
Madeleine x Espresso
Estoy tentada a cambiar el título de este libro a solo a "Madeleine x Espresso oneshot" la mayor parte de sus historias son de ellos.
Disfruten de la historia (+18)👀
Espresso sabe que necesita dormir, sabe que debe descansar y a pesar de eso no lo hace, se siente mal, cansando, sus ojos están dilatados, siente esa necesidad de dormir, pero cuando va a su cama y deja caer su cabeza a en la almohada su sueño, desaparece, se siente como un tonto, sufrir por algo así, antes era así, antes no dormía, pasaba la mayor parte de la noche investigando, pero ahora es diferente, su cuerpo se costumbro.
Al día siguiente, cuando el reino estaba siendo invadido, espresso salió a ayudar, junto con otras cookie más, sin embargo su estado actual no era tan favorable y su poder lentamente era errático, entre ellos fallar y no ser efectivo ante los enemigos.
Muchas veces causó algunos destrozos, aún se sentía cansando por la falta de sueño, pero ¿que podía hacer? La única persona que estaba ahí para protegerlo durante sus noches de sueño, era ese caballero y lastimosamente había salido hace ya una semana en dirección a la república. Concentrado en no dormirse en medio del combate, fue brutalmente atacado, derribandolo desde los cielos, durante su ascenso pudo escuchar algo, su mirada borrosa logro detectar unos colores tan familiares, sin embargo no pudo reaccionar más allá de un jadeo y caer inconsciente.
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Cuando Espresso abrió sus ojos se encontró en su pequeña hogar, miro a la ventana, podía verse la oscuridad, son embargo eso no fue la sorpresaz su atención se fue guiada a la leve presión en su cuerpo, un abrazo, se dió cuenta que se trataba de Madeleine, ese caballero que en muchas veces lograba hacerle conciliar el sueño.
Pudo ver los detalles de ese caballero, esas largas pestañas albinas, incluso esa piel suave, juraba que la familia de este paladin jamás lo aceptaría, debido a su poco estatus, sin embargo fue todo lo contrario, tal parecía que la República comenzaba a reconocerlo y no solo un mago inventor que no tenía ambiciones correctas. La madre y tías de este hombre lo recibieron con una amplia sonrisa y orgullo, era claro que se había ganado la confianza de estás mujeres.
Espresso continuo observando por unos segundos más, hasta que esos ojos zafiro se dejaron ver, Espresso se avergonzó tanto, incluso mostró un rubor notorio, jamás alejo la vista, jamás de atrevió a borrarla, Madeleine conocía esas expresiones no tenía porque seguir ocultando.
— ¿Has dormido lo suficiente?
La gruesa voz del hombre sonó, era muy diferente, no demostraba orgullo o grandeza, como salía hablar en público, no, había sinceridad y bastante cariño, era como si realmente estuviera hablando y no fingiendo alguna personalidad.
Espresso de levantó un poco, Madeleine hizo lo mismo, incluso fue el apoyo para el profesor, cosa que Espresso se dió cuenta, aún así no lo rechazó y miro de nuevo a su compañero.
— ¿Todo salió bien? ¿Necesitan ayuda a reparar el pueblo?
Pregunto, un poco preocupado por la situación del pueblo, en cambio, Madeleine miro con incredulidad y pronto cambio a una más calmada, una sonrisa pequeña surgió y finalmente le respondió a su pequeño compañero.
— Hace tres días fue la invasión. Has estado durmiendo durante ese tiempo.
— ¡¿Que?!
— El señor Puré Vanilla vino a curarte ese mismo día, menciono que sino despertabas era por tu cansancio. Espresso te dije que debías dormir.
Espresso se dió cuenta, incluso su cuerpo de sentía renovado, incapaz de caerse como había sucedido en incontables veces días anteriores, incluso se giro a ver al paladin, quien parecía preocupado.
— Lo intenté, pero no logré dormir, me sentía tan miserable, ni siquiera los conjuros o pociones me ayudaban.
— ¿Usastes magia en ti mismo? Eso es peligroso y lo sabes.
— Tranquilo, he probado conjuros mágicos antes, pero, pociones me temo que no, ya que uno, bueno, fue un desastres que tuve que llamas a Red Velvet.
— ¿Por qué a él y no al señor Pure Vanilla?
El semblante calmado y cariñoso del contrario se esfumó, dejando a un serio hombre, incluso mostrando un tenue sensancion de malestar que hizo que el moreno rápidamente intentara explicar.
— No, no espera no me estás entendiendo, es solo que...
— Espresso, no estoy molesto, a menos no contigo, sino con la situación que tuvistes que pasar por culpa de mi ausencia.
