Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

○°「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 11 」°○

[Narrador/a POV]

El sonido de sus pasos sobre el suelo cubierto de hojas se volvió más suave a medida que salían del denso bosque. Second fue el primero en notarlo: un brillo de luz dorada atravesaba las ramas, como si el sol les señalara el camino hacia algo especial.

—Mira eso —dijo Second con una voz baja y asombrada.

Red levantó la mirada y se detuvo junto a él. Frente a ellos se extendía un campo de flores silvestres de colores vivos: lilas, amarillas, blancas y rosadas. El verde del césped era tan intenso que parecía una alfombra suave y viva. El viento soplaba con calma, haciendo que las flores se balancearan como si bailaran al ritmo de una melodía inaudible.

—Wow... —murmuró Red, incapaz de esconder su asombro.

Second sonrió al escuchar aquella reacción genuina. Lo miró de reojo, viendo cómo los ojos de Red brillaban ligeramente mientras contemplaba el paisaje.

—Es hermoso, ¿no? —comentó Second, dando unos pasos hacia adelante y extendiendo los brazos como si quisiera abrazar el lugar entero—. Es como un pedazo de paraíso.

Red no respondió de inmediato. Se quedó mirando el horizonte verde, donde algunas mariposas danzaban entre las flores.

—No esperaba algo así —dijo finalmente, con voz tranquila.

Second se giró hacia él, sonriendo con calidez.

—A veces uno encuentra las cosas más hermosas cuando no las está buscando.

Red lo miró de reojo, como si estuviera a punto de decir algo sarcástico, pero luego simplemente negó con la cabeza y suspiró.

—Siempre hablas como un poeta, ¿te has dado cuenta?

—¿Y eso es algo malo? —preguntó Second con una sonrisa juguetona.

—No... solo extraño —admitió Red, escondiendo las manos en los bolsillos de su pantalón mientras seguía avanzando con cuidado entre las flores—. Nadie suele decir cosas así.

Second lo siguió, adaptando su paso al de Red para no dejarlo atrás.

—Supongo que me inspiro con el paisaje —respondió con una voz suave.

Red no contestó, pero Second notó cómo el semblante del otro parecía más relajado. Mientras caminaban por el campo, Red se detuvo un momento, mirando las flores bajo sus pies.

—Nunca había estado en un lugar así —murmuró, casi para sí mismo.

Second lo escuchó y, acercándose, señaló con entusiasmo una pequeña ladera cubierta de flores azules.

—Ven, siéntate conmigo allá. Es el mejor lugar para descansar un poco.

—¿Por qué siempre tienes tanta energía? —gruñó Red, aunque sin molestia real en su tono.

—Porque la vida es demasiado bonita para no aprovecharla —respondió Second con una sonrisa traviesa, tomando a Red de la muñeca y guiándolo suavemente hacia la ladera.

Red se dejó llevar sin mucha resistencia, y ambos se sentaron sobre la hierba suave. El viento acariciaba sus rostros, y el sol parecía iluminar el lugar justo para ellos.

Por un rato, ninguno de los dos habló. Simplemente miraron el campo, disfrutando del silencio cómodo entre ellos. Second se recostó sobre sus brazos, inclinando la cabeza hacia el cielo azul.

—Oye, Red —dijo de repente—. ¿Alguna vez imaginaste un lugar como este?

Red lo miró de reojo y luego negó con la cabeza.

—No... pero no está tan mal.

Second rio suavemente.

—“No está tan mal”. Eso suena casi como un cumplido.

Red bufó, intentando ocultar una sonrisa.

—No te emociones.

Second lo observó con calma, sintiendo que ese momento, por simple que fuera, era especial. Había algo en la forma en que Red se relajaba, como si bajara las paredes que siempre tenía levantadas.

—Sabes... —comenzó Second en voz baja—. Me gusta ver este lado tuyo. Más tranquilo.

Red se tensó ligeramente, pero no se giró hacia él.

—No empieces con tus cosas raras.

Second solo sonrió, recostándose por completo sobre el césped.

—Está bien, no digo nada más... por ahora.

El viento siguió soplando, llevando con él el aroma de las flores, mientras el sol comenzaba a ocultarse lentamente en el horizonte. Era un momento que ninguno de los dos olvidaría fácilmente.

---

Second se dejó caer suavemente sobre la hierba, pero en lugar de recostarse del todo en el suelo, movió su cuerpo hasta acomodar la cabeza en las piernas de Red. El gesto fue tan inesperado que Red se tensó al instante, abriendo los ojos con incredulidad.

—¿Qué demonios estás haciendo? —bufó Red, mirando a Second con una mezcla de sorpresa y molestia.

Second cerró los ojos lentamente, como si no hubiera escuchado nada.

—Estoy cómodo —respondió en voz baja, casi arrastrando las palabras, con una tranquilidad desconcertante.

—¡No soy una almohada, idiota! —protestó Red, mirando alrededor como si esperara que alguien más estuviera viendo la escena.

Second no se inmutó. Una sonrisa leve apareció en sus labios, pero parecía estar perdiendo la batalla contra el sueño.

—Entonces no te muevas... —murmuró con un tono cansado, como si cada palabra le costara.

Red lo observó durante unos segundos, aún tenso, sin saber cómo reaccionar. Pero al notar que Second no tenía ninguna intención de levantarse —y que, de hecho, parecía a punto de quedarse dormido—, su enojo se desinfló poco a poco.

—De verdad no tienes remedio —suspiró, más resignado que molesto.

El silencio volvió a apoderarse del campo de flores. Red permaneció quieto, mirando el horizonte por un rato, intentando ignorar el peso de Second en sus piernas. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en la expresión relajada y tranquila de Second, algo en él cambió. Era raro ver a alguien tan en paz, como si no tuviera ni una sola preocupación en ese momento.

Con un resoplido bajo, casi inaudible, Red levantó una mano con algo de torpeza y comenzó a acariciar el cabello de Second. Sus dedos se movían lentamente, en un gesto suave y cuidadoso, como si no quisiera despertarlo.

—Esto es una locura —murmuró para sí mismo, frunciendo el ceño, aunque la dureza en su voz había desaparecido.

Second soltó un suspiro tranquilo, acomodándose un poco más, pero sin abrir los ojos. Red lo miró de nuevo, esta vez sin quejas ni regaños. La luz del atardecer iluminaba el rostro de Second, dándole un aire más sereno y... quizás, pensó Red, algo agradable.

—Solo porque estás dormido... —añadió Red en voz baja, como si quisiera justificarse a sí mismo mientras seguía acariciándole el cabello—. Si estuvieras despierto, te mandaría al diablo.

Second no respondió, pero una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios, como si, de alguna manera, hubiera escuchado. Red lo miró de reojo, y su rostro se suavizó por completo, permitiéndose un pequeño momento de calma.

El viento siguió soplando, las flores seguían danzando, y en ese rincón tranquilo del campo, los muros de Red se hicieron un poco más bajos.

---

Red parpadeó lentamente mientras su mirada se perdía en el horizonte. Los dedos seguían acariciando el cabello de Second de forma casi inconsciente, pero su mente ya no estaba allí. Algo en la tranquilidad del momento lo había arrastrado hacia otro tiempo, un recuerdo que, aunque borroso, seguía latiendo en algún rincón de su pecho.

El sonido de unas risas lejanas comenzó a llenar su cabeza.

—¡No puedes alcanzarme, Red! ¡Eres lento!

La voz de Second resonaba con fuerza, cargada de burla y diversión.

Red, más joven, más libre, corría detrás de él con una sonrisa enorme en el rostro, el aire golpeando su cara mientras sus pies apenas tocaban el suelo. El mundo a su alrededor era un borrón de colores verdes y dorados, pero a Red no le importaba. Solo había un objetivo: alcanzar a Second.

—¡No me dejes atrás, tonto! —gritó Red entre risas, el corazón bombeando de pura felicidad—. ¡Voy a atraparte!

Second, unos pasos adelante, se giró ligeramente con una sonrisa burlona, sus ojos brillando con esa chispa que siempre llevaba consigo.

—¡Ni lo sueñes, Red! —respondió, acelerando el paso.

Red no se rindió. Sus piernas se movían más rápido, sus pulmones ardían, pero la risa seguía fluyendo, llena de energía y vida. Era como si en ese instante nada importara más que ese juego sin sentido.

Sin embargo, poco a poco, la distancia entre ellos empezó a crecer. Al principio, Red no le dio importancia. Estaba seguro de que Second solo lo estaba provocando, como siempre lo hacía.

Pero luego... esa sonrisa en Second se volvió más difusa, su silueta más lejana.

