ᝰDécimo sexto Acto
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❝No somos flores, somos fuego.❞
Consigna feminista asiática.
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El sonido del tacón impactando contra el suelo acalló los comentarios que intercambiaban la red de periodistas. El hueco escenario fue el amplificador de su presencia, y después del sonido delator del palpitar del piso por sus zapatos, llegó la prueba de luz en la pedrería a un costado de su ojo izquierdo, en su piel dorada y cabello de hebras oro.
Los flashes de las cámaras arremetieron contra él obligándolo a tensar el rostro de forma practicada con tal de no parpadear o mostrarse intimidado por el griterío que acompañó su llegada. Con aparente calma se puso de pie tras la mesa larga que sostenía tres micrófonos, el de centro de pedrería esmeralda. Esbozó una diminuta sonrisa y le dedicó una breve mirada a su secretaria, la cual desde una esquina se encogió de hombros juguetonamente.
Con airada elegancia tomó asiento y colocó sus manos, una sobre la otra encima de la planicie blanca.
Acto de aparición, listo.
Levantó la mirada con su postura esbelta y encaró a los periodistas que desesperados por ser atendidos por el infame Señor Vante se levantaban de sus asientos. Imperturbable levantó su mano y con el gesto acalló a todos de forma uniforme, la silenciosa orden a los de seguridad hizo a los impulsos de la masa de periodistas mermar.
—Buenas tardes a todos los presentes y muchas gracias por haber contestado a mi llamado para llevar a cabo esta actividad; espero llevemos la fiesta en paz y que concluya con relativa rapidez. Comiencen las preguntas por favor.
Uno a uno habló y Taehyung pudo entonar respuestas sin considerable dificultad.
—¿Es usted un rebelde sin causa, Señor Vante?
Dirigió unos segundos la mirada al hombre de aspecto Occidental, mayor de bigote marrón, antes de contestar mirando a la mayoría.
—No puedo dar una respuesta concisa a eso, siendo sincero. Mi intención no era y continúa sin ser el encabezar una revolución. Comencé utilizando ropa que provenía de una línea femenina, a la cual, por su calidad no me quise resistir. Las grandes cosas se hacen partiendo de preguntas básicas “La ropa es de mi talla, ¿por qué no usarla?” “Mis bienes materiales son más que suficientes para inundar mi armario se prendas de mi gusto, ¿por qué debería reprimirme?” Es sencillo, uso vestidos y tacones porque adoro cómo me hacen sentir, será algo muy superficial, pero me importa mi imagen, me hace sentir fuerte, sí, justo como a las mujeres —lamió sutilmente sus labios y relajó los hombros—. Soy considerado por ello un altera sistemas, y no puede importarme menos, pues eso demuestra que entienden lo obvio.
—¿Qué es lo obvio... Señor?
Preguntó emocionado pero cuidadoso el periodista.
—Que los clichés y márgenes de la sociedad no me van a detener de hacer lo que me plazca, siempre y cuando no dañe a nadie.
—¿¡Y qué sobre la homosexualidad!?
Eso provino de un joven del fondo, ropa ancha y corbata desarreglada, a simples vistas un novato total.
—Mi intención no es llevar a cabo una revolución, pero si es mi nombre la prueba de que se puede ser un poco más libre que el día anterior, pues no me opondré a ello. No puedo decir que soy homosexual, he tenido amantes féminas inolvidables, lo que sentí por ellas no es una duda ahora. Pero con mi sexualidad sucede lo mismo que con el resto —le dedica una sonrisa al joven que le hace tambalear hasta caer en su asiento—, no me reprimiré, mucho menos si se trata de amor.
Unas preguntas más hasta el tema que más interesaba, y eso es mucho decir.
—Señor Vante —el rubio notó desde la forma en que el periodista se dirigió a él, que la respuesta merecía cuidado. La profunda voz en un tono plano hizo a los de su alrededor acallarse. Por eso, le dedicó su completa atención—, sus actos liberales han inspirado no solo a homosexuales o transexuales, sino también a las mujeres, ¿qué tiene para decir con respecto a esto?
—Sea más conciso, por favor.
El hombre blanco en canas entrecerró con avidez los ojos y desde su posición Taehyung se imaginó reflejado en esas rendijas negras.
—¿Piensa recoger bajo su ala de igual forma a las feministas que atentan contra la seguridad nacional?
Los murmullos no tardaron en hacerse llegar, el tema hablaba de algo superior en grandes medidas de lo estipulado con anterioridad.
El movimiento feminista surcoreano, a pesar de ser reciente, habiendo tomado fuerzas apenas en el 2018, era destructivo.
Las mujeres se hacían escuchar: manifestaciones, huelgas, violencia.
Que los hombres estaban aterrados de los monstruos creados por ellos mismos, no era un secreto, no era mentira ni una irrealidad.
Estaban las feministas conservadoras, de mayor edad y menores ambiciones; pero ¿las feministas radicales? Cuidado, mucho cuidado.
