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TREINTA Y OCHO

La puerta de la oficina se abrió de inmediato porque a Jimin no se le ocurrió llamar con buenos modales, causando que Jungkook que estaba sentado hablando con sus subordinados inmediatamente mirará hacia él.

—Jimin —dijo el mafioso sorprendido por su visita, no pensó que él fuera a buscarlo.

—Tengo algo que hablar contigo —dijo Jimin con voz temblorosa

Cuando vio la cara de Jungkook las sensaciones abrumadoras que sentía se incrementaron en su pecho. El pelinegro se volvió para mirar a sus hombres e hizo un movimiento de cabeza para indicarle a todos que salieran. Todos salieron y Jungkook se llevó la mano a la sien, no pensaba encontrarse con el castaño ahí.

—¿Qué pasa? ¿como llegaste aquí? —le preguntó nerviosamente.

Jimin lo miró fijamente. El mayor se sentó en el sofá con expresión cansanda y los ojos del joven se llenaron de lágrimas cuando vio la expresión indiferente de Jungkook. Su actitud no era la misma que cada vez que se encontraban o estaban juntos.

—¿No puedo venir? —preguntó.

—Claro que puedes, lo que no entiendo, es porque viniste. Estoy muy ocupado, ya sabes —le respondió Jungkook tranquilamente.

—No volviste a casa a noche aunque me dijiste que volverías —dijo el castaño antes de decir todo lo que tenía en mente.

—Lo siento, bebí demasiado —se excusó Jungkook en voz baja.

—Mientes —dijo Jimin con la voz quebrada, haciendo que el pelinegro levanté la vista hacia él, que continuaba de pie.

—¿Por qué mentiría? —le preguntó con incredulidad.

—No estabas borracho, pero no quisiste ir a casa. No querías volver conmigo, ¿verdad? —preguntó Jimin de nuevo tratando de tragarse un sollozo para que Jungkook no lo viera.

—Jimin, volvamos a casa primero, ¿está bien? — respondió el mafioso con voz tensa.

—Entonces, cómo podemos hablar si no vuelves a casa? Lo sabes todo, ¿verdad? —dijo de pronto Jimin, ya sin ocultar el temblor en su voz.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas, se sentía mal por no haber sido él quien le dijera las cosas a Jungkook.

—¡No te quedes callado Jungkook! Lo sabes todo, ¿no es así?

—¿De qué estás hablando? No entiendo —preguntó Jungkook en voz baja.

Pero Jimin sabía que el pelinegro estaba enterado de todo y entendía lo que él quería decir solo que fingía no saberlo y no entendía porqué actuaba de forma ignorante.

—Se que Yugyeom vino a decirte todo sobre mi, se que ya sabes sobre Jack…

—¡Deja de hablar Jimin! Vámonos a casa, te dije que vamos a hablar allá —lo interrumpió Jungkook, haciendo que sus ojos se humedecieran aún más.

—Pero quiero hablar ahora, aquí mismo Jeon. Yo siempre quise decírtelo pero no tuve la oportunidad de hacerlo. Nunca pensé que el mundo sería tan estrecho —se quejó Jimin con voz temblorosa.

—Deja de hablar de eso. Escúchame, vete a casa y hablemos más tarde está noche, ¿de acuerdo? —dijo Jungkook tratando de convencer al castaño de volver a la casa, porque tiene otros asuntos que tratar antes.

Jimin lo escuchó disgustado mientras las lágrimas corrían por sus mejillas sin poder ver al mafioso a los ojos porque esté se volteó hacia otro lado.

—Eh... Tú...estás enojado conmigo, no puedes aceptarlo…. Dímelo de una vez Jungkook así lo sabré… aunque si tuviera que adivinar… diría que no puedes hacerlo —habló Jimin entre fuertes sollozos haciendo que el pelinegro se gire para verlo.

—Jimin, ¿por qué lloras? No te pongas así —Jungkook alargó la mano para agarrar su brazo pero Jimin se alejó en medio del llanto.

—Huh... Entiendo... entiendo… mi estado ahora —le dijo mientras se movía para salir de la oficina, pero Jungkook lo tomó por el brazo antes de que se alejara.

—Jimin, estás malinterpretando las cosas —le dijo en tono molesto tratando de sostenerlo, pero el castaño se defendió.

