Madeleine x Espresso
El miedo lo inundó, miro con terror como el profesor que hace unos segundos paso de frente caía ante sus ojos. Sus ojos no podían creer lo que estaban bien, ese cuerpo delgado estaba cayendo al frío suelo.
Logro sujetarlo antes de que se impactará contra el suelo, la pequeña guerrilla continúa, pero para esos dos el tiempo se había detenido.
— Espresso, puedes esperar, Herb o Custard vendrán ya lo verás y van a sanar tu...
— Madeleine, tonto... Je je je...
Apenas logro reír, si ahogarse, ya que lentamente un hilo de sangre salía de su boca, mientras su mano logro tocar la mano del paladin, quien para ese momento se encontraba sosteniendo la herida del profesor.
— No digas mucho, estás herido...
— Deberías... Preocuparte por ti...
Madeleine sintió.un hueco enorme, al notar como esa mirada se volvía cada vez más opaca, incluso esa sonrisa fue perdiendo fuerza, incluso Madeleine se acercó abrazando con fuerza, rogando que soportará.
Gritaba a los demás, esperando que aquellos curadores se apresuren a socorrerlo, pero ninguno lo hizo, en un lento y suave movimiento, recibió un beso, corto, pequeño, con muchos sentimientos, mientras la mano de ese profesor tocaba por última vez el rostro del paladin.
— Te amo... Te amare... siempre...
Demostró una sonrisa pequeña, para luego cerrar sus ojos, seña de que estaba cayendo en el sueño eterno.
Madeleine quedó un tanto sorprendido, incluso sus lágrimas se desprendieron, abrazando con fuerza ese cuerpo delgado y pequeño comprado con el sueño, después de unos momentos logro mirar hacia enfrente, en dónde un gran monstruo estaba por golpearlo.
Al cerrar sus ojos y esperar aquel impacto, los abrió de nueva cuenta, solo para darse cuenta que estaba en su habitación, mirando a su alrededor, incluso tenía leves heridas, un Herb se encontraba ahí un tanto contento, aunque no quitaba la idea de que el paladín pudiera dañarse en cualquier movimiento torpe que hiciera.
— ¿Que sucedió?
— No fue mucho, solo fue su pequeño duelo, Tea Kinght fue algo rudo contigo al final.
— Lamento eso Madeleine.
Madeleine quedó en silencio, agradeció que todo fuera un sueño, sin embargo la curiosidad le ganó, así que pregunto de manera curiosa por el profesor.
— ¿Espresso? Bueno, se encuentra en la cafetería, aún no sabe lo que pasó contigo.
— Aunque no creo que diga nada, después de todo, el te odia ¿No?
Esa respuesta fue dada por cierto rubio, quien camino de manera perfecta mientras tenía a alguien detrás suyo, Clotted demostró una perfección única, incluso Herb hizo una mueca al escuchar dicha respuesta.
— No diga mentira señor ministro, Espresso es una persona de muy pocos afectos, pero sabe querer a Madeleine.
— Vaya, no sabía que el mejor paladin de la república necesitará a alguien más para defenderse.
— Tea, podrían dejarnos solos...
Tea entendió y tomando al chico más calmado del pueblo siendo sujetado como un costal de papas, que iba replicando, sin soltar esa maceta de sus manos, la mujer que seguía al ministro salió, cuidando la puerta de aquella habitación.
— ¿Por qué ha dicho eso? Acaso no recuerda que el profesor y yo tenemos que andar juntos.
— Corrección, tu tienes que buscar algo, que lo hayas encontrado por ti travesía no querie decir que estén juntos, aparte, recuerda la propuesta de ambas casas, Cream's y Madeleine's no se debe de romper por simples y pocos gustos.
— Clotted, no estés aquí solo por esas ideas, sabes que hago esto para ayudar a la república y sigo a Espresso porque el tiene mucho conocimiento, el podría ayudarme.
— Supongo que voy a creer eso, pero aún así...
Clotted se acercó a Madeleine, tomándolo del mentón para hacerle mirar, una sonrisa coqueta salió del ministro.
— Sabes he esperado por ti, espero poder verte pronto, sino me veré la necesidad de borrar todo aquel estorbo entre nosotros.
Una sonrisa fue notoria, sin embargo en Madeleine nació un poco los nervios, haciendo que este alejara la vista, cosa que Clotted termino por entender. Dejando eso de lado, se dirigió hacia la salida, esperando así regresar a su hospedaje en aquel edificio.
[...]
Madeleine aún estaba confundido, todo estaba pasando tan rápido, el sueño y ahora esto, lo tenía aterrado en cierta forma, dando un suspiro y sentando en la orilla de la cama, llevo sus manos a su cabello, removiendo un poco este, solo para quedar unos momentos en silencio.
