DIEZ
Poco tiempo después, el coche de Jungkook se detuvo frente a su mansión. Un guardaespaldas caminó apresuradamente para abrirle la puerta del auto.
—Sal del coche —dijo el pelinegro en voz baja pero Jimin permaneció en silencio.
—Jimin, te dije que bajaras del coche.
Jungkook que ya había bajado del auto, se inclinó hacia el castaño que seguía sentado.
—¿Bajarás de buena manera o debería llevarte cargando delante de mis subordinados? —preguntó Jungkook de nuevo causando que Jimin dejara escapar un pequeño gruñido antes de aceptar salir del coche.
Los ojos marrón miraban a Jungkook con enojo y algo más que el mafioso no sabía cómo interpretar, así que tomó la cintura del joven y la envolvió con sus fuertes brazos.
—Suéltame, ¿por qué me abrazas?
Jimin trató de empujar el fuerte pecho del pelinegro lejos de él, pero Jungkook lo sostuvo más fuerte mientras se giraba para mirarlo.
—Subiremos a descansar, bajaremos cuando sea hora de la cena, después de eso quiero que llames a todos los que estén en la casa para que se reúnan en la sala —le dijo Jungkook a Hoseok.
Su hombre de confianza inclinó la cabeza asintiendo.
—Ve a descansar —le ordenó, sabía que como él, Hoseok debía de estar cansado por el viaje.
Cuando Jungkook les dio la orden a sus subordinados, tomó la cintura de Jimin para caminar hacia la casa, esté se quería rebelar pero no podía luchar contra la fuerza del mayor por lo tanto tuvo que seguirlo.
Jimin miró hacia la casa, había una mujer joven y una anciana asomándose desde el interior de una habitación antes de esquivar apresuradamente la vista cuando notaron su mirada. A juzgar por la ropa que llevaban, asumió que eran las sirvientas de Jungkook.
—No hay necesidad de apresurarse, en un momento te llevaré a recorrer nuestra casa.
Jungkook enfatizó la palabra “nuestra” haciendo que la cara de Jimin se sonrojara. Subieron por las escaleras hasta el piso superior y se detuvo frente a una habitación, inmediatamente supo que era un dormitorio, y sus delgados pies se detuvieron en ese lugar.
—¿Qué pasa? —preguntó el pelinegro en voz baja, no queriendo comenzar a discutir otra vez, se sentía cansado y quería dormir un rato.
—No voy a entrar en absoluto —dijo el joven en tono serio.
—¿Por qué?
—Si quieres que me quede aquí, prepara una habitación para mí, no dormiré contigo.
Jimin dio un ultimátum, sabiendo que no podía escapar del mafioso y como no puede escapar, tiene que negociar por su propio bienestar.
—No es la gran cosa —respondió Jungkook empujándolo a la habitación con fuerza hasta que logró que entrará.
—¡Duele!, ¿por qué tienes que ser tan brusco conmigo? —se quejó Jimin.
—Te gusta, ¿no? —se burló Jungkook logrando que sus mejillas se pusieran rojas de inmediato.
—Es una locura, no me gusta en absoluto —se defendió Jimin, pero no hizo contacto visual con él, haciendo sonreír al pelinegro.
—Vamos, te acostumbrarás, pero será mejor que nos acostamos por ahora, ya sabes, me baje del avión y fui a buscarte, casi no dormí así que tienes que acostarte y darme un abrazo —dijo el mayor desabotonando la corbata y la chaqueta del traje hasta que solo quedó la camisa desabotonada para aliviar las molestias, Jimin soltó un suspiro de alivio.
—Jungkook, creo que los dos podemos hablar un poco más al respecto —dijo Jimin ya que todavía le parecía muy confuso todo eso.
—Vamos a dormir —respondió antes de arrastrar a Jimin a sus brazos para acostarse en la amplia cama y atraerlo a su pecho, abrazándolo con fuerza.
Jimin luchó un poco, pero sabía que no podría luchar contra su fuerza, así que se quedó quieto.
—En pocas palabras, eres bastante lindo —dijo de pronto Jungkook dándole un ligero beso en la mejilla.
Jimin se volvió y apretó los labios con fuerza.
—¿Realmente me quieres aquí como tu esposa? —le preguntó secamente.
—Si.