—¡Déjame ir! —sollozo Jimin, haciendo que el pecho le doliera al mafioso.

De pronto el teléfono de Jungkook sonó, y este se congeló mientras veía quien era.

—Wonho —murmuró y soltó la mano de Jimin, para responder esa llamada que había estado esperando durante mucho tiempo.

Ese momento el castaño aparto el brazo y aprovechó para salir rápidamente.

—¡Jimin!

El teléfono continuó sonando, Jungkook contestó al tiempo que corrió hacía la puerta y vio a Jimin bajar las escaleras, sus hombres estaban atónitos, porque no sabían qué había pasado para que sus jefes estuvieran en ese estado.

—¡Jin, lleva a Jimin a casa y ten cuidado de no dejar que se vaya a ningún lado! —gritó Jungkook desde arriba.

—¡Si! —respondió Jin y corrió hacía la salida.

—¡Namjoon, llama a Jackson inmediatamente y dile que venga a verme es urgente, no me interesa lo que está haciendo lo quiero aquí ya! —ordenó de nuevo, antes de entrar a su oficina y cerrar la puerta para atender la llamada del ruso.

Incluso aunque quería seguir a Jimin, aún tenía que terminar el asunto que había comenzado primero.


—¡Señor Jimin, ¿a dónde va? —Jin corrió tras de el castaño, que ya había salido hacia la carretera.

—¡No te molestes! —le gritó Jimin todavía llorando.

Levantó la mano y limpió descuidadamente las lágrimas de su rostro.

—Señor, venga conmigo se lo ruego, si usted no vuelve, de seguro me golpearan —habló Jin apelando a su compasión.

—Está bien, está bien, llévame a casa.

Jin no pudo evitar sentir lástima porque nunca antes había visto al castaño llorando así. Jimin regresó al coche y se sentó, dejando que el guardia lo llevará de vuelta a casa. Nada más llegar Jimin subió inmediatamente al dormitorio, en medio de la conmoción, Nana y los demás empleados vieron caminar a su jefe con los ojos hinchados y enrojecidos.

—Jin, ¿Qué está pasando? ¿Por qué Jimin está así? —le pregunto la anciana.

—Yo tampoco lo sé, pero debieron tener una gran pelea —respondió Jin estresado.

—¿De qué estarían discutiendo para que Jimin lloré de esa manera? —se preguntó la mujer preocupada.

En cuanto Jimin entró a la habitación inmaculadamente abrió el armario y sacó una maleta, guardó su ropa y artículos esenciales. Se sentía herido y se lamentó que Jungkook se hubiera comportado así de indiferente.

Entendía que se había equivocado al no contarle toda la historia desde un principio, y no era de extrañar que para Jungkook fuera inaceptable y se sintiera mal. Aún con lágrimas corriendo por su rostro echó un último vistazo a la habitación antes de tomar la maleta y salir.

—¿A dónde va señor? —lo interceptó Jin cuando lo vio bajar con la maleta.

—Voy a volver a mí departamento —respondió Jimin en voz baja e intentó caminar pero Jin le bloqueó el paso.

—No señor, el jefe ordenó que no fuera a ninguna parte.

—¿Por qué debería quedarme? Hice que tu jefe se sintiera mal y probablemente ya no me quiere —se quejó el castaño y Jin negó con la cabeza.

—Señor, debe haber entendido mal. No hay forma de que el jefe no lo quiera —Jin trató de convencerlo pero Jimin pareció no escuchar en absoluto.

El castaño hizo el intento de alejarse, pero Jin tomó la maleta impidiendo que se moviera.

—Lo siento señor, pero no puedo dejar que salga de aquí… ¿¡Hay alguien por aquí!? —gritó Jin de pronto.

Varios de los hombres que resguardaban la casa aparecieron y prestaron atención a lo que Jin debía decirles.

—Por órdenes del jefe, todos deben de vigilar al señor Jimin y no dejar que salga de la casa, nadie tiene permitido ignorar sus órdenes —dijo Jin y los hombres asintieron en reconocimiento.

Jimin se giró para mirar a Jin suplicando por que lo dejara marchar, pero este negó.

—Lo siento señor, solo cumplo con mi deber —se excusó Jin y Jimin frunció los labios antes de subir a su habitación.

Durante bastante rato Jimin estuvo tumbado en la cama llorando, hasta que decidió salir una vez más del cuarto.

