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␥ 𝟎𓈒𝟐 ␥

Papá entró tan bruscamente, que incluso me hizo saltar en mi lugar y mirarlo con pánico. Su rostro estaba tan preocupado que me hizo sentir mal, ya que por lo que grité fue por una mera cosa de mi imaginación.

Aquel niño ya no estaba en cuanto papá y mamá entraron de golpe.

—¿¡Qué demonios pasó!?

—¿¡Ocurrió algo!?

—Y-Yo...—Me sentía angustiada, tan pesada y mal conmigo misma que ni siquiera supe que decir aún cuando no tenía nada en qué esconderme.
Tragué saliva, esperando que el nudo de mi garganta bajará y ver –o intentar– a mis padres como si nada. —U-Una cucaracha voladora...

No tenía nada más que decir. Aquello que me sumergía en la miseria era extraño, en definitiva, no sabría que decir el porqué de aquello.

Me sentía tan deplorable en esos momentos que ni siquiera me di la tarea de sentir mi corazón.

Mamá no convencida de mi respuesta, mirando a papá con suplica le hizo entender que no estaba bien. Y no lo estaba.

Papá me cargó entre sus brazos, acomodándome en su pecho y sorber la nariz. ¿En qué momento me puse a llorar?; sea como sea, la felicidad que antes sentía se vio opacada por el sentimiento de arrepentimiento, decepción de mi misma y fracaso.

Entonces lloré más.

—Denme permiso.

Papá me dejó en la cama de mi habitación, siendo mi abuela la presencia de un pilar de conformidad a mi vista.

—Nos iremos mañana por la mañana. —Anunció mamá severa a mi abuela. —T/N no se siente bien y no permitiré que siga de esta manera.

Mi abuela acunó mi rostro, dándome un beso amoroso en mi frente y sonreír tan cautivadora que me hizo soltar un suspiro de rendición, limpió mis lágrimas para luego ella soltar un bufido y mirar directamente a mi madre.

—Lo entiendo, ahora déjenme a solas con ella. Quiero tranquilizarla para que duerma.

Por tercera vez en el día, mamá no se convenció, pero a regañadientes obedeció. De no ser porque mi abuela es un demonio enojada, creo que la historia hubiera sido diferente.

En todo caso mis padres salieron, sabiendo que tenían el corazón en la mano al ser la primera vez que me miraban de esta manera. Y no los culpo, no tengo la menor idea de lo que ocurre a mi alrededor, ni siquiera sé si lo que ví en el baño es real. ¿Si quiera es posible desarrollar un trauma en menos de una hora?

Al cerrarse la puerta, aquella figura flotando detrás de mi abuela apareció, lo que me hizo entrar en una crisis de ansiedad histérica señalando el lugar en donde estaba.

No soy mala, T/N. Me habló suavemente aquel niño. —Te explicaré todo pero tranquilízate.

Mi abuela me miraba, pero no estaba desconcertada ni nada por el estilo. Ella simplemente colocó sus manos en el doblez  de mis codos y me hizo que la mirara.

—Linda, no estás loca, es real lo que vez.

—¿Q-Qué...? —Solté confundida.

Sus palabras me hicieron sentir como si yo misma hubiera caído en una piscina de cubos de hielo, sintiéndome aturdida sin saber porque exactamente me dijo eso. Incluso mis ojos se pasearon de los ojos de mi abuela a los ojos almendrados de la figura.

Comencé a temblar, poniendo mis manos en el mismo lugar en el que me tenía mi abuela, sonriendo tan nerviosa como mi corazón lo latía.

—E-Estoy soñando...—Solté una risita, con una piedra en el estómago quite mi vista de mi abuela y miré la cama. —E-Esto n-no es más que u-una pesadilla.

Si, y no. Tienes que escuchar si quieres saber lo que sucede.

—Mi cielo, escucha primero.

—¡Me volví loca! —Exclamé soltandome de mi abuela.

Me levanté de la cama y comencé a caminar en círculos; cada palabra que escuchaba de mi abuela y de aquella entidad solamente me volvía loca. ¿Cómo es siquiera posible que haya fantasmas? No, es aún mejor...¿¡Cómo demonios puedo ver aquella cosa flotando y que mi abuela me confirme que esté ahí!?

Jale de mis cabellos, pasando mis ojos de mi abuela y del niño. Se veían preocupados, pero a la vez estaban desesperados. Negué repetidas veces y comencé a camir hacia la salida.

—E-Esto es un sueño...D-Debo seguir dormida...—Murmuré queriendo abrir la puerta. Pero esta no cedió. —Genial...Ahora debo imaginar la llave para irme...

