo, y si no pues equis, somos chavos.  

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