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🏛️10🏛️

Suga siempre había sido alguien con los pies firmemente plantados en la tierra, pero había llegado a un punto en su vida donde la rutina ya no lo satisfacía. Después de trabajar incansablemente junto a Hoseok en un proyecto que les había traído cierto éxito económico, Suga se dio cuenta de que necesitaba un cambio. No solo de ambiente, sino de rumbo. Fue entonces cuando una idea impulsiva, pero bien pensada, le vino a la cabeza: un viaje. Grecia, con su historia milenaria, sus paisajes deslumbrantes y la promesa de nuevas oportunidades, parecía el lugar perfecto para encontrar algo nuevo.

A pesar de los vaivenes emocionales que había vivido en los últimos meses, con una persecución por parte del gobierno romano y las dudas rondando en su mente, Suga se embarcó en esta aventura sin mirar atrás. Había decidido que este viaje sería más que una simple escapatoria. Sería el primer paso hacia un nuevo comienzo…

Jimin, en ningún momento se había negado. La complicidad entre ambos era evidente; aunque no siempre se entendían con palabras, sus miradas y gestos decían todo lo que necesitaban decirse. Jimin, a pesar de su extroversión aparente, también buscaba algo más. Quizá un respiro, un poco de paz, una forma de encontrar su propio lugar en el mundo.

El viaje comenzó de manera tranquila. El barco, de tamaño considerable, surcaba el mar con suavidad. Suga estaba en la cubierta, contemplando el horizonte. El sol se comenzaba a poner, tiñendo el cielo de un naranja suave que se reflejaba en el agua. Cada ola que golpeaba el casco del barco parecía liberarlo un poco más de las cadenas invisibles que lo habían mantenido atado durante tanto tiempo. No sabía lo que el futuro le deparaba, pero en ese momento, sentía que algo importante estaba sucediendo.

Jimin, por otro lado, se encontraba en su habitación, profundamente dormido. Había estado agotado durante todo el día debido al ajetreo de los viajes previos y al estrés acumulado de las semanas pasadas. Su cuerpo descansaba, pero su mente no podía desconectar tan fácilmente. Había algo inquietante en el aire, una sensación de incomodidad que no podía ignorar, aunque su cansancio lo mantenía fuera de combate. De vez en cuando, su respiración se aceleraba, como si estuviera atrapado en un sueño perturbador. Pero el descanso no duraría mucho más.

Suga, aún perdido en sus pensamientos y observando la vasta extensión del océano, no podía prever lo que estaba por ocurrir. El aire fresco y salado llenaba sus pulmones, y por un momento, se permitió relajarse por completo. Sin embargo, esa paz fue rota repentinamente por un grito. Un grito que atravesó el silencio de la noche con una claridad escalofriante. Era un grito de angustia, de desesperación. Suga se tensó al instante, su cuerpo alertado por el sonido. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia abajo, corriendo a toda prisa hacia la habitación de Jimin.

Al llegar, lo primero que vio fue a Jimin, luchando por liberarse de las manos de un hombre que lo tenía sujeto por el brazo. El hombre era mucho más grande que Jimin, con una expresión oscura y una sonrisa perversa en su rostro. Estaba presionando el cuerpo de Jimin contra la pared, causando que éste se ahogara en su propio miedo. El rostro de Jimin estaba marcado por las lágrimas, sus ojos reflejaban una angustia profunda. Suga no necesitó más que esa imagen para que la rabia lo invadiera por completo. No podía, no iba a dejar que eso ocurriera.

