˗ˏˋ対抗 ▸ ℂ𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟎𝟐.๋⭑
⌦ .。.: 【 ·🔥˚❒ CAPÍTULO DOS : HERMANA MAYOR. ¡!】*ೃ༄
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▬▬ ❝Comienza a preocuparte: yo seré la
que te quitará el puesto de Pilar❞.𓍢ִ✧
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𝐂reyó que la espera para reunirse con el patrón fue larga, pero tener que permanecer allí hasta que el Pilar de la Llama dé señales de vida le ganaba, por mucho, a esta. Pasaron veinticinco minutos desde que le avisaron que sería su compañero. ¿Acaso le habría pasado algo en el camino? No podía imaginarse eso, era un Pilar. No sería sencillo vencer a uno, mucho menos a uno que portase el apellido Rengoku, que eran conocidos por su determinación y gran resistencia.
Apoyó su cabeza sobre la pared, estaba comenzando a cansarse de esperarlo. Aunque, dentro de sí, tampoco deseaba que se apresurara para verse. Aún no sabía cómo tratar con algún Rengoku, ¿serían igual a como se los describió su padre? Tal vez, lo descubriría en poco tiempo.
«Estar con personas demasiado apasionadas alteran tus emociones, te contagian su pasión y eso te impide pensar con claridad. Los Rengoku son todo lo contrario a nuestra doctrina, por eso... ¿Qué más seguía después del sermón, padre?», repitió, en su cabeza, el discurso que le daba su progenitor cada vez que le preguntaba acerca de esa familia. Hubo rumores que afirmaban que ambos apellidos tuvieron cierto tipo de alianza en el pasado, pero se separaron por motivos desconocidos.
Las ansias la carcomían por dentro, su indecisión salía a flote. Jugaba con la vaina de su katana mientras revisaba por los pasillos de la mansión Ubuyashiki. Pasaron otros diez minutos y no lo veía por ningún lado. A pesar de no conocer a fondo a Kyōjurō, algunos cazadores con los que hizo equipo en el pasado le hablaron de su puntualidad. Su preocupación aumentó aún más.
Creyó que lo mejor sería salir a tomar aire fresco. Estar sentada esperando a su compañero no era algo que le gustase mucho. La zona exterior de la mansión era mucho mejor que la interior. Podía entrenar un poco o hablar con los Kakushi que se encontraban por allí; aunque, lo último no era una prioridad para ella. Si se distraía, el tiempo pasaría volando.
Caminó por los alrededores del lugar, tratando de buscar algo con lo que pudiera despejar su mente. Encontró a un par de cazadores por el camino, mas no se atrevió a hablarles. Decidió dirigirse a la Finca Mariposa, pues tenía unos asuntos que aclarar con Shinobu. Miró hacia el cielo, parecía que iba a llover por lo nublado que estaba. Silbó como forma de llamar a su cuervo.
—Fuyuhiro, ¿lo encontraste? —cuestionó Neyuki, impaciente por obtener una respuesta—. No podemos perder más tiempo, el demonio podría escaparse en cualquier momento.
—El señor Rengoku no aparece por ningún lado. Tal vez, halló un demonio por el camino y ese sería el porqué de su retraso —comentó Fuyuhiro, posándose sobre su hombro.
—Bien, lo esperaremos unos minutos más. —Vio la gran puerta del lugar—. ¿Crees que esté la señorita Shinobu?
Entró y comenzó a buscarla con la mirada, tratando de ser lo más disimulada posible. Por más que se empeñase en encontrarla, no la hallaba por ningún rincón. Las tres niñas de la Finca Mariposa notaron presencia, por lo que le avisaron a Aoi que una cazadora entró. La joven enfermera alzó una ceja, extrañada por la actitud de Neyuki.
—¿Necesitas ayuda? Parece que estuvieras perdida —dijo Aoi, examinándola de arriba abajo.
—No.