Red comenzó a sentirse más pesado.

—¡Second! —gritó, aún con una risita nerviosa, aunque había algo extraño en su voz—. ¡Espera, no tan rápido!

Second no respondió esta vez. Simplemente siguió adelante, corriendo sin voltear atrás. Como si... como si no lo escuchara.

Como si lo estuviera dejando a propósito.

La sonrisa de Red comenzó a desvanecerse mientras se detenía poco a poco, el aire escapando de sus pulmones en jadeos cortados. Su corazón seguía latiendo, pero ya no era de emoción; era de algo más pesado, algo que no entendía.

Second siguió corriendo, su figura cada vez más lejana hasta que se perdió entre el verde y la luz del sol.

Red se quedó allí, solo en medio del campo. Sus manos temblaban ligeramente mientras observaba el lugar donde había visto desaparecer a su amigo.

—¿Por qué...? —murmuró en voz baja, el eco de la pregunta perdiéndose en el viento.

El sonido del recuerdo comenzó a desvanecerse lentamente, trayendo de vuelta el presente.

Red parpadeó de nuevo, la visión del campo de flores reemplazando el paisaje borroso de su memoria. Sus dedos se detuvieron por un momento sobre el cabello de Second, y una leve tensión se apoderó de sus hombros.

Miró hacia abajo, viendo la expresión tranquila de Second mientras dormía en su regazo. Esa misma persona que una vez lo dejó atrás... o al menos eso creía él.

Su garganta se apretó ligeramente, pero no dijo nada.

—Idiota... —murmuró Red en voz baja, casi como un susurro dirigido tanto a Second como a sí mismo.

Acarició una última vez el cabello de Second y miró hacia el cielo, ocultando ese viejo dolor bajo un suspiro profundo que se perdió entre el viento.

---

La calma de la noche había empezado a envolver el campo de flores. El cielo estrellado colgaba sobre ellos como un manto silencioso, y el aire fresco era apenas perturbado por las voces distantes de los demás.

Purple fue el primero en llegar, seguido de Green, Yellow, Orange y Blue. Todos cargaban sus cosas, pero las expresiones en sus rostros revelaban un toque de preocupación. La ausencia de Second y Red durante tanto tiempo había comenzado a inquietarlos.

—Ahí están... —murmuró Green al ver las siluetas de Second y Red todavía en el suelo, rodeados por las flores.

—Se ven bien, ¿no? —comentó Yellow con un suspiro de alivio—. Pero pudieron avisar...

—Qué irresponsables —añadió Purple, cruzándose de brazos con su habitual tono serio—. Al menos están bien.

Sin embargo, Red notó de reojo la llegada de los demás. Sus ojos se fijaron en ellos por un momento, y con un gesto sutil, comenzó a levantarse. Lo hizo con cuidado, procurando no despertar a Second, quien seguía dormido sobre las flores, ajeno a todo.

—¿Red? —susurró Blue, al verlo ponerse de pie.

Red no respondió. Simplemente se estiró un poco y, con las manos en los bolsillos, comenzó a alejarse en silencio. Necesitaba estar solo. La presión en su pecho aún no se había ido del todo, y el recuerdo de antes seguía revoloteando en su mente.

Second, aún dormido, no sintió cómo Red lo dejó.

—Déjalo —dijo Orange con un tono tranquilo al notar la mirada de los demás—. A veces necesita su espacio.

Nadie discutió, y poco después, se dedicaron a armar las tiendas en ese campo que habían encontrado. El ruido de las telas al ser colocadas y el susurro de las conversaciones llenaban el aire.

Minutos después, Second comenzó a removerse entre las flores.

Un murmullo lejano, las voces familiares de sus amigos, lo hicieron abrir los ojos lentamente. La oscuridad a su alrededor le resultó desorientadora por un momento, pero luego el recuerdo de dónde estaba volvió a su mente.

Se incorporó ligeramente, frotándose los ojos.

—¿Qué…? —murmuró con voz ronca, mirando a su alrededor.

Las tiendas ya estaban en su lugar, y varios de sus amigos estaban sentados alrededor de una pequeña fogata que Green y Blue habían improvisado. Sin embargo, no vio a Red por ningún lado.

—¿Dónde está Red? —preguntó, notando que el lugar donde había estado seguía vacío.

Blue, que estaba acomodando su saco de dormir cerca, levantó la vista y sonrió levemente, intentando tranquilizarlo.

—No te preocupes, Second —respondió con voz suave—. Red se fue a caminar. Está en la colina que está cerca de aquí, no tardará en volver.

Second dejó escapar un suspiro, aliviado, pero no del todo. Por alguna razón, el hecho de que Red se hubiera ido sin decir nada le provocó un pequeño malestar.

Se puso de pie y sacudió las flores que aún quedaban en su ropa. Alzó la mirada hacia la colina que mencionó Blue, viendo apenas su silueta entre las sombras.

—¿Debería ir a buscarlo? —preguntó en voz baja, más para sí mismo que para los demás.

—Dale espacio —intervino Purple desde la fogata, su tono firme—. Si se fue solo, es porque lo necesita.

Second asintió lentamente, aunque en el fondo seguía preocupado. Miró una vez más hacia la colina y después hacia sus amigos, que parecían más relajados ahora que estaban todos juntos.

Decidió sentarse cerca del fuego, aunque su mirada continuó desviándose hacia la colina, donde imaginaba que Red estaba.

—Espero que esté bien... —murmuró en voz baja, mientras el crepitar de las llamas lo envolvía lentamente.

---

Second no pudo evitarlo. Había intentado quedarse sentado junto al fuego, con los demás, pero su mente seguía regresando a Red y a aquella colina. Los minutos parecían hacerse eternos, y con cada segundo, el impulso de ir a buscarlo se hacía más fuerte.

Finalmente, se puso de pie con decisión.

—Voy a buscarlo —anunció, ignorando la mirada desaprobatoria de Purple.

—Second, déjalo... —intentó advertir Green, pero Second ya se alejaba entre las sombras del campo, decidido.

El aire de la noche era fresco y tranquilo, y el suave crujir del pasto bajo sus pies era lo único que rompía el silencio. Mientras avanzaba hacia la colina, la luz de la luna comenzaba a iluminar el camino, guiándolo.

Cuando llegó a la cima, se detuvo en seco.

Ahí estaba Red.

Second sintió que el aire abandonaba sus pulmones.

Red estaba sentado en la cima de la colina, con las piernas dobladas y los brazos apoyados sobre sus rodillas. La luz de la luna caía directamente sobre él, bañándolo en un brillo suave y plateado. El viento nocturno jugaba con su cabello desordenado, haciendo que algunos mechones revolotearan suavemente alrededor de su rostro.

Parecía tan tranquilo, tan... hermoso.

Second se quedó inmóvil por un momento, sin poder apartar la mirada. Sintió un calor inesperado subirle a las mejillas, y su corazón comenzó a latir con fuerza.

—¿Por qué... me pasa esto? —murmuró para sí mismo, llevándose una mano al pecho.

Red aún no lo había visto, demasiado absorto en la noche estrellada que se extendía frente a él. La serenidad en su expresión era algo que Second no solía ver, y por un momento, casi se sintió culpable de interrumpirlo.

Sin embargo, no pudo evitar dar un paso más, el sonido de sus zapatos sobre la hierba rompiendo el silencio.

Red giró la cabeza lentamente, encontrándolo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz suave, aunque su mirada mantenía un deje de cansancio.

Second tragó saliva, sintiendo cómo su corazón aún latía fuerte. Se acercó un poco más y, forzando una sonrisa, respondió:

—Te estaba buscando. No regresabas y... me preocupé.

Red soltó un suspiro y volvió a mirar hacia el horizonte, sin decir nada más.

Second se quedó de pie unos segundos, observándolo. Finalmente, se animó a sentarse a su lado, dejando una distancia respetuosa entre ambos. El silencio volvió a envolverlos, pero no era incómodo; era como si la noche misma los estuviera protegiendo.

Second no pudo evitar mirarlo de nuevo, la luz de la luna acentuando los rasgos de Red de una forma tan delicada que apenas parecía real. Su mirada se suavizó, y una sonrisa casi imperceptible apareció en sus labios.

—La luna te queda bien... —susurró sin pensar.

Red lo miró de reojo, arqueando una ceja.

—¿Qué dijiste?

—Nada —se apresuró a decir Second, desviando la mirada con el rostro enrojecido—. Olvídalo.

Red bufó, aunque no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en la comisura de sus labios.