—T/N...—Me llamó mi abuela.

—¡Esto es un sueño!

Exclamé intentando abrir la puerta de la manera brusca, jalando y pateando la puerta tan fuerte como podía. Pero mi abuela me detuvo.

Sus manos con leves arrugas me tomaron de mis mejillas, su suave y preocupados ojos analizaban cada facción de mi rostro. Incluso su arrugada frente me afirma que ni siquiera ella estaba lista para la información que me estaban dando. Terminó por soltar un suspiro cargado de pesar, quitando mis mechones de cabello y ponerlos detrás de mis orejas.

—Cariño...—Habló melancólica. —No es un sueño, esto es tan real como la historia del monte Ebott.

Detuve mi respiración para solamente soltar un jadeo de asombro.

T/N, escucha por favor. No tenemos mucho tiempo. La voz del niño me hizo apartar mis ojos a los de mi abuela, viéndolo sobre el hombro de la misma. —No soy mala, quiero ayudar a la humanidad.

—Y-Yo...

Las palabras se me atascan en la garganta. Siento un nudo en la boca del estómago y posteriormente cerré los ojos aún sin creerme nada.

—No tenemos mucho tiempo. —Comenzó a explicar mi abuela, alejándose de mi y mirarme lo más seria de lo que podía ella. —Está noche, la humanidad sufrirá las consecuencias de las decisiones del pasado.

Abrí mis ojos, únicamente mirando mis manos que temblaban de la abrumadora noticia e información que se me está dando de golpe.

T/N, mi nombre ya lo había dicho, pero lo diré de nuevo para recordarte que soy un alma buena...Mi nombre es Frisk, y estoy aquí porque tú tienes un alma con determinación.

No dije nada, ¿Qué debía decir?, ¿Debía decir algo? La tensión que antes sentía era mucho mayor cuando mi abuela alzó mi mirada sosteniendo mi mentón en sus suaves dedos; su mirada preocupada, ojos brillantes en soportar la decisión de llorar. ¿Quería llorar mi abuela?, ¿Aquella que siempre tiene algo positivo que decir?

—Tú, mi cielo. Eres la esperanza de la humanidad.

Mi mente procesaba, intentaba formular palabras, intentan idear una especie de mentira, un sueño y quizás algo que me diga "es una ilusión". Pero tener las manos de mi abuela en mis brazos solo era la señal de que era tan real como el nudo en mi garganta, que me impedía respirar.

No hay tiempo, debo hacer el cambio ahora.

Mi abuela me llevó a la cama y me sentó sin apartar la mirada de mis ojos, sabiendo que era mi único lugar donde mi cordura se mantenía en un fino hilo de la locura.

—Escúchame bien. Necesito que estés tranquila y me escuches atentamente porque no podré hacerlo de nuevo.

Inconveniente asentí, temblando y agarrando más fuerte los brazos de mi abuela.

Poco a poco, mi abuela se agachó, cerrando sus ojos.

—Tu alma tiene vestigios de determinación, lo que significa que tuviste algo como un recuerdo que te hizo determinada. Quiero que recuerdes eso y lo tengas en la mente en todo momento.

No entendí nada, absolutamente nada de lo que dijo estaba confundida. ¿Determinación?, ¿Cómo rayos tendría determinación?, ¿Algo como un recuerdo?

«Tu cambio...»

Entonces recordé cuando cambié drásticamente. El recuerdo de cuando era acosada debido a ser pelirroja era uno muy doloroso, pero extrañamente no me hizo llorar en ese instante, pues fue un empujón para salir adelante y querer ser alguien mejor, querer ser yo y que no me opaquen.

Y repentinamente un vestigio de un corazón salir de mi pecho se me hizo algo increíblemente surrealista. Inmediatamente la figura de puso detrás de mí, asustandome por el repentino movimiento creyendo que haría algo, pero incluso antes de siquiera abrir mi boca para gritar, otro corazón salió del pecho de mi abuela.

Mis ojos viajaron del corazón que salió de mi al de mi abuela y viceversa, pues el mío parecía gris, un gris con tonalidades rojas. El de mi abuela era rojo brillante, pero le veía con grietas y un pequeño hoyo en medio, como si un trocito le hiciera falta.

Repentinamente el corazón de mi abuela comenzó apagarse mientras me tomaba entre sus manos y me miraba ya con sus lágrimas rodando por sus mejillas.

—No dejes de pensar en eso, mi niña. Sigue siendo determinada, sigue siendo tú, sin importar lo que pasé.