Sus pensamientos eran lo primero, pero aquello se desvanecio, cuando escucho los pasos de unos tacones resonar en la madera, alzó la vista una vez que lo miro enfrente, solo para encontrarse con ese profesor quien fue el causante de que las luces de la habitación se encendieran o a menos la lámpara.
— Me entere de tu accidente...
— Descuida no hay nada que...
— ¿No quieres que me preocupe? ¿Por qué? Acaso alguien dijo lo contrario que no deba hacerlo.
— No quise decir eso...
— ¿Entonces?
— Espresso, prométeme una sola cosa, se que a final ni siquiera lo harás, pero a menos hazlo cuando no esté contigo, por favor.
Espresso quedó un tanto confundido, a qué se refería, podía mirar el temor de ese paladin, incluso termino sentandose a su lado.
— No vayas a la guerra, a ninguna, por favor...
— Estás loco ¿Cierto?
— Por favor, debes confiar en mi, tuve un sueño, que creo que hasta me dolió verte morir en mis brazos, por favor.
— Madeleine no digas estupideces, yo no puedo morir tan fácil, necesito saber primero el origen del café y tú tienes que encontrar la energía pura y no se que...
Madeleine no parecía gustarle aquellos pero no tenía otra opción, solo esperaba que durante esos encuentros ese profesor pudiera protegerse en caso de que no estuviera el en la línea de salida.
[...]
La charla que habían tenido esos dos había quedado en el pasado, incluso los desayuno era un poco silencio, cosa que Espresso noto cuando Madeleine le dejaba el desayuno en la mesa, sin ningún halago o algún tipo de comentario cursi como siempre.
— ¿Sigues preocupado?
— Un poco.
— Debes entender que nada de eso va a suceder, ya que todo fue un sueño.
Espresso seguía con esas ideas, creyendo que todo aquello era algo que la mente del ser humano podía creer durante un sueño profundo, cosa que no pudiera ser real, pero para Madeleine todo se sentía tan real, incluso esas veces que Espresso salía a incursiones intentaba que los demás cuidaran de su amigo, aunque eso molestaba tanto a Espresso.
[...]
Clotted en cambio pudo ver esa acercania que tenía hacia el profesor, teniendo hasta cierto punto un poco de celos, era evidente que Clotted era mejor partido para ese paladin, odio demasiado la ridícula misión que le habían dado al paladin esos viejos ministros, cosa que la madre de la casa Madeleine's parecía aceptar, incluso la visita que tuvieron de esos dos, habia sido un éxito.
Ya que se había enterado que las tías del paladin, le brindaron una cálida bienvenida a ese profesor amante del café, que era un simple plebeyo de la clase más baja.
Irritado por eso se limito a ignorar, aunque era imposible, su amor estaba en juego, no podía creer que ese profesor arruinara todo.
Pero a su oficina alguien llegó, un hombre tranquilo, elegante y de posturas únicas, demostrando una gran sonrisa coqueta mientras un aroma delicado y algo amargo se esparcía por la oficina.
— Buen día buen ministro Clotted Cream~
La sonrisa de ese hombre moreno y de colores castaños y albinos detonaba un aura de desconfianza, sin embargo el ministro no parecía que fuera a caer tan fácil.
— Tal vez hayas sabido de mi, he estado trabajando para la república desde hace un mes, quiero conseguir una vida tan cómoda como la de usted, pero me he enterado que ha estado pasando por algunos disgustos... Románticos.
Hablo Affogato estaba decidido a conseguir algo de ventaja para su nueva líder, había tomado asiento en el sofá, su báculo aún era sujetado, quien desprendía un leve aroma, cosa que Clotted noto, sin embargo no le puso mucha atención, ya que la atención la había dado hacia las palabras de este.
— Habla te escucho...
Tras aquellas palabras, Affogato comenzó a relatar su plan, con una sonrisa perversa, mientras que Clotted se encontraba interesado.
[...]
Varios días después, Madeleine espero paciente la llegada de su pareja, estaba un tanto ansioso, puesto había esperado dos días, está vez, para el era muy angustioso, había quedado con ese trauma desde hace ya unas semanas y odiaba rotundamente sentirse así, pero está vez esperaba que todo aquello se perdiera pronto, a menos las palabras de Puré Vanilla habían sido esas. Ya que en ese tiempo había ido a hablar con él y en las veces que fue a buscarlo se encontró junto a ese emperador de la nación del cacao, que posiblemente tendrían alguna relación o algo.
Descartando aquello, se limito a esperar y mirar atento, solo para llenarse de alegría al ver el globo descender.
Cuando todos bajaron, Espresso fue el último, solo para ser recibido por Madeleine, quien al principio lo reviso, esperando no encontrar ninguna herida o algo por el estilo.