El viento sopló suavemente, y por primera vez en mucho tiempo, todo parecía en calma. Second cerró los ojos un momento, disfrutando del sonido del viento y de la presencia tranquila de Red a su lado.

—Gracias por no dejarme solo... —murmuró Red de repente, apenas audible.

Second lo miró, sorprendido, pero no dijo nada. Solo asintió con una sonrisa, sintiendo cómo aquel simple momento se quedaba grabado en su memoria.

---

Second no pudo evitar seguir observándolo, aunque trataba de disimularlo. La luz de la luna seguía bañando a Red, y el viento parecía jugar con su cabello como si lo hiciera a propósito para hacerlo aún más encantador. Second sintió un vuelco en el pecho; era un sentimiento cálido, suave y casi incómodo.

—¿Qué miras tanto? —preguntó Red sin voltear a verlo, aunque su tono no sonaba molesto.

Second apartó la mirada rápidamente, como si lo hubieran atrapado robando algo.

—Nada... —murmuró, rascándose la nuca—. Solo... pensaba en lo tranquilo que se siente todo aquí.

Red dejó escapar una pequeña risa, un sonido corto pero genuino, y Second sintió que su corazón se aceleraba aún más.

—No pareces del tipo que aprecia las cosas tranquilas —dijo Red con una leve sonrisa mientras sus ojos seguían clavados en el horizonte—. Siempre estás haciendo ruido.

—Oye, eso no es justo —replicó Second, fingiendo estar ofendido—. Yo también sé disfrutar de momentos como este...

Se hizo una breve pausa antes de que Second, con un poco de valentía, añadiera:

—Sobre todo cuando los comparto contigo.

Red lo miró de reojo otra vez, esta vez con una ceja ligeramente levantada. La expresión en su rostro era difícil de descifrar, pero Second pudo ver cómo el brillo de sus ojos reflejaba una mezcla de sorpresa y algo más, algo que no supo identificar.

—Eres raro... —murmuró Red, apartando la mirada rápidamente, pero sus orejas enrojecidas lo delataron.

Second no pudo evitar sonreír con ternura al verlo así.

—Lo sé —respondió con suavidad, y después de un instante, añadió en un tono más bajo—: Pero siempre lo he sido, ¿no?

Red no dijo nada, pero sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba. El silencio volvió a instalarse entre ellos, aunque esta vez era diferente. El aire se sentía denso, cargado de algo que ninguno de los dos se atrevía a nombrar, pero que flotaba entre ellos con claridad.

Second, sin pensarlo demasiado, se dejó caer hacia atrás, acostándose en el pasto con las manos detrás de la cabeza.

—La vista es aún mejor desde aquí —comentó con un tono despreocupado.

Red lo miró con algo de incredulidad.

—¿Qué estás haciendo?

—Probando algo —respondió Second, con una sonrisa juguetona—. Ven, inténtalo. La noche se ve increíble desde aquí.

Red resopló, pero después de unos segundos, suspiró y se dejó caer de lado, quedando apoyado sobre un codo. No estaba dispuesto a acostarse del todo, pero al menos no se alejó.

Second, con una sonrisa suave, volteó la cabeza para mirarlo desde donde estaba. La luz de la luna seguía iluminando el rostro de Red, dándole un aire casi irreal.

—¿Sabes? A veces me pregunto... ¿qué estarías haciendo ahora si no estuviera aquí para molestarte? —dijo Second en voz baja.

—Dormir, probablemente —respondió Red sin dudar, aunque el tono de su voz no tenía rastro de enojo.

Second rió suavemente, pero después su voz adoptó un tono más suave, más sincero.

—A mí me alegra estar aquí contigo.

Red se quedó en silencio. Por un momento, Second pensó que tal vez había dicho algo que no debía, pero antes de que pudiera disculparse, escuchó un murmullo apenas audible.

—A veces... yo también lo pienso.

Second giró hacia él rápidamente, sorprendido.

—¿Qué dijiste?

—Nada —respondió Red de inmediato, girando la cara hacia otro lado, aunque su rostro se veía levemente sonrojado—. Cállate y mira las estrellas.

Second sonrió con ternura y obedeció, aunque no pudo evitar que su pecho se sintiera más ligero, como si algo hubiera cambiado entre ellos en ese momento.

Ambos permanecieron así, en silencio, dejando que la brisa nocturna y el brillo de la luna los envolviera. Y aunque no dijeron nada más, el corazón de Second latía con fuerza, sintiendo que ese pequeño momento era uno que no quería olvidar nunca.

---

Second se acomodó un poco más en el pasto, con la vista fija en las estrellas y las manos entrelazadas detrás de su cabeza. El silencio que compartía con Red era cómodo, pero sintió la necesidad de llenarlo con algo más.

—¿Sabes? Esto me recuerda a una historia —dijo de repente, rompiendo el silencio con suavidad.

Red, que seguía apoyado sobre un codo, lo miró de reojo con curiosidad.

—¿Otra de tus tonterías? —murmuró con voz baja, aunque no sonaba molesto.

Second sonrió ligeramente, como si se lo esperara.

—No, esta vez es algo interesante... te lo juro. —Giró su rostro hacia Red y añadió con un tono más tranquilo—. ¿Quieres escucharla?

Red suspiró, pero al final terminó acomodándose un poco más cerca, como si se resignara.

—Lo que sea para que no te quedes hablando solo.

Second sonrió triunfante y comenzó.

—Dicen que hace mucho tiempo, en un lugar como este, dos personas solían reunirse cada noche para mirar las estrellas. Nadie más sabía de ellos ni de ese lugar, solo era un secreto entre los dos. Era su manera de escapar del resto del mundo.

Mientras Second narraba, su voz era suave y pausada, casi como un arrullo. Red lo escuchaba en silencio, con los ojos puestos en las estrellas, aunque su cuerpo comenzaba a relajarse más con cada palabra.

—Una noche —continuó Second—, uno de ellos le prometió al otro que, sin importar lo que pasara, siempre lo buscaría si llegaba a perderse. No importaban las distancias ni el tiempo. Dijo que mientras pudieran ver las estrellas, siempre encontrarían el camino de regreso el uno al otro.

Red parpadeó lentamente, y Second notó cómo sus pestañas parecían pesarle cada vez más.

—¿Y luego? —murmuró Red, con un hilo de voz.

Second bajó la mirada, dándose cuenta de que Red ya estaba luchando contra el sueño. La escena le pareció enternecedora. El viento movía suavemente el cabello de Red, y la luz de la luna seguía iluminando su rostro.

—Luego... —susurró Second, su tono aún más suave—, uno de ellos se quedó dormido, y el otro se quedó cuidándolo en silencio.

Red ya no respondió. El ritmo de su respiración se había vuelto lento y regular, claramente sumido en el sueño.

Second sonrió con ternura, girándose un poco para observarlo mejor.

—Lo sabía —murmuró con cariño, apenas un susurro—. Sabía que te dormirías.

Sin querer despertarlo, Second volvió a acomodarse en el pasto. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose disfrutar del silencio y la compañía tranquila de Red. Y aunque no lo dijo en voz alta, sintió que ese momento era aún más especial de lo que cualquier historia podría contar.

---

Pasaron unos minutos más bajo el cielo estrellado. Second disfrutó del silencio, pero finalmente supo que era momento de volver con los demás. Miró a Red, aún profundamente dormido, con una expresión de paz que rara vez veía en él. No quería despertarlo.

—Vamos, gruñón —murmuró en voz baja, como si Red pudiera escucharlo.

Con cuidado, Second se inclinó y pasó un brazo bajo las rodillas de Red y el otro alrededor de su espalda, levantándolo en un movimiento suave. Red no se inmutó, solo murmuró algo ininteligible en sueños y apoyó la cabeza en el pecho de Second. Una sonrisa ligera se dibujó en los labios de Second mientras lo cargaba de regreso.

—Eres más ligero de lo que aparentas, ¿eh? —susurró en tono burlón, aunque no esperaba respuesta.

El campamento no quedaba lejos, y el crujir de la hierba bajo sus pasos fue lo único que rompía el silencio. Al llegar, todos parecían ya dormidos en sus respectivas tiendas, y la fogata apenas brillaba en brasas suaves. Second se acercó a la tienda donde el y Red dormían, abriéndola con cuidado.

—Aquí estamos… —murmuró, inclinándose con delicadeza para dejar a Red en su saco de dormir. Lo acomodó con el mismo cuidado con el que uno trataría algo frágil, asegurándose de que estuviera bien cubierto.

