❄️29❄️
La mañana comenzaba a desvanecerse lentamente, con el sol filtrándose por las rendijas de la ventana. Su turno en la cafetería estaba por comenzar, sin embargo NamJoon aún permanecía aferrado a su brazo como si su vida dependiera de ello…
Todo había comenzado desde el día en que tuvieron su primer encuentro. NamJoon se había vuelto sumamente protector y amoroso, aún más de lo que ya era. Hasta el punto en que cada día después de almorzar, al momento de tener que irse, NamJoon lo retenía lo más que podía para evitar que se fuera.
SeokJin, en cambio parecía tranquilo, como si la rutina de ir a trabajar no significara mucho más que otra obligación diaria. Sin embargo sabía que para NamJoon no era así. Ya que cada vez que cruzaba la puerta para ir a su empleo, él sentía cómo su mundo se desmoronaba, aunque solo fuera por unos instantes.
—Nammie, tengo que irme… —la voz de SeokJin era firme, pero también buscaba ser delicado para evitar herirlo. Miró a NamJoon con suavidad, acariciando su cabello con los dedos en un intento de consolarlo sin necesidad de palabras.
—¿No puedes quedarte por hoy? —La voz de NamJoon temblaba ligeramente. Su mirada reflejaba una mezcla de súplica y angustia. Su mano, permanecía apretada con fuerza alrededor del brazo de SeokJin (sin llegar a lastimarlo), en un último intento por no dejarlo partir. A cada segundo la angustia crecía más, pero no lograba encontrar la manera de explicarle lo que sentía.
SeokJin observó los ojos de NamJoon, y por un momento, el peso de la situación lo hizo vacilar. Nunca lo había visto tan vulnerable, tan temeroso. Era algo nuevo, una sensación que no sabía cómo manejar, porque siempre había sido él quien cuidaba de su novio. Y, sin embargo, ahora parecía que el papel se invertía, que NamJoon necesitaba ser quien lo cuidara, o al menos que no lo dejara ir…
—No puedo, Nammie. Si no voy a trabajar, no tendremos comida por el resto del mes —respondió SeokJin, sabiendo que sus palabras no calmarían la tormenta en el corazón de su novio. Pero tenía que ser práctico, porque esa era la realidad. No era solo un capricho; el trabajo de SeokJin era esencial para que pudieran mantener su vida.
—Prefiero estar contigo a comer… —dijo NamJoon, sus palabras fluyendo sin control. La desesperación se reflejaba en su voz.
Fue ahí que NamJoon se dio cuenta con tristeza de que a veces su corazón se sobreponía a la razón, sin embargo el pensamiento de perder a SeokJin, aunque fuera temporalmente, era una carga tan grande que no podía soportar.
Por otro lado SeokJin no sabía qué hacer. Miró a NamJoon, su rostro suave y tierno, pero lleno de una ansiedad palpable. Nunca había visto a su novio tan aferrado, tan vulnerable. La expresión de su rostro no era solo de deseo, sino de un temor profundo. Había algo en sus ojos que SeokJin no lograba comprender, algo que lo inquietaba más de lo que debería.
—Nammie, ¿por qué no me quieres dejar ir a trabajar? Normalmente, solo me despides con un beso y ya… —preguntó. Estaba preocupado, pero no podía hacer nada para cambiar la situación. Tenía que irse, pero el miedo en los ojos de NamJoon no lo dejaba tranquilo.
NamJoon tragó saliva, intentando encontrar las palabras adecuadas, pero lo único que salía de su boca era un nudo de inseguridad. ¿Cómo podría explicarle lo que sentía sin parecer ridículo? No era solo que lo quisiera cerca, no era solo un simple deseo egoísta. Era el miedo a que ese amor, que había crecido entre ellos con el paso del tiempo, pudiera desvanecerse, como si fuera una burbuja que explota al menor contacto. El miedo a que SeokJin dejara de amarlo. Ese era el verdadero miedo que lo consumía.
—Es solo que… —murmuró, mirando al suelo. Su voz se apagó al instante, como si no tuviera el valor de expresar lo que realmente pasaba en su corazón. No quería sonar tonto, pero la opresión en su pecho era cada vez más fuerte.
SeokJin lo miró fijamente, tratando de leer en su rostro la causa de su angustia. Lo conocía bien, conocía cada detalle de su ser, pero ahora, algo había cambiado. No era solo el miedo que sentía NamJoon por la separación. Había algo más profundo, algo que se escondía en su mirada. Y eso le preocupaba aún más.
—No quiero que me dejes, al menos no por hoy… —dijo NamJoon, con la voz ahogada, mientras sentía cómo la presión en su pecho lo ahogaba. Las palabras le dolían, pero ya no podía callarlas. No podía evitarlo. A veces, el miedo era tan grande que no podía dejar de temer lo peor.