Me estaba asustando, comenzaba a temblar, ¿Qué se supone que significa sus palabras? Pues su tono de despedida no me agradaba para nada.

Y como si mi mente hiciera caso, mi mente me transportaba cuando no me dejé de las burlas y los malos comentarios, caminaba con cabeza en alto, amable y bastante confiada de mi misma. Y con cada paso que daba –o que recordaba que daba en los pasillos de la escuela–, el corazón que salió de mí, se iba iluminando de un rojo intenso, uno muy hermoso. Brillaba con fuerza cuando mi abuela me dio un beso en la frente.

¡Funcionó! ¡Ya podemos hacer que todo se salve!

Cuando terminó aquel acto inimaginable, mi cabeza y pecho dolieron como nunca antes. Como si alguien martillea mi cabeza, tumbando una puerta que ni siquiera sabía que había para alojar millones y miles de recuerdos en mi memoria y que cada una de esas imágenes me mataban y llenaban de arrepentimiento, dolor, ira, temor, nostalgia, frustración, alegría, tristeza, emoción, cariño... determinación...

Cada una de esos recuerdos nuevos, información nueva y sentimientos, sabía –y no precisamente era bueno o malo– que no eran míos.

El dolor era tal, que ni siquiera tenía la fuerza para gritar, simplemente me concentraba y soportar, resistir a la ola de sentimientos, malestares y bienestares que no me pertenecían. Era como si yo fuera lo que vivió en esos recuerdos. Me sabía los nombres de las personas, monstruos que aparecían en mi memoria.

—Y-Ya...n-no...

Mi vista se nublaba, aún si intentaba mantenerlos abiertos, si intentaba quedarme con mi abuela. Ella me acomodó en la cama, se abrazó a mi y me acariciaba el cabello tan dulce cuando mamá me regañaba.

Me abracé a ella, oliendo su perfume de lirios con un toque de vainilla. Me tranquilice pero el dolor era tan insoportable que me deje llevar por la pesadez de mi cabeza.

—Descansa...

Las palabras se hacían lejanas, aún si mi abuela me la susurraba en la coronilla era como si lo decía a metros de mi.

Cerré mis ojos, acomodándome en su pecho.

Descansa. Mañana sabrás todo lo que pasa...

¿Conoces lo que es el arrepentimiento? ¡Claro que lo conoces! Aquel sentimiento que te carcome, que te hace dudar y te deja pensando, ¿Y si...? Pero eso, ni siquiera existe, al menos no para muchos.

Como todos, yo también sufrí de eso. Del dolor, del pensamiento, ¿Pude ser algo?. Todos tenemos algo que decir y pensar, pero jamás tenemos en mente si eso afectará; siempre hay acción y reacción, pero jamás medimos las consecuencias de las reacciones.

Pero aquí hay una segunda oportunidad, una de la cual nadie debe jugar, de la que nadie sabe pero que al mismo tiempo saben que es peligroso y horroroso.

—Despierta...

El peligro de crear mundos por culpa de tus decisiones, por culpa de tu orgullo, tu curiosidad y tú inestabilidad. Todo es culpa tuya, pero, ¿Y si alguien también influye?, ¿Sigue siendo únicamente tu culpa?

Sabes tan bien que eso sigue y seguirá siendo siempre tu culpa, pues nadie sabía que aquella persona existía, ni siquiera debería seguir ahí pero, que lo tomas de excusa, pues es sólo una voz que te la idea. Jamás te obliga, pues la voz solo es la de tu mente, tu eres el que ejecuta.

—T/N...

Cada día debes tener el deseo de que acabe, que todo fluya como debería. Pero ni tú, ni nadie sabe lo que es tener esa segunda oportunidad en tus dedos, y saber que lo usarás de nuevo con una única excusa.

—¡T/N...!

Tú...

—¡Levántate...!

No...

—¡Despierta...!

Tienes...poder...

—¡DESPIERTA!

Me levanté. Mi corazón latía, mi frente sudaba, sentí frío, mi cabeza explotaba con el sonido de mi corazón retumbando en mi cabeza. Mis pecho subía y bajaba como si jamás me hubiera detenido a descansar de una carrera.

Todo estaba oscuro, la ventana abierta solo dejaba entrar dos cosas y ninguna de las dos me ayudaba con la ansiedad que dominaba mi cuerpo.

No te angusties. No es...—Mis ojos se fueron al niño que estaba de pie enfrente de la cama. —No es culpa tuya que sientas que lo que sientes es tuyo...

—¿Qué...?