Antes de apartarse, Second se quedó mirándolo unos segundos. La luz tenue que entraba apenas iluminaba su rostro, y por alguna razón, ese momento le pareció demasiado tierno como para ignorarlo. Instintivamente, llevó una mano al cabello de Red, quitando con cuidado un mechón rebelde de su frente.

—Descansa, Red —susurró con una voz tan suave que apenas fue un aliento.

Second se inclinó y, sin pensarlo demasiado, depositó un beso delicado sobre la frente de Red. Su corazón latió un poco más fuerte, pero no le dio importancia. Al incorporarse, sonrió para sí mismo y salió de la tienda con la misma calma, dejando a Red en un sueño tranquilo y protegido.

---

Second salió de la tienda en silencio, cuidando no hacer ruido. El aire fresco de la noche lo recibió, calmando el ligero nerviosismo que aún sentía después de lo que acababa de hacer. Se frotó la nuca con una sonrisa apenas perceptible y caminó hacia donde solía estar la fogata, pensando en sentarse un rato antes de dormir.

Pero al llegar, se detuvo en seco.

Orange estaba allí, sentado junto a las brasas casi apagadas, con su mirada seria fija en el fuego. La luz rojiza iluminaba sus rasgos, dándole un aire aún más maduro y distante. Second parpadeó un par de veces, sorprendido, antes de intentar recuperar la compostura.

—No esperaba encontrarte aquí —dijo Second, rompiendo el silencio y acercándose con las manos en los bolsillos.

Orange apenas levantó la vista, pero eso fue suficiente para que Second sintiera el peso de su mirada.

—Tampoco esperaba verte levantado a estas horas —respondió Orange con voz calmada, pero firme. Le hizo un gesto con la cabeza, invitándolo a sentarse si quería.

Second lo dudó por un instante, pero finalmente se dejó caer sobre uno de los troncos cercanos, frente a las brasas. Miró cómo las llamas titilaban débilmente, consumiendo los últimos restos de leña.

—No podía dormir —murmuró Second, como excusa, mientras pateaba suavemente una piedra con la punta del pie.

Orange asintió en silencio, como si no necesitara más explicación. El silencio entre ambos no era incómodo, pero sí lo bastante denso como para hacer a Second un poco inquieto. Después de unos segundos, Orange habló de nuevo.

—¿Cargaste a Red hasta su tienda? —preguntó sin rodeos, su tono neutral, pero con un matiz de curiosidad.

Second abrió los ojos con sorpresa y lo miró.

—¿Cómo lo sabes? —respondió con un leve tartamudeo.

Orange dejó escapar una risa nasal apenas audible y volvió a fijar la mirada en el fuego.

—No soy tan despistado como crees, Second. Además, te vi cruzar el campamento con él en brazos. Fue difícil no notarlo. —Lo miró de reojo, esta vez con una expresión que podría parecer una pequeña sonrisa.

Second desvió la mirada hacia las brasas, sintiendo el calor subirle a las mejillas.

—No es lo que piensas —se apresuró a decir—. Solo… se quedó dormido y no quise despertarlo.

Orange no dijo nada por un momento, como si estuviera evaluando sus palabras. Al final, asintió lentamente.

—Lo que sea que hayas hecho, se ve que lo cuidas. —Su voz sonó seria, pero con una leve comprensión detrás de sus palabras—. A veces, uno no se da cuenta de lo importante que es algo… hasta que cree perderlo.

Second lo miró, sorprendido por el comentario inesperado. Orange, sin embargo, no pareció dispuesto a explicar más. Simplemente se puso de pie y sacudió el polvo de su ropa.

—No te quedes aquí toda la noche. Mañana será otro día largo —dijo antes de girarse para regresar a su tienda.

Second lo observó irse, sintiéndose un poco más ligero, aunque sin entender del todo lo que acababa de pasar. Miró una vez más las brasas casi apagadas y soltó un suspiro, dejando que la calma de la noche lo envolviera.

—"No es lo que piensas"… —murmuró para sí mismo, recordando las palabras de Orange. Se llevó una mano al pecho, justo donde su corazón latía un poco más rápido de lo normal—. Al menos… creo que no.

Con un último vistazo a las estrellas, Second finalmente se levantó y regresó a su tienda, donde el sueño lo atrapó más rápido de lo que esperaba.

---

El amanecer pintaba el cielo con tonos dorados y rosados, mientras el campamento poco a poco comenzaba a cobrar vida. El olor a fuego y comida recién hecha se expandía por el aire fresco de la mañana, invitando a cualquiera a salir de sus tiendas.

Blue estaba inclinado sobre una pequeña fogata improvisada, cocinando el desayuno con una expresión concentrada. Sus manos trabajaban hábilmente, dándole vuelta a las tiras de tocino mientras el chisporroteo rompía el silencio del entorno. A su lado, Yellow estaba sentado cerca del río, con una caña de pescar improvisada, completamente inmerso en su tarea. De vez en cuando, Blue lo miraba de reojo.

—¿Y bien? ¿Algún avance? —preguntó Blue sin apartar los ojos del sartén.

Yellow suspiró con paciencia, moviendo ligeramente la caña.

—Tranquilo, Blue. La pesca requiere calma, no prisa —respondió, su tono serio pero relajado—. Además, tú encárgate de que no quemes el desayuno.

—¡Oye! —replicó Blue con una ligera sonrisa, fingiendo ofenderse—. Mi comida nunca se quema, solo... tiene "textura crujiente".

Yellow soltó una risa suave, negando con la cabeza. El ambiente entre ellos era cómodo, casi como si formaran un equipo perfectamente sincronizado sin necesidad de decirlo.

No muy lejos de allí, en una de las tiendas de campaña, Second comenzaba a removerse bajo su saco de dormir. Un rayo de luz se filtraba por el borde de la tela, golpeándole la cara con insistencia. Murmuró algo incomprensible y se cubrió la cabeza con el saco, tratando de ignorarlo.

—Cinco minutos más… —farfulló con voz ronca y perezosa.

Sin embargo, el aroma irresistible del desayuno le ganó la batalla. Finalmente, soltó un quejido exagerado y empujó el saco a un lado, sentándose con el cabello despeinado y una expresión de puro agotamiento, como si cargar con el mundo entero fuera su responsabilidad.

—¿Por qué siempre se levantan tan temprano? —murmuró para sí mismo mientras salía de la tienda, arrastrando los pies sobre el césped húmedo.

Al llegar a donde estaban Blue y Yellow, Second frotó sus ojos somnolientos y bostezó, estirándose con pereza.

—Buen día… o algo así —dijo, con la voz aún ronca y una sonrisa torpe.

Blue lo miró de reojo y negó con la cabeza.

—Ya era hora, dormilón. Pensé que tendríamos que hacerte desayuno para la cena —bromeó, entregándole un plato con comida.

Second sonrió con flojera, recibiendo el plato. Se dejó caer sobre un tronco cercano, agradeciendo el calor del tocino y los huevos.

—Gracias, Blue. Eres un genio en la cocina… y lo digo en serio —dijo entre bocados, haciendo que Blue hinchara el pecho con un orgullo exagerado.

—Lo sé, lo sé. Pueden agradecerme después —respondió Blue, girando el sartén como si fuera un chef profesional.

Yellow miró a Second de reojo desde el río.

—Deberías levantarte más temprano, Second. Nos queda un día largo —comentó con su tono serio habitual.

Second apenas le dedicó una mueca.

—Sí, sí, maestro de la disciplina. Me levanté justo a tiempo para el desayuno, ¿eso no cuenta? —bromeó antes de llevarse otro bocado a la boca.

Blue y Yellow intercambiaron una mirada y negaron con la cabeza al unísono, como si estuvieran acostumbrados a la actitud despreocupada de Second. Sin embargo, la calma del campamento y el cálido ambiente entre ellos hacía que todo pareciera más sencillo, como si ese día solo trajera momentos tranquilos.

---

El ruido suave de los pájaros y el olor del desayuno despertaron lentamente a Red. Se removió dentro de su saco de dormir, abriendo los ojos con pereza y soltando un suspiro. Al principio, la luz del sol le molestó, pero terminó por acostumbrarse, estirándose mientras se sentaba con un gruñido bajo.

—¿Por qué siempre se siente como si me hubiera atropellado un camión cada vez que despierto? —murmuró para sí mismo, pasando una mano por su cabello despeinado.

Con pasos pesados y bostezando, Red salió de su tienda. Su mirada pasó por el campamento hasta detenerse en Second, que devoraba su desayuno con evidente satisfacción. Más allá, Blue seguía cocinando, mientras Yellow permanecía cerca del río, completamente concentrado.

—¿Ya están todos levantados y activos? Fantástico… soy el último otra vez —masculló con ironía antes de acercarse a ellos.