SeokJin suspiró profundamente, y en un acto de ternura, lo abrazó. Rodeó su cuerpo con los brazos, con la esperanza de que eso pudiera tranquilizarlo, aunque él mismo estaba preocupado. ¿Cómo podía calmarlo si no entendía completamente lo que le sucedía? Pero algo en su corazón le decía que debía ser paciente, que debía estar allí para él.
—Tranquilo, Nammie… Todo estará bien —le susurró, con voz suave y reconfortante. Lo abrazó con fuerza, como si intentara transmitirle a través de su abrazo todo el amor y la seguridad que sentía por él.
NamJoon cerró los ojos, dejándose envolver por ese abrazo, por ese refugio cálido y seguro que solo SeokJin le podía ofrecer. Si tan solo pudiera detener el tiempo, si pudiera quedarse allí, abrazado a él, olvidando todo lo demás… Pero sabía que no podía. La vida debía seguir su curso, y aunque le doliera, SeokJin tenía que irse.
—¿Lo prometes? —preguntó, levantando la cabeza para mirarlo, con los ojos llenos de una mezcla de esperanza y miedo.
—Lo prometo… —respondió SeokJin con una sonrisa suave, dándole un beso tierno en la frente. Luego, con un gesto lleno de cariño, acercó sus labios a los de NamJoon. El beso fue breve, pero cargado de promesas silenciosas. Fue un pacto y un compromiso entre los dos.
NamJoon, incapaz de resistir la atracción, lo besó con pasión. En ese instante, todo lo que sentía, toda la desesperación se transformó en un deseo de retenerlo, de no dejarlo ir. Sus manos se deslizaban por su cuerpo, buscando aferrarse más a él, como si su vida dependiera de ese contacto.
—Nammie, cariño… —susurró SeokJin entre besos, cuando la intensidad comenzó a crecer. Sin embargo, con un esfuerzo se apartó de él. Sabía que, si no lo hacía, podrían olvidarse del mundo y ceder a la tentación. No podía dejarse llevar por el deseo en ese momento, aunque su cuerpo y su corazón pedían lo contrario—. Nos vemos en la noche…
Con una última mirada llena de amor, SeokJin salió del departamento, dejando atrás a un NamJoon que sentía cómo la tristeza lo invadía, pero también una ligera calma por la promesa de su novio.
NamJoon, después de la despedida, intentó distraerse. El silencio de la casa lo rodeaba, pero algo no estaba bien. Un ruido extraño lo hizo levantar la vista. Parecía que SeokJin había regresado. Pero cuando fue a ver, la oscuridad lo envolvió. Un golpe en la cabeza lo dejó sin fuerzas. Cayó al suelo desorientado, y antes de que pudiera reaccionar, la oscuridad lo engulló.
Horas después, cuando SeokJin regresó agotado del trabajo, sintió que algo no estaba bien. La puerta estaba abierta. Todo estaba en silencio. Al principio, pensó que era solo su mente cansada, pero al caminar por la casa, se dio cuenta de que NamJoon no estaba.
—Nammie… —llamó, su voz llena de preocupación. Miró cada habitación, cada rincón, pero no encontró a su novio.
Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Dónde estaba?
Fue entonces cuando vio el portátil sobre la mesa. Algo no estaba bien. Abrió la tapa, y lo primero que vio fue la portada de un vídeo.
—¿Da Hyung?—frunció su ceño al verla en la portada del vídeo.
—¡Hola SeokJinnie! Espero que estés muy bien. Ha pasado un año desde que te envié el cavernícola a tu departamento, ¿Lo recuerdas? Sobre eso, quería darte las gracias por cuidarlo por mí. Aunque al parecer abriste la caja cuando claramente no debías de hacerlo.—su voz se endureció en cuanto dijo eso—. En fin, las cosas en los laboratorios Moonlight al fin se han calmado y han dejado de buscar al cavernícola raptado. Todo de acuerdo al plan. Ahora le pertenece solamente a las empresas Stay Gold. Así que gracias por cuidarlo por nosotros. Y no te preocupes, estará en muy buenas manos…—dijo por último. Con un tono de voz para nada favorable…
En ese momento, un sudor frío recorrió su frente. Las palabras en el video revelaban los verdaderos planes de la empresa. Ahora entendía todo…
Con el corazón latiendo a mil por hora, sacó su teléfono y marcó el número de Chanyeol y Kai. Gritándoles lo poco que era capaz de pronunciar.
¡Se lo habían llevado!
Su voz temblaba, llena de pánico. Necesitaba encontrar a NamJoon.
—¡NamJoon! —gritó, desesperado. La tensión en su pecho era insoportable. Sabía que algo estaba mal, algo que él no había visto venir. Y ahora, no solo tenía que enfrentarse a la verdad que había evitado, sino también a la posibilidad de perderlo para siempre.
Con el miedo apoderándose de él, SeokJin salió del departamento. Tenía que encontrar a NamJoon. Tenía que hacerlo antes de que fuera demasiado tarde…
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