—¿Aunque los dos no nos amamos y solo dormimos juntos dos veces?
—No fueron solo dos veces, si tomamos en cuenta la cantidad de veces que lo hicimos, aún tengo muy presentes tus dulces gemidos y esa voz tan dulce con la que me pedías más.
—Jungkook —gritó Jimin sonrojado, golpeando el amplio pecho para calmar la sensación vergonzosa causada por sus palabras.
—Shhh… cálmate, dijiste que no estábamos enamorados el uno del otro, es cierto. Pero puedo decir que realmente me gustas, me gustas mucho y creo que pronto vas a hacerme amarte hasta los huesos. En cuanto a mí, haré que me ames como nunca antes lo has hecho. Tal vez puedes comenzar a amarme ahora —dijo Jungkook cerrando los ojos.
Jimin frunció el ceño al ver al hombre que lo abrazaba, sin comprender por qué actuaba como si todo fuera tan fácil.
—Sigue soñando —dijo, pero Jungkook no respondió solo sonrió con las comisuras de la boca sin abrir los ojos.
—Así que ya accediste a quedarte aquí conmigo, no huyas de nuevo si no quieres ser castigado.
Jimin no respondió, pero se quedó pensando en eso y miró a la persona a su lado. ¿Por qué le gustaba tanto a Jungkook? Tal vez solo era deseo y lujuria. Solo de pensar en su historia hasta el momento con el mafioso, Jimin admite que ese hombre lo hace sentir lleno físicamente, pero en su corazón, se resiste a admitir que pueda ser igual.
Jimin admiro pensativamente el rostro del pelinegro. Era realmente un hombre muy guapo. Su rostro afilado, mandíbula marcada, nariz grande, labios delgados, ojos expresivos e intrigantes, hasta el pequeño lunar que tenía debajo de su boca o la pequeña cicatriz que tenía en su mejilla parecían darle ese toque de perfección. Sus ojos terminaron su inspección en su boca, esos labios que le habían besado y devorado todo el cuerpo.
El suave ronquido que escapó de la garganta de Jungkook provocó que Jimin apartará la mirada apresuradamente.
¿Por qué me siento tan crédulo? De repente acepté estar con un loco de poder que así lo ordenó, pensó Jimin antes de hacer un pequeño movimiento para escapar del abrazo de Jungkook, pero al sentir que se movía el pelinegro apretó más su agarre, Jimin suspiró suavemente y espero a que durmiera más profundamente.
Después de un rato, logró soltarse del fuerte brazo y se paró a un lado de la cama. Sospechó que estaba muy cansado.
—¿Sabría si le tapo la nariz con una almohada? —murmuró para sí mismo antes de renunciar a la idea, porque todavía no quería ser asesinado por los empleados del mafioso.
Jimin miró alrededor de la habitación del pelinegro antes de abrir la puerta del dormitorio.
—¿A dónde va, señor Jimin? —dijo la voz de uno de los guardias que estaba parado cerca de la habitación, haciéndolo girar sobresaltado.
—Oh me asustaste, solo quiero caminar y explorar, ¿no puedo? —preguntó en tono tranquilo a pesar de que su corazón palpitaba de temor ante la actitud del enorme hombre frente a él.
—¿Tiene permiso? —preguntó el guardia, sin saber cómo debía de dirigirse al joven que su jefe había llevado, ni qué papel ocuparía en esa casa.
—Jungkook está durmiendo y yo no tengo sueño. ¿Solo puedo estar sentado en la habitación? Si tienes miedo de que escape, puedes seguirme —dijo antes de comenzar a caminar a las escaleras.
El guardia asintió y lo siguió, sabiendo que Jimin no puede escapar, pero su preocupación por la reacción de su jefe al despertar y no ver al joven a su lado lo inquietaba.
Después de recibir una respuesta del subordinado de Jungkook, Jimin bajó las escaleras con el hombre detrás de él. Se sentía un poco incómodo por qué lo siguiera, pero trato de ignorar la sensación.
Cuando llegó hasta el salón donde había visto a las dos mujeres que lo veían cuando llegó, la sala era amplia y elegantemente amueblada, le recorrió con la mirada, admirando los cuadros y demás decoración del lugar, dió un par de pasos y escucho ruido de voces proveniente de la habitación contigua, así que no dudo y entró. Ahí vio a dos mujeres de diferentes edades cocinando.