—¡Suéltalo!—Suga gritó con toda la fuerza que pudo reunir, avanzando hacia el hombre con pasos decididos. El agresor no se inmutó, probablemente sorprendido por la llegada repentina de Suga. Pero no fue suficiente para detener a Suga. Con un movimiento rápido, Suga lo alcanzó y, con un golpe certero, le impactó un puñetazo en el rostro. El sonido del impacto resonó en el aire, y el hombre cayó hacia atrás, perdiendo el equilibrio.—¡No le harás daño!— Suga no dejó de gritar, su voz llena de furia. No necesitaba palabras más suaves, no podía hacer otra cosa. El hombre intentó levantarse, pero Suga no le dio oportunidad. Con una serie de golpes rápidos y certeros, lo noqueó por completo. La violencia no era lo que Suga quería, pero en ese momento, la necesidad de proteger a Jimin lo consumió por completo. Golpeó al hombre hasta que quedó inconsciente en el suelo.

Cuando finalmente la habitación quedó en silencio, Suga se acercó rápidamente a Jimin, quien aún estaba en estado de shock, temblando visiblemente. La angustia en su rostro era palpable. Suga lo tomó en sus brazos con suavidad, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romperlo. No necesitaba palabras; la situación lo decía todo. Jimin necesitaba sentirse seguro, y Suga era la única persona capaz de brindarle esa seguridad en ese momento.

—Jimin, ¿estás bien?—susurró, mirándolo con preocupación. Jimin no respondía al principio, solo seguía mirando al frente con los ojos llenos de miedo y dolor. Su respiración era irregular, pues no podía calmarse.

_Lo… lo siento…—Jimin murmuró finalmente, su voz quebrada. —No quería que esto pasara. No quería que te metieras…

—No digas eso.— Suga lo interrumpió, envolviendo a Jimin en un abrazo apretado—. No es tu culpa, nunca lo será. Tú no mereces esto, Jimin—le confesó con tono grave pero siendo lo más sincero posible.

Jimin, sintiendo el calor del abrazo de Suga, dejó que sus lágrimas cayeran con libertad. No podía contenerlas más. Sentía una mezcla de alivio y tristeza, y la sinceridad de Suga le llegó al corazón de una manera que no sabía cómo procesar. El miedo que había sentido en ese momento, cuando el hombre lo había agredido, estaba comenzando a desvanecerse. Sabía que estaba a salvo, al menos por ahora

El pelinegro lo sostuvo por unos segundos más, hasta que la calma comenzó a regresar. Lentamente, lo levantó y lo condujo hacia la cubierta del barco. La noche estaba fresca, y las estrellas comenzaban a brillar con fuerza en el cielo. El viento acariciaba sus rostros, y el sonido del mar era tranquilizador. Suga acomodó a Jimin a su lado y lo cubrió con una manta que había tomado de la sala común.

—Descansa un poco. Yo vigilaré…—le dijo con voz neutra, volviendo a ser el hombre distante que JiMin había conocido…

Sin embargo, sabía que aquello tan solo era una fachada de lo que en verdad era. Y lo había comprobado en aquellas dos situaciones donde Suga lo había defendido a capa y espada. Dónde había demostrado que realmente le importaban los sentimientos y el bienestar de las demás personas…

Jimin lo miró con una mezcla de gratitud y… algo más. Algo que Suga no supo identificar en ese momento, pero que se sentía profundo, como si las palabras ya no fueran necesarias entre ellos. Jimin asintió lentamente, su mirada se suavizó y, finalmente, se dejó arrollar por la calma que Suga le había dado.

El resto de la noche pasó en silencio. Suga no se apartó de su lado, observando el mar junto a él, dándole tiempo a Jimin para procesar lo ocurrido. Sabía que este viaje no solo era físico, sino también emocional. Ambos necesitaban este respiro, este nuevo comienzo, aunque fuera en circunstancias tan inesperadas.

Y mientras el barco continuaba su curso hacia Grecia, Suga hizo una promesa silenciosa: no importa lo que sucediera en el futuro, siempre protegería a Jimin. Porque él ya no era solo un chico al cual cuidar. Sino que era alguien que le había enseñado el verdadero significado de la lealtad y la confianza. Y esa promesa, en ese momento, se sintió más firme que cualquier otra cosa que hubiera experimentado en su vida…

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