
Madeleine x Espresso [1]
Espresso mira confundido, ese atuendo que esa diseñadora le hizo a su compañero de guerra es un tanto malo, no por el simple hecho que le queda mal, al contrario, es bueno, incluso se ruboriza y avergüenza pensar que ese paladin se ve demasiado sexy, pero...
— ¡Profesor!
La exclamación es notoria, sin contar que esa mano llega a las caderas del moreno, Espresso se siente tan avergonzado después de hacer un sobresalto.
— Madeleine...
Intento hablar, pero sus palabras no salían en absoluto, estaba ansioso por qué el paladín quitará esa mano de sus caderas.
— Profesor estoy notando que estás algo... Delgado, acaso ¿no has estado comiendo bien?
Está vez alejo su mano, aliviando al moreno, aunque ese alivio se esfumó, cuando dos grandes manos llegaron a su cintura, haciendo pequeños frotes, ocasionando que un suave suspiro saliera del moreno y que de manera rápida se alejara de este.
— Esa maldita estilista te dió demasiada valentía para tocar ¿No es así?
El moreno se alejo irritado, molesto, tanto así que se elevó un poco, haciendo aparecer sus granos de café dispuesto a atacar al paladin. El rubio, que en este caso era un albino, miro con cierto toque de orgullo, incluso sonríe de manera contenta.
— ¿Que dices? Soy la misma persona de siempre.
— No estés haciendo bromas estúpidas...
— Pero no estoy diciendo nada, solo pienso que te ves bien, incluso sin ropa...
De nuevo, la vergüenza inundó a Espresso, aún más al notar como sus mejillas estaban rosadas e intentaba alejar la mirada del más alto, su mano fue sujetada con dulzura, era evidente que ese paladin seguía siendo el mismo, pero en cambio había algo diferente.
Esos orbes morados se iluminaron y como si se tratara algo más, quedó en los brazos del albino.
— Profesor usted no se preocupe, es un simple traje, me ha dado la vida, ahora es momento de usarlo adecuadamente.
Espresso quedó confundido, incluso los besos de ese paladin eran diferentes, no era como esos tiernos y dulces besos que recibía cuando ese rubio llegaba a casa, no, eran esos besos lujurioso y lleno de deseo.
El paladín oscuro se llevó a ese pequeño profesor a lo más oscuro de un callejón, en dónde nadie pudiera molestarlo, Madeleine no lo dejaría escapar. Besaba los labios de este incluso el lóbulo de la oreja mientras desabrochaba esa molesta camisa, sy cuerpo se apega tanto al del profesor, buscando sentir el calor de este.
— Espera... Ma-Madeleine...
— Profesor, no puedo esperar, no sabes cuándo tiempo espere por esto.
Dijo entre besos, mientras su cuerpo se calentaba, era algo difícil de olvidar. Más cuando Espresso sintió el bulto de la entrepierna de ese paladin.
— E-Estamos en la c-calle...
— Nadie se dará cuenta.
Sin esperar más bajo los pantalones del moreno, incluso los suyos, solo para comenzar a penetrarlo, no había tenido ningún trato esa zona, ni siquiera un pequeño roce nada.
Espresso se había asustado, pero su fuerza parecía desvanecerse, incluso los besos del paladin parecían robarle fuerza, las estocadas no sé hicieron esperar, siendo cada vez más rudas y menos gentiles, nunca pensó que lo haría de esa manera sus sueños por tener una linda noche se habían esfumado, en cambio tenía un paladin que era como otra persona.
Podía notar desde ese punto la gente pasar por la banqueta, mientras ellos seguían en sus asuntos, se sentía avergonzado, entre gemidos que quería ocultar para no ser descubiertos.
— Vamos profesor, esto es lo mejor ¿No?
Decía, solo para sentir como los dientes se clavan en la piel del moreno, los hombros lleno de marcas y mordidas, de la misma manera que el cuello y pechos. Era evidente que era un desastre, y eso que si camisa no estaba en el suelo como sus pantalones.
— Por favor... D-detente...