—Hola —saludó, esto hizo que las dos mujeres se volvieran rápidamente, parecían un poco asustadas.
—Hola señor —la anciana hizo una reverencia para saludarlo, esto hizo que él también hiciera lo mismo con respeto a la mujer mayor.
—No tienes que rendirme homenaje —dijo mientras recomponía la postura.
Las dos mujeres se miraron en silencio porque no sabían qué decir, ni sabían quién era Jimin.
—Nana, Jihyo. Este es el señor Jimin, la esposa del jefe, deseaba dar un paseo por la casa —dijo el guardia que iba detrás de él.
Esto hizo que Jimin se volviera y lo mirara con furia pero no dijo nada. Haciendo que el guardia pensaran en secreto que el joven era muy feroz.
—¿Tú eres la esposa de Jungkook? preguntó la mujer mayor en estado de shock, ella conocía y sabía los gustos del pelinegro, pero nunca lo había visto traer a nadie a la casa.
—Hoseok dijo que el señor Jeon nos pidió reunirnos en la noche en el salón, pues tenía un anuncio que darnos, debe de ser para presentarnos al señor —dijo la joven que el guardia había dicho se llamaba Jihyo con voz dulce.
—Oh, mi nombre es Na Eun, pero todos me dicen Nana, soy la ama de llaves de la casa, y ella es Jihyo una de las ayudantes de limpieza —se presentó la anciana con una suave sonrisa.
Jimin le devolvió la sonrisa feliz de poder hablar un poco con ellas.
—Si necesita algo señor Jimin, no dude en pedirlo y yo me encargaré de hacerlo.
—Gracias, estoy bien, solo quería explorar un poco la casa, pero por favor dígame Jimin.
—Para nada, si es la esposa de Jungkook entonces es nuestro otro jefe y no es apropiado que lo llame por su nombre.
—Esta bien, como usted lo desee, pero por favor no me rinda reverencia, eso para mí sí sería irrespetuoso —dijo tomando en cuenta la edad de la mujer —. Dígame si hay algo en que las pueda ayudar.
—No, para nada, si está aquí en la cocina terminará oliendo a humo y grasa. Dijo que iba a explorar la casa, ¿por qué vas al jardín trasero, solo no camines cerca de la casa de los tigres, a ese par no le gustan los extraños. Namjoon ocúpate del señor —lo último lo dijo al guardia que lo había estado siguiendo.
—¿De verdad hay tigres aquí? —preguntó Jimin con interés.
—Si —respondió Nana, lo que hizo que Jimin se interesara en ir a verlo.
—Tú nombre es Namjoon, ¿verdad? Llévame a ver a los tigres —pidió Jimin con una ligera vacilación en su voz.
—Por lo general al señor no le gusta que la gente merodee alrededor de la jaula de los tigres —respondió Namjoon mientras Jimin fruncía el ceño.
—Entonces, ¿cómo consigo ir a verlos? preguntó de nuevo.
—Necesitamos el permiso del señor primero —respondió el guardia.
—Entonces, ¿podemos dar un paseo por el jardín solamente?
—Si.
—Entonces, llevenme al jardín.
Namjoon lo llevó a la puerta lateral que conducía al patio trasero.
—Nana, ¿está segura de que el señor Jimin es hombre? Es tan hermoso que hace que una mujer así como yo se sienta inferior —dijo la dulce voz de Jihyo cuando se quedaron solas en la cocina, haciendo que la mujer mayor negara con la cabeza.
Jimin se quedó atónito porque en la parte de atrás de la casa hay un jardín sombreado donde había muchos árboles frutales que lo hicieron sonreír. Le gustó más está atmósfera, si nadie le decía que estaba en Seúl, pensaría que definitivamente se trataba de un huerto provincial o alguna isla tropical.
—¿De quiénes son esas casas? —preguntó señalando hacia la dirección en dónde se veía un grupo de pequeñas casas esparcidas en una buena cantidad de terreno.
—Son casas para empleados, aunque solo los de mayor confianza vivimos aquí dentro de la mansión, para los demás empleados el señor Jeon les permite vivir en un edificio de apartamentos cerca de aquí.
Jimin asintió antes de ver a un jovencito sentado en un columpio hecho en la rama de un grueso árbol, quiso acercarse pero en cuanto el niño el joven lo vio se levantó apresuradamente y se fue haciendo que Jimin frunciera el ceño y llamara a Namjoon.
—¿Quién es el niño? ¿Es hijo de alguien de aquí? —preguntó con curiosidad.
—Es el nieto de Nana.
Jimin asintió y siguió caminando por el jardín. Pero la fuerte voz del moreno lo detuvo y volteara a verlo cuando quiso caminar hacia el otro lado del jardín.
—No puedo dejar que vaya para allá —negó el guardia con voz preocupada, haciéndole saber que ese era el camino hacia la jaula de los tigres.
—Están en una jaula, ¿no? ¿No puedo simplemente mirar desde la distancia? —argumentó.
—Pero… — trató de objetar el moreno.
—Iré a ver, si no me llevas iré yo mismo —dijo Jimin en un tono severo.
Namjoon que estaba haciendo una lista mental sobre los hábitos y actitudes de su nuevo jefe añadiera uno más… la terquedad.
—Si lo llevo hasta ahí conmigo, el señor me matará, ¿entiende? —habló suavemente Namjoon encontrando una manera de persuadirlo.
Jimin frunció los labios, no es que quisiera hacer que lastimaran a alguien por su culpa.
—Está bien, no iré —dijo y cambió de dirección.
Namjoon suspiró de alivio ya que no quería ser el objetivo de la ira de su jefe. Todo el tiempo, Jimin se la pasó caminando por el jardín, viendo a los demás empleados del mafiosos caminando a los alrededores, se sentía tan tranquilo que perdió la noción del tiempo.
Volviéndose para mirar a Namjoon de nuevo, vio que estaba parado hablando con otro hombre, no estaba muy lejos y sonrió levemente antes de caminar apresuradamente entre los arbustos para ir por el camino de la jaula de los felinos.
—Debe de ser por aquí —se dijo mientras seguía caminando.
La cantidad de frondosos árboles plantados creaban una atmósfera similar a un bosque, siguió caminando hasta que vio una enorme jaula de hierro. Jimin pensó que era más grande que su apartamento, adentro habían muchos árboles, se acercó un poco tratando de ver a los tigres.
—No veo ningún tigre ¿dónde se esconden? —murmuró mientras se inclinaba y se estremecía.
—¡Señor Jimin! ¡Señor…! —llamó una voz haciendo que Jimin se voltee a mirar el camino por el que entró.
De pronto un crujido se escuchó, Jimin grito, y enseguida un poderoso rugido resonó por toda la zona, al tiempo que la figura delgada de Jimin era empujada con fuerza lejos de la jaula, tan rápido que su rostro golpeó con el fuerte pecho de la persona que lo jaló.
Las enormes garras del tigre blanco no alcanzaron a tocar la espalda de Jimin ya que el ancho de la jaula no era lo suficientemente grande como para que sus patas escaparan, pero aún así había estado en peligro. Jimin no había visto al enorme animal, no se había percatado de que tan cerca de él había estado.
—¡Clemo, Nata montada! ¡Abajo!
El grito hizo que el rugido de los grandes tigres se detuviera y luego se tumbaran en el suelo, lo que le causó una gran impresión a Jimin antes de mirar a la persona que lo abraza.
Tragó saliva a regañadientes, y por un momento pensó que hubiera sido mejor que uno de los grandes tigres lo mutilara, al ver los ojos furiosos de quien lo había salvado.
—¡¿Qué diablos estás haciendo Jimin?! —sonó la voz de Jungkook de nuevo, causando que los subordinados que habían llegado corriendo detrás de él lo mirarán con preocupación.
—Yo...Yo… —Jimin trataba de hablar pero estaba en shock por la sorpresa.
Jungkook se giró a mirar a sus subordinados con los ojos inyectados en sangre.
—¡Vayan a reunirse a la sala de juntas ahora mismo! —les ordenó gritando antes de tirar del brazo de Jimin para que lo siguiera.
Ahora sí se nos enojo Jungkook...
Apoyo visual:
Los lindos gatitos que tiene de mascotas.
Los nombres de los tigres los dejaré como Yoenim los nombró originalmente. Que son Clemo (macho) y Nata Montada (Hembra) que también se traduce como crema batida pero me gusta más como se escucha como Nata Montada.
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