—Espera... —murmuró para sí misma—, cabello celeste, ceño arrugado, cara de pocos amigos... ¡Shusetsu Neyuki!
—¿Te conozco? —La vio negar con la cabeza—. ¿Entonces, cuál es la razón por la que sabes mi nombre?
—La señorita Shinobu me avisó que vendrías. —La señaló con su dedo—. También me advirtió de tu insistencia. Me encargó que te informara que podrá hablar contigo luego de su misión. Me falta algo más... ¡Ah!, y te manda una advertencia para que no mates a tu compañero en tu próxima misión.
La cazadora parpadeó múltiples veces, incrédula ante lo que le dijo Aoi. ¿Cómo Shinobu sabía que la buscaría? ¿Tan predecible se había vuelto? Sin embargo, y lo más importante, ¿cómo es que sabía lo de su compañero? ¿Será que...?
—Lamento avisarte que la Pilar del Insecto falló en su predicción: no vine a preguntar por ella —mintió—. Quería otra cosa.
—¿Otra cosa?
—Sí. —Señaló un termómetro, que se encontraba sobre una camilla—. Eso, necesitaba eso.
—Ya veo. —Soltó una disimulada risa, no le creía nada—. Ten, ¿nada más? ¿Segura?
Asintió y extendió su mano para que se lo diera. Aoi le entregó el termómetro. Volvió a preguntarle si necesitaba otra cosa; Neyuki afirmó que solo quería ese objeto. Se inclinó levemente para dar la vuelta y salir lo más rápido posible de la Finca Mariposa.
«Conque escapaste... Vaya, debí imaginarlo. Tanto tú como mi hermana cambiaron desde la muerte de la antigua Pilar de la Flor». Estaba inmersa en sus pensamientos, por lo que no prestaba atención a las personas que pasaban delante suyo. «Está prohibido formar lazos fuertes en el trabajo; somos cazadores, no amigos. Concéntrate en ti, nada más que en ti... Le falta algo más al discurso de los Shusetsu, ¿de qué me olvidé?».
Su cuerpo chocó con el de otra persona; se cayó, rompiendo el termómetro que traía en las manos. Un pequeño fragmento de vidrio le hizo un corte en la palma de su mano. Chasqueó la lengua, fastidiada por haberse distraído. Lo que más le enojó fue reconocer a la persona delante de ella, la cual tampoco pensaba ayudarla a levantarse.
—La mejor hermana mayor, incluso se queda parada para que su hermana menor no sea una vaga en levantarse por su cuenta —dijo, con ironía, mientras se ponía de pie—. El oficio de Pilar te hizo más egocéntrica de lo que ya eras, Miyuki.
—Lo mismo pienso de ti, Neyuki. Nadie se atrevería a hacer la misma rabieta que le hiciste a nuestro padre para que te mandara lejos de aquí. —A pesar de que se notaba un poco su molestia, seguía con una expresión neutra—. He de suponer que lograste obtener lo que querías, por eso estás aquí.
—Ni te lo imaginas —musitó—. Comienza a preocuparte, Shusetsu Miyuki: yo seré la que te quitará el puesto de Pilar.
—¿Y eres...? No oí nada relacionado a ti desde hace años. —Cruzó sus brazos—. Créeme, no soy la misma. Tengo tres años de entrenamiento.
—¿Y piensas que yo sí? Me imagino que aún tratas de dominar la Séptima Postura. Puedes fingir ante los demás. —Se acercó a ella—. Pero sé que no lo has logrado.
Miyuki se tensó. Por un breve momento, pudo ver en su rostro algo más que desinterés; miedo. Ya conocía otra debilidad más de su hermana. Sus ojos rosados se abrieron al escuchar una risa saliendo de los labios de la mayor. Ella tapó su boca con una de sus manos.
—Eres graciosa, hasta me hiciste reír. Felicidades, lograste romper mi racha de no sentir nada. —Su risa se detuvo—. Me subestimas mucho, supongo que es para mantener tu esperanza de superarme.