Me lleve mis manos a mi cabeza, enterrando mis dedos en mi cabello que cubría mi rostro por buscar un lugar que ocultara mi angustia.

No sabía porque tenía la sensación de angustia, como si algo hiciera mal y que sabía que sería castigada, pero en verdad no había hecho nada. No hice nada, mi estómago simplemente estaba revuelto y un nudo en la boca del estómago era lo que hacía saber que no iba a sacar nada más de mi por el simple hecho que yo ya no tenía que más desechar.

T/N, levántate. Debemos irnos.

Alcé la mirada a la niña, que repentinamente comenzó a flotar y ahora la angustia se hacía parte de mi.

—E-Estas...volando...—Señalé sin creerlo. —¿P-Por qué estás volando...?

La figura de acercó a mí, pero no quería que lo hiciera. Buscaba retroceder y lo único que hice fue chocar mi espalda con el respaldo de la cama; mis ojos se abrían cada vez más al ver el translúcido cuerpo que volaba sobre la cama e intentaba hacer movimientos lentos.

Sé que estás asustada, pero necesito que confíes en mí. ¿De acuerdo?

Negué con la cabeza lentamente, buscando la orilla contraria de la cama y poder bajarme. Pero me enrede con las sábanas y cae de espaldas, sintiendo el duro golpe de la madera.

Un sonido extraño retumbó en mis oídos y desaparecer en mi cabeza.

Uy, tuvo que dolerte mucho para que te bajará el HP.

No sabía exactamente de a qué se refería, pero mi espalda dolía lo suficiente como para llevar las manos a los costados y soportar un grito.

—Se me olvida que la cama de la abuela es alta...

—Si, pude darme cuenta.

Mis ojos se abrieron, debido al dolor los tuve que cerrar, pero me lleve una sorpresa al ver la figura sobre mí, preocupada de saber mi estado.

Tu HP bajó cuatro puntos, ¿Estás bien?

El dolor se disipaba un poco, pero por el simple hecho de que la curiosidad invadía cada fibra de mi ser en lo que decía.

—¿HP? ¿De qué hablas?, estoy bien, solo necesito un poco de reposo.

La figura se rió suavemente. Tiempo después se sienta en la cama, lo que extrañamente me tiene consternada, es que la cama jamás se hunde donde se supone que estaba sentada.

Eso no paso desapercibido por la figura.

Tranquila, no soy un fantasma. Soy tan real como tú, pero no tengo un cuerpo físico como tú.

Alce una ceja y la miré sin entenderle.

—¿Cuerpo físico?

Si, así es. Soy una persona, pero tú determinación me ayuda a seguir en este mundo.

Extrañada, me senté en el suelo y la miré sin entender.

—Entonces si eres un fantasma.

Ella niega y cruza de piernas.

No, bueno. Algo así.

—¿Ya me volví loca? —Pregunté mirando mi alrededor oscuro. —Porque está mañana estaba muy bien y ahora, ¡Veo fantasmas!

Se ríe con más fuerza esta vez, flotando un poco más cerca de mi.

No estás loca, simplemente soy una persona que necesita determinación para poder seguir en este mundo, aún si no lo puedo hacer de forma física.

Me lleve mis manos en mi espalda, levantándome como pude y ver extrañada la figura.

—¿Y qué se supone que eres si no eres un fantasma?

Un alma, que necesita de tu ayuda. Tu abuela me dijo que tú puedes ayudarme.

¿Mi...?—cerré la boca cuando caí en cuenta que se supone que debieron despertarme para irme a casa. —Mamá, papá...

Me levanté, buscando con las manos mis convers y ponérmelos tan rápido como pude y bajar corriendo a la cocina. Pero todo estaba oscuro, no había televisión encendida, la cocina apagada, ordenada y sin comida. La sala estaba tal cual la deje cuando mamá me ayudó ir al baño a sacar la bilis.

—Ehm...¿T/N...?

No había nadie. Salí de la casa y el auto seguía ahí donde lo dejó papá, cerré la puerta de entrada y busque en el baño, en el patio trasero y en todos los rincones. No había nadie, había silencio total. No me gustaba nada.

La figura me seguía ahí donde fuera, y aunque intentaba hablarme no le puse atención a nada hasta que fui a mi habitación.

—¿Por qué no hay nadie?, si el auto sigue aquí.

¿Ya me vas a escuchar? —Me giré a verla un poco nerviosa. —¿Prometes dejarme terminar...?

—Habla, no sé qué pasa y me está asustando.

Tu familia dejó de existir y el mundo se está corrompiendo por culpa de Chara.

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