— Deberías olvidarte de eso, no tengo nada malo.
— Lo siento, es por precaución...
— Creo que te has tomado demasiado serio ese sueño
— Bueno...
Espresso no respondió, sino que le dió una pequeña orden, en dónde ambos irían a casa a descansar, durante su camino una serie de ataques surgieron, ya que había recibido uno en la parte de su hombro derecho ceña que querian darle a su amado, agradeció enormemente por aún tener su armadura, solo para crear un escudo en dónde ambos pudieran estar protegidos.
— ¿En serio? ¿Quien es tan tonto para atacar al pueblo?
— No lo sé, pero tengo que ponerse en un lugar seguro.
Tomo la mano de ese profesor y aún con su escudo prosiguió a correr hacia la zona segura, mientras otros guerreros se limitaban a ir a la guerra, Espresso intentaba hacerle entender que no, que deberían pelear, pero el miedo aún seguía en ese paladin.
— Pero...
— No digas tonterías, no voy a morir, ¿Cuántas veces hemos estado en batalla y no he sido dañado de gravedad?
Madeleine no quería soltar la mano de ese profesor, incluso sentía que al malo iba a suceder, tenía sus dudas de dejarlo libre, Espresso seguía jalando, quería ir a ayudar a los demás, pero Madeleine ejercía más fuerza que nunca.
— ¡Madeleine reacciona!
De manera rápida y fugaz, levito hasta el, logrando alcanzarlo y así darle un beso pequeño, haciendo que el paladín quedará estático y que lentamente su mano dejara de ejercer fuerza, cosa que Espresso tomo ventaja solo para salir huyendo y ayudar a los demás.
Affogato se encontraba mirando todo desde la sombras, había sido tan sencillo mover a un ministro, enterarse de todo era tan fácil cuando había un soplon en la república, miro sentado comiendo unos cuantos dulces viendo la destrucción de un castillo, aunque aquello rápidamente fue destruido ya que cierta mujer se encontraba ahí, Financier, quien no estaba muy convencida.
— ¿Que le has hecho al ministro?
— ¿Hacer? Pero yo no hice nada, solo he dado mi punto de vista querida.
— No seas un idiota, se perfectamente bien que tú eres un traidor.
— Eso ofende, yo solo he venido a ayudar al ministro, espera... No me digas que tú... ¿Te gusta el ministro?
La sorpresa fingida del moreno fue única, haciendo que la chica quedará un tanto sorprendida y a la vez avergonzada, aunque rápidamente alejo esas emociones solo para atacar al presente, sin embargo, aquello se vio olvidado, cuando noto desde el balcón en dónde se encontraba como una pequeña explosión aparecía.
— He he~
La sonrisa de ese moreno fue notoria, era evidente algo malo había sucedido.
[...]
Momentos de ese encuentro con Affogato, Espresso había huido hacia la guerrilla, Madeleine iba detrás de el protegiéndolo con su escudo, incluso se interponga a algunas flechas que fácilmente chocaban con su escudo.
Sin embargo al llegar al frente y mirar al trío de héroes que alguna vez estuvieron a servicio, viendo con cierta confusión y enojo hacia enfrente en dónde se encontraba un ministro liderando un ejército capaz de aniquilar un gran pueblo.
— Podrías rendirte, no quiero ser grosero Pure Vanilla, entrégame el brillo.
— ¿Por qué debería?
— Para que el paladín Madeleine regrese a la república.
La sonrisa fue notoria, aunque el paladín y el profesor quedaron un atanto sorprendido, ya que no se imaginaban que el mismo Pure Vanilla tuviera tal objeto divino.
— Me temo que no y aunque me lo logren quitar, sería envano usarlo, le tengo alto respeto a la vieja ciudad Vanilla, pero no puedo entregarlo tan fácilmente.
Con palabras firmes, apretó su báculo solo para dar entender que daría todo para seguir conservando tan cosa, en cambio Dark Cacao y Holyberry se encontraban dispuesto a defender al rubio de ojos bicolor.
Cream quedó en silencio, una sonrisa pequeña apareció y como si se tratara de.una guerra dió la orden de ataque, los soldados avanzaron, mientras los guerreros seguían de pie defendiendo su pequeño pueblo, en cambio, Madeleine seguía combatiendo, incluso Espresso lo defendía como nunca.
Cosa que Clotted noto aquello y como pudo fue acercándose, empujando con sus largas extensiones. Todo oponente que tuviera la osadía de pararse enfrente, una vez cerca y notar lo distraído que estaba el paladín, tomo ventaja, dirigiendo uno de sus extensiones hacia un profesor que levitaba, ya que daba sus ataques aéreos.