—¡Miren quién decidió unirse al mundo de los vivos! —exclamó Second, levantando su plato como si brindara en honor a Red.

Red frunció el ceño, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa burlona.

—Cállate, Second, al menos yo no parezco un mapache con resaca cuando me levanto —soltó mientras tomaba asiento junto a él.

—¡Touché! —respondió Second con una sonrisa amplia.

Blue, sin levantar la mirada del sartén, extendió un plato hacia Red.

—Aquí tienes, dormilón. Aprovecha, antes de que Second se lo coma todo —comentó con su tono siempre práctico.

—¡Oye! —se quejó Second, llevándose una mano al pecho como si Blue lo hubiera ofendido—. Soy un ser humano en crecimiento. Necesito energía.

Red recibió su plato con un ligero bufido, aunque agradecido.

—Gracias, Blue… No sé qué haríamos sin ti —dijo antes de comenzar a comer.

Yellow, desde su posición, echó un vistazo hacia ellos con calma.

—Ahora que Red está despierto, podemos organizarnos. Tenemos un buen tramo por recorrer hoy —anunció con su voz seria y precisa.

Red levantó una ceja y giró la cabeza hacia Second.

—¿Escuchaste eso, Second? Hoy vamos a caminar… mucho. Espero que no termines tirado en el suelo pidiendo que te lleve —soltó con una sonrisa irónica.

Second puso los ojos en blanco, pero mantuvo su expresión juguetona.

—Por favor, Red, soy un atleta en mi mejor forma. Deberías preocuparte más por tu pie —respondió, dándole una mirada rápida a la pierna de Red.

Red dejó el tenedor en el plato con un sonido seco, su expresión algo irritada.

—Mi pie está bien. No necesito que me lo recuerdes cada cinco segundos.

Second alzó las manos en señal de paz, tratando de contener una sonrisa.

—Está bien, está bien… Lo que digas, "Rápido y Furioso".

Blue soltó una leve carcajada desde la fogata, mientras Red lo fulminaba con la mirada.

—Terminen de comer y prepárense —intervino Yellow, ignorando los comentarios—. Será mejor movernos pronto.

Red regresó su atención al plato, comiendo en silencio mientras el ambiente volvía a relajarse. A pesar de los pequeños piques, había algo reconfortante en estar juntos, en ese pequeño rincón del mundo donde todo parecía más tranquilo.

Mientras tanto, Second, entre bocados, echaba miradas furtivas a Red, como si intentara medir su estado de ánimo después del pequeño intercambio. Aunque el pelirrojo seguía algo arisco, Second no pudo evitar sonreír para sí mismo, pensando que ese día podía ser una nueva oportunidad.

---

El sonido de hojas crujiendo anunció la llegada de alguien más al campamento. Green apareció primero, con una pequeña bolsa de tela en las manos, seguida de Purple, que traía otra idéntica. Ambos venían hablando en voz baja y parecían de buen humor.

—¡Miren quiénes volvieron con las provisiones! —anunció Second con una sonrisa, terminando su desayuno.

—No es para tanto —respondió Green con una expresión seria, aunque la leve sonrisa en su rostro lo delataba—. Solo encontramos algunas bayas, no el tesoro perdido.

—Algo es algo —añadió Purple, dejando su bolsa junto a Blue—. Pero… si alguien se envenena, no es mi culpa. Green fue el que insistió en probarlas primero.

—¡Oye! ¡Están bien! —protestó Green, cruzándose de brazos—. Las probé yo mismo y sigo vivo, ¿o no?

Second rió entre dientes mientras Red observaba la escena con una ceja levantada, llevándose el último bocado a la boca.

—Bueno, si sobrevives, te daré las gracias después, Green —murmuró Red con su habitual sarcasmo.

Justo en ese momento, Orange regresó desde la parte más alta del campamento. Traía un par de mochilas al hombro y su semblante seguía siendo tan serio y calmado como siempre.

—Todo está empacado —informó con voz firme—. Será mejor que comamos rápido y nos preparemos para partir. No quiero que nos tome demasiado la tarde.

—¡Tranquilo, Orange! ¿Siempre tienes que sonar tan militar? —bromeó Second mientras se estiraba con pereza, aún sentado—. Estamos bien, ¿no? Nadie va a desaparecer de repente.

—Si no te mueves, tú vas a ser el último otra vez —respondió Orange sin perder la seriedad, lo cual provocó que Blue y Yellow compartieran una sonrisa discreta.

Green y Purple dejaron las bayas sobre una manta improvisada en el suelo para que los demás las tomaran si querían.

—¿Y ustedes qué estuvieron haciendo? —preguntó Second con curiosidad, mirando a Purple.

Purple sonrió de manera ambigua, echando una mirada a Green antes de contestar.

—Cosechar bayas, obvio. ¿Por qué? ¿Nos extrañaste?

—¡Ni un poco! —respondió Second, divertido.

Green rodó los ojos.

—Parece que a ti te gusta perder el tiempo hablando, Second. Nosotros sí trabajamos… no como otros.

Second puso una mano sobre su pecho, fingiendo ofensa.

—¡Ay, cómo me duele lo que dices, Green! —exageró teatralmente—. Pero sí, tienes razón. Me sentaré aquí un rato más solo para molestarte.

Red soltó un suspiro profundo y murmuró por lo bajo:

—Eres imposible…

En medio de las bromas y el ir y venir del grupo, el campamento se llenó de un ambiente tranquilo y familiar. El sonido de las mochilas cerrándose y los pasos que se movían para recoger las últimas cosas indicaba que pronto partirían.

Orange, como siempre, fue el primero en ponerse de pie y verificar que todos estuvieran listos.

—Nos vamos en cinco minutos —dijo con tono autoritario.

Purple suspiró y sacudió la cabeza.

—¿Cinco minutos? ¿No pueden ser diez? Mira a Second, apenas ha terminado de despertarse.

—¡Eh! —protestó Second, pero no pudo evitar reírse.

Mientras tanto, Red ya había terminado de comer y se puso de pie con calma, dando un par de pasos hacia atrás y estirándose. Second lo observó de reojo, atento.

—¿Estás seguro de tu pie? —preguntó Second, intentando sonar despreocupado.

—Ya te dije que estoy bien —respondió Red con firmeza—. No empieces otra vez.

Second alzó las manos en señal de paz.

—Solo digo… si necesitas ayuda, puedes pedírmela.

Red no respondió, pero algo en su mirada se suavizó por un segundo antes de apartar la vista.

Poco a poco, todos terminaron de prepararse para partir, con mochilas al hombro y energía renovada. El nuevo día prometía mucho, aunque nadie sabía exactamente qué les esperaba más adelante.

---

El grupo avanzó sin prisa, disfrutando del fresco aire del bosque y el canto de los pájaros. Al llegar a un pequeño río, el sonido del agua corriendo rápidamente les dio una sensación de calma. Todos se acercaron para llenar sus cantimploras y beber un poco de la fresca agua.

Red caminaba de forma algo renuente, su pie aún le dolía, aunque no quería pedir ayuda. Cada vez que intentaba caminar más rápido, se quejaba en silencio. Pero, como siempre, mantenía su orgullo intacto. Second lo observó por un momento desde donde estaba agachado junto al río, pero no dijo nada. Sabía cómo era Red, y no lo presionó.

—¡Hey, chicos! —exclamó Second mientras se levantaba y se alejaba un poco—. Voy a buscar una flor que vi cerca, no tardo.

Red lo miró de reojo, agradeciendo que al menos no estuviera tan encima de él. Mientras tanto, Purple y Green charlaban, Yellow pescaba cerca y Blue estaba concentrado en llenar las mochilas con agua. Orange, siempre atento, revisaba que todo estuviera en orden.

Second caminó un poco más hacia el borde del río, donde había visto una flor que parecía especial. Pero, al volverse para regresar, algo le llamó la atención. Una figura apareció entre los árboles, un stickfigure de color rosa antiguo, caminando lentamente como si no quisiera llamar la atención. Parecía tímida, como si no estuviera acostumbrada a estar rodeada de tantos.

Second, curioso, decidió acercarse y la saludó con una sonrisa.

—¡Hola! ¿Estás bien? —preguntó con amabilidad.

La chica lo miró con algo de sorpresa y titubeó un momento, antes de asentir ligeramente. Su voz, cuando habló, fue suave y algo vacilante.

—Hola… sí, estoy bien… —respondió con una pequeña sonrisa—. Soy Rosie.