—¿A dónde va señor? —le preguntó Jin inmediatamente cuando lo vio bajar de nuevo.

—Saldré a caminar al jardín, no tienes que tener miedo que huya, de todas formas no podré escapar —dijo Jimin en voz baja antes de caminar hacia la parte trasera de la casa.

Jimin no quiere quedarse en la habitación porque está llena de recuerdos de él y Jungkook. Cuánto más tiempo está ahí, más le duele, así que decidió dar un paseo y caminó hacia la jaula de los tigres de bengala.

—¿Señor, va a ir a ver a los tigres? —preguntó uno de los subordinados de cuando lo vio caminar hacia la jaula.

—Bueno, no tienes que preocuparte. Estoy familiarizado con ellos —le respondió Jimin en voz baja, sus hermosos ojos todavía estaban rojos e hinchados.

—Déjeme acompañarlo —pidió el guardia preocupado.

Jimin asintió después de pensarlo un segundo y se encaminó hacia los animales. Jimin vio a Nata Montada no muy lejos de la jaula de hierro y se acercó a la jaula y con su mano la acarició. Sus hermosos ojos miraron a Nata Montada con expresión triste y el tigre frotó su gran cara en la mano del castaño, además de acercarse como si quisiera consolarlo.

Jimin sonrió suavemente, luego se agachó y se sentó lentamente, Nata Montada frotó su cabeza contra la jaula de acero, luego Jimin le acarició la espalda rascandole el cuello hasta donde alcanzaba su mano. Mientras Clemo todavía acostado en un tronco lo miraba con calma.

—Quiero abrazarlos a los dos sin barrera —murmuró en voz baja.

Sus ojos se humedecieran de nuevo antes de decidir recurrir al subordinado que lo seguía.

—Ábreme la jaula. Entraré —ordeno Jimin sin pensar.

Quiere entrar y abrazar a Nata Montada con amor por qué no sabe si podrá abrazarlo de nuevo, si Jungkook no puede aceptar su pasado con Jackson deberá volver a su departamento y a su vida lejos de ahí. Sabía que había un gran riesgo de que Clemo lo atacara porque no era tan cercano a él como Nata Montada, pero aún así quería entrar.

—¿Está seguro? Hoseok no está aquí —vaciló el guardia.

—Ábrelo. Te dije que está bien —ordenó con voz profunda.

Causando que el subordinado de Jungkook caminará hacia la entrada de la jaula, seguido por Jimin.

—Cierra la puerta también, quiero estar adentro con estos dos. No tienes que preocuparte, estaré bien.

“A lo sumo, simplemente seré asesinado por un tigre” pensó.

El subordinado estaba estresado pero no quiso desobedecer las órdenes de Jimin, así que se retiró para pararse fuera de la jaula y cerró la puerta para mantener al castaño dentro de la jaula.

Jimin se acercó a Nata Montada y se sentó en el tronco.

—¿Vas a matarte? —la voz burlona de Yugyeom sonó a su espalda.

Esto hizo que Jimin se volviera para ver al rubio que estaba parado a cierta distancia de la jaula.

—Sólo estaba jugando con Nata Montada —respondió Jimin sintiéndose enojado con el ruso, pero por otro lado, pensó que solo estaba enojado porque era verdad.

—¿Qué tan fácil es jugar con estos dos? ¿Por qué sabiendo que Jungkook lo sabe todo, quieres morir? —preguntó Yugyeom de nuevo.

Jimin frunció los labios con molestia y el rubio se acercó un poco mirándolo con expresión de preocupación cuando vio a Nata Montada caminando directamente hacia el castaño.

—Deberías salir, ahora —dijo Yugyeom de nuevo pero a Jimin no le importo.

Nata Montada caminó recto y frotó su cabeza contra el cuerpo de Jimin antes de empujar su cabeza sobre su pecho como si se acurrucase, esto hizo que el ruso se sorprendiera. El joven se sintió indescriptiblemente cálido con el toque del tigre, haciendo que las lágrimas llenen sus ojos de nuevo.

—Debes estar satisfecho por haberle dicho a Jungkook la verdad sobre mí. Ya lo sabe todo —dijo Jimin con voz temblorosa.

Yugyeom se plantó firme y cruzó los brazos sobre su pecho, y se quedó mirando sin comprender antes de volverse a mirar al guardia del mafioso.