Sin decir mucho, termino por correrse, manchando la pared de ese edificio quien se recargaba debido a su posición, el paladín noto aquello, incluso se sintió tan orgulloso de su trabajo.
— Ya terminaré...
Siguió con unas estocadas más, haciéndolas rápidas y rudas, solo para terminar por correrse dentro del profesor.
El paladín no dijo nada, sonrió con orgullo y como si se tratara de un pequeño niño, ya que el profesor quedó débil lo sostuvo, lo vistió de nuevo y lo cubrió con la capa del mismo.
— No te preocupes te llevaré a casa.
Con esas palabras solo miro a su profesor dormir.
[...]
Para esa tarde, Espresso abrió sus ojos, encontrándose en su habitación, le dolía la espalda pero era leve, incluso miro medicamento. Su costado, ignorando todo eso camino hasta la puerta, se había dado cuenta de su ropa, incluso se sintió avergonzado, cuando bajo se dió cuenta que se encontraba ese paladin, con una sonrisa inocente.
— ¡Espresso!~
— Maldito Madeleine... ¿Que demonios te crees que eres?
— ¿Eh? ¿De que hablas?
— ¿Ahora te haces imbécil?
— ¿Que? No te entiendo Espresso, ¿por que ahora eres cruel conmigo?
— Ahora me dices que no recuerdas lo que hicistes en la calle, ¡A mí!
El rubio estaba realmente confundido, ni siquiera recordaba algo así, Espresso noto aquello, incluso parecía un perrito que obedecia cualquier cosa.
— Yo estuve preocupado por ti, ya que no despertaba, pensé que estabas enfermo.
Volvió a hablar. Espresso quedó un poco irritado, aunque no descartaba que algo andaba mal.
— ¿Y tu traje?
— Está en la habitación, la diseñadora del pueblo me hizo un traje para el evento de Halloween, ¿Quieres verlo?
Espresso iba a seguirlo, de no ser por sus piernas que le impidieron continuar, pero por fortuna el rubio lo sujeto y como si fueran una pareja lo llevo hasta la habitación del paladin. En dónde miro las armaduras del chico entre ellas estaba la típica que usaba y la que esa diseñadora le había hecho.
— Verdad que se ve genial, incluso me hizo una diadema especial mira.
Bajo al profesor, dejándolo sentando en la cama, solo para caminar hasta los cajones en dónde saco el estuche en dónde tenía todas sus diademas, dejando ver la oscura.
— Se ve impresionante ¿No? Lo usaré en el baile que hara Pure Vanilla. ¿Quieres ir conmigo?
— No, sabes que ese día estaré investigando, puedes ir a coquetear con ese cónsul...
— Mmm... Quería ir contigo, pero sino quieres está bien...
Esa respuesta fue repentina incluso intento convencer a ese paladín de que debía ir. Pero parecía que no iba a suceder, en cambio el paladín tomo asiento enfrente del tocador en dónde había algunos frascos de cabello, perfumes y uno que otra estupidez.
— Madeleine, tu... ¿Has usado el traje?
— Mmm... No recuerdo a verle usado, ¿Por qué?
— Entonces ¿estás esperando ese día para usarlo?
— ¡Si!
Espresso guardo silencio, se dió cuenta de algo inusual, acaso había algo en ese traje que hacia olvidar sus acciones, miro la joya, de aquella diadema, solo para ver al chico que miraba su reflejo.
— Sabes, he pensando que tus diademas son muy lindas, te hacen ver guapo...
— ¿En serio? ¿Cuál te gusta? ¿Está o la nueva?
— ¿Podrías usarla y moderla para mí?
Madeleine se sorprendió, incluso su alegría fue tanta, así que sin usar su traje se colocó la primera la que usalmente usa, tomando su espada y escudo de una manera triunfante.
— ¡La justicia jamás será derrotada, la luz será nuestra guía!