Taehyung, ya preparado para esa pregunta, se enderezó en la silla cuidadosamente y contestó con lentitud pero sin dudas.
—No es mi intención ser un representante de la masa de mujeres protestantes, no porque esté en desacuerdo con su causa, todo lo contrario, es solo que... Considero yo mismo una falta de respeto meter mis narices en asuntos que no son los míos.
—¿Entonces es neutro?
—Para nada —la rápida respuesta les sacó a casi todos un sobresalto—, estoy de acuerdo con todas sus protestas, a pesar de no entenderlas. Ni siquiera mi parte más humana puede comprenderlas porque soy hombre. No conozco su dolor, su rabia; mi posición en la sociedad nunca me llevó a experimentar sentires como esos. Precisamente por ello, no encabezo una revolución —aclaró—, mi objetivo es mi libertad de espíritu, y una revolución no ayudará a eso.
—Entonces...
—Mi abuela era feliz con lo que tenía, la salud de su nieto y sus flores eran suficientes para hacerla feliz en su casa campestre. Pero eso no les basta a las mujeres de las que hablamos, y aunque no las entienda, no soy ciego.
—¿¡Señor, le sumaría a su causa el feminismo!?
—Sería hipócrita, ya lo he dicho, no las comprendo. Pero tenderé mi mano a quien lo necesite, a hombres y mujeres por igual; sin reprimirme.
De las últimas filas se levantó una figura que no pudo resaltar hasta que rodeó las demás y se puso al frente. Todos se callaron por el ruido de las botas pisando con decisión, queriendo ser escuchadas. Las hebillas plateadas del tacón negro tintinearon en compás a la rudeza de este al pegar contra el suelo en la mezcla perfecta que era esa persona, fragilidad y fuerza.
Todos vieron pasmados a la mujer de cabello extremadamente corto castaño, casi rapado y descuidado al haber sido un medio de hacer promesas y protestas; vieron lo estilizado de sus piernas, contenidas por unos pantalones de rayas grises, la espalda pequeña viéndose más ancha por el saco que llevaba a los hombros, con las mangas colgando a sus costados. Solo Taehyung la vio de frente, se quitó la mascarilla y se llevó el cigarro previamente encendido a sus labios.
Solo supieron de quién se trataba cuando apagó el cigarro frente a Taehyung, tras haber subido los escalones hasta el escenario.
Su rostro había sido visto poco, no era reconocido realmente, solo el gesto. Pues en todas las reuniones en que había sido comprobada su presencia, se encontraba en una pared o mesa un cigarro aplastado contra la superficie.
Taehyung se puso de pie y con las manos a cada lado de su cuerpo se preparó para hacer una reverencia de forma respetuosa, mas la de pelo de un centímetro de largo pidió que se detuviera levantando la palma.
—No me gustan las reverencias, Señor Vante.
Levantó la cabeza y se enderezó para retribuir la mano tendida. Sacudió su derecha con la misma firmeza que la de la pequeña mano contraria.
Estudió silencioso la sonrisa de la fémina.
—Debo disculparme por haberme robado su protagonismo.
Los periodistas a sus espaldas estaban enloquecidos, ¡una de las dirigentes del Partido de la Mujer¹, nadie más y nadie menos que Park Jinha, estaba en serio sacudiéndole la mano a Kim Taehyung como si fuera su igual!
El rubio le devolvió la sonrisa.
—No se preocupe por eso, Señora Park, mi nombre es el que continúa en el cartel con las letras luminosas.
—Sí, supongo que eso importa mucho.
Retiró su mano y se mantuvo mirando a la tercera dirigente del Partido de la mujer con sus treinta y cuatro años. Esta lo estudió por igual.
—Vine a asegurarme que entendía cuál era su lugar, me satisface ver que sí.
Tae asiente.
—Me alegra, señora.
Quedan silenciosos unos segundos, Park estirando los labios en una mueca pensativa.
—Siendo sincera, nosotras tampoco le entendemos a usted, Vante.
—¿A mí, o a los hombres en general?
Desinteresada sacude su mano enguantada.
—Los hombres son muy simples, el fenómeno es más bien usted.
—Explíquese por favor.
Escogió este lugar para una reunión soberanamente pública, con los mayores periódicos de la ciudad presentes. Ha de tener algo que decir, y Taehyung solo espera tener para defenderse.
—Usted es... No sé cómo explicarlo. Usando vestidos, tacones, joyas, tintes y maquillaje, no es muy sutil, señor Vante.
Con la cabeza inclinada asiente contestando.
—Extrevagancia suprimida, sin duda.
Analizándolo dice—: Usted supone lo que la sociedad espera de una mujer, bien parecida, elegante, con buenos modales...
—Lo soy, claro, solo si omite inteligente e independiente. ¿Cierto?