—Rosie, qué lindo nombre —dijo Second, con su tono cálido y tranquilo. No pudo evitar sentirse aliviado de que no pareciera estar molesta o asustada por su presencia—. ¿Te gustaría unirte a nosotros? Estamos acampando cerca. El río aquí es genial, y no hemos visto a mucha gente por los alrededores.

Rosie lo miró por un momento más, como si estuviera evaluando la situación, pero al final pareció relajarse y asintió.

—Sí, claro, me gustaría.

Second sonrió de nuevo y la condujo de vuelta al campamento, donde el grupo ya había comenzado a acomodarse para el descanso. Los demás la miraron con curiosidad, pero también con la calidez que siempre los caracterizaba.

—Chicos, esta es Rosie. Encontré que andaba por aquí cerca, y pensé que podríamos invitarla a unirse —comentó Second, con una ligera sonrisa.

Todos la saludaron con una sonrisa, aunque Red, que seguía sentado cerca del río, no prestó mucha atención al principio. Su pie seguía doliendo, pero no quería mostrarlo.

Rosie se acercó un poco más tímidamente y se presentó a cada uno, respondiendo con una voz suave, pero amable. Aunque la situación era algo inesperada, parecía que la chica de rosa antiguo se iba a adaptar rápidamente.

—Es un placer conoceros a todos —dijo con una sonrisa, aunque aún algo reservada.

Second, al ver que la chica se integraba, le dio una última mirada a Red, que estaba quieto, con la mirada fija en el suelo. Sin embargo, no insistió ni forzó la situación. Sabía que Red necesitaba su espacio y, aunque no lo dijera, estaba acostumbrado a ese comportamiento. Decidió concentrarse en Rosie, disfrutando de su compañía y la tranquilidad que transmitía.

A pesar de que la llegada de Rosie había sido inesperada, algo en el aire parecía haber cambiado. El grupo ahora tenía una nueva cara entre ellos, una que probablemente necesitaría tiempo para sentirse completamente parte de la dinámica, pero que seguramente traería algo nuevo y especial al viaje.

---

Cuando el grupo se preparaba para continuar su camino, Second, que había estado recogiendo la flor para Red, se acercó a él con una sonrisa suave. La flor en su mano parecía delicada, un pequeño gesto de amabilidad.

—Red, ¿quieres que te ayude a caminar? —preguntó Second con una voz suave, sin querer presionar.

Red, que había estado callado y algo distante, lo miró rápidamente antes de responder con firmeza.

—No necesito que me ayudes, puedo hacerlo solo. No necesito que me cuiden —respondió, casi de forma defensiva, manteniendo su postura orgullosa.

Second sintió una punzada en el pecho, como si esas palabras lo hubieran herido un poco. En lugar de insistir, asintió con una sonrisa forzada, intentando disimular la decepción.

—Está bien… —murmuró, y, al ver que Red ya no quería más interacción, se dio la vuelta. Con un suspiro, se acercó a Rosie, que estaba un poco más lejos, y le ofreció la flor, intentando animarla con un gesto amistoso.

—Aquí tienes, pensé que te gustaría. Es una flor especial —dijo Second con una sonrisa.

Rosie, sorprendida por el gesto, aceptó la flor con una pequeña risa.

—Gracias, Second. Es hermosa… —respondió tímidamente, agradecida.

Red, al ver la interacción, sintió un nudo en el estómago. No podía entender qué era lo que sentía al ver a Second alejarse con Rosie. No estaba enojado, ni molesto, pero había algo que lo inquietaba. Esa flor, que de alguna manera había sido para él, ahora estaba en manos de otra persona. Sentía algo, pero no sabía qué era.

Mientras tanto, Second comenzó a caminar junto a Rosie, haciéndole preguntas sobre su vida y de dónde venía, intentando hacerla sentir más cómoda en su nueva compañía.

—¿De dónde vienes, Rosie? ¿Estás viajando sola? —preguntó Second con curiosidad.

Rosie sonrió un poco, respondiendo en voz baja.

—Sí, viajaba sola. No esperaba encontrar a tanta gente por aquí… pero me alegra haberlo hecho. Todos parecen muy amables.

Second asintió con una sonrisa cálida, contento de escuchar la respuesta de la chica. Pero en su mente, las palabras de Red seguían dando vueltas, ese "no necesito que me cuiden" resonando en su cabeza.

Por otro lado, Red caminaba lentamente hacia el grupo, apoyándose ligeramente en su pie, aún sintiendo algo de dolor. Finalmente, con algo de frustración, se dio cuenta de que no podía seguir más sin ayuda. Sus ojos recorrieron el grupo, y fue Blue quien lo notó primero.

—Red, ¿te duele el pie? —preguntó Blue, con su tono tranquilo y preocupado.

Red, algo avergonzado por haberlo ignorado todo este tiempo, finalmente cedió. No tenía otra opción.

—Sí… me duele un poco —admitió con un suspiro—. Pero no quiero que Second… ya sabes.

Blue sonrió levemente, entendiendo lo que Red quería decir.

—No te preocupes, Red. Yo te ayudaré —dijo Blue, ofreciéndole su hombro de apoyo.

Red no protestó esta vez, sabiendo que ya no podía seguir más sin ayuda. De mala gana, aceptó la oferta de Blue, aunque no estaba del todo feliz con la idea. Sin embargo, agradecía que Blue no estuviera haciendo demasiados comentarios al respecto.

Mientras tanto, Second y Rosie avanzaban unos pasos más adelante, ajenos a la situación. Aunque Second sentía un poco de dolor al ver que Red había rechazado su ayuda, también sabía que no podía forzar nada. Simplemente, tendía a hacer todo con su propio ritmo. Sin embargo, la flor que le había dado a Rosie le daba algo de consuelo. Pensó que, al menos, podía hacerla sonreír por un momento, y eso era algo que siempre había querido.

Al final, todo el grupo caminaba hacia adelante, algunos más relajados que otros, pero todos sabiendo que el viaje aún tenía mucho por ofrecerles.

---

Red caminaba lentamente, el dolor de su pie ya era más leve, pero algo en su pecho lo pesaba más que la incomodidad de su cuerpo. Miró hacia adelante, donde Second se alejaba con Rosie. A medida que caminaban, las risas de Rosie y Second se escuchaban más fuertes. Sus voces eran ligeras, relajadas, como si no tuvieran nada de qué preocuparse.

Red frunció el ceño y desvió la mirada. No podía evitar sentirse… raro. Algo en su estómago se retorcía. ¿Por qué le molestaba tanto verlos juntos? No era como si le importara, ¿verdad? Solo era una chica nueva en el grupo, y Second estaba siendo amable, como siempre.

Pero aún así, esa sensación persistía. Red se detuvo, apretó la mandíbula y observó cómo Second, sin mirar atrás, seguía adelante con Rosie. La sonrisa de Second era cálida, pero a Red le pareció que había algo más en su mirada. Como si se estuviera distanciando más de él, no solo físicamente, sino de alguna manera que no sabía explicar.

La conversación entre Second y Rosie se volvió más borrosa a medida que avanzaban, pero Red sentía el vacío entre ellos. El aire se sentía más frío, y su mente empezaba a llenar el espacio con pensamientos que no quería admitir. No quería pensar que Second lo había dejado atrás, ni que estaba caminando por un camino que parecía cada vez más diferente al de él.

—No necesito que me cuiden… —murmuró Red, repitiendo las palabras que le había dicho a Second poco antes. ¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué no le pidió ayuda? ¿Por qué estaba actuando tan distante, incluso consigo mismo?

Finalmente, sin poder soportarlo más, Red desvió la mirada y continuó caminando, intentando mantener la compostura, pero algo en su interior se sentía roto. Quería volver a la versión de ellos dos en la que todo era sencillo, en la que no había esos momentos incómodos, esos silencios cargados de algo no dicho.

Cuando vio que Second y Rosie se detuvieron unos metros más adelante, se dio cuenta de que no podía seguir adelante como si nada hubiera pasado. Algo había cambiado entre ellos, y no sabía cómo arreglarlo.

Respiró hondo y miró al frente. No sabía si debía esperar a que Second viniera a él o si debía ir a buscarlo. Pero, por primera vez en mucho tiempo, se sintió pequeño frente a lo que estaba ocurriendo entre ellos.

A lo lejos, Second giró la cabeza y lo vio. Red no sabía si lo había notado, pero el contacto visual duró solo un segundo. A pesar de la distancia, Red pudo ver la leve expresión de sorpresa en el rostro de Second. Pero Second no se detuvo. Siguió caminando, como si todo estuviera bien, como si todo lo que había entre ellos estuviera olvidado.