Espresso reconocía a ese hombre, era evidente que Madeleine era inocente y a la vez heroico, pero cuando se quitó aquella solo para ponerse aquella última diadema, algo diferente sucedió, su cabello, su piel, sus ojos, había cambiado, su piel no era tan bronceada, su cabello se hizo albino y sus ojos a morado, era otro, pero algo más había, no sujeto aquella arma y escudo, se acercó tanto al profesor que con una voz profunda y algo ronca le hablo.
— Profesor, ¿te encuentras mejor? Te extrañe tanto, temia que fuera un poco rudo contigo.
Tomo la mano del profesor, besandolo con deseo, solo para pasar su mano por la mejilla y atrerlo a él. Tal parecía que esa joya hacia sacar todos los deseo internos que tenía ese paladin.
Podía sentirse extraño, pero en ningún momento lo alejo, sin embargo sus emociones está vez no triunfaron y colocó sus manos en los hombros de ese paladin.
— Espera, no quiero hacerlo ahora, aún estoy débil, fuistes un poco... Rudo.
Intento detenerlo y aunque parecía a ver logrado, logrando ver cómo ese albino quedaba de pie, demostrando el orgullo, cómo si se tratara de algún ser superior.
— ¿Quien eres realmente?
— ¿Que clase de pregunta es esa? Soy yo, Madeleine, tu amado paladin.
Lo acorralo de nuevo, está vez besando los labios con un suave beso, pero Espresso solo lo alejo de nuevo, dejando sus dedos sobre los labios del albino.
— Tu no eres Madeleine... No aquel que conozco.
Madeleine miro con decisión, solo para sacar su lengua, lamer esos delgados dedos y hacer que el profesor mirada un tanto avergonzado, ya que alejo sus dedos ese rostro.
— Soy los instintos, los más sentimientos ocultos, Madeleine no se atreve a sacarlo, por miedo.
— Ya veo...
— Es natural que solo te desee, que no quiero que nadie más pueda tocarte...
Sus manos llegaron hasta la cintura, subiendo por debajo de aquellas prendas mientras quedaba acostado en la cama, el albino seguía encima de ese moreno.
— Estoy aprovechando, demostrarte lo mucho que me importas, sin tener miedo a ser rechazado, porque tú me quieres...
Beso el cuello, mientras dejaba a ese joven debajo suyo, disfrutando del deleite de ese pequeño cuerpo.
— Profesor, te he respetado tanto que está vez no puedo dejarte huir tan fácil, esa vez y está será las veces que te mostraré lo mucho que te amo...
Se alejo de ese cuello, solo para quitarse la camisa, dejando ver su cuerpo bien trabajado, era evidente que esas guerrillas dejaban sus frutos, el paladín noto la vergüenza ese rubor en las mejillas del moreno, quien intentaba alejar esa mirada de el.
— Este cuerpo es tuyo, anda, no seas tímido...
Tomo la mano del profesor y lo llevo a su cuerpo, sintiendo los músculos del abdomen, asiendo que se ruborice aún más. El paladín parecía gustarle, sentía esos dedos delgados sobre el, cosa que le llenaba de alegría, más cuando bajo la mano del profesor hasta su entrepierna, haciendo que el moreno se sobresalté.
Madeleine tomo la iniciativa, quitándole la camisa de esa pijama al moreno, pudiendo ver el cuerpo delgado, acercando a uno de los pezones, chupando y dando pequeños pellizcos, el profesor parecía ansioso, una de sus manos cubría su boca, no quería verse un sumiso que estaba ansioso por ser follado, sus ojos se cristalizaban, cosa que le gustaba al mayor.
Sus acciones siguieron, el paladín estaba contento, sus deseos aumentaron cuando bajo los pantalones del profesor para comenzar, está vez haría las cosas bien, se agachó, abrió las piernas del moreno y acercó su rostro, aquello fue demasiado, incluso el moreno intentaba detenerlo, pero era demasiado tarde, la lengua estaba un poco a su entrada, gimió por primera vez, sintiendo el placer inundadle, sus piernas se tensaron, su miembro estaba erecto, mientras ese albino continuaba haciéndolo.
Después de eso, prosiguió a meter sus dedos, uno a uno, sacando y metiendo, incluso los movia en el interior del moreno, haciendo que este se retorciera y gimiera con placer.
