Después de una larga corrida,llegamos a casa...mi antigua casa se podría decir.
Joe apenas puso la llave en la cerradura salió disparado hacia el baño y se encerró para tomar sus pastillas.

Aproveché mis nuevos "super poderes" (por decirlo de alguna manera) para ver que pasaba en la habitación cubierta de mármol blanco y los muebles sumamente detallados y lustrados.
Me arrepentí un poco, me encontré con un Joe en posición fetal en uno de los brillantes rincones. A su lado yacía el frasco de píldoras que usaba para dormir desde el accidente y todo esto comenzó.

Esas pastillas blancas lo ayudaron a conciliar el sueño, me enteré cuando en una de sus visitas pude escuchar como caían de su bolsillo. Recuerdo que en ese momento podía escuchar las cosas que pasaban a mi alrededor, pero nunca pensé que me convertiría en un fantasma sin explicación alguna.

—Ben, fui un idiota al dejarte ir —sollozó el pelirrojo abrazando sus piernas y derramando lágrimas por sus mejillas carmesí—

Sentí algo de pena por el, pero se me pasó al instante al recordar el sabor amargo cuando me enteré de que le engañó con Gwilym.

—Deberías haberlo pensando antes de engañarme con ese bobo — dije cruzandome de brazos, sin esperar respuesta alguna—

Sus sollozos pararon abruptamente, arqueé una ceja ante el repentino silencio que inundó la habitación. Levantó su cabeza y miró hacia todos lados.

— ¿B-Ben? ¿eres tu? — preguntó algo extrañado, ya pensaba que estaba loco—

Mierda, ahora puede escucharme. Esto si que es una arma de doble filo.