Y, por alguna razón, eso hizo que el nudo en el estómago de Red se apretara aún más.

---

La caminata se detuvo cuando Blue decidió hacer una pausa para un bocadillo. Red se sentó sobre una roca, cansado, pero aún con la mente ocupada por lo que había sucedido con Second y Rosie. El aire estaba fresco, y los demás se acomodaron alrededor, sacando algunos alimentos y descansando por un momento.

Mientras tanto, Rosie, que había estado quieta unos metros atrás, caminó hacia donde Red estaba sentado. Aunque su rostro mostraba una ligera incomodidad por no haberse presentado adecuadamente antes, decidió acercarse. No estaba segura de cómo había quedado la primera impresión con Red, pero sentía que debía intentarlo.

—¿Hola, Red? —preguntó con una voz suave, acercándose lentamente a él—. ¿Te importa si me siento aquí?

Red levantó la mirada por un instante, algo molesto por la interrupción, pero no dijo nada. Asintió con la cabeza, indicándole que podía quedarse. Rosie se acomodó junto a él, aunque había algo en el aire que hacía la conversación algo forzada.

—Supongo que no nos hemos hablado mucho —dijo ella, intentando romper el hielo—. Soy Rosie… ya sabes, la chica nueva.

Red no respondió de inmediato, solo se quedó mirando al frente, como si estuviera más interesado en el paisaje que en la conversación. Finalmente, resopló y murmuró.

—Sí… ya lo sé.

Rosie sonrió tímidamente, sin saber muy bien cómo continuar. Miró la flor que aún tenía en las manos, la que Second le había dado un poco antes, y comenzó a olérsela mientras hablaba.

—Esta flor… es hermosa, ¿verdad? —comentó, absorta en el aroma—. Me la dio Second. La recogió en el bosque y me la entregó. Es una flor muy especial.

Red miró de reojo a Rosie, observando cómo la chica analizaba la flor en sus manos, su cara iluminada por una suave sonrisa. Algo en su expresión le pareció extrañamente… tranquila. Pero al mismo tiempo, había algo en su tono que lo incomodaba un poco.

—Es solo una flor —respondió Red, de manera un tanto seca, intentando mantener su tono indiferente.

Rosie no pareció ofendida. En lugar de eso, pareció entenderlo, pero continuó hablando mientras se acomodaba mejor en la roca.

—Supongo que es fácil decir eso… pero cuando alguien como Second te da algo, incluso algo tan pequeño, parece que tiene un significado especial. Es como si todo lo que hace estuviera impregnado de una especie de... dulzura.

Red no dijo nada, pero su expresión se endureció. El nombre de Second flotaba en el aire como una sombra que se alargaba entre ellos. Rosie, al notar la distancia que comenzaba a formarse, cambió de tema rápidamente.

—No quise hacerte sentir incómodo —dijo, bajando la mirada hacia la flor una vez más—. Solo que... a veces pienso que los pequeños gestos de las personas son los que más cuentan.

Red resopló y, por fin, volvió a mirarla directamente.

—No me molestes con esos detalles. Estoy bien.

Rosie lo observó en silencio, un poco sorprendida por la franqueza de Red, pero no dijo nada más. De alguna manera, la conversación se fue desinflando, y el ambiente entre ellos se volvió tenso. Sin embargo, Rosie intentó mantener la calma, oliendo nuevamente la flor mientras Red se quedaba en su sitio, incómodo.

El sol comenzaba a ponerse, y el resto del grupo se reunía alrededor, listos para seguir adelante. La charla entre ellos había sido breve, pero suficiente para que Red se sintiera aún más distante. Mientras la luz del día comenzaba a desvanecerse, la imagen de Second con Rosie, alejándose más de él, persistía en su mente.

---

Second caminó hacia donde Red y Rosie estaban sentados, con una sonrisa alegre en el rostro. Su energía era contagiante, y parecía completamente ajeno al ambiente tenso que había quedado entre ellos. Cuando llegó, saludó a ambos con entusiasmo.

—¡Hola, chicos! —dijo Second, su voz llena de alegría. Se acercó a Rosie con una sonrisa genuina y sin perder tiempo, le puso la flor en el cabello con cuidado, como si fuera un acto natural.

Rosie sonrió ampliamente, encantada por el gesto de Second, y no dudó en saludarlo con cariño.

—¡Hola, Second! —respondió, tocándose la flor en su cabello, sonriendo como si ya se conocieran desde hace años. Parecía completamente cómoda con él, como si el tiempo y la distancia no significaran nada para su amistad.

Red, por otro lado, observó la escena en silencio, pero en su interior, una sensación incómoda comenzó a formarse. El gesto de Second hacia Rosie, tan cercano y casual, lo hizo sentir extraño. Sintió una especie de presión en su pecho, algo que no podía identificar bien, pero que lo molestaba.

—¿Sabes qué? —dijo Second, mirando a Rosie—. Te queda genial esa flor. La recogí con mucho cariño, espero que te guste.

Rosie se rió suavemente, tocando la flor en su cabello, claramente feliz con el gesto.

—¡Me encanta! Gracias, Second. Es realmente hermoso —respondió, sonriendo con calidez.

Mientras tanto, Red seguía callado, su expresión cerrada. No podía evitar sentirse incómodo al ver a Second tan natural con Rosie, riendo y hablando como si fueran viejos amigos. La cercanía entre ellos, la forma en que Second le dio la flor a Rosie, lo hizo sentirse como un espectador en su propia historia. Algo dentro de él se revolvía, pero no sabía cómo ponerle nombre a ese sentimiento.

Rosie, notando la tensión en el aire, se giró hacia Red, como si quisiera romper el silencio.

—¿Te parece bien si seguimos caminando? —preguntó con suavidad, intentando deshacer la incomodidad que había entre ellos.

Pero Red solo asintió con una expresión casi impenetrable, sin decir nada más. Aunque intentaba mantenerse calmado, su incomodidad seguía creciendo. Observó a Second y Rosie con una mezcla de confusión y celos, sin entender del todo lo que sentía.

Cuando Second notó que la atmósfera estaba un poco densa, decidió cambiar el tema para aliviar el momento.

—¿Entonces seguimos, chicos? —preguntó con una sonrisa amplia, como si todo estuviera perfectamente bien.

Pero Red no podía dejar de pensar en cómo Rosie había recibido tan fácilmente el gesto de Second, cómo ellos dos parecían estar compartiendo algo que él no podía comprender.

---

Decidieron continuar su caminata, alejándose un poco del grupo. Rosie caminaba a un lado de Second, hablando con entusiasmo sobre sus experiencias en el bosque, su vida y cómo había llegado hasta allí. Second la escuchaba con atención, asintiendo y mostrando una sonrisa genuina cada vez que ella mencionaba algo interesante. Su atención plena estaba en Rosie, como si nada más existiera en ese momento.

—¡Y luego vi unas flores tan hermosas cerca del río! —dijo Rosie, con los ojos brillando mientras recordaba el momento—. ¡No pude resistir la tentación de recoger algunas para llevarlas conmigo! Como la flor que me diste, Second. Es tan bonita, ¿verdad?

Second asintió, disfrutando de la conversación, sin mostrar señales de que nada lo molestara.

—Sí, me alegra que te guste —respondió con una sonrisa cálida—. Pensé que la flor podría quedarte bien.

Rosie sonrió y, en un momento de entusiasmo, miró a Second fijamente.

—¿Sabes? —dijo, su voz más suave y amigable—, eres muy amable. Me gusta cómo eres. Me alegra haberte conocido.

Second se sintió un poco avergonzado por el cumplido, pero también le dio una sensación cálida. No estaba acostumbrado a recibir tantos halagos, pero se sintió bien, como si todo lo que estaba haciendo tuviera sentido.

—Gracias, Rosie —respondió, ruborizándose ligeramente. Sin embargo, su rostro se suavizó y comenzó a sentir una conexión más cercana con ella, algo que antes no había percibido completamente.

Mientras tanto, un poco más atrás, Red caminaba con la cabeza agachada, intentando no prestar atención a la conversación de Second y Rosie. Sin embargo, no podía evitar mirar de vez en cuando hacia ellos, especialmente cuando escuchaba la risa de Rosie. Había algo en ese sonido que le resultaba extraño, una mezcla de incomodidad y celos que no sabía cómo manejar.

Red se paró un momento y, con una mueca, se giró hacia el grupo. No podía dejar de pensar en cómo se sentía fuera de lugar en esa situación, como si Second estuviera demasiado cerca de Rosie, como si todo se estuviera desmoronando lentamente.