Posó su mano sobre su hombro y acercó sus labios hacia la oreja de Neyuki. La menor sintió como su cuerpo se estremecía ante el firme agarre de ella. Su aliento chocaba con su cuello, era una respiración lenta, coordinada. Apretó la pulsera que portaba, tratando de calmar sus ganas de darle una patada.
—Demuéstrame que no eres la misma niña impulsiva. ¿Volverás a huir? En caso de que lo hagas, ensuciarás nuestro apellido nuevamente. Y, como nueva representante de los Shusetsu... —dijo al mismo tiempo que desenvainaba su katana—, tendré que recuperar el honor de nuestro apellido, como nuestro padre debió hacerlo desde el inicio.
Miyuki puso su rostro enfrente de ella, mirándola fijamente a los ojos. Ambas tenían un gran parecido físico, las dos únicas cosas que las diferenciaban eran la altura y el cabello: mientras Neyuki lo tenía celeste por completo, a su hermana mayor le habían salido un par de mechas blancas. Le dio una palmada en su cabeza y se dispuso a continuar con su camino.
—Hablando de nuestro padre... —musitó; se dio cuenta de que Miyuki la miró de reojo—, ¿cómo era el discurso que nos daba? Ese que siempre repetía cuando preguntábamos por los Rengoku.
—Creí que lo odiabas, ni siquiera hacías el esfuerzo de escucharlo. —Llevó su pulgar a su mentón—. «Estar con personas demasiado apasionadas alteran tus emociones, te contagian su pasión y eso te impide pensar con claridad. Los Rengoku son todo lo contrario a nuestra doctrina, por eso nos debemos mantener lo más alejados posible.
»A ellos no les importa hacerse de relaciones fuertes que podrían llevarlos a cometer tonterías. Está prohibido formar lazos fuertes en el trabajo; somos cazadores, no amigos. Concéntrate en ti, nada más que en ti. Y lo más importante: no abras tus emociones a nadie. No seas un libro abierto, uno que muestre debilidades. Algún día lo entenderás».
—En definitiva, nuestro padre era una biblia con boca. —Rodó los ojos—. Recordé casi todo.
—¿Lo pones en práctica?
—Por cuestiones de una misión, tendré que dejar la doctrina de nuestro padre.
—No me digas que irás a una misión con el Pilar de la Llama.
Un rápido «sí» salió de sus labios, casi en un suspiro. Estaba cansada de las excesivas reglas de su familia. ¿El otro apellido también se regía por reglamentos parecidos? Aunque, toda la doctrina se debía al objetivo que toda la familia quería alcanzar.
—¿Acaso es malo en su trabajo? —inquirió, algo molesta por el semblante de su hermana.
—Para nada, es un buen sujeto. —Dio pasos hacia la mansión, alejándose de su hermana—. No mueras de forma patética, mucho menos enfrente de uno de ellos.
—¿Qué te asegura que moriré?
Ignoró su pregunta y continuó su camino. La menor escuchó el sonido de su cuervo, el cual se posó sobre su mano. Este le avisó que su compañero había llegado al fin. Sonrió y se dispuso a correr. Sin embargo, no quería que Miyuki quedara como la ganadora de su «amorosa charla».
—Podré morir de forma patética. —Hizo una breve pausa para que su hermana se detuviera—. Pero, al menos, no viviré el resto de mi vida como una persona sin valentía. Comienza a hacer las cosas por ti misma, ya sabes de lo que te hablo.
Antes de que pudiera responderle, salió corriendo hacia la entrada de la mansión Ubuyashiki. Podía escuchar unos gritos a lo lejos, mas decidió no mirar hacia atrás. Su hermana tendría que esperar otra oportunidad para abrir aquel tema otra vez. De momento, en lo único que pensaba Neyuki era en reunirse con Rengoku Kyōjurō.
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