— ¿Crees que es por ti ausencia?
— ¿A no?
Espresso se limito a ruborizarse, era evidente, incluso mostró nervios cuando el paladín quería confirmación, solo para suspirar y afirmar, antes de que siguiera fue conversación Espresso salió de la cama, usaba una bata de dormir muy común en él, pero eso era lo de menos ya que quería estirar las piernas a decir verdad, pero no logro mucho, ya que al apoyaras con ambas piernas logro caerse. Madeleine se apresuró a asistirlo, incluso lo tomo en sus brazos solo para lograr escuchar las leves quejas del contrario.
— ¿Cómo es que....?
— Calma, es lo más común, tienes tres días sin poder despertar y solo has pasado en cama, es evidente que tus piernas no tienen mucha fuerza.
Lo regreso a la cama, está vez siendo un poco cuidadoso, incluso el rubio miro con cautela aquellos hermoso orbes, único en su clase, únicos en la región del café en dónde salia venir Espresso, ya que la mayoría tenía tonalidades oscuros, lo que solían tener colores diferentes, eran aquellos que sobresalían, capaces de llamarse por si mismos únicos en su tribu.
Madeleine simplemente le dió un beso en los labios y se separó, lo mejor que podía hacer era ayudarle un poco, llevo sus manos hasta las piernas del contrario, moviendo un poco como si de ejercicios se tratara, Espresso no dijo nada, incluso estaba avergonzado por tal acción, más no dijo nada en lo más mínimo.
— ¿Sientes algo?
Madeleine pregunto, mientras sus manos seguían recorriendo aquellas piernas, incluso llegaban a rosar los muslos, haciendo que el moreno se ruborice, incluso su respiración comenzaba a agitarse. Madeleine sabía que Espresso era demasiado sensible, todo porque nadie más había tocado ese diminuto cuerpo, el lo sabía por las tantas veces que lo había hecho y siendo hasta esos tiempos, no habían desaparecido.
— M- Madeleine...
Apenas dijo Espresso, quien ya comenzaba a temblar, incluso contrajo sus piernas al sentir un leve dolor en su entrepierna, clara seña de ponerse duro por aquellos pequeños toques, Madeleine se dió cuenta de esto, incluso dejo su mano sobre la rodilla alzada del chico.
— Tranquilo profesor, no deberías sentirte tan avergonzado conmigo, soy yo, tu pareja.
Madeleine quitó su camisa, incluso subió a la cama tomo la cintura del profesor sobre tus muslos, acercando si trasero en dónde se encontraría su miembro, puesto las reacciones que hacia aquel moreno, comenzaban a despertar la excitación del paladín.
— Mmm... Pero... Las clases...
Intento decir, sin embargo Madeleine comenzó a acariciar, sus manos subieron por los muslos del contrario, incluso rosando aquella ropa interior, tan pequeña, y no, no era una tanga, era una especie de boxer cortos, capaz de cubrir mejor la intimidad del profesor.
— No te preocupes, será poco lo que haré.
Dijo, finalmente subió aquella bata de dormir a menos lo suficiente, dejando la mayor parte del cuerpo del moreno al descubierto, Madeleine se acercó hasta el pecho, tomando entre sus labios uno de los pezones, quien lamía y chupa con deseo, mientras su otra mano ayudaba a estimular el otro, movia sus caderas en un vaiven, estimulando ambos miembros a pesar de estar dentro de sus "prisiones".
Espresso sentía una sensancion de placer y excitante, daba suspiros y jadeos, los dedos de sus pies se tensaban a tal sensancion única, quien diría que ese "inocente" paladín, podría ser todo lo contrario. Jadeaba pesadamente, incluso sentía como su entrepierna era sometido por su propia ropa, lloriqueos de placer y le rogó al contrario que le quitará su ropa interior. Madeleine miro con calma, demostró una sonrisa, las constantes súplicas me hacía sentir más, cuando finalmente obedeció, fue para sacarlo y comenzar a masturbarlo, Espresso comenzó a gemir, la sensancion era increíble, el profesor jamás se había tocado de esa manera, incluso cuando estuvo solo lo veía de una manera asquerosa, pero ahora estaba con ese paladín que me hacía sentir cosas.
Sus movimientos de caderas y manos hacían que Espresso gimiera algo, incluso su rostro estaba tan rojo, su boca salía pequeños hilos de saliva y antes de que pudiera terminar alguna oración, o más bien, iniciarla, termino corriendose, olvidandose por completo de la situación, su mente de nublo por completo al placer.