Sin embargo, trató de concentrarse en la caminata, ignorando ese nudo en el estómago que no podía entender. Al final, vio cómo Second y Rosie se detenían un poco más adelante, aún conversando con una vibra relajada y cálida. Red suspiró, pero decidió seguir caminando, intentando encontrar algo que lo distrajera, aunque el malestar seguía presente.

A medida que avanzaban, Red se preguntaba si lo que sentía tenía sentido. Si esta nueva amistad entre Second y Rosie era solo una distracción o si algo más estaba pasando, algo que él no podía controlar.

---

Red se alejó un poco del grupo, buscando un rincón tranquilo donde pudiera relajarse. Encontró un tronco caído cerca del río y se sentó, sintiendo el peso de sus pensamientos. No estaba seguro de qué hacer con lo que sentía, pero la incomodidad seguía creciendo en su pecho. La imagen de Second riendo con Rosie no se despegaba de su mente.

Mientras se sumergía en sus pensamientos, escuchó unos pasos acercándose. Al levantar la vista, vio a Purple caminando hacia él, su rostro mostrando una expresión de preocupación.

—¿Estás bien, Red? —preguntó Purple, deteniéndose frente a él.

Red suspiró, dejando que sus pensamientos se desvanecieran por un momento, y miró a Purple, sintiendo una mezcla de alivio y frustración.

—No lo sé —respondió, encogiéndose de hombros—. Solo... no me siento bien, ¿sabes?

Purple se sentó junto a él en el tronco, mirando al frente, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Después de unos segundos, se volteó hacia Red con una mirada directa, pero comprensiva.

—Sabes que Second solo está tratando de ayudarte, ¿verdad? —dijo Purple con tono serio, pero suave—. Si no hubieras sido tan cerrado con él, tal vez las cosas no estarían como están ahora.

Red frunció el ceño, mirando a Purple con cierta incredulidad. No esperaba ese tipo de palabras de su mejor amigo, pero algo en su tono lo hizo sentir que realmente le importaba lo que estaba pasando.

—No sé de qué hablas —murmuró Red, mirando al suelo, su tono bajo—. Yo... no quiero que nadie me cuide. Siempre he sido así. ¿Por qué tendría que cambiar?

Purple suspiró, pasando una mano por su cabello mientras pensaba en sus palabras. Finalmente, habló con más suavidad, pero su mensaje seguía siendo claro.

—Lo sé, Red, pero tienes que entender que Second no está tratando de hacerte sentir débil. Solo quiere estar ahí para ti. Pero tú... tú nunca lo dejas. Y ahora lo ves con Rosie, y claro que te molesta, ¿no? —Purple miró a Red con una mezcla de compasión y sinceridad—. Ella es bonita y se le pega como chicle, ¿verdad?

Red no pudo evitar tensarse al escuchar el comentario sobre Rosie. Su pecho se apretó, y aunque intentó no demostrarlo, algo dentro de él se rompió un poco.

—No es eso... —respondió, su voz ligeramente temblorosa—. Es solo que... No sé cómo manejarlo. Se está alejando. Parece que ya no me necesita. Y ahora está con ella, y... No sé, me siento tonto.

Purple lo miró en silencio por un momento, comprendiendo lo que su amigo trataba de decir, aunque no lo expresara con palabras claras. A veces, las emociones no se podían poner en frases simples.

—Mira, Red —dijo Purple finalmente, con una leve sonrisa—. No tienes que ser el más fuerte todo el tiempo. Second te quiere, pero también necesita que tú le dejes ser quien es. Si realmente te importa, solo tienes que ser honesto con él, incluso si te cuesta. Y sobre Rosie... no tienes que competir con ella. Si Second está con ella, será porque quiere. Tú eres importante para él también.

Red se quedó en silencio, pensando en las palabras de Purple. Algo en su interior parecía calmarse un poco, aunque el nudo en su pecho aún persistía. De alguna manera, sentía que su mejor amigo tenía razón, pero aún le costaba creerlo por completo.

—Gracias, Purple —respondió con un suspiro—. Creo que necesito pensarlo más.

Purple asintió y luego le dio un pequeño golpe en el hombro, con una sonrisa más relajada.

—No te preocupes, amigo. Todo se resolverá, solo no lo hagas más difícil de lo que es. —Se levantó y le dio una mirada juguetona—. Ahora, ¿quieres volver antes de que Second te mate por no haberlo dejado ayudarte?

Red sonrió débilmente, levantándose del tronco. Aunque las cosas seguían confusas, sentía que, al menos, había dado un paso para entender lo que estaba pasando dentro de él.

—Vamos —dijo, mirando a Purple—. Tal vez tienes razón. Vamos a ver qué pasa.

Juntos caminaron de vuelta al grupo, con Red un poco más tranquilo, aunque con una sensación de incertidumbre sobre lo que vendría después.

---

Mientras Red caminaba hacia donde estaba Second, sus pensamientos eran una mezcla de frustración y confusión. No entendía del todo lo que sentía, pero al ver la escena frente a él, algo se rompió dentro de él.

Rosie, con una sonrisa tímida y cálida, había tomado la mano de Second, y aunque no era nada fuera de lo común, el gesto parecía resonar de manera diferente para Red. El viento agitaba levemente su cabello mientras él los observaba, y sin querer, se detuvo en su lugar.

Second, al notar la mirada de Red, frunció el ceño y dejó de caminar un momento, mirándolo fijamente. Sus ojos se encontraron, pero en lugar de acercarse, Red sintió como si un muro invisible se levantara entre ellos. Second, dándose cuenta de la expresión seria de Red, se apartó rápidamente de Rosie, como si no quisiera causar problemas. Sin decir nada, comenzó a caminar tras Red.

Pero Red no quería que Second lo siguiera. En su mente, un torrente de emociones corría sin control. Sintió una presión en el pecho que no podía describir, y aunque no quería mostrar debilidad, no podía dejar de sentirse herido. Sus pasos se volvieron más rápidos, alejándose aún más de Second, como si cada paso lo separara de todo lo que alguna vez había sentido.

Second, por otro lado, intentó seguirlo, pero algo en su interior le decía que tal vez estaba cometiendo un error. Quería acercarse a Red, preguntarle si estaba bien, pero no sabía cómo hacerlo sin empeorar las cosas. Cuando lo alcanzó, lo hizo con paso firme, pero no de una manera que pareciera presionante. Sin embargo, al intentar hablar con él, las palabras de Second no fueron suficientes.

—Red, espera —dijo, tomando su brazo suavemente.

Red se detuvo en seco, pero no giró su rostro para mirarlo. Simplemente permaneció quieto, respirando con dificultad, como si estuviera luchando con algo mucho más grande que él mismo.

—No sigas —dijo Red, su voz baja pero firme—. No lo hagas, Second.

Second sintió un nudo en el estómago. Quería hacer lo correcto, quería que Red supiera que estaba allí para él, pero las palabras le fallaban.

—Red... —susurró, tratando de acercarse un poco más.

Pero en ese momento, Red se giró, sus ojos estaban llenos de una mezcla de tristeza y enojo, y su tono se volvió más frío.

—¿Qué quieres de mí, Second? ¿Qué esperas? —preguntó, su voz tensa. —Estás con ella ahora, ¿verdad? ¿Por qué sigues detrás de mí, entonces?

Second quedó en silencio. Un dolor punzante se apoderó de él al escuchar esas palabras. ¿Cómo podía explicarle a Red lo que realmente sentía? Sabía que lo que había hecho había sido un error, pero no esperaba que las cosas se complicaran de esta manera.

Rosie, al ver la tensión entre los dos, se acercó, tratando de aliviar la situación. Pero Red, ya bastante molesto y confundido, levantó una mano en señal de que no quería hablar más.

—No sé qué estamos haciendo, Second. —Red dijo con voz quebrada, pero firme, antes de dar media vuelta y caminar solo hacia el río.

Second lo miró irse, incapaz de detenerlo, pero sabiendo que tal vez lo único que podía hacer era darle espacio para calmarse. Sin embargo, al ver a Rosie a su lado, no pudo evitar preguntarse si realmente había tomado la decisión correcta al seguir su impulso.

—¿Qué hice mal? —murmuró Second, más para sí mismo que para ella.

Rosie lo miró con simpatía y le dio una leve palmada en el hombro, comprendiendo que la situación era más complicada de lo que parecía.

—A veces, solo es cuestión de tiempo, Second. —dijo, con un tono suave—. Y de saber cuándo dejar que las cosas fluyan, sin presionar demasiado.

Second asintió, aún perdido en sus pensamientos, mientras veía cómo Red se alejaba.

---

[Continuará...♡]



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro