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○°「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 19 」°○

[Narrador/a POV]

La luz del amanecer se colaba por las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Red despertó lentamente, sintiendo un molesto dolor en sus caderas y su parte baja. De inmediato dejó escapar un quejido bajo mientras se sentaba con dificultad, cerrando los ojos e intentando procesar lo que sentía. Miró a su alrededor y vio a Second a su lado, profundamente dormido. Su cabello estaba completamente desordenado, con mechones enredados que evidenciaban la intensidad de la noche anterior. Red recordó cómo se había aferrado a su cabello en ciertos momentos, y un sonrojo ardiente se apoderó de su rostro.

Suspirando, decidió levantarse de la cama, pero en cuanto lo intentó, un agudo dolor recorrió sus caderas. Se llevó una mano al costado y se esforzó por ponerse de pie, pero apenas logró dar un paso antes de que sus piernas cedieran, y terminó en el suelo con un golpe seco.

—¡Ah! —gritó, llevándose las manos a las caderas por el dolor. Su voz resonó por la habitación y, casi al instante, Second se despertó.

Second se frotó los ojos con pereza, mirando en dirección al ruido. Al asomarse, vio a Red en el suelo, envuelto en la sábana como si intentara cubrirse desesperadamente. No pudo evitar que una pequeña sonrisa divertida apareciera en su rostro.

—¿Estás bien? —preguntó Second, intentando no reírse mientras apoyaba el codo en la cama para mirarlo mejor.

Red levantó la mirada, con el ceño fruncido y las mejillas ardiendo de vergüenza.

—¿Tú crees? —respondió en un tono mordaz, negando con la cabeza. Se envolvió aún más con la sábana, como si esta pudiera protegerlo de la situación.

Second trató de mantener la calma, pero el esfuerzo por no soltar una carcajada era evidente. Red se levantó con dificultad, tambaleándose hasta el armario para buscar una bata. Su andar era torpe, y cada paso le arrancaba un pequeño gemido de dolor. Finalmente, se colocó la bata sobre la sábana y ajustó el cinturón con brusquedad, todo mientras lanzaba miradas acusatorias hacia Second.

Second, por su parte, se acomodó en la cama, cubriéndose con la cobija hasta la cintura y mirándolo con una sonrisa cómplice.

—Te ves adorable así —comentó, inclinando la cabeza mientras lo observaba ponerse de mala gana la bata.

Red lo fulminó con la mirada, pero no pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa mínima. Aunque estaba avergonzado, el comentario de Second logró relajar un poco la tensión. Finalmente, se dejó caer en una silla cercana, apoyando la cabeza en sus manos mientras intentaba recuperar la compostura.

—La próxima vez, avísame que me va a doler todo al día siguiente —murmuró Red, lanzándole una mirada cansada.

Second soltó una pequeña risa y se levantó de la cama, todavía cubierto con la cobija. Se acercó a Red con pasos lentos y se inclinó hacia él, acariciándole el cabello con ternura.

—Lo siento. Prometo ser más cuidadoso la próxima vez. Aunque... debo decir que fue una noche increíble —respondió con una sonrisa juguetona, dejando un beso en la frente de Red antes de regresar a la cama.

Red lo miró con una mezcla de vergüenza y cariño. Aunque su cuerpo se quejaba, no podía negar que había valido la pena.

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Red permaneció en la silla, todavía tratando de calmarse, pero su mente no dejaba de repasar los momentos de la noche anterior. Cada caricia, cada mirada, cada palabra susurrada... Había sido algo especial, y aunque el dolor físico lo traía de regreso a la realidad, no podía evitar sentirse feliz. Miró a Second, quien ahora estaba sentado en el borde de la cama, ajustándose la cobija mientras lo observaba con una sonrisa cálida.

—¿En qué piensas? —preguntó Second, inclinando un poco la cabeza mientras entrelazaba sus manos frente a él.

Red suspiró, dejando caer sus hombros, y respondió con una leve sonrisa:
—En que esto fue... diferente. Pero de una manera buena. Solo que no puedo evitar pensar si fue demasiado rápido.

Second se levantó de la cama, manteniendo la cobija alrededor de su cintura, y se acercó lentamente a Red. Se arrodilló frente a él, quedando a la misma altura, y colocó sus manos suavemente sobre las rodillas de Red.

—Si fue rápido o no, eso depende de nosotros. Lo único que importa es que me siento bien contigo, Red. Y quiero que tú también te sientas así.

Red lo miró fijamente, perdiéndose en sus ojos llenos de sinceridad. Sentía que su corazón latía más rápido, y aunque aún estaba un poco inseguro, las palabras de Second lo tranquilizaron.

—Me siento bien, solo que... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Supongo que aún estoy acostumbrándome a todo esto. A nosotros.

Second asintió con una sonrisa comprensiva y se levantó, ofreciéndole la mano.

—Entonces vamos a acostumbrarnos juntos. Pero primero, ¿qué tal si desayunamos algo? Dudo que estés en condiciones de cocinar, así que esta vez me toca a mí.

Red rió suavemente, tomando su mano para levantarse, aunque lo hizo con dificultad y un leve quejido. Second lo sostuvo con cuidado, asegurándose de que no se tambaleara, y lo guió hacia la cama para que pudiera sentarse cómodamente mientras él se vestía.

—¿Qué te parece algo sencillo? ¿Unas tostadas con café? —preguntó Second mientras buscaba su ropa en el armario.

Red, recostado en la cama, asintió con una sonrisa cansada.

—Suena perfecto. Solo no hagas un desastre en la cocina, por favor.

Second soltó una carcajada y le guiñó un ojo antes de salir de la habitación. Mientras tanto, Red se acomodó mejor en la cama, mirando el techo con una sonrisa tranquila. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía en paz, como si finalmente estuviera donde debía estar.

No pasó mucho tiempo antes de que el aroma del café comenzara a llenar la casa, acompañado por el sonido de los utensilios y los movimientos de Second en la cocina. Red cerró los ojos, disfrutando de la calma del momento, y supo que, sin importar los retos que vinieran, estarían bien mientras estuvieran juntos.

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Second regresó a la habitación con una bandeja en las manos. Sobre ella había dos tazas de café humeante, unas tostadas perfectamente doradas con mermelada y queso, y un pequeño bol con fruta cortada.

—Sé que no es un banquete, pero creo que esto nos ayudará a empezar el día —dijo Second mientras colocaba la bandeja en la mesita al lado de la cama.

Red sonrió al ver el esfuerzo de Second. A pesar del dolor que aún sentía, algo en el gesto de Second lo hacía sentir ligero, como si todo lo demás no importara.

—Te superaste. Pensé que solo sabías preparar cereal —bromeó Red, aunque su tono era suave y cariñoso.

Second se sentó a su lado, apoyándose contra el respaldo de la cama, y tomó una de las tazas.

—Cereal es mi especialidad, pero a veces tengo que impresionar —respondió con una sonrisa encantadora antes de darle un sorbo al café.

Red tomó su propia taza, disfrutando del calor que se extendía por sus manos, y miró a Second de reojo. Había algo diferente en él esa mañana. Tal vez era la forma en que su cabello seguía ligeramente desordenado o la calma en su expresión, pero Red sintió un nudo en el pecho, uno que mezclaba emoción y nerviosismo.

—Second... —murmuró, dejando su taza a un lado—. Sobre anoche...

Second lo miró, dejando también su taza en la bandeja. Su mirada era tranquila, pero atenta, como si estuviera esperando cualquier cosa que Red quisiera decir.

—¿Te arrepientes? —preguntó Second en voz baja, su tono lleno de cuidado.

Red negó rápidamente con la cabeza.

—No, no es eso. Es solo que... nunca pensé que me sentiría así con alguien. Como si todo estuviera bien cuando estás cerca. Es algo nuevo para mí, y creo que todavía estoy procesándolo.

Second extendió su mano y tomó la de Red, entrelazando sus dedos con los de él.

—Para mí también es nuevo. Pero, Red, no tienes que procesarlo solo. Lo estamos construyendo juntos, paso a paso.

Red lo miró por un momento antes de inclinarse hacia él, apoyando su frente contra la de Second.

—Gracias por entenderme.

Second sonrió suavemente y levantó una mano para acariciar la mejilla de Red.

—Siempre.

Los dos se quedaron así por un momento, disfrutando de la cercanía y el silencio cómodo entre ellos. Finalmente, Second habló, rompiendo la calma con una leve risa.

—Aunque... no sé si podré moverme hoy. No puedo dejarte solo con ese dolor en la cadera.

Red se sonrojó violentamente y le dio un ligero golpe en el brazo.

—¡Cállate, Second!

Second estalló en risas, inclinándose hacia atrás, pero luego se acercó de nuevo para besar la mejilla de Red.

—Es broma. Pero en serio, si necesitas descansar, me encargo de todo hoy.

Red no pudo evitar sonreír mientras negaba con la cabeza.

—No sé qué hice para merecerte...

—Tal vez fuiste lo suficientemente valiente como para dejarme entrar en tu vida —respondió Second con una sonrisa cálida antes de volver a tomar su café.

Los dos continuaron disfrutando de su desayuno, compartiendo pequeñas bromas y conversaciones suaves, dejando que el día fluyera con la misma calma que sentían estando juntos.

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[Continuará...♡]

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