—Vete, quiero estar con él a solas —le ordenó el ruso.

—Pero...

—¡Vete! ¿O te atreves a desobedecer mis órdenes? —dijo Yugyeom en voz alta.

El subordinado retrocedió y se alejó pero no muy lejos. El ruso se acercó un poco más a la jaula.

—Lo que me preguntaste hace un momento. Sí, estoy muy satisfecho, pero tu también deberías agradecerme, te hice saber y entender que Jungkook no podría aceptarlo, te abrí los ojos —respondió por fin en un tono ligeramente burlón.

—Sí, he abierto los ojos —dijo Jimin con voz temblorosa.

Sus manos estaban constantemente rascando y frotando a Nata Montada, antes de que pueda pensar en algo más se volvió para mirar a Yugyeom.

—¿De verdad quieres que salga de la vida de Jungkook?

—Sí —respondió el ruso de inmediato.

—Te lo dije antes. Sólo me iré si Jungkook ya no me quiere, y ahora creo que probablemente ya no lo hace.

—¿Así, que estás dispuesto a dejar a Jungkook pero para siempre?

—Sí, lo dejaré si puedo irme —respondió el castaño en voz baja.

—Entonces te llevaré yo mismo, ¿quieres? —ofreció Yugyeom, que había escuchado la orden de Jungkook de no dejar salir a Jimin.

De inmediato entendió que el pelinegro no quería dejar a Jimin, pero jugaría a su favor con la creencia del castaño de que así era, y lo sacaría de una vez de la vida del mafioso.

—¿Cómo vas a sacarme? hay mucha gente vigilándome, no lo entiendo aunque claramente Jungkook no puede aceptarlo, todavía quiere que su gente me cuide —se quejó un poco Jimin con voz ahogada por el llanto contenido.

—Jungkook querrá hablarte con claridad, no le gusta a hacer nada a medias, necesita asegurarse de hacer el mayor daño posible, no solo en la cama le gusta infringir dolor. Si no quieres que sus crueles palabras y acciones te lastimen, creo que será mejor que te apresures y salgas de aquí —le dijo Yugyeom apresurandolo.

No quería que Jimin pensará que en realidad Jungkook no lo estaba dejando salir de su vida.

—Y además, definitivamente yo puedo sacarte de aquí, no tienes que preocuparte —continuó diciendo con confianza.

—Sí, me iré de aquí. Pero, ¿puedo despedirme de ellos primero? —pidio Jimin y el rubio asintió.

El castaño se volvió a mirar a Nata Montada que se acurrucó de nuevo, las lágrimas corrían por sus mejillas suaves cuando supo que realmente tenía que irse.

—Me tengo que ir Nata Montada. Desafortunadamente, no podré jugar más contigo —le habló al tigre entre sollozos.

Se sobresaltó cuando vio a Clemo levantarse de los troncos de pronto, Jimin se sentó rígido. Aunque las lágrimas fluían no se atrevió a moverse cuando vio acercarse al enorme tigre, Yugyeom también lo miró con expresión preocupada.

—Creo que será mejor que salgas primero, a Clemo no le gusta nadie cerca de él —dijo nervioso.

En todos los años que tenían los tigres con Jungkook nunca pudo no podía jugar con los dos tigres en absoluto. Jimin se quedó quieto, sabiendo que si corría ahora no llegaría a tiempo a la salida, Clemo salto y se quedó quieto, causando que Jimin dejará de respirar.

El enorme tigre se acercaba cada vez más. Nata Montada se volvió para mirar a su compañero, Jimin cerró los ojos pensando que Clemo lo mutilaria,

—¡Clemo! —grito Yugyeom pero el tigre todavía caminaba hacia el castaño.

La frialdad de una lengua lamió las mejillas de Jimin, limpiando las manchas de lágrimas. Aturdido el castaño abrió lentamente los ojos, la cabeza grande de Clemo se frotaba contra su cara, esto hizo que Jimin sonriera con lágrimas en los ojos.

—Por fin puedo abrazar a Clemo —dijo con voz emocionada.

El gran tigre se ponía celoso cada vez que Jimin venía de visita y se volvió a acurrucarse como si hoy quisiera consuelo, Nata Montada y Clemo, ambos se acurrucaron junto a él, el ruso miraba asombrado.