Madeleine miro eso, sus manos recorrieron el abdomen manchado por el líquido de su amante, solo para mirar con orgullo. Incluso con cuidado lo cuido, alzó las caderas del contrario con la intención de tomarlo, sin embargo Espresso parecía notarlo y le rogó, rogó para que no hiciera eso, cosa que no lo escucho.
Espero el dolor, en su agujero, en ro no llego, fue entre sus piernas que sintió algo grueso, entrar y salir, rosando con sus bolas y parte de su miembro sin efecto, bajo su vista encontrandose con el miembrl del contrario. Eso era poco, Madeleine parecía un experto, con una voz ronca se atrevió a ordenarle al profesor que siguiera apretando esas piernas, cosa que para Espresso era demasiado.
La manos de Madeleine volvía a los pechos del contrario, jugando, amasando el pequeño pectorales como si de esta manera sacará algo de los pezones, ya que incluso pellizcar y jala de ellos.
— Ya que no quisiste que lo metiera, déjame disfrutarlo diferente...
Dijo, mientras sus manos seguían recorriendo, incluso sus embestidas eran feroces y rápidas. Espresso estaba perdiendo el conocimiento, su mente estaba nublada y solo podía pensar en el alto placer y lujuria que sentía, incluso su miembro volvía estar duro y doloroso, sentía la tibieza entre sus muslos, sabía que si amado paladín disfrutaba, pero no tanto como lo esperaba.
— M-mady... Uugh~ hazlo, mételo ~
Suplico, lloriqueos para que el caballero se diera cuenta y lo hiciera, Espresso separó sus piernas, dejo la mitad de su cuerpo en la cama y llevo sus manos a su trasero, haciendo sus nalgas y dejado a la vista su agujero.
— Hazlo~
Volvía a lloriquear, suplicando, su voz aguda y sumisa hacia un eco en la mente del contrario, solo tomar amabas nalgas y sin pedir permiso,o metió, Espresso dió un gemido algo, sacando su lengua, el sudor de ambos cuerpos comenzaba a hacer de las suyas, haciendo que el constante sonido de aplausos hicieran eco por toda la habitación, ya era demasiado tarde, nadie se entregaría en lo más mínimo.
Las constantes embestida hacían que la ambos de llenarán de deseo, Madeleine miro con detalle ese rostro deseos no era la primera vez que lo mira, constante prefiere verlo, tenerlo así si es posible.
Espresso no piensa con claridad, su mente a quedado bloqueda, pensaba solamente en tener sexo, sexo con ese paladín que tenía enfrente, su cuerpo tenía cientos de marcas y mordidas, no eran visibles a simple vista pero eso que importa, Madeleine estaba ahí cerca.
Los besos húmedos y ansioso de ambos era una muestra de la falta de cariño en esos últimos días, en esos días en que Espresso estuvo dormido, en esos días que Madeleine había regresado a la república, todo esos eran por la soledad de ambos, ya que ninguno de los dos se separaba, incluso cuando estaban en casa, ya que ambos hacían las cosas juntos.
El último beso fue una "bendición" puesto sin previo aviso y las duras y rápidas estocadas, dieron por correrse entre ambos, incluso espresso manchando a ambos debido a su posición. Jadeando pesadamente mientras su mano habían sido sometidas, solo para después abrazar al hombre, después de ser liberado, era claro que Madeleine miro con orgullo, su trabajo había terminado, sin embargo se volvió a acercar dejando pequeños besos en el cuello, incluso en los labios del contrario, pudiendo sentir el cariño de este.
Madeleine miro una vez más a su amado, incluso ese rostro cansando le causaba una sensancion única, se sentía orgulloso de tenerlo con él, que nadie era capaz de robarle el corazón amargo de este profesor, apesar de eso, Espresso se había abierto, de ambos lados, de sentimiento y piernas, haciendo que su linda relación de amor-odio, fuera más de amor. Espresso lentamente cerro sus ojos cansando por a verlo hecho, incluso sin alejarse de su amado paladín quien se había acomodado a su costado.
__
La mañana siguiente Espresso tomo asiento sobre su cama, el dolor era notorio, incluso se molestó consigo mismo al darse cuenta de su poca resistencia al deseo sexual que el paladín le generaba, claro, era el único, no por nada lo había aceptado. Incluso cuando vio a su pareja levantarse y caminar al baño cercano, miro con sorpresa aquellas marcas del de arañazos en la espalda, causándole un violento rubor.
Era evidente que Espresso podría ser un amante único, capaz de dejar marcas como muestra de dominio, aunque de que servía, si al igual que Madeleine, jamás se separaban, y si lo hacía, el paladín constantemente pensaba en su pareja y viceversa.
Fin.
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