El ataque los llevo hasta una zona alejada de ese paladin, el ministro salió de esa orda de guerreros, limpiando su traje blanco, mientras caminaba hacia un profesor que se encontraba en el suelo.
— Bueno, no fue tan difícil alejarte de Madeleine cómo pensé...
— Usted está loco...
— ¿Loco? ¿Por creer que el tratado y compromiso son lo mismo?
— ¡Si!
Espresso se elevo, cosa que el ministro miro sonriente, logrando dirigir aquella extensión de nueva cuenta, sabía que el profesor sería un digno oponente pero no la dejaría tan sencillo, tras esquivar un ataque termino por darle un ataque mágico, haciendo que cayera al suelo, camino hasta el, dispuesto ahora sí a dar su blanco ya que apunto sus cuatro extensiones hacia el moreno que apenas podía sostenerse, su "cañon" se preparó, sin embargo aquel disparo no fue brindando cómo esperaba, en cambio, Espresso recibió el impacto de un cuerpo más.
Cuando el humo se disipó, y Espresso logro ver con claridad, se dió cuenta que se trataba de Madeleine, mirando horrizado la herida que tenía en el abdomen, era impresionante el ataque que había recibido ya que incluso enfrente del dúo se encontraba el escudo hecho pedazos.
— M-Madeleine...
Clotted temblaba, no podía creer lo que estaba viendo, que había hecho, estaba lejos del punto en dónde se encontraba incluso hincado debido al impacto, dándose cuenta de que había sido el escudo de ese paladin, cosa que era imposible, ese escudo nadie podía destruirlo.
Clotted quedó horrizado, incluso intento acercarse, pero el moreno se lo impidió, sacando sus granos de café detrás de el, mientras de su mano una llamarada salía de ellos, dando a entender que si daba otro paso no dudaría en usar su poder contra él. Clotted miro a un inconsciente Madeleine tenia miedo de que este falleciera, incluso termino hincandose suplicando por perdón. Aunque esas palabras no salieran de sus labios.
Espresso no alejaba la mirada de ese ministro, aún tenía al paladin en su regazo, suplicando porque alguien fuera a ayudarlo, mientras no quitaba ese semblante frío y molesto del rubio que estaba ahí, ya que tras todo ese alboroto, había creído llamada la atención de los demás, cosa que ese ministro dió finalizado la guerrilla, alzando sus manos, incluso estando en el suelo.
[...]
Espresso estaba tenso, fue ahí cuando se dió cuenta de las palabras de Madeleine, incluso temia que el mencionado chico perdiera la vida por tal situación.
Dando un suspiro y viendo como Pure Vanilla y Herb hacían lo posible por hacer que el rubio abriera sus ojos, ya que desde ese día, Madeleine no abría sus ojos, incluso muchos pensaban que estaba muerto, por fortuna no era así.
Todas esas noches, Espresso pasaba con el, las bebidas de café ayudaban mucho, se sentía como antes cuando trabajaba a altas hora de la noche, pero está vez era para ayudar a su amigo... Bueno pareja.
Estaba sentando, alejando esos mechones rubios del rostro de su amado, pensando que todo lo que hizo no era nada más por defenderlo, tanto era así que tenía que eso ocurriera una vez más, tendría que entrar y ser mas eficaz en el campo de batalla, lentamente el sueño lo estaba venciendo, ya no podía mantenerse despierto, la bebida ya no hacía mucho efecto, era evidente las ojeras se habían hecho más notorias.
Dio un suspiro y de manera descuidada se durmió.
La mañana llegó y con ella una mano que le brindo una caricia, alejando aquellos mechones oscuros del rostro de su amado, sintiéndose feliz y a la vez preocupado por tal descuidado momento, aunque Espresso logro notar aquello y para cuando abrió sus ojos solo fue para mirar sorprendido a cierto paladin quien le dió una sonrisa juguetona y llena de alegría.
— Espresso, me da gusto que estés entero y sin ninguna herida ran grave.
— No digas eso, tu debes recuperarte, eres el primordial...
— Lo haré, aunque no pensé que seguiría con vida.
— Ni yo tampoco, creeme, hice mi mejor esfuerzo por curarte manualmente, aunque Pure Vanilla y Herb hicieron lo mejor, debías solo recuperarte.
— Gracias por todo...
— No, gracias a ti, sin ti, yo no hubiera estado vivo, yo no estuviera aquí contigo, ahora.
Madeleine no dijo nada, ya que cierto moreno se lanzó sus brazos dejando un cálido beso, lleno de emociones que hizo alegrar al rubio, en cambio, el ministro estaba tan decepcionado, había perdido, pero no dejaría pasar esta oportunidad para destruir la vida de alguien más.
Fin
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