La enigmática mujer esboza una bella y sutil sonrisa ladeada, enalteciendo a Taehyung con un simple asentimiento. Saca una carpeta oscura de papel salida del bajo de su brazo y la coloca sobre la mesa, de cara Tae. A sus espaldas el mundo explota rogando porque su contenido sea mostrado a ellos por igual.
Confuso, Kim abre con cuidado el paquete y termina alzando las cejas con incontenible asombro.
—Las mujeres tenemos mucho poder, Taehyung —susurra de forma en que solo él pueda escucharla—. Te damos dos opciones, eres libre de escoger.
Ahí él comprende qué querían conseguir haciendo esto público.
—Puedes unirte a nosotras como un colaborador, seríamos compañeros de guerra por así decirlo. Nos ayudas, te ayudamos. La otra opción es muy sencilla, simplemente quedarías debiéndonos un pequeño favor y cada uno continúa por su camino, sin pisar el terreno del otro, ¿qué te parece?
Antes de suspirar de forma imperceptible, le dirige una mirada a su "mano derecha" Esta se encoge desde su esquina avergonzada, pues se supo atrapada.
El paquete contenía las fotos de cárcel de los abusadores de Yoongi. Los tres, encarcelados por quince considerables años.
¿Cómo? No sabe, no preguntará de cualquier forma.
Hizo un intento de ganar tiempo dejando el contenido de vuelta al paquete.
«Mis opciones son reducidas, si me encadeno al movimiento feminista radical acabaré siendo el alimento de las 4B¹. Lo mismo sucedería si me niego a una alianza, les estaría debiendo un favor y no sé qué es peor. Entonces lo que me queda por hacer es...»
Coloca con cuidado el sobre encima de la mesa y retrocede par de pasos a la mirada de todos. Se inclina para tomar la cola del vestido entre sus manos y el sonido de la pieza separándose corrió por el silencio de las respiraciones contenidas.
Dejó la tela junto al paquete y le tendió nuevamente la mano a la mujer que lo miraba con una sonrisa.
—Señora Park.
—Señor Vante.
No se respondieron más preguntas.
ᝰ◌᮫۪۪۪۪᳝۟🌸◌᮫۪۪۪۪᳝۟⑅៹
Esperó paciente en la habitación apartada a que la cara de las 4B se mostrase. Sus dedos tocaban distraídamente el brazo del asiento giratorio y el abrigo de pelos blancos cubría sus muslos.
Para cuando ella llegó, su lengua probaba sin temor la fuerte bebida marrón en su vaso.
Se abstuvo a ponerse de pie.
—Tome asiento, por favor.
—No es necesario, planeo irme pronto.
Suspirando con real cansancio se quitó los tacones, dejándolos a un lado del asiento y, sobre este, el abrigo. Ignoró la tensión en los hombros de Park cuando sus piernas desnudas casi en su totalidad se le presentaron. Avanzó unos pasos hacia ella y preguntó.
—¿Qué quieren de mí?
Park inhaló por la nariz y alzó la cabeza ligeramente para mirar los ojos de Taehyung directamente.
—Algo como lo que acabas de hacer, no te preocupes, los trapos sucios nos gusta hacerlos nosotras mismas.
—Con eso me puse de su parte, pero me gustaría aclararle que no es así —ante su entrecejo fruncido, Tae explica—, no me interesa ser su títere.
—Ya le dije, seríamos colaborad...
—Conozco mi lugar en sus intereses, señora Park. Me ven como un enemigo con piel de cordero, yo las veo como lobos amistosos. A pesar de lo que dije en público, lo cual es mi forma de pagarles el favor; no crucemos nuestros caminos más de lo necesario y quedemos en paz, por favor.
Su forma de devolverles el favor era estar de su lado de forma que pusieran usar su nombre, como una carta de respaldo. Pero no podrían contar con él de forma directa.
No es su guerra.
Jhina suspira cruzándose de brazos y pensativa cuestiona—: Habló de su abuela en la rueda de prensa, ¿era parte del show?
—Es la única mujer a la que he amado, la única persona que me importó a ese nivel.
—Mhm... ¿Le digo cómo puede asegurarse de que fue feliz?
Tae descruza los brazos y con curiosidad se acerca.
—¿Cómo?
—Piense en si ella cumplía con la misión que tenemos nosotras en el mundo de la misoginia, piense en si ella llenaba la planilla general: Obedecí en mi niñez a mi padre, en mi madurez a mi marido, y en mi vejez, a mi hijo.
Taehyung frunció el entrecejo y miró hacia abajo en su dirección.
—Ustedes son... Tan interesantes, que me hacen querer aprender... ¿Le apetecería tomar una copa conmigo?
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Liberty
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¹Nada de citas, nada de sexo, nada de matrimonio y nada de hijos: son los “cuatro no” sobre los cuales se funda el movimiento radical conocido como 4B, prueba en Corea del Sur de aquello que los sociólogos definen como “feminismo de la cuarta ola”.
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