—Ya es suficiente, sal pronto para que pueda darme prisa —dijo Yugyeom acercándose para llamar a Jimin de nuevo, porque tenía miedo de que Jungkook regresará primero.

Clemo rugió mientras volvía la cabeza hacia el ruso como si quisiera proteger a Jimin y esto hizo que el rubio se alejará rápidamente de la jaula, tragando saliva al ver la mirada furiosa del animal.

—No lo hagas, Clemo —le pidió Jimin al tigre y  dejó de sollozar.

Haciendo que Clemo se acerque nuevamente a él, Jimin lo abrazó y después los acarició a ambos.

—No estaré más con ustedes… los voy a extrañar mucho. Adiós... Clemo... Nata Montada.

Sollozo nuevamente y se levantó, estando de pie Jimin contempló los ojos de Nata Montada y podía jurar que lágrimas salían de los ojos del tigre. Salió por la puerta de la jaula seguido todo el tiempo por Nata Montada hasta que cerró la puerta. Sus ojos hermosos miraron a los dos tigres con los ojos sombríos.

Jimin se acercó a Yugyeom, los dos tigres caminaron por el costado de la jaula siguiendolos.

—Estoy listo. Sácame de aquí.

Yugyeom asintió antes de discutir un plan para sacarlo de la casa. El ruso le dijo que no sacará sus cosas, que él las sacaría más tarde. El plan no fue difícil, usó a los subordinados de Jungkook para hacer algunas cosas y despejó el camino al garaje para que Jimin pudiera ir sin problemas, además de usar a sus propios guardaespaldas para entretener a Jin fingiendo hablar.

Cuando fue conveniente, Yugyeom dejó que Jimin se escondiera en el maletero del auto. Entonces, cuando todo el plan fue exitoso como estaba planeado, el rubio condujo fuera de la casa del mafioso.


Yugyeom detuvo el coche y abrió el maletero cuando estuvo lo suficientemente lejos de la casa.

—Sal y siéntate en el coche.

—¿Saliste solo? —preguntó Jimin al ver que el ruso era el único conductor.

—Sí, le dije a mis guardaespaldas que retrasarán primero a los subordinados de Jungkook —dijo Yugyeom en voz baja.

Jimin estaba sentado, mirando por la ventanilla del coche, mientras Yugyeom conducía.

—Oye, ¿de verdad amas a Jungkook? —preguntó  de pronto Yugyeom.

—¿Puedo no dar una respuesta? —le respondió Jimin, haciendo que el rubio frunciera el ceño con frustración.

—¿Por qué

—Por que no quiero decirle esas palabras a otro que no sea a él y si Jungkook no quiere escucharlas, prefiero guardarlas para mí —repuso Jimin en voz baja. ¿Qué hay de ti? ¿Lo amas? —preguntó Jimin de vuelta, haciendo que Yugyeom se quedará en silencio.

—¿Por qué tengo que decirte? Tú no me has contestado. Entonces, ¿a dónde te tengo que llevar? —preguntó para cambiar de tema.

—Llévame a mí condominio. Voy a recoger ropa y encontraré un lugar para descansar lejos durante un tiempo.

—Hhm —respondió el rubio en su garganta y luego puso una cara estresada.

Yugyeom sentía algo que persistía en su corazón, pero no pensó en hacerle mucho caso y no volvió a hablar con Jimin hasta que llegó al edificio de apartamentos donde solía vivir el castaño. Entró en el estacionamiento subterráneo y detuvo el vehículo. Jimin salió del coche y caminó hacia el lado del conductor.

—Gracias por traerme.

—Tomaste la decisión correcta al estar fuera de la vida de Jungkook. Eres demasiado limpio para este círculo —dijo Yugyeom en tono plano.

Jimin le sonrió de mala gana antes de darse la vuelta para caminar hasta el ascensor. Pero la mirada del ruso captó algo inusual, un auto que estaba estacionado con el motor en marcha.




Dejo esto aquí y me voy lentamente.

Dejen aquí su cara de payaso las que pensaron que Jungkook estaba engañando a Jimin dentro de la oficina. Jejejeje  Todas juzgandolo y él trabajando.

No olviden pasarse por el libro de anuncios que subí para que estén enteradas de las novedades en mi cuenta.

Nos leemos bellezas...

        Besitos 😘😘😘
       

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