— No puedo creer que esto te haga sentir tan bien, incluso me siento celoso de mi mismo...
Espresso apenas podía hablar, sus orbes derraman lágrimas de placer y deseo, su boca secretaba la saliva, era evidente que lo estaba disfrutando, pero el albino no estaba muy satisfecho.
Bajo sus pantalones, dejando ver su miembro y sacando esos dedos solo para meter su miembro, quien lo hizo algo lento, haciendo que todos los sentidos de Espresso se nublara.
Siguió el duro encuentro, el profesor ya no sentía ese vacío, en cambio el mayor solo se limito a moverse, mientras besaba los labios de este.
[...]
La oscuridad era notoria, Madeleine estaba confundido, no sabía en dónde estaba, miraba a todos lados hasta que algo frente a el apareció.
Espresso... Su amado profesor... No comprendía, podía verlo, desnudo, siendo... Follado.
El paladín no sabía que pensar, sentía sus emociones diferente, incluso intento saber quién era pero en cambio solo miraba en primera persona aquella especie de visión.
— ¡Espresso! ¡Reacciona!
Intentaba llamarlo, pero no obtenía ninguna respuesta, al contrario, parecía ver qué quería hasta más, aquello fue un duro golpe para él.
— A nuestro profesor le gusta más esta versión tuya... ¿Por qué no tomo tu papel de ahora en adelante?
Una extraña sombra salió desde atrás quien de manera sutil fue cambiando dejando ver qué era el mismo, ese caballero de armadura oscura y cabello albino.
Madeleine miro una vez más a ese profesor, solo para ver a ese sujeto. Era evidente que ese tipo había hecho las cosas que el había tenido miedo, incluso su orgullo se había desvanecido.
— Vamos Madeleine, el será feliz prometo protegerlo siempre, lo amo al igual que lo amas tu, recuerda, ambos somos la misma persona nuestros sentimientos son iguales.
De nuevo el silencio inundó, mientras el albino esperaba triunfante la respuesta.
— Está bien... Protege a Espresso.
El paladín albino se acercó a Madeleine, colocando su mano y susurrando al oído de este.
— Buena decisión.
[...]
Espresso estaba sumido en el deseo, sin embargo algo diferente surgió, miro de reojo al albino, su gesto fue diferente no estaba ese toque de dulzura, había algo más, algo sombrío.
— Profesor... Finalmente estaremos juntos, ese lado molesto dejo de existir.
Tras aquello, el moreno quedó confundido, incluso reaccionó, solo para empujarlo, no comprendía lo que decía ese tipo, se cubrió como pudo con las sábanas solo para encararlo.
— ¡Quítate esa diadema!
Tras dar esa orden, nada sucedió, seguía estando ese tipo ahí, aquello asustó tanto al profesor retrocedió estaba dispuesto a huir pero fue detenido, el cuerpo desnudo de ambos apegaro, está vez el moreno queria alejarse pero tal parece que el albino no lo dejaría ir.
— ¡Eres mío y nada más que mío!
Con aquellas palabras, ese albino sujeto al profesor con fuerza y lo llevo a la cama, tomando con rudeza a tal punto de violarlo.
Después de unas horas, Espresso estaba hecho bolita, enrrollaso en las sábanas, sus lágrimas se habían detenido, no podía creer que se hubiera dejado derrotar, su cuerpo le dolía, tenía moretones por toda lados, pero la duda fue diferente quería saber que había sucedido con el otro paladin, pero para eso debía escapar de ahí a cualquier costo.
Continuará
_________
Hola, creo que cambiaré este libro de OneShot a Madeleine x Espresso, haha
En fin, pasando a otro tema, la idea principal es de que Madeleine tiene dos mentes por culpa de la gema, de la diadema de atuendo del juego, más adelante espero explicarlo.
También dejaré mi ID del juego de Cookie run Kingdom para que vean mi pueblo, me siento orgullosa xD
En fin, me retiro, espero y le guste este intento de parte uno. ^^
Hasta la próxima
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